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05 - The Party (parte 2)


Me levanté con rapidez intentando que nadie me vea, y luego le ofrecí la mano a Kim para ayudarla a que se levante. Lo segundo me costó más trabajo, ya que tuve que ponerla a ella, a sus tacones y a todos los tragos que había tomado de vuelta sobre sus pies.

—Ahora iré yo al baño, así que sostenme la puerta —le dije y ella asintió.

Intenté hacer lo más rápido que pude y no me tomé demasiado tiempo dentro del baño, pero cuando salí del baño Kim no estaba donde había dicho que se quedaría. No estaba en la puerta del baño.

Recorrí el lugar con mi vista mientras caminaba dando una vuelta, hasta que la localicé en una de las barras del fondo. Suspiré.

Caminé con paso rápido, pero cuando estuve más cerca pude notar que no estaba sola sentada en aquella barra. Pues no. Un chico estaba sentado a su lado y estaban platicando, y fue la ausencia del cabello rubio lo que me confirmó de que el chico no era Oliver.

El chico tenía el pelo castaño y ojos claros, aunque no pude definir el color con exactitud por la tenue iluminación del lugar. Era más bajo que Kim incluso sentado sobre el taburete, aunque no era demasiado notable. Llevaba puesto unos jeans, una camisa blanca y un blazer negro, aunque desentonaba con los tenis Adidas azules que llevaba en sus pies. Vaya combinación, pensé.

Di los últimos pasos que me quedaban, aunque ahora a una velocidad más relajada. Finalmente llegué a la barra y pude ver que ambos estaban disfrutando de sus respectivos tragos, y el chico parecía estar igual o más alegre que mi amiga.

—Gracias por abandonarme en el baño —le dije a Kim cuando puse mi mano sobre su hombro, haciéndole saber que estaba allí.

—¡Audrey! —exclamó ella emocionada, con un tono más chillón que de costumbre—. Es que me encontré con Louis, ¿Recuerdas de los amigos que te había platicado que tenía que saludar antes de que estuviera borracha? —dijo señalando al chico a su lado, el cuál rió ante su último comentario. Ahora más de cerca, pude notar que sus ojos eran de un color azul profundo y que brillaban mientras reía—. Bueno, pues creo que he llegado tarde —dijo lo último poniendo las manos alrededor de su boca con la intención de que fuera un secreto. Me reí, ya que yo había notado que ya no estaba sobria desde que abandonamos la pista principal.

—Hola, Louis —saludé. Él chico me resultaba extrañamente familiar, pero no podía descifrar de dónde. Juro que lo tenía en la punta de la lengua—. Soy Audrey, un gusto conocerte. Lamento lo que haya dicho Kim, ha tomado unos cuantos tragos.

—El gusto es mío, Audrey —él rió—. No te preocupes, ya he visto a Kim así antes —Ella ni siquiera se volteaba cuando oía su nombre, sólo estaba concentrada en su copa—. Además no creo recordar mucho de esto mañana —ambos reímos.

—Creo que pediré otro trago —dije sin pensármelo demasiado.

—Yo creo que te haría falta para soltarte un poco más —dijo Kim, uniéndose a la conversación—. Tus pasos de baile son demasiado estructurados y eso apesta.

—Tienes razón —asentí. Tal vez debería dejar de preocuparme tanto por cómo estaba Kim y relajarme un poco, después de todo no había venido aquí para hacer de niñera de nadie.

Me acerqué a la chica que estaba haciendo los tragos y le pedí un daiquiri y un sex on the beach. Si quería terminar la noche sin estar sobria tendría que poner a trabar esto rápido. Volví a caminar hasta donde estaban los chicos, con una copa en cada mano.

—Oh, eso es de lo que estaba hablando Audrey —Kim sonrió como una madre orgullosa.

—Ser la persona sobria entre tantas ebrias apesta —dijo ahora Louis.

¿En qué momento me había convertido en una chica aburrida? Y peor aún, ¿En qué momento y qué estaban tomando todos para terminar en ese estado? Porque parecía que yo no había tomado demasiado, o mi sistema era inmune a las bebidas alcohólicas

—Podemos ir con el resto de mis amigos a la terraza, si quieren —dijo Louis. No sabía que el lugar tenía una terraza.

—¡Sí! Quiero ir a saludar al resto —Kim aplaudió emocionada y luego me miró—. ¿Qué piensas, Audrey?

—Por mi esta genial, ya ando necesitando respirar aire fresco —sonreí.

—Genial —respondió Louis—. Pero primero Audrey, debes tomarte eso. Si no te sentirás algo fuera de lugar —dijo señalando al trago y medio que aún sostenía en mis manos.

Si lo que sea que haya consumido en la terraza —que no estoy segura que haya sido solo bebidas alcohólicas— también lo habían hecho sus amigos con los que iríamos, seguro estarían bastante alegres. No respondí nada. Sólo llevé el daiquiri que estaba por la mitad a mis labios y lo bajé completo de un sólo trago.

Un ardor recorrió mi garganta, que me recordó a las noches de fiesta que pasaba con mis amigas antes de que todo hubiera pasado. La nostalgia estaba comenzando a atormentarme, entonces mire la otra copa por un segundo y la llevé en seguida hasta mis labios. La bajé completa. Kim dio unos aplausos con energía cuando la terminé.

—Ahora estamos en el mismo nivel, nena —dijo Kim—. A eso llamó las grandes ligas.

Los tres reímos con su comentario. A medida que los segundos pasaban, podía sentir como el alcohol comenzaba a aumentar su efecto en mi sistema. Poco a poco me sentía más relajada, pero a la vez con más energía que nunca. El alcohol solía ponerme las energías hasta arriba y hacía olvidarme de todo.

—Bueno, ¿Vamos? —preguntó Louis.

Asentí, a lo que él bajó de su banqueta y ayudo a Kim a hacer lo mismo. Comenzamos a caminar, Louis guiándonos hasta donde él había estado antes. Fuimos todo el camino hacia arriba por las mismas escaleras que ya había estado un rato antes, hasta que llegamos a la pista principal.

—Es por aquí, síganme —ordenó Louis.

Tomamos una dirección desconocida para mí a través de un pasillo, y llegamos hasta otra escalera, la cuál era custodiada por un hombre de seguridad. Me pregunté por qué era la única escalera que necesitaba un hombre de seguridad.

Louis saludó al hombre y él se hizo a un lado para dejarnos pasar. Él nos frenó a Kim y a mí, y nos colocó unas pulseras rojas que iban a juego con la ambientación del lugar. Luego de eso finalmente abrió el paso y nos dejó subir. Mientras iba haciendo mi camino un escalón a la vez, leí que la pulsera ponía el logo de One Direction y "vip" en letras mayúsculas.

¿Por qué no había escuchado antes del vip y por qué Louis estaba llevándonos a uno?

Mi pregunta se respondió sola cuando llegamos a la terraza. Rostros conocidos de managers y directores estaban por todo el lugar. Y ahí caí en cuenta de todo.

Estaba en un maldito vip con Louis Tomlinson, el cantante de la banda para la cual trabajaba. ¿Cómo no lo había notado antes cuando había visto sus rostros cientos de veces en carteles de publicidad por todo Londres? Me sentía como una idiota ahora mismo.

Finalmente llegamos hasta una mesa con unos cuantos sillones, y me sorprendí al ver a algunos de los chicos de la banda allí sentados, riendo y bebiendo como si no fueran parte de la banda del momento.

El gélido viento de madrugada soplaba con fuerza aquí arriba. Froté mis brazos y maldecí internamente por no haber traído un abrigo.

—¡Audrey, ven aquí! —gritó Kim desde uno de los sillones.

No me percaté hasta ese momento que me había quedado atrás y sola en el medio del lugar. Louis estaba sentado al lado de Kim, ambos frente a una mesa llena de copas vacías.

Un olor distinto había aquí arriba, el cual me resultaba familiar de otras fiestas. Era porro. Vete a saber tu si era eso u otras cosas lo que habían consumido Louis y sus amigos aquí arriba.

Hacía un tiempo lo había probado por simple curiosidad, pero no solía hacerlo y tampoco era algo que me llamara.

Comencé a caminar hasta ellos y me arrojé en el sillón con torpeza, creo que finalmente comenzaba a sentir el efecto del alcohol. Me había sentado a un lado de Louis porque no había lugar al lado de Kim. No la conocía mucho a ella, pero ciertamente más que a Louis, y me hacía sentir más en confianza. Pero en este estado en el que comenzaba a entrar estaba dejando la desconfianza a un lado, y no me incomodaba estar sentada al lado de Louis.

Conversamos un rato, en el cuál reímos bastante por las bromas de Louis, y los comentarios de humor característico de Kim, por los cuáles no sabía a ciencia cierta si ofenderme o reírme. Por mi parte, no aportaba demasiado a la conversación más que algunos pocos comentarios. Por mi mente se cruzó la idea de pedir otro trago, pero no logré visualizar la barra entre tantas personas.

—Louis —llamé. Él puso su vista sobre mí.

—¿Sí?

—¿Hay una barra aquí arriba? —pregunté.

—Sí, claro —él rápidamente me señaló como llegar hasta ella.

—Gracias.

No le pedí a él ni a Kim que me acompañaran, ya que se veían muy metidos en una conversación sobre cuál era el mejor sabor de té. Tan británico que dolía.

Me abrí paso sola entre la multitud yo sola, intentado llegar hasta la barra por el camino que Louis había dicho. Me concentré en poner mis pies torpes uno delante del otro para no terminar con un tobillo lesionado.

Reconocí varios rostros, como el de Christian Sanders y Richard Griffins, a lo cual intente ocultar mi rostro. Lo último que quería era que me vieran en ese estado, aunque estaba bastante segura que ellos no se quedaban atrás. Levanté mi vista de nuevo cuando estuve fuera de su alcance.

«Oh por dios, ¿Esa era Adele?»

La sorpresa hizo que perdiera la concentración en mi andar, causando que dé un pequeño tropiezo mientras miraba hacia un lado en su dirección, intentando descifrar si era ella. Cuando volví mi vista al frente, un cuerpo se estrelló contra el mío. Sentí que mi vestido se empapaba, y yo no llevaba ninguna bebida, así que debía ser de la otra persona. O bueno, lo era antes de que terminara toda sobre mí.

—Lo siento mucho —dijo una voz gruesa, claramente era un hombre.

Levanté mi vista, me sorprendí al ver a Harry Styles frente a mí, con una copa vacía en una de sus manos y la otra tapando su boca en signo de sorpresa. Yo debería ser la sorprendida de haberme cruzado con él dos veces en un mismo día.

Él llevaba puesta unos pantalones, una camisa y unas botas, todo en color negro. Y mierda que le quedaba bien.

—¿Estás bien? —volvió a hablar él, al no haber obtenido respuesta de mi parte.

—¿Esa es la jodida verdadera Adele? —pregunté, dirigiendo mi vista hacia ella.

Estaba frente a una celebridad que me había bañado en su copa de lo que parecía ser champagne, ¿y lo primero que salía de mi boca era preguntar eso? Audrey, eres una idiota.

—Bueno, sí. Esa es la jodida Adele —dijo Harry con una sonrisa divertida en su rostro.

Miré hacia el suelo, intentando ocultar mi cara sonrojada y la vergüenza que estaba pasando justo ahora. Pensé que era peor dejar la conversación como estaba, entonces decidí seguirla para intentar no quedar como una idiota. Aunque eso no era posible.

—Es bueno saberlo —agregué, volviendo mi vista hacia él. Algo se iluminó en él cuando vio mi rostro.

—Ey, tu eres Audrey. ¿Cierto? —me señaló con su dedo. Yo asentí, incrédula de que se acordara mi nombre—. Nos conocimos hoy en la prueba de sonido cuando me diste mis auriculares.

Me sorprendí aún más cuando además de reconocer mi rostro y mi nombre, recordó el momento en que nos habíamos conocido. No podía creer que entre cientos de personas que conocía seguramente cada día, fuese a acordarse de .

—Sí, cuando te acercaste luego acosarme con tu mirada buen rato —¿En serio esas palabras habían salido de mi boca? Y sin permiso otra vez, como si mi boca procesara las palabras antes que mi cerebro, largándose al vacío sin permiso—. Oh, y-yo lo siento. No quería... Eh, yo... —Balbuceé torpemente.

—Yo debería disculparme. No quise incomodarte, lo siento —se disculpó Harry. Se llevó un brazo hasta la nuca para rascar su cabeza, incómodo.

¿Quién me había obligado a tomar tanto? Pues claramente yo misma. Sí, Kim y Louis me habían alentado, pero la única que tiene la decisión final sobre sus acciones era yo. Me insulté a mí misma por la situación. Por todo.

Era normal en mi sentir culpa, todo el tiempo y por cualquier cosa. Siempre me sentía responsable de cada situación que pasaba a mi alrededor y terminaba mal, como si pudiera haber hecho algo para evitarlo, pero no lo hice. Sí, me culpaba por cosas que no había hecho. Y ese para mí era el peor arrepentimiento.

En verdad, prefería arrepentirme de hacer cosas, como ahora. Estaba incómoda como la mierda, pero seguro que sería una gran anécdota y terminaría riéndome de esto algún día. Eso espero.

—No te preocupes, no sé por qué he dicho eso —puse mi vista en la copa vacía que llevaba en sus manos—. Creo que necesito otra copa —suspiré.

Oh, fantástico. Resolver mis problemas simplemente teniendo más de lo que los causó en un primer lugar. Pero si yo tenía las mejores ideas.

—¿Puedo acompañarte? —asentí. Que va, eso no podría hacer más daño—. Tu ve yendo, debo hacer algo primero —me sonrió.

—Está bien —le devolví la sonrisa.

Comencé a caminar a la barra mientras Harry tomó otra dirección. No sabía si creer sus palabras. No creo que vaya a desperdiciar su noche y su fiesta conmigo de todas formas, así que disipé la idea de que el volviera y se sentara conmigo a beber algo, porque lo que menos necesitaba ahora eran ideas locas e innecesarias.

Llegué a la barra y me senté en ella, y sentí la tela mojada del vestido pegarse a mi piel. Mierda, era mi vestido favorito. Y ahora estaba arruinado por un champagne que apostaba que valía más que él.

Intenté no pensar más en eso. La noche estaba más cerca de terminar que de empezar, y lo último que quería era estresarme con pensamientos negativos. Aunque no podía haber terminado peor, no quería que eso me importara ahora.

Llamé al barman y elegí un sex on the beach —otra vez— como mi siguiente trago de la noche. Era algo fuerte, pero combinado con el sabor dulce de la fruta era delicioso y hacía que el ardor en la garganta apenas se sintiera.

El barman puso la copa en frente mío, y yo la tome y le di un sorbo. Justo en ese momento sentí una mano posarse en mi hombro, lo cual hizo que casi me atragantara con la bebida por la sorpresa. Me volteé y me encontré con dos ojos verdes mirándome.

—Te traje esto —Harry tenía en su mano una toalla y un vestido limpio—. Puedes cambiarte en el baño que está aquí arriba, si quieres.

No podía creer que en medio de su propia fiesta, se haya tomado la molestia de conseguir eso para mí. Claramente no iba a rechazar su oferta, teniendo en cuenta que mi vestido aún estaba mojado y comenzaba a ponerse pegajoso donde había estado en contacto con mi piel. Aún con la copa en la mano, tomé lo que tenía Harry sin pensarlo dos veces.

—Gracias —agradecí—. No tenías por qué hacerlo —sonreí, y él también lo hizo.

—Bueno, no podía seguir tranquilo en la fiesta si sabía que alguien la estaba pasando mal por algo que yo cause. Así que sí, creo que era bastante necesario —dijo. Entendí su punto, ya que yo me sentiría de la misma forma si la situación hubiese sido al revés.

—¿Sabes dónde está el baño? —le pregunté.

—Está en esa esquina, a la derecha —dijo, señalándome el camino con su mano—. Si quieres puedo cuidarte la copa hasta que vuelvas —sonrió, con cierto brillo en sus ojos. Asentí y le dejé mi copa, y comencé a caminar hasta el baño.

"Hasta que vuelvas". ¿Eso significaba que estaría allí cuando volviera? Pues eso es lo que creía, pero al mismo tiempo no podía creerlo.

Entré al baño y me quité el vestido, intentando que no me tocara el rostro o terminaría con el maquillaje por todos lados. Lo puse en una bolsa plástica que llevaba siempre por emergencias y lo metí en mi bolso. Abrí el agua y mojé mi cuerpo en las partes donde estaba pegajoso y luego me sequé con la toalla, para terminar poniéndome el vestido.

Observe mi reflejo en el espejo del baño. El vestido negro era de mangas tres cuartas, ajustado al cuerpo y apenas me llegaba a cubrir el trasero. No era algo a lo que estuviera acostumbrada a usar, pero no tenía otra alternativa. Aunque viéndole el lado positivo, mis curvas se marcaban de una forma bastante linda. Sonreí y me digné a salir del baño.

Me abrí paso entre la multitud con prisa ansiando llegar a la barra, con un cosquilleo en mi nuca que dudaba de si Harry seguiría aún allí. Cuando pude visualizar la barra, vi que efectivamente estaba donde antes me encontraba yo sentada, y estaba hablando con algunas personas.

Estaba a unos pasos de él, cuando la duda de si debía interrumpir su conversación atravesó mi cabeza. Me paré en seco. Él se veía muy metido en la conversación y parecía ser seria, hasta que todos rieron, y él enseño esos hermosos hoyuelos característicos de él, mientras echaba su cabeza hacia atrás y se apoyaba con su brazo en la barra para no perder el equilibrio. Se veía tan despreocupado y tan simple que por un segundo me olvidé de lo que su nombre representaba.

Terminó de reír y levantó su cabeza, y en ese momento su mirada se cruzó con la mía. Tenía una sonrisa cerrada mientras recorrió mi cuerpo con la vista, hasta que volvió a mis ojos. Levantó su mano y me hizo un gesto para que me acercara, y comencé a caminar hasta él, nerviosa.

—Me he bebido tu trago porque estaba calentándose, lo siento. Pero te he pedido otro —levantó frente a mí una copa con lo que parecía ser champagne—. Mi favorito —sonrió de lado mientras me observaba.

Agradecí y tomé la copa. La llevé a los labios y di un sorbo para probar, mientras Harry me miraba para ver mi reacción.

—La verdad es que está bastante bien —dije, mirando la copa para evitar mirarlo a él, que de cierta forma me intimidaba por todo lo que él implicaba—. Don Pérignon, reserva de 1985. ¿Verdad?

La verdad es que me gustaba saber sobre bebidas, era algo que me fascinaba. Era algo que solíamos hacer con mi padre antes de que nos mudáramos a Nueva York, cuando yo tenía diecinueve. Dejamos de hacerlo en ese entonces, y era una época de mi vida que prefería no recordar. Ese momento donde todo se había ido a la mierda.

—No pareces ser la clase de chica que sabe sobre vinos espumantes —Algo en mi ego se elevó por el simple hecho de haberlo sorprendido.

—Solía ser un pasatiempo.

Me moví hasta la barra para sentarme en la banqueta que estaba a su lado, y el giro su cuerpo hacia mí para volver a quedar frente a frente. Miré detrás de él para encontrarme con que las personas con las que estaba hablando anteriormente se habían ido. Ahora estábamos sólo Harry y yo, y me parecía extraño pensar que entre tantas personas yo podía sentir en medio de nuestra absurda conversación como si estuviéramos solos.

Le di él último trago al exquisito champagne hasta vaciar la copa, disfrutando cada gota hasta el final. Ninguno de nosotros estaba hablado ahora. Yo me centré en jugar a dar vueltas la copa, hasta que en una de esas veces se resbaló. Esperé a oír el ruido estruendoso de la copa haciéndose añicos, pero en su lugar una mano la atrapó, salvándola del desastre. Seguí mi vista a través del brazo, y me encontré con la mirada de Harry. Él se encontraba inclinado sobre mí, más cerca que nunca, ya que tuvo que estirarse para alcanzar la copa.

—Mala idea —susurró. Su aliento a champagne chocó contra mi rostro e inundó mis fosas nasales.

—Siempre tengo malas ideas, lo siento —sonreí nerviosa.

Él alejó su cuerpo y volvió a su posición. Pasó sus dedos a través de su largo cabello para acomodarlo.

—Nunca antes te había visto en el staff, ¿eres nueva? —puso su brazo en la barra y apoyo su peso en el, inclinándose hacia al costado.

—Sí, de hecho lo soy. He terminado mi Licenciatura en Música y así es como obtuve una pasantía en el staff —expliqué.

—Pareces algo joven como para haber hecho una licenciatura —frunció el ceño, confundido—. ¿Acaso eso no tarda algo así como unos cinco o seis años?

—Bueno, sí, tengo veinte. Es sólo que tengo cierta... condición que me hace ver la música desde otro punto de vista, y supongo que eso me ha ayudado a terminarla en menos tiempo.

Dudé de si la palabra 'condición' era la adecuada para describirlo. Cuando vi que la cara de confusión de Harry se había acentuado, supe que no lo era. Suspiré antes de continuar.

—Soy sinestésica —largué finalmente.

—Creo haber escuchado algo de eso —asintió.

—Bueno, una persona sinestésica es alguien que tiene una alteración en los órganos sensoriales, y por lo tanto percibe ciertas experiencias con diferentes sentidos —comencé a explicar. El chico que estaba frente a mí me escuchaba atentamente, como si quisiera entender cada palabra que decía y guardarlo en su mente—. Yo tengo sinestesia musical lo que significa que puedo percibir los sonidos como colores.

Harry se quedó en silencio un momento, como si estuviera procesando la información.

—Eso es realmente impresionante, Audrey —habló finalmente—. Así que la música que suena ahora, ¿estás viendo colores por todo el lugar en este momento?

—No funciona así —negué con mi cabeza. Ambos soltamos una pequeña risa—. Es más como una percepción, algo en mi mente. No es como si hubiera consumido LSD —giré mis ojos y solté aire bruscamente, de una forma burlona.

—Actúas como si te hubieran preguntado lo mismo millones de veces —él no quitaba la sonrisa de su rostro en ningún momento.

—En realidad no, no se lo cuento a demasiadas personas. La mayoría termina pensando que tengo como alguna clase de superpoderes y que terminará subiéndome el ego —reí.

—Hay cosas que es mejor guardarlas para uno mismo. Lo entiendo —su sonrisa de lado ahora parecía más una mueca—. Yo pienso que es algo cool.

Así continuamos hablando un rato. A veces alguno sacaba un tema nuevo, y la conversación se volvía cada vez más interesante, y las risas no faltaron. De alguna forma no me sentía ya tan tensa a su lado y el clima era mucho más relajado entre nosotros hablando fluidamente.

Alguien llegó y puso su mano en el hombro de Harry, irrumpiendo en nuestra charla. El hombre le dijo que debía acompañarlo, que había algunos productores y demás personas importantes que querían saludarlo y hablar con él.

—Lo siento, debo irme ahora —se disculpó.

—No te preocupes, ve a disfrutar tú fiesta —sonreí, a pesar de que sentí algo de decepción dentro mío, y no sabía exactamente por qué.

—Por cierto, ¿Cómo puedo llamarte? —¿Estaba pidiéndome mi número?—. Estoy seguro que tus amigos no te dicen Audrey —oh, él se refería a llamarme por mi nombre. Me la había creído por un segundo.

—Puedes decirme Drey —sonreí.

—Realmente me ha encantado conversar contigo, Drey.

—Lo mismo digo —devolví la sonrisa, aunque la mía no era ni de cerca tan deslumbrante como la suya.

—Nos vemos luego —se despidió cuando el hombre que estaba a su lado parecía estar perdiendo la paciencia ya.

Lo vi marcharse entre la multitud.

Algo extraño había sentido en mi interior esa noche. Y no estaba segura si era precisamente por los tragos que había bebido.









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¿Cómo están mis belles?

Espero que les haya gustado esta mini maratón de dos capítulos, lo cual ha sido porque el capítulo me quedo demasiado largo (casi 7000 palabras wtfff) y he tenido se hacerlo en dos partes.

Espero que esten disfrutando. Voten y comenten :)

Nos vemos. Juliet <3

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