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• CAPÍTULO 12 •

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THE ICE QUEEN ²
COMO HIELO Y FUEGO
«Otra oportunidad terrible, pero existe»

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El semblante de Nimby denotaba nerviosismo, inquietud y un sentir de arrepentimiento que era completamente visible.

—Nimby, ¿estás completamente segura de que todo lo que nos contaste en la otra ocasión es cierto?

La elfina asintió con la cabeza, sintiéndose algo temerosa; finalmente estaba traicionando la memoria de su ama, Pérsefone le había hecho jurar que jamás hablaría sobre lo que había sucedido aquella noche, que nunca revelaría sus secretos. No obstante había llegado hasta sus oídos por las conversaciones que sus nuevos amos tenían que el amo Viktor estaba sufriendo.

Realmente no estaba segura sobre sus hipótesis.

No estaba segura de que fuera real aquello que ella había hecho a escondidas esa noche hace tantos años en el cementerio.

—Sí, debo decirlo. Nimby ya no puede con ese secreto.

Daphne le sonrió y caminó hacia la puerta principal de la casa. Observó que Pietro y Viktor estaban en el jardín, observaban y hablaban de forma relajada, sin embargo podía notar que este último denotaba ansiedad y tensión.

Viktor detestaba Londres con todas sus fuerzas, detestaba todo lo vivido.

Ahora estaba allí únicamente por lo que Daphne sembró en él durante su viaje a Dinamarca, cuando vio a Pietro en el campeonato de esgrima. Nimby quería hablar con él de forma urgente y Daphne transmitió el mensaje.

La rubia apareció en la terraza y les observó.

—Nimby está adentro, puedes pasar cuando quieras— indicó Daphne —, está muy tensa, tengo miedo de que vaya a colapsar de pronto. Por favor, si viniste a conversar, que sea ahora.

—Amigo, ¿tú estás seguro de esto? Sabes que puedes volver a Noruega y olvidar esto...

Daphne le otorgó una mirada de odio, Viktor había viajado el fin de semana exclusivamente para hablar con Nimby, para salir de dudas con respecto a la enigmática revelación que la elfina había pronunciado. No obstante, Pietro no estaba del todo seguro de la veracidad de las palabras de esta, los elfos solían ser neuróticos y en ocasiones, nada confiables.

—Estaré bien, Pietro. Además, quiero verla.

Viktor se abrió paso hacia el interior de la casa de sus amigos. Ellos habían acogido a Nimby pero hacía mucho estaba de viaje, también era intrigante para él.

Había pasado mucho tiempo en aquella casa antes de decidirse ir a la maestría en Noruega, no era de extrañarse que su amigo tuviera aprehensiones para con esa conversación. Había avanzado, dado un paso para con sus estudios, esto era un poco volver a sumirse en el dolor.

—No debiste, no debiste decirle nada, Daph— volvió a mencionar Pietro cuando Viktor entró en la casa, dejándoles a ellos en el jardín.

—Esto no es asunto nuestro, es de él.

—Por lo mismo, tú sabes cuánto le costó la decisión de dejar Londres y tú vuelves a decirle cosas que no lo hacen más que dudar y sumergirse en la mierda que esta ciudad le dejó.

—No seas egoísta, Pietro.

—Tú eres una egoísta, quieres que él esté triste por Perséfone, que siga atado al pasado ¿en qué va a ayudarle hablar con Nimby?

—Pues él es suficiente adulto como para saber si esto le es o no importante.

Viktor entró en la habitación y de inmediato puso sus ojos en el pequeño cuerpo de Nimby, esta parecía temblar un poco debido al nerviosismo.

—¿Acaso no vas a darme un abrazo? ¿Creo que hace mucho que no nos vemos, no crees?

Nimby suavizó un poco su expresión y una vez que Viktor extendió sus brazos, ella no se reprimió y se avalanzó para darle un abrazo apretado; dentro de los brazos de Viktor la elfina se sentía pequeña, tan segura. Él jamás le haría daño, de eso estaba segura.

Amo Viktor...

Recuerda que ya no soy tu amo, siempre quise que fueras una elfina libre.

—Y créame que los amos Nycolich han sido muy buenos, sin embargo nunca ninguno será como usted.

El mago acaricio la pequeña cabeza de la criatura con delicadeza, su mano era grande en proporción a las facciones y contextura del ser mágico, luego de eso le sonrió para infundirle confianza, él había ido por ciertos motivos.

—He venido, Nimby. He venido hasta acá porque llegó a mí tu mensaje —habló con calma, no quería causarle estrés y problemas a la elfa —. Necesito saber cuál es el motivo por el cual era necesaria mi presencia acá.

Nimby pareció dubitativa, los elfos solían tener cambios de humor y de parecer muy repentinos y claramente ahora la elfina tenía dudas con respecto a hablar. No era simple para ella verse en esa situación, no obstante quería mucho poder sacar aquel peso de su interior.

Comenzó a dar vueltas en círculo en torno al pequeño espacio en donde ambos estaban sentados. Viktor comenzó a impacientarse y decidió comenzar él.

—Estoy cursando mi maestría, Nimby. Eso lo sabes, de hecho dejé Londres por ese motivo, dejé la parte terrenal de mi esposa en esta ciudad con todo el dolor que eso implicaba —señaló —, pero aparte de su recuerdo –el que puedo llevar a cualquier lugar– tenía que dejar sus restos aquí, descontando que están aquí, no hay nada en Londres por lo que debiese estar acá. Yo odio con mi vida esta puta ciudad.

—Yo sé cuánto usted sufría estando aquí. Conozco a la perfección los motivos por los cuales se fue, siempre ha sido generoso, pero ese instante era para usted, debía viajar para aclarar sus ideas —acotó la elfina.

—Pero tú me llamaste, quisiste que viniera hacia acá —le señaló de forma seria —¿Por qué? ¿Qué es aquello qué debo saber?

La criatura volvió a balbucear sin que las palabras brotaran del todo.

—Tengo sentimientos encontrados, amo Viktor. Sé que esto puede ayudarle, pero me siento desleal.

—¿Desleal con quién?

—Con la ama Perséfone —dijo al fin, consiguiendo que los ojos de Viktor se oscurecieran un poco.

Aquello no tenía sentido, Nimby había sido una de los pocos seres en los que Perséfone confío y también que quiso genuinamente. No había motivo para sentirse de ese modo.

—No, tú jamás traicionarías a Sefi —susurró dándole una palmada en la espalda —, no harías nada que provocara daño para ella, inclusive, ahora ya nada ni nadie pueden dañarla, eso lo sabes al igual que yo.

Los ojos de Nimby se cristalizaron con el sólo recuerdo del hecho de la muerte de la bruja y todos los secretos que esta le había confiado.

Igualmente hablar de estos temas conseguía ponerle la piel de gallina.

—Hay muchas cosas que usted no sabe, amo. Hay cosas de las que juré no hablar nunca, cosas que debería llevar hasta el día de mi muerte.

El mago la observó con calma, era como si estuviera debatiéndose en una difícil decisión.

—¿Por qué quieres contarlo entonces?

—Lo quiero hacer por usted, joven Viktor. Quiero hacerlo por usted.

Frunció el ceño, pues realmente no entendía lo que ella hablaba. Quizás Pietro tenía razón y la criatura sólo estaba divagando en las grandes piscinas que tenía su imaginación.

—No entiendo porqué tendría que ver en esta decisión o en aquello que te está causando tanto desazón.

—He sabido que viajó a terminar sus estudios mágicos superiores, que está en vías de ser un historiador —señaló con vehemencia —, sin embargo sé que su corazón y su mente sufren tribulaciones de las que es incapaz de zafarse a causa de los hechos sucedidos en la guerra, con la ama Perséfone.

Hubo un silencio durante algunos segundos, no podía negarlo, sólo que no estaba seguro de querer hablarlo con alguien.

—Bueno, creo que no es algo tan natural, pero tengo que conseguir salir a flote en algún aspecto de mi vida.

—Y me parece perfecto, me alegro que esté entusiasmado— recalcó —, no obstante Nimby no puede permitir que usted no sepa todo, hay muchos secretos...

—¿Secretos sobre qué, Nimby?

—Secretos sobre la ama, joven Viktor. Secretos sobre la ama Perséfone que podrían significar algo que usted puede identificar.

La conversación se colocó tensa, finalmente debido a que independientemente de cualquier secreto, Viktor ya no podía hacer nada al respecto.

—No sé a qué te refieres, Nimby. Ella ya no está aquí y nada de eso puede ser cambiado.

—¿Está seguro de eso, amo?

Viktor levantó la vista y sus facciones se endurecieron debido a que su mandíbula estaba apretada, estaba apretando los dientes de forma tan natural que pronto tendría dolor.

—Creo que no comprendo el camino de tu conversación. Y si esto se trata de una tontería o de una llamada de tu imaginación estaré muy molesto.

Nimby comenzó a chillar.

—¿Usted cree que Nimby podría inventar cosas de ese estilo con respecto a la ama? ¿Acaso cree que Nimby no amaba en realidad a la joven Perséfone?

El mago inspiró tratando de relajarse, puesto que no quería reaccionar de una mala forma para con la elfina. El tema de conversación estaba consiguiendo sacarlo un poco de sus casillas, estaba pensando seriamente en que no debía de haber vuelto a Londres por ninguna circunstancia.

—¡No entiendo lo que me quieres decir!— exclamó—, no sabes lo difíciles que han sido estos años para mí, salir al mundo y no tener su compañía y sobreponerme a estar en lugares de donde querría escapar y enterrarme en el fin del mundo. Hablar sobre ella no es fácil porque vuelvo a revivir todas las heridas de mi pasado con respecto a su muerte. Créeme Nimby, no hay un día en el que no piense en ella, pero es demasiado doloroso, tanto que en ocasiones no sé cómo lidiar con el dolor sin ser un maldito con quienes me rodean.

Suspiró observando por el ventanal, no le gustaba que la gente lo viera derrumbarse y estaba a punto de hacerlo en ese momento.

—La extraño tanto y no pude salvarla. ¡No pude hacer nada, maldita sea! —exclamó con tristeza, dejando que las lágrimas escocieran sus ojos oscuros —. Ella no quería que nadie la salvara, siempre quiso hacerlo todo por sí misma, pero si la hubiera ignorado sólo en esa ocasión ella estaría aquí conmigo y no bajo tierra. Es mi culpa, jamás debí permitir que volviera a pelear en una guerra en donde no se sentía partícipe, donde no tenía una causa real por la que pelear más que por apariencia —siseó con debilidad —. Una parte de que no esté aquí es mi culpa, yo debí hacer todo para que viviera y no pude.

—Quizás existe otra oportunidad, terrible, pero existe —declaró la elfina con valor.

Viktor caminó hacia la elfina y se arrodilló junto a ella.

—¿Qué quieres decir?

—Llevo esta información desde el día en que la ama se casó con el malnacido de Gaspar Avery. Llevo este peso desde que era el único ser en que la ama podía confiar en esa mundo lleno de serpientes y demonios.

Nimby clavó su mirada en el fuego de la chimenea.

» —Quizás ella no había sido una buena persona en su vida, siempre lo decía —declaró la criatura —, no obstante si se convirtió en un demonio fue a causa de ellos, lo hizo para sobrevivir.

De pronto Viktor volvió a no comprender nada.

» —Perdone, ama Perséfone—habló mirando al fuego —, estoy a punto de revelar su más oscuro secreto, pero será por un bien mayor, será por el deseo de hacerla volver de allá de entre los muertos.

—Espera ¿de qué estás hablando?

Los ojos grandes y expresivos de Nimby estaban llenos de misterio, no eran un libro abierto como estos solían ser siempre. Estaban plagados de un enigma que estaba guardando con su vida.

—El día en que la ama se casó con Gaspar Avery —hizo una pausa, controlando sus emociones. Se había decidido a hablar.

—¿Qué sucedió ese día?

Levantó una mano para que este le diera un momento, tenía que ordenar sus ideas.

—Ese día la ama terminó de romperse por completo, ese día ella tuvo que unir todas sus piezas y armarse de nuevo —comentó como si estuviera contándole a alguien una profecía oscura —, el que se había convertido en su esposo abusó de ella, abusó de ella de la forma más ruin en la que un hombre puede hacerlo con una mujer, aprovechándose de sus sentimientos por su hermano Félix.

Viktor sintió como su sangre se calentaba y palpitaba en sus venas, sentía como su arteria Carótida palpitaba con más intensidad. Se sentía furioso con las palabras que sus oídos tenían que guardar.

» Ella prometió casarse con él para que la vida de Félix estuviera a salvo —murmuró, revelando porfin uno de los secretos que la pelirroja había guardado con tanto ímpetu —, pero este la traicionó después de enterarse de que la ama había acabado con la semilla que él dejó dentro de ella.

Era demasiada información.

Demasiada información para un sólo momento.

—Espera...

—No, no puedo. Ahora que comencé debe escucharlo todo. Usted es él único que puede traerla de vuelta.

Viktor palideció, no podía comprender del todo las palabras de la elfina.

» —Perséfone se vengó de él, matándolo en la primera oportunidad que tuvo y aprovechó su muerte para entregarle su alma a la oscuridad, una oscuridad que reinó en ella durante el resto de su vida.

—¿Qué quieres decir?

—¿No la recuerda realmente o sólo estaba cegado por el amor que le profesaba? —interrogó la elfina —, su hermosura sobrehumana, sus ojos más rojizos, su piel más pálida de lo normal y más fría, su mirada penetrante.

—¿Eso qué quiere decir?

—¿Recuerda al señor tenebroso, amo Viktor? ¿Recuerda porqué su aspecto ahora era poco humano?

Claro que sí, todos conocían el motivo por el cual Voldemort se había transformado prácticamente en un ser sobrenatural. Este había fragmentado su alma para no morir jamás.

—¿Qué tiene que ver eso con Perséfone?

—¿No lo entiende, no ve las similitudes en ellos?

Sólo esas palabras bastaron para que Viktor uniera las piezas dentro del rompecabeza que ahora era su mente.

—Ella, no. No cualquiera puede hacerlo, es más, ni siquiera todo el mundo sabe como crearlos.

Nimby frunció los labios y bajó la mirada, no sabía si era correcto lo que acababa de hacer, sabía que había ocultado secretos y ahora estaba destapando una bomba demasiado grande como para que pasara desapercibida.

—Usted mejor que nadie sabe que ella era capaz de todo, de hacer todo lo que se le pusiera en mente, incluido corromper su propia alma.

Viktor pensó en todas las posibilidades que Nimby había abierto para él en ese momento. Y de pronto recordó una de sus vivencias antes de ir de vuelta a Noruega.

Recordó aquella ocasión en donde Constance le había autorizado a llevarse del cuarto de Perséfone lo que él estimara conveniente. Vividamente su mente lo llevó al brazalete.

La pulsera que Perséfone había compartido con sus amigas antes de que estas volvieran a París en el torneo de los tres magos. Cuando buscó entre sus cosas pensó en dejarla o en entregársela a Daphne, pues hubiera sido un recuerdo mucho más significativo, pero él había vuelto por esa joya.

Como si esta le hubiera llamado.

Pasaron minutos de intenso silencio.

Amo Viktor, ¿se encuentra bien? ¿Sucede algo?

Viktor tenía los recuerdos frescos en la mente, aunque algo lo perturbara no podía sacar de su mente esa imagen. Tampoco podía dejar de pensar en todas las veces en las que ella se mostró fascinada por los objetos oscuros, por las artes mágicas cuestionables y la magia negra.

—¿Alguien más sabe de esto?

—No, sé lo que eso significa. El ministerio comenzaría una investigación y el objeto sería requisado. Además podría ser cualquier cosa, si ella efectivamente lo hizo, podríamos tardar años en descubrirlo.

Un brillo poco insano recubrió los ojos de Viktor, como hace mucho tiempo no sucedía.

—No si sabes donde buscar, Nimby.

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