• CAPÍTULO 15 •
_______________________
THE ICE QUEEN ²
COMO HIELO Y FUEGO
Sumido en la penumbra
_______________________
Viktor se encontraba afuera de la habitación en aquel frío pasillo de hospital. Finalmente Jade había sido trasladada para que recibiera atención médica oportuna, después de que saliera de la inconsciencia, había comenzado a vomitar una sustancia negra, con extrañas similitudes a la tierra mojada.
Nadie sabía qué era lo que le sucedía. Cuando el búlgaro se enteró, quiso esperar al fin de semana e ir a visitarla. Sabía que de cierta forma tenía un grado de responsabilidad en su estado de salud. No tenía certezas de que por causa del brazalete ella estuviese así, pero había un presentimiento en su interior que lo mantenía inquieto.
Las enfermeras caminaban y deambulaban por los pasillos y el aroma a hospital le traía consigo pésimos recuerdos. No obstante mantenerse sumido en sus pensamientos le ayudaba bastante.
—¿Familiares de Jade Abramsen? —llamó la voz de una enfermera.
Viktor se acercó y la saludó educadamente.
—Soy su amigo, somos compañeros en el Instituto Durmstrang —aclaró —¿Cómo se encuentra ella?
—La verdad es que no sabemos qué es lo que ocasionó su estado. Es preocupante —siseó —, ahora le hemos administrado pociones y fármacos y se ha mantenido estable, sin embargo aquello atacó su sistema inmune de forma muy rápida y desconcertante —aclaró —. Nos preocupa su pronóstico una vez que la hayamos desconectado de la medicación.
—¿Puedo entrar a verla?
—Debe ser breve, tiene que descansar.
Viktor asintió y notó que habían varias mangueritas y vías conectadas a la chica.
Eran magos, pero qué frágil era el cuerpo humano a la hora de enfrentar fuerzas desconocidas. Quizás tenían muchas herramientas para defenderse, la magia y hechizos que podían repeler cualquier agente poderoso.
¿Qué hacían cuando no podían ver lo que atacaba?
El búlgaro se acercó a la camilla y la joven sonrió levemente buscando la mano del chico. No podía evitar sentirse culpable por el estado de su amiga, ella se sentía algo drogada, no obstante estaba feliz de tener la posibilidad de encontrarse a solas con él.
—Gracias por venir—dijo de inmediato —, me hace muy feliz verte.
—Pues todos estábamos preocupados por ti— expresó teniendo cuidado con las palabras que usaba, no quería que esta visita causara una impresión equivocada para ella —¿Cómo te sientes?
La chica tosió por unos segundos, manteniendo una expresión dolorida en el rostro. Intentó incorporarse para mantenerse sentada pero le fue imposible.
—No, no te muevas —siseó Viktor tomándola con cuidado —, no tienes que agitarte.
—Honestamente me gustaría decir que estoy mejor. Pero me siento terriblemente mal, aunque ayer estaba peor, creo que progreso lento—mencionó sonriendo débilmente.
—¿Te han dicho algo sobre cuando volverás al castillo?
Jade negó con la cabeza de forma suave y tomó una de las manos del chico en el instante en que este se acomodó a su lado. Este le sonrió afable.
—Viktor, debo decirte algo—señaló la bruja pestañeando un par de veces para acostumbrarse a la luz de la habitación.
Ambos sabían que debían conversar acerca de su repentina caída al hospital, Jade lo presentía, tenía una leve punzada en el pecho que le indicaba que sus instintos estaban en lo correcto. Se pasó las manos por el rostro, nerviosa, pues no tenía idea cómo abordar la situación, ya que tampoco quería que este se viera forzado a reconocer algo que podría exponerlo de muchas maneras.
—¿Qué sucede?
—Cuando niña pasé demasiado tiempo entre joyería y piedras preciosas como para no saber que el brazalete que guardas es...
Hubo un silencio tenso antes de que ella terminara la oración.
—Que guarda magia oscura...—mencionó finalmente, no se sentía capaz de decir la verdadera expresión en voz alta.
—Jamás quise que te afectara a ti—replicó el mago, no tenía ningún sentido ocultarlo, ella no era ninguna ingenua—, no sabía de lo que era capaz.
Jade negó con la cabeza y sonrió con ironía, a veces era muy difícil estar enamorada de alguien que tenía otras cosas rondando en su cabeza, entre ellas, tener objetos malditos en su poder.
—Viktor, sólo quiero decirte un par de cosas y espero que no sean una falta de respeto ni para ti ni para la memoria de tu difunta esposa —terció interrumpiendo las palabras del búlgaro —, no soy quien para decirte que hacer, pero eso va a causarte grandes problemas. Lo sabes.
—Jade, tienes todo el derecho a reportar lo que sabes en caso de que quieras hacerlo, sin embargo no es tan simple para mi—replicó—, no tenía idea de que esto podía avanzar a este grado, de verdad me siento muy culpable de lo que te ocurre, enserio no sé qué hacer para poder ayudarte.
—Mantente al margen, no de mí, si no de esa situación.
¿Qué le quería decir? ¿Que dejara de lado lo único que podría llevarlo a Perséfone?
—Jade, no puedo hacer eso.
—¿Por qué te esmeras en complicar tu vida? Viktor, tú eres una buena persona, un chico ejemplar y con valores personales más intrincados de cualquiera que conozca. No entiendo este repentino cambio, no quiero que te suceda nada malo y puede ocurrir si te ves implicado en este tipo de instancias.
—No es algo que podamos conversar en este lugar, Jade. De hecho no creo que sea algo que podamos conversar en ninguna circunstancia. Es personal— aclaró intentando no ser grosero.
Jade por su parte notó su tono de voz más cortante, mucho menos encantador y algo seco, cerrándose a todo tipo de diálogo con respecto al tema.
—No voy a decirle nada a nadie, Viktor. Espero que no dudes de mi-siseó sin saber porqué comenzaba a tener un nudo en la garganta-, no quiero que vayas a pensar que puedo delatarte-hizo una pausa-, jamás le haría algo así a quien es dueño de mi afecto, pero tampoco quiero ver que te hundas en caso de que quieras seguir con esa línea. Eres de las mejores personas que he conocido y no me gustaría notar que corrompes tu bondad por algo de poder que puedes alcanzar.
Desde el último tiempo Viktor había comenzado a odiar bastante a las personas, sobretodo a aquellas que intentaban decirle qué hacer y qué sentir. Esas que sentían estar en un pedestal de moralidad y emitían juicios de valor acerca de gente que no habían visto en su vida.
En ese momento detestaba a Jade pero era demasiado caballero como para echarle en cara de que si estaba en el hospital, era netamente por haber tocado algo en lo que no tenía que entrometerse. Frunció los labios sintiendo la frustración arder en su interior y volvió sus ojos hacia ella.
—Estoy demasiado implicado como para poder darte una respuesta positiva a tus requerimientos, Jade. Lo lamento— susurró acercándose a la puerta.
—No quiero que te vayas—declaró ella tomando su mano en el instante en que pasaba junto a ella—, ¿podrías quedarte tan sólo un rato más?
Viktor quitó su mano con delicadeza.
—Lo siento, pero no puedo. Espero que te recuperes Jade, debo volver al instituto ahora o se me hará tarde.
Dejó un beso rápido en la coronilla de la bruja y salió de la habitación sintiéndose repentinamente asfixiado por la conversación con ella. El viaje de regreso hacia el castillo intentó que su mente no le jugara malas pasadas, ya tenía demasiado en la cabeza como para empezar a auto boicotearse.
Había sido un día agotador, sólo quería llegar a echarse en la cama y tomar una siesta. Sus ojos se posaron en una mujer de cabello corto hasta los hombros, con su mirada enmarcada en el flequillo, usaba una chaqueta y falda de tubo de cuero, medias y unas botas.
—¿Sabes cuánto tiempo llevo esperando por ti, grandulón?
Viktor se acercó hacia ella y sonrió de manera genuina.
—Deberías avisar si es que quieres que te otorgue parte de mi tiempo, sabes que soy un hombre muy ocupado.
—Al menos no luces deplorable como hace algunos meses, admite que lucías terrible, casi como un muerto viviente-Ludovica se rió efusivamente y echó sus brazos al cuello de su mejor amigo, hace mucho tiempo que no se veían, por ende este reencuentro era algo anhelado por ambos, eran confidentes y en estos tiempos deseaban poder charlar más que nunca.
—¿Qué haces aquí?—le preguntó con cariño mientras observaba el nueva aro que se había hecho en la nariz—¿acaso te avisaron de que reprobaste los cursos?-dijo burlándose.
—Todo lo contrario, he venido a buscar mis diplomas, es más, he tenido altas calificaciones en todos mis EXTASIS. Así que no vengas a decirme que soy una analfabeta mágica —¿Tienes tiempo ahora o tienes algo mejor que hacer que vagar por allí?
—De hecho iba a dormir una siesta, pero en vista y considerando que estás aquí podría considerar ir a vagar por los jardines.
Ambos magos comenzaron a caminar, volviendo a los límites del pueblito cercano a la escuela, debido a que tenías muchas cosas de las que ponerse al día con respecto a lo que estaba pasando en la vida del contrario.
—¿Dónde estabas antes de que nos encontráramos?
—Estaba en el hospital.
—¿Te encuentras bien? ¿Acaso volviste al Quidditch y perdiste la costumbre de subirte a la escoba? Te dije que no era buena idea montar un palo si no sabías bien como hacerlo—replicó burlona.
—Eres una indecente— contestó negando con la cabeza mientras caminaban por la alameda—, no, no me pasa nada, solamente estaba viendo a Jade, estaba muy mal.
Ludovica sonrió con cinismo, ambas brujas habían sido compañeras y sabía muy bien cuáles eran las intenciones que ella había tenido con Viktor desde siempre, por lo que no le era de extrañar que ahora esta buscara acercarse a él.
—¡Oh!—exclamó con ironía —¿se puede saber qué es lo que le sucedió a la señorita piedras preciosas ahora? ¿o sólo es una manera desesperada de llamar tu atención? —cuestionó la bruja dando claras señales de que la aludida no le agradaba para nada—¡dime si acaso la envenenaron!
La oscura y sombría mirada del mago consiguió que Ludovica se quedara pensativa durante unos instantes con una expresión expectante.
—Envenenada no es la palabra para ser exactos, pero si fue sumamente grave.
—¿Qué le pasó?—cuestionó frunciendo el ceño—¿Estás hablando enserio o quieres hacer que tenga consideración con ella?
—Es enserio y tengo que admitir que soy el responsable de lo que le sucedió—dijo al fin, con pesar.
La chica sacó un cigarrillo de su cartera y lo encendió con apremio, sintiendo algo de ansiedad debido a la confesión de su amigo.
—Así que era verdad lo que Pietro dijo.
—¿Estás jodiéndome?
—Me envió un vociferador, mencionó que estabas fuera de control con respecto a algunas cosas que te dijo tu antigua elfa—siseó—, no entendí nada, después de todo no estaba en Londres y no podía hacer más que hundirme en mis pensamientos.
—Maldito chismoso.
—¿Vas a contarme por qué Pietro actuaba como una perra o te vas a hacer de rogar?
Viktor suspiró comenzó a contarle a Ludovica todos los eventos acontecidos desde que se reencontró con Nimby, desde aquella triste conversación hasta los recientes eventos vividos con Jade. La bruja escuchó en silencio mientras se quedaban de pie en el puente que separaba los caminos que llevaban más allá del pueblo, en dirección a los muelles.
—¿Crees tu también que tengo que internarme en una institución donde estaré con una camisa de fuerza? ¿Crees que debiese borrar mi cerebro?
Ludovica se colocó frente a él y acarició su rostro, notó su expresión que era surcada por varios sentimientos, desde el anhelo hasta la duda. No obstante ella no era quien para negar los deseos de su amigo, no era quien para interponerse a los designios del destino.
—No sucumbas a las tinieblas, no te quedes en la penumbra de la que te costó tanto salir. Sea lo que sea que vayas a decidir, no permitas que eso vuelva a romperte. Eres mi mejor amigo y eres la mejor persona que conozco, no mereces volver a romper tu corazón de esa forma ¿Acaso tienes algo seguro?
—Ludo, ahora no tengo nada.
—¿Vale la pena arriesgarlo todo solamente por un quizás? ¿Tu carrera? ¿Lo que eres realmente? Jamás has sido así, nunca te gustaron directamente las artes oscuras ¡detestabas todo lo que tenía que ver con alterar el curso de las cosas! ¡Incluso decías que leer las cartas era meterse en un mundo del que no deberíamos querer conocer! ¿Por qué ahora tienes metido un maldito horrocrux en el cajón de tu escritorio?
—Porque si realmente es aquello podría tener algo, Ludo. Podría tener un quizás, una posibilidad. Una oportunidad.
—¿Y vale la pena? ¿Crees que vale que te arriesgues de esa forma?
El búlgaro se volvió hacia el fiordo, observando como el agua comenzaba a congelarse completamente.
—Sí—afirmó, tajante y serio.
Nadie podría cambiar su opinión.
No ahora que podía llegar a tener una pequeña certeza.
No ahora que tenía una parte pequeña de Perséfone.
A pesar de que esta era pequeña.
Pequeña y muy maligna.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro