¿Papi? 2/3
T/n
- ¿Quieres que papi te dé un castigo? - me dijo mientras me hacia estremecer con sus dedos en mi.
- ¿Castigo? - susurré sintiendo como mi respiración comenzaba a entrecortarse debido al placer que sus dedos me daban.
- ¿Si o no? - dijo mientras me cerraba las piernas.
- Si.. si - susurré sintiendo como mis partes bajas comenzaban a palpitar.
Estaba llegando a un orgasmo, pero el no me lo permitió. Sentí su mano tomar la mia y guiarme por las escaleras, no entendía hacia donde me estaba llevando ¿será a la habitación que tiene con mamá?, en efecto si fue.
- ¿Que hacemos aquí? No voy a coger en la habitación de mi madre. - dije asqueada.
- ¿Por qué hablas asi? Eres grosera, te mereces un buen castigo. - lo miré algo asustada.
No se que tenia en sus planes pero estoy dispuesta a cualquier cosa con el.
- Bueno, tu madre y yo.. usamos juguetes. - dijo dandome la espalda y buscando algo en el baúl de mis juguetes de cuando era pequeña. - Pero hay uno que no he usado con ella, y creo que podría ser perfecto para ti. - sacó una caja de ahí y la dejó sobre la cama.
Lentamente vi que abrió el emboltorio y había un conjunto de plumas atadas a un palillo que las mantenía juntos ¿en serio las plumas son un juguete sexual?.
- ¿Me harás cosquillas? - pregunté mientras me quitaba la camisa dejandome sin ropa frente a el.
- Algo mejor. - se relamió el labio inferior.
Tomó eso en sus manos y me indicó que me sentará en la cama con mis piernas abiertas. No entendí que placer podria darme una pluma hasta que comencé a sentir como me daba pequeñas cosquillas por las piernas.
- Verás, esta pluma te puede dar tanto placer que vas a rogar para que ponga tus piernas en mis hombros y te folle duro hasta el otro dia. - susurró en mi oido y yo cerré mis ojos.
Comencé a moverme un poco incomoda cuando comencé a sentir que aquellas plumas subían por mis muslos hasta llegar a la zona erogena de mi cuerpo, me estremecí un poco al sentir eso, era como si estuviera acariciando mi clitoris con la yema de sus dedos.
- Dime ¿te gusta el castigo de papi? - preguntó mientras me acariciaba la mejilla.
- Si - susurré sintiendo como mi cuerpo entraba en calor y rogaba por mas caricias.
Sentí como su mano impactó con mi mejilla haciendome soltar un gemido y sentir que mis ojos se llenaban de lagrimas.
- Debes llamarme papi, cariño. - susurró y comenzó a acariciarme nuevamente.
- Bien, papi. - susurré dejando a un lado las lagrimas para sentir el placer.
Me recosté lentamente boca arriba mientras que Michael seguía pasando esa pluma por mi feminidad, deseaba que el me tomara de una vez y acabara con el dolor de mis partes bajas, pero jamas le rogaría por algo asi.
- ¿Que es lo que quieres de papi? - susurró en mi oido y dejé de sentir aquellas caricias.
- Nada. - susurré cerrando los ojos.
Su lengua comenzó a lamer mis pezones, sentir como mordía y pellizcaba un poco mis rosados pezones, era delirante, realmente me excitaba. Enredé mis dedos en sus rizos y lentamente comencé a sentir algo que vibraba en mi zona intima, no era algo que realmente conociera o haya sentido antes.
- ¿Que es esto? - pregunté mirandolo a los ojos.
- Te lo puse mientras te hablaba al oido. - sonrió - ¿Te gusta?
Me quedé en silencio, eran vibraciones lentas pero realmente poderosas, todo mi cuerpo temblaba un poco por estas y sentía los labios de Michael en los mios, puse mis manos en su espalda y comencé a arrañarlo, sentía deseo, el deseo de tenerlo conmigo.
- ¡Ahhh, deja de razguñarme! - gruñó en mi oido e hizo que las vibraciones comenzaran a aumentar mas.
Sus ojos miraban los mios y yo rendida ante el placer sola mantenía estos entrecerrados, sentía su mano libre acariciarme los pezones y jugar con ellos haciendome sentir ansiosa y necesitada a la vez.
- ¿Papi? - susurré mientras sentía como las vibraciones se hacian mas rapidas y turtuosas.
- ¿Que quieres, cariño? - mordió el lobulo de mi oreja y me hizo estremecer.
Quise hablar pero un gemido me ganó de mano, liberando mis energias y sintiendo como el cuerpo me temblaba gracias al orgasmo que acababa de tener. Quitó lo que sea que haya puesto en mi vagina y comenzó a meter sus dedos repetidas veces.
- Estas tan mojada. - susurró y sentí como se bajaba la bragueta de su pantalon.
"Si" me dije mentalmente.
- Creo que te encantará que te muestre este liquido blanco que según tu, no conoces. - dijo mientras me mostraba su pene y se sentaba a la altura de mi estomago.
Sentía su peso en mi cuerpo y viendo tal cosa, me hacia sentir que esta era la peor tortura. Comenzó a mover sus manos sobre aquel erecto miembro, lentamente este se endurecía mas, lo soltó un poco y pude notar como daba un pequeño movimiento, definitivamente era algo que nunca habia visto antes en mi vida.
- Papi.. ¿puedo hacerlo por ti? - dije sintiendo la necesidad de tocarlo.
- No, amor. Verás como yo lo hago, es tu castigo.
Comenzó a masturbarse y a hacer caras, la punta de su miembro estaba completamente roja y su pecho bajaba y subia por la respiración agitada que ahora tenia. Verlo sufrir y no poder hacer nada me hacia sentir una imbecil, queria tocarlo, queria hacerlo venir en mis manos o sobre mi, queria sentir ese grueso y largo miembro en mi.
- Mmm.. nena, no sabes como me pones.. - gritó mientras su mano comenzaba a mojarse un poco por el liquido que este derramaba.
Su mano comenzó a moverse mas rapido y a hacerlo mojar mas, mientras que yo estaba muriendo mientras sentia el dolor exigente de mi cuerpo que me pedia a gritos que lo hiciera venir dentro de mi.
- Oh, mierda.. demonios.. dime papi - dijo mientras una de sus manos apretaba uno de mis pechos.
Gemí al sentir el dolor y el placer que el me hizo sentir, aclaré mi voz y le susurré "papi".
- Cariño... ahhh.. si.. soy tu papi... ohh - gimió y comencé a ver como un pequeño chorro blanco brotó de su pene cayendo sobre mis pechos.
Comencé a sacudirlo mas y este estaba empapandome, se sentía tan bien y mas verlo tan sudado y excitado, la punta de su pene dejó de gotear y yo sentí la necesidad de chuparlo ¿que se sentiría tener algo asi en la boca?.
- Papi.. ¿puedo hacer algo por ti? - susurré con voz sensual mientras lo tiraba hacia atras.
- Si, nena.. - lentamente suspiró mirando mis pechos.
Dejé a un lado mi cabello y por instinto comencé a lamer su pene, la punta se sentía tan aspera y mojada, la base estaba realmente hinchada y todo el tronco de su miembro se notaba cubierto de venas oscuras, como su piel.
- Eso.. dale una mamada a papi.. - susurró mientras acariciaba mi cabello.
Metí lo mas que pude a mi boca y aunque no pude meter todo sentí como me dio una arcada al principio, era demasiado para mi pero aun asi lo haría sentir placer. Le di una mordida a la punta de su miembro y lentamente comencé a meterlo y sacarlo de mi boca, mientras que mis manos acariciaba su testiculos y su perineo, era tan raro pero a la vez tan excitante oirlo gritar y pedirme mas.
- Carajo.. papi tiene que castigarte mucho... - susurró mientras se estiraba.
Comencé a sentir el liquido en mi boca, era una sensación extraña pero a la vez interesante, cuando terminó de llenar mi garganta lo saqué de mi boca por completo, sin dudas fue una de las mejores experiencias.
Narrador
- ¿Te gustó, papi? - susurró mientras se sentaba sobre su regazo (el se sentó).
El no podia hablar, aun estaba intentando calmar su respiración y de que el calor del momento se esfumara, pero la veía y no podia contenerlo. Comenzó a besarla mientras que llevaba sus manos a la espalda, en un movimiento rapido la dio vuelta dejando su rostro sobre la cama y su trasero levantado hacia el, aquella vista era todo lo que deseaba ver.
- ¿Papi, me dolerá? - preguntó ella con voz inocente sabiendo que eso lo ponia al cien.
- Te dolerá bastante, pero vas a disfrutarlo.. tanto como yo.. - susurró y comenzó a pasar sus dedos alrededor de su parte trasera, queria lubricarla para asi no lastimarla. - Será algo inutíl intentar cuidarte, igualmente estas demasiado apretada..
- ¿A que te refieres? - preguntó ella poniendo sus manos sobre sus pechos.
- Creo que va a dolernos a ambos... - susurró el.
Lentamente hizo que su miembro entrara en T/n haciendo que ambos soltaran un gemido, la humedad no habia ayudado en nada y el sentia como si estuviese apretandolo con algo realmente fuerte, y ella sentía como estuvieran clavandole una daga.
- Dios mio... - susurró Michael mientras volvía a salir.
Continuará
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