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• CAPÍTULO 7 •

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THE ICE QUEEN ²
COMO HIELO Y FUEGO
La oscuridad del círculo polar
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András Hallstein le dio una mirada rápida y de reojo a Viktor mientras caminaban por los oscuros y fríos pasillos del castillo. No sabía la manera correcta de interpretar aquel frío gesto y ese modo tan indiferente de plantearse ante la vida. Sin duda que era una persona totalmente diferente a la que había llegado a conocer.
Viktor por su parte observó las paredes cubiertas con cuadros de estilo gótico, los candelabros repletos de velas que destilaban cera, las gárgolas que habían sobre los pilares y los diseños en los bordes de las escaleras que conducían a los pasadizos secretos de Durmstrang. 

El instituto de magia Durmstrang era realmente una fortaleza medieval, prácticamente vikinga. Las costumbres nórdicas eran tradición en esa zona septentrional, además de las características marciales y bélicas con las que la enseñanza solía destacarse. Solamente algunas personas conocían la ubicación del castillo, luego de que se hacía el ingreso, se realizaban varios hechizos de protección que impedían el acceso a cualquier muggle o mago que quisiera realizar una invasión. 

—¿Qué tal estuvo tu viaje? —preguntó el hombre acomodándose el abrigo de piel gruesa —, asumo que insististe en venir por los medios muggles, de venir por la red flú hubieras tardado menos. 

—No era llegar y dejar Londres —explicó —, mi viaje estuvo tranquilo hasta que una amiga de mi madre quiso acercarse más de lo debido. Las personas están locas, honestamente el mundo es un cúmulo de locura para la que no estoy preparado. 

—Bueno, partamos por el hecho de que te das el lujo de rechazar una mujer, eso no suele pasar en este mundo de hombres. Eres un caso particular. 

Viktor avanzó por los pasillos hasta que salieron a los jardines principales, había comenzado a nevar de forma suave, sin embargo pronto aquella suave nevazón se convertiría en una ventisca que impediría el paso hacia el pueblo durante al menos unos días. András observó la torre norte, por donde salía el sol las pocas horas que se vislumbraba en el día. 

—Los dormitorios de los estudiantes de maestrías se encuentran en allí —indicó —, hemos hecho algunas remodelaciones. 

—¿Quiénes están? —interrogó —¿algún conocido?

—Poliakov, Abramsen, Romanov, varios de tu generación —declaró —, estarán contentos de verte, han estado preocupados por tu tardanza, creían que ya no vendrías. Estaban bastante contentos cuando les conté que habías enviado el pergamino confirmando tu asistencia. 

—Ya tendremos tiempo para poder reunirnos, por el momento solamente quiero instalarme y dormir para recuperar algo de los mal dormir que tuve durante el viaje. 

—Oh, pues tu elección de venir acá como un muggle tiene consecuencias. Creo que tampoco podrás recuperar el sueño, aquello no se recupera, es una de las cosas que no vuelven a nosotros, la otra es la vida...

Viktor interrumpió el rumbo de la conversación, sabía hacia donde se dirigía y no quería oír ningún comentario o sermón con respecto a sus sentimientos o falta de motivación por lo que antes disfrutaba de hacer. Las personas no entendían que ahora todo era diferente, no lograban empatizar con el profundo dolor que llevaba en su interior y que debía de mantener oculto para no tener que dar explicaciones ni cargar con las opiniones que no tenía ganas de escuchar. 

—¿Cuándo comenzará la inducción?

—Tienes que acercarte a la oficina de Bengt Lärsson, Dalilah Petrovich y de Elof Osborn —explicó notando la evasiva de Krum —, son quienes están en el programa de Historia de la magia este año, las inducciones al grado de historiador ya fueron, debes recordar que vienes con varias semanas de atraso, por lo que tienes que conversar personalmente con ellos y analizar cuáles serán las condiciones que ellos coloquen para tus evaluaciones. 

—Lo haré mañana mismo, gracias András.

—Bienvenido a casa, Viktor —replicó —, sabes que las puertas de mi despacho están abiertas para cuando necesites.

—Lo tendré en consideración, gracias por tu preocupación. 

Viktor avanzó hacia la construcción a paso firme, ya se encontraba en el castillo y no había forma de retractarse. Sabía que a partir de ese momento tendría que responder a preguntas incómodas, a que las personas le preguntaran sobre qué había sucedido en Londres y todo lo que implicaba.

Todavía no conseguía tener una coraza.

Todavía no lograba hablar sin quebrarse o ensimismarse para no sentirse atacado.

El ambiente había comenzado a oscurecerse, el sol en Noruega era un bien escaso. Solían haber prácticamente días en los que este no aparecía y si es que lo hacía, era por un pequeño par de horas.

Había que reconocer algo en aquello.

En esos momentos de su vida estaba empezando a buscar la oscuridad más que cualquier otra cosa, se sentía bien cobijado entre las sombras, sin tener que mostrarse de una forma que no sentía realmente. El Instituto Durmstrang siempre había servido para eso, para mantenerse oculto.

Con un hechizo abrió la puerta de la habitación que se le asignó y pudo notar que esta tenía una buena vista hacia los paisajes nevados, con suerte podría tener la fortuna de ver las auroras boreales que se produjeran a partir de su llegada. La habitación era confortable, no tenía que compartirla con alguien más a diferencia de cuando estudió allí sus años iniciales, la cama se notaba cómoda y las ventanas permitían que ingresara un poco de la luz del exterior; la chimenea estaba dispuesta junto a una alfombra y a un sofá, tenía un armario un escritorio y un pequeño cuarto de baño a su disposición.

Era el espacio perfecto para una persona que no espera salir de su habitación nada más que para comer.

Pensó en acostarse de inmediato y tomar una siesta, sin embargo no quería darle lugar a la pereza y la procastinación, por lo que se dio ánimo para deshacer su escueto equipaje y ponerse cómodo en el que se supone sería su hogar durante un tiempo relativamente largo.

La maestría para ser historiador tenía una duración de aproximadamente dos años, además si quería especializarse y realizar pasantías, el tiempo se extendía en algunos meses más dependiendo de la formación que requiriera. Lo que en ese momento el búlgaro quería era mantener su mente ocupada, por lo que probablemente tomaría pasantías y cursos sin cesar.

Una vez que estuvo instalado decidió que sería una buena idea salir a dar una vuelta por el salón comedor, se encontraba exhausto y hambriento. Solamente que la idea de enfrentarse a las personas conocidas que viera por el camino le aterraba, por ende, prolongó su estadía en la habitación lo máximo que pudo tomando una ducha y cambiándose por una ropa más cómoda y abrigadora, pues las bajas temperaturas se hacían notar cuando no se estaba en contacto cercano de las brasas de una chimenea confortable.

Al terminar de vestirse, se calzó las botas de cuero que había empacado, guardó su varita y suspiró haciéndose la idea de lo que tendría que enfrentar a continuación. Avanzó observando los muros y las construcciones góticas que caracterizaban la esencia de la institución, jamás le había gustado del todo la decoración, era tan lúgubre, tan triste, tan solitaria; ahora le hacía sentido, ahora emanaba la misma aura que él.

Al llegar al comedor pudo respirar tranquilo, pues se percató que al parecer la mayoría de las personas habían comido antes y este se encontraba prácticamente vacío. Tomó uno de los periódicos que estaban dispuestos en un arrimo junto a la mesa de café y se sentó en una de las grandes mesas que llenaban la estancia, el buffet todavía estaba disponible en gran cantidad por lo que aprovecharía de llenar su estómago con comida decente –no como la que ofrecían en los trenes–. Tomó un pocillo para servirse un poco de sopa de trucha caliente, además de un trozo de salmón ahumado con papas rellenas.

Hojeó el periódico con algo de desinterés hasta que llegó a la sección internacional. Habían muchas noticias de parte del Reino Unido que por más que quisiera dejar atrás, estaba íntimamente ligado a él.

«Ministro Shacklebolt y su equipo de seguridad mágica lanzan duro mensaje en contra de los opositores a la paz en el mundo mágico

—"La guerra mágica y las doctrinas puristas no tienen lugar en ningún sitio del Reino Unido, quienes persistan con los discursos de odio serán encarcelados sin ningún tipo de consideración"

La tarde del día martes el ministro de magia inglés y su equipo de trabajo descartaron de plano la existencia de antiguos mortífagos aserrimos a las doctrinas del caído señor tenebroso, estos dichos salieron a la luz tras dar caza a un grupo de seis hombres encapuchados que hacían disturbios en zonas apartadas de Liverpool y Balmoral muggle.

Kingsley atacó con fuerza y aseguró que no permitirían que nadie que tuviera relación a las fuerzas que desarrollaron la última guerra mágica continuaran atormentando a la población, esto a dos años del fin del conflicto bélico.

También indicó que las consecuencias para estos magos serían irrevocables y severas, pues no estaban dispuestos a enfrentarse a que se quisiera alzar un nuevo señor tenebroso»

Londres siempre aportaba su cuota de conflicto para mantener interesante el panorama internacional; el Quidditch por otra parte lograba otorgar una especie de relajo con respecto a las otras noticias que solían generar tensión en los entornos del mundo mágico.

Jamás podía estar todo el calma.

Siempre debía ocurrir un acontecimiento que nublara la tranquilidad, eso porque los humanos estaban acostumbrados a la autodestrucción en muchos sentidos y aspectos de la palabra.

Decidió volver a su habitación, ya tendría oportunidad al día siguiente de poder hablar y encontrarse con sus compañeros, hablar con alguien sobre temas que no tuvieran relación con la guerra, ni con el pasado, ni con su vida.

—¿Viktor?

Una dulce voz femenina lo interrumpió llamándole antes de que este volviese a su habitación. Al dirigir su mirada hasta donde provenía el sonido, notó el porte, el cabello castaño claro, la tez caramelo y los ojos chocolate de la joven bruja que le sonreía desde su punto.

Ella esbozó una sonrisa y se echó a correr hacia él, sin darle tiempo para poder reaccionar. Colgó sus brazos en el cuello del chico y este se quedó inmóvil, sin saber dónde colocar sus manos, totalmente incomodado con el contacto físico repentino.

—¿Acaso no vas a darme un abrazo, eh Krum?

El aludido levantó sus manos, colocándolas de manera tensa y mecánica alrededor del cuerpo de la bruja. Al separarse pudo verla con mayor claridad y detalle, seguía siendo una joven bella y muy entusiasta.

—Jade, tanto tiempo sin verte.

—Pues te escribí —contestó ella, evidenciando su molestia por el hecho —, jamás recibí respuesta a ninguna de mis misivas, por lo que decidí esperar a que la vida volviera a reunirnos y mira donde estamos.

—Lo lamento— contestó —, ha sucedido tanto desde la última vez que nos vimos.

—Han pasado casi tres años —respondió la chica, sin poder ocultar el dejo de nostalgia y su felicidad por volver a encontrarse con el búlgaro —, pero dime ¿vas a quedarte aquí, en el instituto? ¿o es que sólo estás de paso?

—Al igual que todos debo terminar la maestría, es algo que no podía seguir posponiendo, por más que lo quisiera. Todos ustedes ya están en sus últimos años, recién comienzo y no quiero terminar de estudiar cuando sea un anciano que ya no pueda retener información en mi cabeza.

Jade observó los ojos de Viktor y no podía evitar regalarle todas las sonrisas que había mantenido guardadas para este momento. Ambos habían sido compañeros durante sus años de estudio y ella siempre albergó la esperanza de poder tener algo con él.

Algo más que la amistad sincera que Viktor siempre le ofreció.

—Creo que eres tan inteligente que aún siendo mayor, podrías hacer lo que te venga en gana —farfulló sin ser consciente de lo emocionada que estaba por encontrarse nuevamente a su lado —, pero cuéntame ¿cómo estuvo tu viaje?¿ya te encontraste con los chicos? Todos estábamos muy contentos cuando nos enteramos que vendrías nuevamente.

—Agotador, la verdad es que viajar por tierra y después por mar no es un panorama ideal cuando tienes problemas para dormir.

—Podríamos ir por una cerveza a la taberna de Otto, después de todo ya no tenemos ninguna restricción o toque de queda —ofreció, conteniendo sus manos para no acariciarle —, hace tiempo que no tenemos una platica larga.

—Estoy muy cansado, Jade. Aún no me he instalado en la habitación, pues el cambio de horario me tiene hecho un lío —mintió de forma descarada, realmente no estaba de humor para contestar preguntar ni para integrarse al ambiente festivo que ella y sus demás amigos generarían al verle, era algo que definitivamente podría esperar al día siguiente —, pero mañana sin falta podríamos encontrarnos para almorzar, deben ponerme al día de todo lo que ha pasado en este lugar desde que me fui.

Jade se quedó viéndole, obnubilada.

—Sí que han pasado muchas cosas, te has perdido de bastante durante tu ausencia. Así que te tomaré la palabra y mañana nos podemos encontrar.

—Pues ya quedamos —contestó y le sonrió de la forma más rápida que pudo, tampoco quería ser descortés.

—Te veo mañana, Viktor. De verdad no sabes lo feliz que estoy de verte.

—Dicen que siempre es bueno encontrarse a viejos conocidos —acotó el mago y con la cabeza hizo un gesto que indicaba que la platica había terminado para él.

Ella se despidió con la mano, dedicándole nuevamente su mejor sonrisa.

Jade había estado atenta y sabía en detalle todo lo que Viktor había sufrido en Londres, había esperado todos estos años para poder reencontrarse y poder consolar el corazón roto del búlgaro. Había sido paciente y se había dado la tranquilidad de que ya tendrían su momento para poder llegar a ser algo.

Pues Jade había amado a Viktor desde que tenía uso de razón, desde que él sostuvo la puerta en el salón de clases para que esta pasara antes que él.

Jade amaba a Viktor y en esta ocasión haría todo lo que estaba en sus manos para poder conseguir que él también la amara.

Porque esta vez no dejaría que nadie se colocara en medio de ellos, esta vez no permitiría que su corazón se le escapara de entre las manos, había aguardado mucho por él.

El mayor obstáculo ya no existía.

Aquel que apareció de imprevisto y había robado todos los alientos y sentimientos del mago.

Perséfone estaba muerta y ahora nada ni nadie le arrebatarían el amor de Viktor.

Aunque eso fuese lo último que hiciera.

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