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[ Mini Historia ] ♕8.2

"Adam"

No puedo parar mi asfixia hasta salir del salón principal hacia la calle del capitolio.

Hay gente celebrando en las calles forzándome a tener que pasar entre empujones para poder alejarme de toda esta atmosfera viciada que me inquieta.

Puedo escuchar que la música se ha retomado en el salón siendo más elevada que antes. Reconozco que he estado mal en salir huyendo dejando a Haymitch sobre el escenario, pero es que el escapar de la atención de toda esa gente ha sido lo primero que he podido hacer. No quiero volver hasta que las personas hayan desaparecido de la mansión en su totalidad y me dejen en paz por un momento.

Mi mente es un completo lío, lo que me deja en un completo estado de flaqueza porque, ¿Qué se supone que deba hacer luego de lo que acabo de presenciar? Mis ideas se han revuelto sin posibilidad de tenerlas originalmente de vuelta.

Estoy impresionada al ver cómo puedo seguir corriendo a pesar de tener este vestido tan fastidioso junto a los zapatos tan altos de Cinna. Las personas comienzan a alejarse entre celebraciones y abrazos efusivos entre ellos como si fuesen los mismísimos vencedores. Hay mucha gente ebria y una que otra está bebiendo ese líquido rosa para seguir comiendo como si no hubiese un mañana.

Choco contra un cuerpo tan frágil que logro derribarlo. Me doy cuenta que se trata de un pequeño niño cuando este se queja y se frota el brazo que se ha golpeado al caer sobre una pila de tierra y guijarros. Él me mira con un puchero, amenazando con llorar

—Oh, Dios mío. Lo siento, cariño, no quise derribarte

Me arrodillo frente al niño intentando saber si es que se ha lastimado de gravedad o no, cuando lo hago, advierto los grandes ojos azules que tiene y de la larga cortina de cabello rubio que ahora cae por su enlodado rostro. Lleva el ceño fruncido, renuente a contestarme. Le sonrío, porque todo él me recuerda a una pequeña versión de Haymitch

— ¿Estás bien? —le pregunto, tratando de no asustarlo— ¿Te has lastimado?

El pequeño me mira y parece que su molestia desaparece con tan sólo verme a los ojos. Sus mejillas se vuelven rojas entre la capa de tierra sin dejar de mirarme. Por algún motivo parece avergonzado ya que aparta la mirada ahora jugando con sus pequeñas manos

—Estoy bien—Me contesta. Yo le sonrío por la voz tan tierna que tiene

—De acuerdo. Dime, ¿Cuál es tu nombre?

—Adam

—Bien, Adam, creo que no deberías estar solo por estos lugares y a estas horas, ¿Dónde están tus padres?

Adam sigue jugando con sus manos mientras se encoje de hombros. Lo observo detenidamente notando así sus ropas rasgadas y sucias. Puedo notar su incomodidad así que decido darle vuelta a la página

— ¿Vives cerca de aquí?


—Si—Esta vez se atreve a mirarme por un segundo

— ¿Dónde?

—En el orfanato Dandelion—Me dice echando una mirada sobre su hombro

—Oh. Yo... bueno, puedo llevarte hasta ahí si quieres

Sus lindos ojos azules se llenan de algo parecido al terror, lo que hace que yo me sienta asustada. Adam sacude su cabeza una y otra vez con las lágrimas haciendo surcos sobre sus sucias mejillas. Su diminuta mano se aferra a la mía con más fuerza de la necesaria, pidiéndome a gritos que no lo lleve de vuelta al hospicio

— ¡No! ¡No, por favor, señorita! No me lleve devuelta a ese lugar, por favor ¡Por favor! Me he escapado y no quiero que me encuentren

— ¿Por qué? —Adam no me contesta, pero sé que debe ser algo grave para que un niño de probablemente cinco años haya escapado del hospicio y cruzado la calle por sí mismo. Escucho su estómago rugir con fuerza y él se cubre el estómago con sus manitas—Ven, vamos

— ¿A dónde? —Me pregunta, aunque ya ha tomado mi mano para levantarlo de donde se ha caído. Yo le echo una miradita para luego apuntarle la mesa llena de manjares de la que la gente come y bebe sin ningún apuro. Él abre la boca, sorprendido, y puedo jurar que sus ojos han brillado de emoción— ¿Iremos ahí?

—Sí, para que puedas comer algo

No le doy mucho tiempo para replicar pues le hago caminar a mi lado sin haber soltado su mano. La gente me mira y mira a Adam con desconfianza por la manera en la que va vestido. Si he pensado que no podía odiar más a estas personas, me he equivocado rotundamente. Me acerco hacia un par de asientos vacíos, cargo a Adam y lo coloco sobre la silla; él ríe porque sus pies cuelgan notablemente y puede balancear las piernas divirtiéndose un poco. Me río, tomando una barra de pan dulce de la mesa para entregársela a Adam. Mi pecho duele cuando el pequeño comienza a comer el pan con desespero. Unas estridentes risas me hacen observar todo el lugar, sintiéndome asqueada.

Cerca de donde estamos hay un grupo de hombres que se han bebido el vomitivo para devolver todo lo que se han jambado y seguir comiendo como reverendos asnos. No conozco a ninguno de ellos, pero aun así me parecen los hombres más repugnantes del planeta, ¿Cómo alguien puede devolver la comida cuando alguien más puede estar necesitándola? Quiero golpearlos una y otra vez obligándolos a comerse su propia porquería, pero no puedo hacerlo frente al pequeño Adam. Él termina la barra de pan, disponiéndose a comer ahora algo de pollo.

Comienzo a preguntarle cosas y me sorprende él que Adam las conteste todas. Es un niño muy listo y hábil, me cuenta que sabe hacer anzuelos, trampas para caza y se sabe las tablas de multiplicar al derecho y al revés; me cuenta la manera en la que sus padres lo abandonaron, del cómo llegó al orfanato fundado por Snow y de los maltratos que les dan en ese lugar. No me extraña, porque ya he oído algunas cosas del hospicio del diente de león. Recompenso nuestro buen diálogo entregándole un par de dulces de menta que él guarda en sus bolsillos

—Uno para mí y otro para mi mejor amigo

— ¿Tienes amigos ahí?

—Si—dice, sonriendo—Su nombre es Sam. Se ha quedado en el orfanato

— ¿Por qué no lo trajiste contigo?

Adam hace una mueca antes de hablar

—Bueno.... A él le daba miedito salir del diente de león para venir a buscar un poco de comida, así que yo le dije que lo haría porque soy un niño grande y no me daba miedo salir

—Ya veo

—Me dijiste que tienes un esposo—Comenta, refiriéndose a Haymitch— ¿Dónde está él?

—Ah... está en la mansión, en la fiesta

— ¿Y porque está ahí y no aquí contigo?

—Nos hemos enojado

— ¿Por qué?

—No creo que lo entiendas, Adam

— ¿Por qué no? Soy un niño grande, puedo entender muchas cosas

—No esto, cielo

Él asiente no muy conforme por mi respuesta. Le hago ver que todo está bien mientras le froto el cabello con ternura. Adam se aferra a mi cintura, abrazándome

—Me gustaría tener una mamá como tú

No sé qué responder a eso, pero sin duda se siente bien tener a alguien a quien cuidar, abrazar y querer. No puedo evitar pensar que así podría ser un hijo de Haymitch y mío, justo como el pequeño Adam. Se separa, con su rostro volviéndose pálido al escuchar el grito de una mujer del otro lado de la calle. Se trata de una señora muy alta, robusta y con mal ceño que se acerca amenazadora hacia Adam. Cuando nos alcanza, toma al niño del brazo y lo levanta de un tirón

— ¡Niño malcriado! ¡¿Cómo te atreves a salir de esa manera?!

—Oiga, ¡Espere!

La mujer no pierde más tiempo y jala a Adam tan fuerte que provoca el llanto del menor. Lo va reprendiendo de una manera horrible, infame y yo me siento igual al no poder hacer nada para ayudarlo

— ¡Flora!

Katniss se acerca a mi corriendo, pidiéndome una explicación del porque estoy aquí con este montón de gente. La ignoro mirando hacia el camino por el que Adam ya ha desaparecido, Katniss se coloca frente a mi obstaculizando mi vista

—Flora, ¿Qué haces aquí? Deberías estar dentro

—Sólo... quise despejarme, Katniss. No es para tanto

—Tenemos que hablar sobre eso, ya sabes—dice, haciendo referencia a mi reciente huida. Yo niego

—No hay nada de qué hablar—Informo, decidida a perderme en la habitación que Snow me ha asignado



Blasfemo entre dientes en el momento en que descubro que Snow me ha dado la misma habitación que Haymitch por el hecho de ser esposos. La fiesta en la mansión sigue, pero no estoy dispuesta a volver ahí.

Abro la puerta de la recamara con lentitud, escuchando el agua del grifo caer contra el lavamanos. Sé que Haymitch está aquí y no tardo nada en sentir mi cuerpo tenso. Sale minutos después, con los dientes lavados y preparado para dormir. Me observa con detenimiento y mi atención cae rápidamente a sus grandes ojeras y su triste cara.

—Llegaste—Me dice. Asiento

—Snow nos ha dado la misma habitación, así que creo que es mi obligación dormir aquí

—No dormiremos juntos si no quieres—Expresa jugando con sus manos, recordándome al pequeño Adam—Yo puedo dormir en el piso. Le hará bien a mi espalda, creo

Él está por tumbarse en el piso hasta que lo detengo por el brazo conduciéndolo hasta el colchón. Haymitch me mira angustiado porque sabe que esta noche definiremos lo que pasará entre nosotros

—Tenemos que hablar

—Vas a pedirme el divorcio, ¿Cierto? —Exhalo con pena

—No me gustó para nada lo que hiciste allá afuera, Haymitch

—Lo sé—Reconoce en un murmullo—Supuse que te habías sentido incómoda y que por eso saliste corriendo

—Acepto que no debí hacerlo—Me muerdo el labio, pensando en mis siguientes palabras—No te merecías eso, pero es que la multitud me ha inquietado y sabes lo mucho que lo odio

Asiente, porque sabe que su pequeña escena ha sido un completo error.

—Aprecio lo que hiciste, pero no es necesario

—Flora...

—No, déjame hablar—Haymitch se calla, temeroso de lo que pueda pasar a partir de este momento—Tú me lastimaste, Haymitch. Dijiste cosas que me hicieron sentir como una completa basura, como si no fuera lo suficientemente difícil el saber que no puedo darte hijos como para que me lo recuerdes a diario. No, no te atrevas—le digo antes de que se le ocurra interrumpirme—Ha sido difícil para mí, no sabes lo mucho que he sufrido al probar un tratamiento que no sirvió para nada y del que sólo me hizo tener falsas esperanzas. Todo esto me está consumiendo, Haymitch, ya no sé cómo salir de esta maldita jaula en la que nos hemos metido

» Supongo que el culpar a Effie por haber perdido a mi bebé sólo era una manera de sentirme menos miserable, pero no resultó, sino que empeoró todo, absolutamente todo, ¿Qué soy yo comparada con ella? Si sólo soy una niña

Me quedo en silencio porque ya no sé cómo continuar diciéndole todo lo que siento. Él toma mi mano para que le mire

—No sabes cuan arrepentido estoy de haberte tratado tan mal. Sé que has sufrido mucho por eso y me siento como un gran idiota, Flora. Si pudiera volver el tiempo y cambiar todo lo que pasó créeme que lo haría mil veces hasta hacer las cosas bien—Acaricia mi cabello cuando comienzo a llorar—Yo jamás podría ver a Effie de otra manera más que una amiga, porque si ella me gustara de alguna forma, ¿No crees que me hubiera casado con ella a la primera oportunidad, así como lo hice contigo? Te amo, Flora, eres la única persona con la que quiero compartir el resto de mis días.

Mi corazón se ablanda por sus palabras; ambos nos hemos lastimado mucho, demostrando así que no sólo es culpa mía o la de Haymitch el que nuestro matrimonio esté a punto de irse al demonio. Mi obsesión, su poca entereza y el estrés del viaje han provocado que nuestro estado anímico cambie de buenas a primeras.

Haymitch tantea el terreno y cuando ve que no tengo intenciones de rechazarlo, pasa uno de sus brazos por mis hombros, acercándome más a él

— ¿Quieres estar conmigo, aunque no pueda darte hijos? —le pregunto, Haymitch suspira

—Eso no importa mientras estemos juntos

Me siento segura entre sus brazos porque es ahí cuando noto lo mucho que lo he echado de menos en mi cama, en mi vida y en cada cosa que hago

—Siento el haberme puesto como un loco ese día en el cuatro—susurra—Estaba celoso y... bueno, la cagué

—No sólo la cagaste—le digo—La embarraste toda

Haymitch se carcajea y siento su pecho vibrar contra mi rostro. Levanto la cara quedando a pocos centímetros de la suya, logrando aspirar el olor mentolado de su boca

—Yo también lo siento, Haymitch

— ¿Por qué?

—Por haberte hecho sufrir así, por haberte ignorado cuando te disculpabas y recientemente por dejarte arrodillado sobre el escenario


—Está bien. Me lo merecía

Acaricio su barbilla para subir con lentitud hasta tocar sólo con las yemas de mis dedos las bolsas debajo de sus ojos. Todo en él es tan perfecto que me hace pensar que cualquier cosa pudo haber valido la pena para reforzar nuestra unión.

Quiero contarle de Adam y de lo que he sentido hoy con su hermosa e inocente presencia, pero no quiero abordar un tema que por ahora no tiene ni pies ni cabeza. Haymitch me sonríe, frotando su nariz con la mía

—Entonces... ¿Debo suponer que no me pedirás el divorcio?

—Tienes suerte, Abernathy

Me quedo pasmada cuando los labios de Haymitch se estrellan contra los míos mostrándome lo mucho que ha querido besarme todo este tiempo. Sus labios insistentes se mueven en sincronía con los míos mientras su brazo conduce mi espalda hacia el colchón. Con cuidado se coloca sobre mí, observando cada detalle de mi rostro como si fuese una cámara fotográfica. Le sonrío, porque he sufrido tanto sin su presencia que no puedo esperar a que vuelva a tocarme. Él lo sabe y no tarda ni un segundo en volver a besarme y pasar una de sus manos por mis piernas hasta levantar la falda de mi vestido.

***

Falta un capitulo para el final e.e

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