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[ Mini Historia ] ♕1

[Haymitch Abernathy]

"Lo prometiste"

Camino por la aldea de los vencedores mientras sostengo un termo de café caliente que he sacado de la casa de mis padres.

Mis manos se sienten rígidas por el frío a pesar de llevar la bebida caliente aferrada con fuerza. Los copos de nieve no dejan de caer formando un velo húmedo sobre mi cabello. No puedo evitar temblar y castañear los dientes conforme sigo avanzando por el gran sendero

A éstas horas de la mañana el frío está más potente que a cualquier otra hora del día y sé que he tomado una mala decisión al salir de la casa de mis papás en la Veta a media tormenta.

Siendo vencedora de los juegos, tengo una casa de la aldea a mi total disposición, y, al querer cedérsela a mis padres, ellos se han negado. Y no porque mi madre no lo quisiera así, sino porque mi padre es demasiado orgulloso como para tomar algo que él no ha conseguido por su propia mano. Este invierno mi madre ha enfermado y yo he tenido que cuidarla durante una semana entera.

Haymitch, siendo mi esposo, no se ha quedado muy conforme con ello, pero no ha podido objetar nada pues sabe que de todas maneras lo haría. Se ha quedado una semana solo en casa y eso me preocupa demasiado. No hay mucha distancia entre la veta y la aldea de los vencedores que le impida a Haymitch el visitarme ahí, el verdadero problema es que él sabe muy bien que no debe acercarse a casa de mis padres sí quiere seguir viviendo.

Mi madre lo odia, no hay otra forma de decirlo

Mi padre dice odiarlo también, aunque sé que sólo lo menciona por la presión que ejerce mi mamá en él; de hecho, creo que muy en el fondo Haymitch le agrada, básicamente porque a ambos les gusta empinarse la botella en sus tiempos libres.

Doy un paso más y mi espalda cruje al caer sobre un montón de gravilla húmeda. El termo con café sale volando de mis manos y la bolsa que llevo colgada en el brazo cae a unos metros de mí. Suelto una maldición antes de intentar levantarme. Alguien se me adelanta y luego de coger mi bolso me tiende una mano para ayudar a levantarme.

Él ríe

—Esa ha sido una buena pirueta, Flora. Te has ganado un diez

Ruedo los ojos, levantándome con la ayuda de su enorme mano

—Sí, es bueno verte también, Peeta —Miro su pierna de metal con el símbolo del capitolio en el tobillo— ¿Qué tal la llevas?

—Mejor. He podido acostumbrarme a ella. Aun así, creo que no es bueno pasearme entre la nieve. ¿Sabes? Yo también me he roto el culo contra el hielo como dos veces

—Lo entiendo. Entonces, ¿Qué haces aquí afuera? —Le pregunto, recogiendo mi termo ahora vacío. Peeta hace una mueca—Deberías estar preparándote para las cámaras. Hoy comienza la gira de la victoria

—Lo sé, pero Katniss me ha mandado a buscarte

— ¿A mí? ¿Para qué? Peeta frunce el ceño y no dice nada, sino que toma de nuevo mi mano y me hace caminar hacia mi casa

—Es Haymitch

— ¿Que le sucedió?

—Más bien que no le sucedió. Está insoportable

Peeta me conduce hasta la puerta abierta de la casa; sé que dejar a Haymitch una semana por su cuenta le ha hecho mal y no puedo evitar sentirme culpable. Entro, encontrando a mi esposo de hace ya dos años apuntándole con un cuchillo a Katniss.

—Haymitch Abernathy, baja ese cuchillo ahora mismo—Le digo y él me mira. Hace lo que le digo y se deja caer en una silla frente a la mesa. Katniss suspira, aliviada

—Gracias a Dios que has llegado, Flora

Katniss parece de verdad aliviada de que yo haya vuelto. Seguramente en mi ausencia ella tuvo que hacerse cargo de Haymitch aguantando así sus posibles rabietas. La casa está impecable a excepción de la mesa tapizada de botellas de licor blanco y de Haymitch, quien huele peor que baño público. Miro las botellas vacías con una mueca. Katniss se disculpa

—No pude hacer nada para evitarlo, lo lamento

Yo le sonrío, porque sé que no ha sido su culpa. Aun así, me siento triste pues Haymitch me ha prometido no volver a beber o al menos no excederse. Él parece avergonzado pues cuando lo miro, él no lo hace de vuelta. Hemos hecho un pacto; él no volvería a beber hasta la inconsciencia y yo tomaría mis medicamentos al pie de la letra. De esa manera, lograríamos cumplir nuestro mayor sueño como pareja: tener un bebé.

Según la madre de Katniss, las múltiples heridas que recibí en mis juegos son los causantes de que no pueda concebir hijos, pero también sabe que hay tratamientos muy eficaces para revertirlo. Claro, son muy costosos, sin embargo, podemos costearlos gracias al dinero que el capitolio nos envía mensualmente por ser vencedores. Hasta ahora no ha habido resultados, pero mantengo las esperanzas para que algún día suceda.

Por ahora, mi cariño maternal se centra en Peeta y en Katniss, que, a pesar de ser sólo algunos años mayor que ellos, se han robado mi corazón de una manera difícil de explicar. Le acaricio la mejilla a Katniss para luego sentarme a un lado de Haymitch. Él no me mira y juega con sus manos pegadas a su regazo. Su olor a licor, cigarrillos y suciedad me marean al igual que a los demás.

Le cojo las manos obligando a conectar sus ojos con los míos

—Me prometiste no volver a tomar, Haymitch—Le digo en un susurro—Me voy por unos días y cuando vuelvo te encuentro así, ¿Qué voy a hacer contigo?

—Lo lamento, cariño—Balbucea—Fui débil. Tú no estabas y yo te extrañaba demasiado

Mi corazón se derrite al notarlo tan indefenso y deprimido al ver que ha roto su promesa. Yo le sonrío, intentando aminorar su pena

—Sabes que sí queremos tener un bebé debemos poner ambos de nuestra parte. El emborracharte no hará las cosas mejor

Él se abraza a mi vientre, besándolo, como sí nuestro hijo ya estuviera ahí. Acaricio su cabello enmarañado

—Perdóname, mi amor—Es lo único que dice provocándome una risilla. Le devuelvo el abrazo haciéndole saber que lo he perdonado

—Te necesito limpio, guapo y sobrio para las cámaras—Informo, tomándolo por las mejillas— Además, papá nos ha invitado a cenar hoy y no necesito que te vean de esta manera

Haymitch se queja

—No quiero ir. Tú madre me odia

—No te odia, sólo... te demuestra su amor de una manera diferente

Peeta se carcajea por mi manera tan mala de mentir

—No, yo creo que sí lo odia

Katniss lo mira mal haciéndolo callar de una vez por todas

— ¿Ves? Hasta el chico lo sabe

Frunzo el ceño y Haymitch se estremece. No le gusta las miradas que le doy cuando me enfado, según él porque lo intimida a tal punto de querer orinarse encima

—No voy a repetirlo dos veces, Haymitch Abernathy, así que levántate, dúchate y cámbiate. Toma algo para tú resaca y deja de quejarte

Peeta vuelve a reírse por la manera en que regaño a mi esposo como si fuera un niño. Katniss le da un codazo al panadero

—Ve a ayudarle

— ¿Qué? ¿Yo por qué? —Se queja. Katniss se enfurece

— ¡Porque yo te lo estoy pidiendo!

—Bueno, así me queda más claro — dice, tomando a Haymitch por el brazo—Vamos, hombre, hagamos lo que nuestras mujeres han dicho

— ¡No! —Haymitch se suelta de Peeta, cogiéndome por la cintura—Mi florecita no me ha saludado como se debe

—No voy a besarte oliendo así —Le digo y él hace un berrinche. Peeta lo jala por el brazo

—Vamos, amigo. Sí te portas bien es posible que yo te bese

—No te atrevas, chico

Ambos desaparecen escaleras arriba y yo me permito soltar un suspiro cansado. La vida en este distrito no es fácil, pero es más agotador sabiendo que la gira de la victoria de los chicos está a la vuelta de la esquina. La madre de Katniss me ha dicho que no debo estresarme, no obstante, eso me resulta imposible al estar en esta posición. Katniss me pasa un par de bolsas negras para desechar las botellas vacías y las envolturas de comida. Mientras lo hacemos, ella dice:

—Creo que sería bueno que contrataras a alguien para que te ayude con la limpieza de la casa. Hazelle, la madre de Gale, podría ayudarte con eso

—No sé si sea lo mejor. Después de todo, pasaremos varios días fuera y la casa quedaría intacta. No tendría caso que Hazelle la limpiara

—Bueno, claro, pero necesitarás ayuda cuando tengas a tú bebé

Me carcajeo a pesar de que no ha sido para nada gracioso.

—No creo que eso suceda pronto

Katniss hace una mueca. No le gusta que pierda el ánimo respecto a formar una familia con Haymitch, pero es difícil no hacerlo cuando lo hemos intentado ya varias veces y las únicas dos posibilidades que hemos tenido se han visto perdidas en abortos repentinos. Katniss frota mi espalda queriendo darme consuelo a pesar de que es consciente de que es poco probable que yo quede en cinta

—Lo lamento, Flora

Asiento, pidiéndole con la mirada dejar el tema de lado por ahora

—Aun así, tomaré en cuenta lo que me has dicho y contrataré a Hazelle cuando eso pase —Le guiño un ojo haciéndola reír. Luego de varios minutos de limpieza, los chicos bajan las escaleras

Haymitch parece totalmente renovado e incluso más joven. Lleva una camiseta de manga larga gris que se amolda endemoniadamente bien a su torso; lleva puestos unos pantalones rasgados y un par de botas militares. Yo me acerco, enrollando mis brazos en su cuello aspirado su olor a colonia y menta de su dentífrico. No parece tener frío y lo envidio por eso. Él me toma por la cintura y me deja un pequeño beso en los labios. Katniss carraspea la garganta.

— ¿Ves cómo la gente cambia cuando se baña?

—Oh, vamos, cierra la boca—Le dice mientras me abraza por la cintura. Muerde el lóbulo de mi oreja haciéndome reír—Te eché de menos, muñeca

—Y yo a ti, Haymitch

—Por fin podremos reanudar nuestra "misión cigüeña"—dice, colando sus manos por mi blusa y comenzando a besar mi cuello. Suspiro. Peeta se queja

—Seguimos aquí, ¿Saben?

—Pues deberían irse—Gruñe Haymitch sin dejar de besar mi cuello—A menos que quieran ver como Flora y yo...

—Ew, no—dice Peeta y coge la mano de Katniss para salir de ahí rápidamente.

Haymitch me gira, besando mis labios con profundidad. El frío desaparece de mi cuerpo con el simple roce de sus manos. Me aprieta contra él, haciéndome notar que tan emocionado se encuentra. Gimo, caminando hacia las escaleras cuando la puerta es golpeada.

La voz chillona de Effie se escucha del otro lado provocando que nos separemos. Haymitch me pide perdón con la mirada antes de abrir la puerta. Luego, la mujer del cabello extravagante se lanza a sus brazos llenando sus mejillas de besos. Effie me mira y aun así no hace un esfuerzo por mostrarse cortés conmigo.

Y a mí tampoco me importa que lo sea.

Nuestra relación ha sido mala desde el primer día y ninguna de las dos tenemos intención de que eso cambie.

Ella besa por última vez la mejilla de Haymitch para abrazarlo con fuerza. Effie sabe que me molesta y aun así se muestra conforme con ello.

No tengo nada que hacer ahí, por lo que subo las escaleras hacia mi habitación y me encierro en ella, pidiéndole a Dios que me de fuerzas para aguantar todo el viaje sin querer matarla, matarlo a él o matarme a mi.


***

Aquí empieza la mini historia del señor tequilas e.e

Será un poco mas corta que las demás y luego seguiré con la de Peeta ★

xoxo -3-

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