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02 - The Contract



Eran las 11:30 AM y ya me encontraba en el O2 Arena junto con el equipo de iluminación y audiovisual, preparando los últimos detalles para el primer concierto. En unas horas vendría la banda a hacer las primeras pruebas de sonido con los instrumentos, y más tarde ya haríamos la prueba de sonido final con los chicos cantando.

"Los chicos"

Era un tanto extraño para mí el llamarlos así sin siquiera haberlos visto en persona, pero esa era la forma en que todos se referían hacia ellos, así que debo acostumbrarme. Al igual que los miembros del staff se deben llamar por sus apellidos. En fin, puras formalidades que debía seguir.

Todos se encontraban ocupados en sus tareas, yendo de un lado a otro con prisa para terminar todo cuanto antes. Por mi parte, me encontraba preparando las conexiones y los instrumentos en el escenario, lugar que me había sido asignado por Christian, junto a un grupo de otras cuatro personas. Habíamos tenido un inconveniente con uno de los altavoces, ya que eran nuevos e importados desde Alemania, pero la ficha de los conectores era diferente, por lo que debieron salir a comprar adaptadores a último momento. Todos estaban un tanto nerviosos y preocupados, pero luego de un rato ya teníamos el problema solucionado.

Ahora realmente no estaba haciendo mucho, por no decir nada. Ya estaba todo el equipo de sonido conectado y en condiciones, y era claro que cinco personas eran una exageración para terminar los detalles estéticos, como donde irían los soportes para apoyar los instrumentos y la distribución de los pies de los micrófonos.

Pronto el Director del Staff de Sonido se dio cuenta de lo mismo que había planteado en mi cabeza hacía unos segundos, y nos llamó a todos. Nos dirigimos hasta donde él estaba y formamos un círculo a su alrededor.

—Bien, veo que ya han solucionado el problema de los conectores —dijo Christian. Algunos de nosotros asentimos o hicimos gestos de aprobación en respuesta—. Ustedes dos —Señaló a dos de nosotros—, necesito que ayuden a descargar los últimos equipos del camión. Evans, tú vienes conmigo, y el resto termine de preparar los instrumentos. Tienen treinta minutos antes de la hora del almuerzo, y quiero todo listo para entonces. Así que, ¡a trabajar! —Dio un par de aplausos, con lo que hizo que todos se dispersen y vayan a hacer las nuevas tareas que les habían sido asignadas.

Yo me quedé en mi lugar, esperando a que me diga para que me necesitaba y por qué me había separado del resto.

—Sígueme, Evans —Hizo un gesto con su mano, dando a entender que vaya con él.

Salimos del escenario, pasando por las consolas de control y luego doblamos en el pasillo de la izquierda. Ya estaba haciéndome una idea de que tendría que caminar bastante y atravesar varios pasillos, pero me sorprendí cuando Christian frenó de repente, causando que casi me estrellara contra su espalda. Se dio vuelta y bajo su mirada hasta mí, ya que la diferencia de altura lo requería.

—Esta es la sala de descanso —Levantó su brazo y señaló la puerta que había a su izquierda—. Espera en los sillones o donde te sientas cómoda —Observó el reloj que tenía en su muñeca—, en unos minutos llegará el Director de la gira con el contrato oficial de tu pasantía y deberás llenar algunos papeles. Mucha suerte —sonrió.

Seguido de eso se fue, dejándome sola mientras oía sus pasos apresurados perderse en la distancia. Abrí la puerta que antes había señalado Christian, dignándome a entrar en la sala de descanso.

El lugar era espacioso. Había asientos y mesas por toda la sala, una cantidad exacta para que puedan estar cómodas bastantes personas, pero sin llegar al amontonamiento de muebles. Tenía un aspecto más que nada minimalista.

Caminé hasta un sofá de tres cuerpos color crema, donde me digne a sentarme. Era cómodo, o al menos más de lo que su estilo aparentaba. Respiré profundo ante la tranquilidad del lugar, haciendo resonar el aire al ser expulsado por mi nariz. Cerré los ojos y me permití disfrutar el momento, merecido luego de varias horas de trabajo. De repente oí la puerta abrirse, lo que me llevo dar un pequeño salto por la sorpresa y abrir mis ojos con rapidez.

Un hombre ingresó en la sala, alto, de ojos grises ocultos detrás de unas gafas, y con el cabello canoso que delataba sus cincuenta y tantos años. Su rostro estaba serio y llevaba unos cuantos papeles en sus manos, lo que lo hacía ver ocupado y no te daba muchos ánimos a molestarlo en sus tareas. La idea de abandonar el lugar para dejarlo concentrarse en su trabajo atravesó mi mente, sintiéndome incómoda por su presencia.

El hombre camino hasta una mesa al otro lado de la sala, justo en frente mío, y allí apoyo lo que venía cargando. Se dio vuelta y ese fue el momento donde se percató de que no estaba sólo en el lugar, poniendo su mirada sobre mí.

—¿Tú eres... —Se dio vuelta y ojeo sus papeles—. Audrey Evans?

—Sí, soy yo —confirmé.

—Mi nombre es Richard Griffins, soy el jefe de la gira —Se acercó a mí y extendió su mano, a lo que me levanté del asiento y la estreché en respuesta—. Un gusto conocerte. No sé si Sanders te ha hablado sobre mí.

—Me ha dicho algo sobre que debía llenar unos papeles —Comenté dudosa. No recordaba con exactitud lo que me había dicho. Richard asintió.

—Algo así. Sólo debes llenar unas planillas con tus datos personales y luego firmar el contrato —Fue hasta sus papeles, seleccionó algunos y me los dio, junto a una lapicera—. Tómate tu tiempo de llenar todo correctamente. Te daré tu tiempo mientras resuelvo otros asuntos, regresó en diez minutos —Caminó hacia la puerta—. Por cierto, no firmes el contrato hasta que vuelva, sólo léelo.

Asentí, confirmando que había entendido sus indicaciones, y luego de eso desapareció por la puerta, dejándome otra vez sola en la habitación.

Puse todos los papeles en la mesa ratona que se encontraba en frente mío y comencé a leerlos. La ficha de datos personales la llené con rapidez, pues no me llevó demasiado escribir mi nombre completo, fecha de nacimiento, domicilio, y todo ese tipo de información básica que sabía de memoria.

Por otro lado, el contrato fue lo que me tomó más tiempo. Eran diecisiete hojas en letra pequeña, a las cuales leí con sumo detenimiento para asegurarme de que no me estaba salteando ningún punto. Cada detalle era importante porque en estas hojas se encontraban todos los términos, condiciones, derechos y obligaciones de mi pasantía en los próximos seis meses. Un cosquilleo se hizo presente en mi estómago en manifestación de los nervios que estaba sintiendo por lo que la situación en sí implicaba.

La puerta se abrió y Griffins hizo su aparición en el tiempo prometido. Se acercó a mí y le entregué los formularios ya completos. Los revisó para verificar que estuvieran bien, lo que dio a entender cuando los guardó en una carpeta que llevaba mi nombre.

—¿Ya has terminado de leer el contrato? —preguntó.

—Sí, lo he leído todo —confirmé.

—Excelente.

Seguido de eso tuvimos una conversación en la cual repasamos los puntos más importantes del contrato y aclaró algunas dudas. Una vez terminado, tome la lapicera y firmé cada una de las hojas, deslizando el trazo con fuerza y apretando el agarre por los nervios del momento. Finalmente llegué a la última hoja e hice lo mismo que con todas las anteriores. Ya estaba hecho.

—Felicitaciones Evans, ya eres oficialmente miembro del staff de One Direction —dijo Griffins y por primera vez lo vi sonreír, mostrando toda su blanca dentadura.

—Muchas gracias señor Griffins —agradecí. Ambos nos levantamos y estrechamos nuestras manos—. Prometo dar lo mejor de mí el tiempo que pase aquí.

—Eso espero. Por las referencias que tengo sé que tienes un gran potencial, no lo desperdicies —aconsejó mientras levantaba una ceja en señal de advertencia—. Oh, por cierto. Aquí tienes tu identificación. Debes llevarla puesta siempre.

Extendió su mano con la credencial, ofreciéndola, y la tomé sin dudarlo. En ella se encontraba mi nombre y mi puesto, y el logo de la banda impreso en una especie de papel holográfico para evitar que sea falsificado con facilidad. Me coloque la credencial en el lado izquierdo, agarrándola de mi camiseta con un broche que tenía puesto en el lado de atrás.

Seguido de esto Griffins se despidió de mí con la excusa de que tenía asuntos pendientes que resolver. Salió por la puerta, a lo que lo seguí y separamos nuestros caminos cuando él se fue por la derecha. Yo me fui hacia el otro lado, por donde había llegado.

Una sonrisa se encontraba plasmada en mi rostro. Estaba feliz, lista para comenzar mi día de trabajo de manera oficial.

Que empiece el juego.






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¿Desde dónde leen The Intern?

PD: En el próximo capítulo ya comienza la acción ;)

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