[ Mini Fic ] ❀ 5
"Entre la libertad y la opresión"
Subimos a nuestro piso en el área de los tributos en la parte de arriba del centro de entrenamiento ni bien llegamos al Capitolio esta mañana. Estoy cansada y Finnick aún no se ha dignado a dirigirme la palabra y dudo mucho que lo haga, así que, al poner un pie en el lugar, me voy derecho a una de las habitaciones sin siquiera llevarme algo a la boca. Noto que Lydia me llama pero la ignoro y me encierro en la pieza queriendo estar sola lo que resta del día
La habitación es inmensa y la cama lo es aún más, me tiro en ella y acaricio las sábanas suaves que cubren el colchón. Observo el techo y me quedo ahí, esperando a que cualquier otra cosa pase. Acaricio mi vientre y aunque el hambre me abruma, no quiero llegar al comedor con la cola entre las patas. Con todo lo demás, me hago un ovillo sobre la cama y suspiro, tratando de conciliar el sueño
Para las cuatro de la tarde tocan a la puerta con tanta persistencia que me obliga a levantarme. Pongo una mano sobre la perilla y me detengo un segundo
― ¿Quién es?
― Soy yo, Finnick
Mi corazón se detiene por un segundo y logro percibir que Finnick respira pesadamente. Me acerco más y hablo contra la ranura de la puerta
― ¿Qué... que pasa?
― Bueno, uh... los demás tributos han llegado y Plutarch nos ha llamado para una reunión
― ¿Una reunión? ― pregunto abriendo por fin la puerta. Finnick está frente a mí con una mueca en el rostro. Él asiente― ¿Para qué?
― No lo sé. Tenemos que bajar a su departamento en un par de minutos― Frota su nuca y sonríe de lado― ¿Tu... quieres bajar conmigo o prefieres bajar después?
― Oh, no, no― digo cerrando la puerta detrás de mí― Vamos
Finnick vuele a asentir sin decir nada. Es obvio que de no ser porque tenía que darme el aviso, no me dirigiría la palabra. Suspiro sabiendo que tal vez de ahora en adelante sea así
Caminamos por un pasillo en total silencio, Finnick camina un par de pasos delante de mi y se detiene al llegar a una puerta plateada con las iniciales de Plutarch Heavensbee en el centro. Finnick toca un par de veces hasta que el vigilante en jefe de este año nos abre con una sonrisa
― Señor y señora Odair, entren, por favor― Hace una reverencia y se aleja para que podamos pasar. Finnick me cede el pasar primero y le agradezco con una pequeña sonrisa
La habitación de Plutarch está rebosante de hombres y mujeres degustando copas de vino; Tributos y mentores están platicando entre ellos, mezclados distritos con distritos. Hablan entre murmullos en el centro de la habitación
― Bien, creo que ya somos todos― Plutarch toma un par de copas de la bandeja y las ofrece a Finnick y a mí. Él coge la suya y niega cuando el organizador me extiende la copa de vino blanco
― Gaia no puede ingerir alcohol. Ya sabes, por el embarazo
― ¡Vaya! Claro, claro. Por un momento lo olvidé. Bueno, creo que es mejor que pasemos a lo verdaderamente importante
― Espera― digo y miro alrededor― Faltan el Uno y el Dos
― Oh querida, no creo que a ellos les importe lo que estoy por decir
― ¿Por qué?
Plutarch sonríe y me guiña un ojo pero no responde a mi pregunta. Intento preguntárselo a Finnick pero el ya no está a mi lado, se ha ido a una esquina, junto a Beetee y Wiress. Maldigo, sabiendo que su enojo va para largo
― Bueno, antes que nada, quiero pedirles una disculpa por haberlos traído aquí después del agobiante viaje en tren hasta el Capitolio. Deben estar exhaustos― Le da un sorbo a su copa y continua― Pero esto es algo que no puede esperar
― ¿Qué es? ― pregunta Cecelia acercándose a Plutarch. Él sonríe y hace una seña con su mano
― Haymitch, ¿Me harías los honores?
Sonrío al ver de nuevo a Haymitch. No me sorprende ver que está prendido a una botella de alcohol blanco; le da un sorbo a la bebida y camina hasta Plutarch. Levanto una ceja cuando el mentor del distrito doce me mira
― Bien, dejémonos de formalidades. Todos estamos aquí hoy porque debemos decir que estos juegos van a ser basura
Frunzo el ceño y volteó hacia todos lados buscando a los tributos de su distrito pero no los encuentro. Levanto la mano y Haymicth se detiene de su plática
― ¿Dónde están tus chicos?
― Es de ellos de lo que se trata esta reunión precisamente. Por eso no están aquí― dice y mira a Plutarch― Tenemos un plan
― Haymitch y yo tenemos un par de ideas acerca de estos juegos. No serán como los demás
― ¿Te refieres a que serán más ilógicos e infinitamente idiotas que los otros?
― Casi, Johanna― Haymitch nos mira a todos y se detiene cuando encuentra las palabras adecuadas para seguir― Vamos a rebelarnos
La habitación se llena de murmullos de confusión ante las buenas nuevas. Busco a Finnick con la mirada y esta vez me la devuelve mientras se acerca a mi
― Bromean, ¿Verdad? ― pregunta y Haymitch niega
― Ya es hora de que lo hagamos. No sé si sepan, pero hay movilización en los distritos. La gente está actuando, hombre, no podemos quedarnos atrás
― Eso sería coherente si elimináramos el hecho de que estamos a punto de matarnos los unos a los otros― Puntualizó Chaff, el tributo del distrito once― Vamos Haymitch, es una locura
― No lo es del todo. Hagámoslo, podremos lograrlo si actuamos con discreción
― Habla ya, Haymitch, ¿Qué es lo que nos estás pidiendo? ― Johanna se acerca ceñuda. Él suspira
― Quiero que cubran a mis chicos en los juegos
Los antes murmullos se convierten en gritos de desconformidad. Nadie quiere dar sus vidas por una causa que puede ser algo perdido. Haymitch trata de controlar el barullo levantando las manos y pidiendo tiempo para hablar
― Miren, el plan es actuar como si fueran unos juegos verdaderos, pero aun con la iniciativa de la rebelión
― Para eso algunos de nosotros tendríamos que morir― Habla Wiress con un deje de enojo. Haymitch asiente
― Lo sé pero es la única forma de que Snow no sospeche de nada
― Todo se hará a sus espaldas― Asegura Plutarch― No se enterará de nada de lo que pase de ahora en adelante con respecto a las movidas de los mentores. Se los aseguro
― Aun no entiendo― digo. Mi voz tiembla y el estómago se me revuelve por la idea de convertirnos en rebeldes― ¿Insinúan que... vayamos a ese lugar, actuemos como lo haríamos en los juegos verdaderos y que demos nuestras vidas por los de tu distrito si es necesario?
Haymitch asiente con lentitud
― Si, básicamente
Me quedo sin habla y mi cuerpo tiembla al sentir las fuertes manos de Finnick colocarse sobre mis hombros. Pongo una mano ahí y le doy un apretón.
― Miren, sé que suena grotesco, pero esta es nuestra oportunidad de voltearle la jugada a Snow. Si, tanto tributos como mentores corremos peligro, pero si logramos hacer esto y dar un paso más hacia la rebelión, ¿Qué más da? Todo habrá valido la pena― Hace una pausa, pero nadie se anima a hablar― Lo único que les pido es mantener a Katniss y a Peeta con vida el mayor tiempo posible. Ella, es nuestro sinsajo
― ¿Y porque debemos proteger también al panadero? ― pregunta Finnick receloso. Haymitch sonríe
― Porque si el chico muere, ella tirará la toalla antes de tiempo. Créanme cuando se los digo. Conozco a mi gente, por dios
Es ahí cuando me doy cuenta de que el amorío entre los chicos del doce es real. Que se aman y que las suposiciones de Finnick eran equivocas. Nadie haría lo que Katniss hace por Peeta sin amarlo. Plutarch asiente y palmea el hombro de su compañero
― Ahora, lo que necesitamos saber es quien de ustedes está dentro. Una de las razones por las que ni el distrito uno ni el distrito dos están aquí, es porque ellos no estarán de acuerdo, lo que hará los juegos más reales
Nos miramos entre nosotros sin saber que responder. Si bien la idea de una insurrección en tentadora, el hecho de dar la vida por un par de chicos nos aterra. Finnick me gira hacia él y junta su frente con la mía
― ¿Qué piensas? ― susurra. Yo niego
― No lo sé, Finnick. Es arriesgado. No puedo negar que la idea de Haymitch es atrayente, pero... ¿Sacrificarnos por los del doce? No lo sé
― Quiero hacerlo― dice y acaricia mis mejillas. Suspiro aliviada notando que su enojo se ha disipado― Imagina lo que será si ganamos esto. Estaríamos fuera del alcance de Snow para siempre
― Pero, ¿Qué si sale mal? Daríamos nuestras vidas por un imposible
Finnick mira mi vientre y lo acaricia ante la mirada de los demás. Me besa la frente y se aleja aunque toma mi mano
― Lo haremos― dice
― Finnick...
― Lo haremos con una condición
― ¿Cuál? ― pregunta Haymitch
― Que todos ustedes me ayuden a proteger a Gaia
― Eso no puede ser― Argumenta Plutarch. Finnick aprieta los puños
― ¿Y porque no? Si todos vamos a proteger a los niños del doce no veo porque no podemos proteger a mi mujer embarazada
― Es contraproducente, nosotros...
― Vale, vale. De acuerdo. Trato hecho― dice Haymitch deteniendo la pequeña pelea― No es como si nos costara hacerlo. Además, nadie quiere ver a una mujer embarazada agonizar. Entonces, ¿Quién más se suma?
― Yo― Johanna da un paso al frente sonriendo― Será divertido entrar a esa mierda otra vez y verle la cara de imbécil al presidente. Cuenten conmigo
― Muy bien, ¿Alguien más?
Poco a poco los tributos y sus mentores levantan sus manos aceptando la idea. Haymitch suspira aliviado y bebe de su botella
― Muy bien. Entonces, ya saben qué hacer. Entrenen duro y simulen que desean matarse entre ustedes; saquen las mayores puntuaciones en las demostraciones y consigan patrocinadores. Mientras estén en la arena los mentores haremos nuestra magia. Pero, si es muy necesario, luchen por salvar a Katniss. Eso es lo que marcará la diferencia entre la libertad y la opresión que ha vivido el país durante años
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