02
Todo pasaba en cámara rápida, era extraño. Desde el momento en que ese príncipe la encontró en el bosque, hasta cuando bailaban en el Gran Salón.
Momentos, cada escena ocurrida en ese palacio regresó.
- Eres increíble...- le dijo ese peli negro con ironía para pasar por su lado y dejarla sola.
La escena cambió, ambos caminaban por el Río Han con sus hermanos.
El castaño le sonreía a Neytiri, mientras Jungkook le sonreía a Neykiri.
Nunca se miraron según destinaba su destino. Algo los hacía intercambiar sus destinos. Y sin darse cuenta... repetían la misma historia.
Sus corazones les pertenecia en silencio a los destinados... pero su mente y ojos eran del equivocado.
Y ahí estaban ellos, cada uno en un lugar diferente pero en el mismo hecho.
- Amo al general.
- Amo a Neytiri.
- Amo al plebeyo.
- Amo a Neykiri.
Los cuatros con un pensar equivocado, con una verdad oculta en sus corazones.
Cada escena fué fundamental en el transcurso de sus historias. Cómo cuando esa peli negra de cabellos castaños, mechones cenizos y ojos azulados, le sonreía a ese plebeyo bajo la intensa mirada del príncipe Jungkook.
O esa escena, en el río. El sol dio la señal de su presencia, los árboles danzaban bajo el efecto de la brisa, el aire. La peli negra flotaba con sus ojos cerrados, dejando su energía fluyendo con el agua, las corrientes, la naturaleza. Energía que llamaba siempre a ese peli negro. Allí estaba él, mirándola disfrutar.
El siempre estuvo... pero nunca quiso darse cuenta.
¿Quién sería el primero en encontrar al otro?
¿Estás?
Si solo hubiesen dejado que sus almas se encontraran.
Y de nuevo ahí, ese árbol. El árbol del ahorcado, él solitario. Ella sonríe mientras lo acaricia, sentir la naturaleza era su día a día. No entendía la comunicación que tenía con ella, la manera en la que esta siempre cedía a sus palabras. Sentimientos de tristeza y emoción siempre la invaden cuando llega a ese árbol.
- ¿Razón por la que te das el privilegio de descansar en mi árbol? - su voz fuerte pero tranquila, provocaba sensaciones raras en ella.
- Terra no te lo obsequia, te lo presta por un tiempo definido, hasta que llegue su otro propietario... Así que no te pertenece- contestó con sus ojos cerrados mientras dormía en el césped, o fingía hacerlo.
- Este árbol siempre ha estado solitario, sólo yo permanezco aquí.
-Siempre será solitario, diría que es el árbol de los horcados... Las sogas parecen no querer abandonarlo... - le confesó.
- ¿Quién sabe? Seguro están destinadas para tí... - le dijo con burla para sentarse en el césped y acostarse a su lado.
La peli negra ríe con ironía.
- Se convertiría en viudo antes de tiempo, su excelencia... - El peli negro dejó salir el aire para relajarse. Sin ambos darse cuenta, una niebla espesa los acompañaba. Ambas energías se mezclaban. -
-Sería muy grato, Neytiri... - comentó, ella abrió sus ojos para mirar a su derecha y encontrarse con su perfil.
Su rostro se le hacía hermoso, más no lo suficiente para caer a sus pies.
Siempre que estaba junto a él, su corazón se abrumaba y una extraña sensación la invadía. No entendía nada. No se llevaban bien, pero de momento olvidaban todo y reían como si se conocieran de años.
- Ni usted mismo se lo cree... - murmuró para ver como ese peli negro abrió sus ojos, miró a su izquierda encontrándose con sus ojos cafés, esos que cambiaban de azul de manera sencilla cuando la variación del tiempo cambiaba. Se perdía en ella, en su mirada, sus labios. Sus miradas pesaban, más no podían entender la razón.
Entonces las escenas comenzaron a cambiar nuevamente.
Jungkook en caballo, Neytiri bañándose en el Río. Ambos mirándose. Su primer baile, sus encuentros bajo el árbol. Siempre fueron ellos y nunca se dieron cuenta...
Dónde estaba uno, siempre estuvo el otro.
"Si no recuerdas, él no recordará"
Tantos momentos juntos, pero ninguno se reconoció...
●●●
Corea, Seúl 1459...
Sus ojos se abrieron al instante, el corazón le latía con fuerza. Miró a su alrededor encontrándose con una gran multitud de gente. Todos bailaban, bebían de sus copas. Reían con alegría, otros con hipocresía. Los sirvientes se paseaban entre la multitud con bandejas bañadas en oro.
¿Qué ocurría? No entendía nada.
Comenzaba a perder la cordura en ese lugar. Sin embargo, algo se le hizo familiar.
Ella... ella había vivido este antes.
Bajó la mirada para ver su atuendo. Ese vestido rojo, con piedras de oro y velos hermosos. Miró su mano, ahí descansaba el anillo que su padre le había obsequiado la noche antes del anuncio del compromiso.
El compromiso.
Volvió a alzar la mirada, buscando con desespero a su hermana. A los príncipes, a ese hombre que perdió la vida por su culpa.
Dio vueltas en el lugar, tratando de encontrar a alguno de ellos. Más solo consiguió centrarse en el centro de la multitud. Todos bailaban a su alrededor, mientras ella no sabía que hacer.
Eso había ocurrido. Sin poder evitarlo su mente viajó a ese momento.
...
Miraba a todas partes, buscaba a su hermana a como diera lugar. No conocía a nadie en ese enorme Salón. Ella caminó con precisión por la multitud, sin apartar la mirada de las personas presentes.
- Oh, Neykiri. ¿Dónde estás? - preguntó para ella misma.
Tomó en sus dedos, parte de su vestido rojo con pequeñas prendas de oro, para que se le facilitara su caminar con elegancia.
Sin darse cuenta, la multitud la había rodeado. Ahora ella estaba en el centro, dejando que su belleza fuera apreciada por todos. Al no ver a nadie familiar, decidió rendirse. Cuando intentó dar un solo paso, estando de espaldas, el golpe en su espalda se hizo presente acompañado de un fuerte estruendo.
Inmediatamente volteó sintiendo todas las miradas en ella.
- Perdóneme por favor. - escuchó la voz asustada de ese hombre de cabellera negra. Este se puso de rodillas inmediatamente, llevó sus manos al vestido de la peli negra con mechones cenizos. - Perdóneme mi Señora...
...
Pero eso no ocurriría nuevamente. O ¿estaba viviendo la misma escena una vez más?
- ¿Dónde estás, Neykiri? - salió de sus labios con temor para darse la vuelta, sin embargo, ese estruendo de copas se escuchó en todo el Salón.
Su cuerpo da pasos hacia atrás al chocar con esa bandeja llena de copas de vino, que cae al suelo inmediatamente provocando que el vino que descansaba en las copas, se esparciera en el lugar, pero sobre todo en el vestido de la peli negra.
El peli negro con la mirada asustada se puso de rodillas, llevando su mano al vestido de la peli negra. La mirada de todos se posó en ellos, la música se detuvo al instante.
- Perdóneme por favor... perdóneme mi Señora... - eran exactamente las mismas palabras.
Neytiri se quedó sin habla, no sabía que pronunciar.
Ella miraba a ese hombre que había perdido la vida por ella... vestía como la primera vez que se vieron.
- Seok-Jin...- susurró en un lamento.
¿Que ocurría? ¿Acaso era un sueño?
- ¡Guardias! - escuchó, pero su mente viajaba a ese momento.
¡Guardias!
- Llevaos de aquí al esclavo, directo a las Mazmorras. - ordenó la Reina bajo la atenta mirada de los príncipes, princesas y Reyes de otras naciones.
"Llevaos de aquí al esclavo, directo a las Mazmorras..."
Eran las mismas palabras sin duda alguna.
El peli negro miró a la peli negra con sus ojos cristalizados. Podía ver el miedo en ellos. Los guardias a paso rápido fueron hacia ambos, para tomar de los brazos al plebeyo, con brusquedad.
Neytiri despertó al instante, ese pequeño trance fué dejado atrás cuando una escena tan familiar vino a ella, obligándola a recitar las mismas palabras.
"Perdonele la vida, mi Reina. He sido quién cometió el error."
- Perdonele la vida, Mi Reina... - salió de sus labios, para mirar a la mujer de cabellera negra, ojos grandes pero rasgados, nariz fina, labios pomposos con un leve rosa. Y piel de porcelana. Era hermosa. - He sido quién cometió el error... - llevó sus manos a la altura de su vientre, para sonreír y hacer una reverencia.
- Mi Señora... - llamaron detrás de ella, misteriosamente era su dama. La esclava que la atendía... Mina.
Mi Señora, no interfiera...
- No interfiera... - negó con preocupación.
Sin embargo, la ignoró.
- Ha arruinado el vestido tan elegante que llevas puesto. Eres la futura princesa, de este Reino... - misteriosamente cada una de esas palabras había dicho ese mismo día- ¿Estás segura de dejarlo pasar?- preguntó por última vez el Rey, desde su trono.
Si eran las mismas palabras y respondía con las mismas que había utilizado esa noche... ¿su amado podría salir ileso de todo?
Sonrió.
"No se preocupe, su majestad. Solo fué un pequeño accidente. Seguro que el plebeyo está arrepentido. Mi vestido puede arreglarse, pero la vida de un inocente no."
- No se preocupe, su majestad. - le pidió amablemente - Solo fué un pequeño accidente. Seguro que el plebeyo está arrepentido... - bajó la mirada para ver a su amado llorando estando de rodillas- Mi vestido puede arreglarse... pero la vida de un inocente... No. - miró al Rey. Este asintió dándole la razón.
Pero ella solo pedía que todo saliera tal como debía ser.
¿Qué demonios sucedía?
Se suponía que había muerto...
Había muerto...
¡AAAAAAAAAAAAAA!
Exactamente eso quería hacer en ese momento, gritar con todas sus fuerzas. Todos la miraban juzgando su actuar, otros sonreían al ver que dejó pasar un error así. Otros murmuraban que sería la futura Reina. Pero ella sabía que eso ya había ocurrido.
Recordaba cada escena. Sabía que la fiesta seguía, ella se ofrecía a ayudar al plebeyo mientras esté se negaba. Así cómo sabía que en el momento que volteara para ir a sus aposentos a cambiarse... Él estaría detrás de ella, mirándola con atención.
El hombre que la llevó a la muerte por una simple carta.
¿Debería odiarlo? Pero no sabía ni lo que era odiar.
- Cómo desees. - respondió el Rey para ordenar que la fiesta continuara.
La misma melodía, el mismo baile.
Sentía que se volvía loca.
Vio a ese hombre recoger las copas con sus manos temblando, sin poder evitarlo se arrodilló junto a él para ayudarlo. Este alzó la mirada, dejando que ella apreciara sus lágrimas.
"Tranquilo. Solo fué un pequeño accidente..."
- Tranquilo, solo fué un pequeño accidente. - contestó para tomar una copa, pero ni siquiera sé había dado cuenta que era la misma copa que el plebeyo sostenía.
" Gracias, Mi Señora. Yo me encargo."
- Gracias, Mi Señora... - le agradeció con sinceridad- Yo me encargo... - intentó tomar la copa, pero sin querer sus dedos tocaron los de la peli negra. Y como si fuera algo fuera de lo normal, o algo que estaba a punto de ocurrir... varias imágenes se apoderaron de su mente.
Su mirada se perdió en la mirada del peli negro.
...
"Enamorala"
"Demuestrame tu lealtad"
"Nada te sucederá, seguro ordenará tu ejecución... pero los guardias te dejarán ir"
"Hazle llegar esta carta al príncipe Jungkook, por favor"
"El Rey ordenó su ejecución"
"Neykiri ya fué eliminada"
"Neytiri está siendo castigada"
"Siempre le seré leal, mi Señor"
...
Neytiri estaba con la mirada pérdida, la primera lágrima cayó de su ojo deslizándose por su mejilla.
No podía creer lo que veía sus ojos. Seok-Jin hablando con una mujer vestida de negro. Entregando una carta al guardia Real del príncipe Jungkook. Una carta la cuál tuvo la oportunidad de leer ese día. Se vio junto a él en el bosque, entregándose. Notificando la muerte de su hermana, con el... general. Después hablando con un guardia, avisándole que había sido castigada. Incluso lo vio junto a un hombre vestido de negro, capucha incluida. No podía ver sus ojos, solo sus manos. Sin embargo, eran negras en sombras. Le dejaba en claro que siempre sería leal.
Un sollozo involuntario salió de ella, el hombre frente a ella frunció el ceño confundido.
- No puede... ser... - dijo en un susurro para volver en sí y mirar al hombre frente a ella.
- ¿Está bien, Mi Señora? - le preguntó con confusión.
Ella totalmente desconcertada deja de sostener la copa, para que no haya ningún roce con él.
Sus lágrimas no tenían intención de detenerse. Ella no entendía nada, estaba muy frustrada.
¿Que sucedía? ¿Qué fue todo eso? ¿Cómo era posible estar viva?
Sus manos comenzaron a temblar bajo la atenta mirada de ese hombre, ella sollozaba y negaba al mismo tiempo. Su pecho subía y bajaba, el miedo y la incertidumbre la estaban acechando y no sabía que hacer.
- ¿Señora, está bien? - llevó sus manos a ella pero esta se negó a su toque, levantándose y dando pasos hacia atrás sin dejar de llorar, mirándolo con tristeza.
Varios sollozos salieron de ella para voltear y correr con fuerza sin ni siquiera mirar hacia adelante, la adrenalina recorría su cuerpo. El dolor y confusión se apoderaba de su mente, de su corazón.
Sus recuerdos la estaban acechando.
Corrió y corrió entre la multitud, hasta chocar con fuerza e irse hacia atrás. Entonces sus ojos vieron como ese peli negro vestido de negro... tomaba su mano rápidamente para sostenerla. Su cabello danzaba en el aire, ella entre abrió sus labios mientras una lágrima desvió su camino por destino, para caer al suelo de manera lenta. Rompiendo ese destino y dándole otro fin.
El peli negro de ojos oscuros cómo la noche, labios rosados y túnica negra, tomó su mano con fuerza para halarla y traerla a su pecho.
- Agh... - salió de ella en ese transcurso, parecía cámara lenta. Ambos se miraron a los ojos, el entrecejo del hombre estaba fruncido. Ella solo lloraba recordando todo.
"¡Adúltera!
"Me niego a tener una unión, con una mujer Adúltera. La hija de una traidora..."
Todas esas palabras la estaban volviendo loca. Las lágrimas de Neytiri dejaban desconcertado a Jungkook, quién sentía que el alma se le iba, sin una razón convincente.
- ¿Neytiri?... - salió de sus labios con duda, preocupación. Él corazón de esa peli negra se estaba desgarrando. Sus manos pararon en el pecho de Jungkook, para empujarlo y separase de él.
Tomó los bordes de su vestido rojo, para correr con fuerza pasando por al lado de un Jungkook confundido. Ella corrió con todas sus fuerzas, sintiendo que en cualquier momento enloqueceria.
Abrió las puertas con furia, llamando la atención de algunas personas. Jungkook la miraba desde el mismo lugar, sin entender lo que le pasaba a esa mujer. Cada vez se alejaba más, sin embargo él fué detrás de ella con preocupación aunque no quisiera hacerlo.
Sin embargo, Neytiri dejó caer la pequeña tiara que yacía en su cabeza. Pero en ningún momento detuvo su andar, se despojó de sus zapatos y continuó su camino corriendo como si no hubiera un mañana.
Jungkook se detuvo, para tomar la tiara en sus manos. Miró la tiara y luego la vio a ella, alejándose cada vez más de él con su cabellera danzando con brusquedad debido a su carrera.
Jungkook caminó hacia adelante, tomando los zapatos de la mujer cohibida.
- Ni que fuera Cenicienta... - susurró...
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Perdón por las faltas de ortografía. Ojalá esta historia sea de vuestro agrado.
Besos!!
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