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[Mini Fic ]❀

[Finnick Odair]


"En la boca del lobo"

Mi respiración se pausa mientras veo el reloj despertador que descansa en el taburete. Marca las dos y media de la madrugada y retengo un bufido de exasperación.

No quiero removerme mucho pues Finnick está prendido de mi cintura como si fuera un koala aferrándose a las hojas de eucalipto; puedo sentir su respiración sobre mi cuello y su agarre tan posesivo sobre mis caderas. Debo levantarme. Ya no lo soporto

Quito las manos de Finnick con delicadeza para que no se despierte, pero repentinamente lo hace y me mira. Sus ojos adormilados se cristalizan y me toma de la mano en lo que me siento en el borde del colchón

— ¿A dónde vas? — pregunta asustado. Le sonrió haciéndole ver que no tiene nada de qué preocuparse

— Tranquilo. Debo ir al baño

Él asiente y me suelta sin estar del todo convencido

— No tardes

Me levanto y tomo la bata que está en una silla dentro de la habitación. Miro a Finnick y noto como intenta volver a conciliar el sueño, pero no puede. Está tenso sobre la cama y cierra los ojos solamente porque tiene que hacerlo. Me coloco la bata y salgo de la habitación

Desde que comenzamos a vivir juntos en el Capitolio, Finnick ha estado arisco a mas no poder; y no lo culpo. Él sabe mejor que nadie a lo que te enfrentas al estar en el Capitolio sin posibilidad de volver al Distrito. No podemos volver al cuatro por el simple hecho de que somos mentores para los chicos que cada año se enfrentan en los juegos. Finnick está asustado porque sabe que, si alguno de los dos se equivoca en algo, Snow sabría cómo remediarlo.

Aquí estamos desamparados, arrodillados a la merced del presidente Snow sin tener modo de escapar. Estamos atados de manos y pies

Finnick está asustado; lo noto por la manera en la que trata de pasar la mayor parte del tiempo conmigo y la forma en la que se comporta como un perro rabioso cuando cualquier persona proveniente del Capitolio trata de entablar una charla conmigo. Lo noto, en estos momentos, en los que él no soporta que lo deje solo y que demore demasiado en hacer acto de presencia. Y más ahora, que estamos en una casa que Snow nos ha regalado

Entro al baño y me recargo contra el lavamanos, levanto la cara y me veo en el espejo. El estrés ha hecho lo suyo dejando grandes ojeras debajo de mis ojos y pequeñas pecas en mis mejillas; mis labios están ligeramente resquebrajados y mi piel ha perdido un tono. Abro el grifo del agua y me empapo la cara como si el líquido pudiera diluir la máscara de perdición que este lugar me ha puesto.

Hago lo necesario y lavo mis manos, vuelvo a verme en el espejo y llevo una mano hasta mi vientre; ahí, donde el fruto de nuestro amor se está cocinando. Frunzo el ceño preocupada en sí debería decirle a Finnick o no, temiendo que pueda ponerse más histérico de lo que ya lo está

Salgo de la pieza y me sorprendo al ver a Finnick parado en medio de la sala con el pecho descubierto y con su pantalón de dormir arrugado. Sus puños están tensos y aprieta la mandíbula

— ¿Qué crees que haces?

— Finnick...

— Te dije claramente que no tardaras, ¡Has estado fuera de la cama más de veinte minutos! — Se acerca a mí y me toma de los hombros lastimándome. Suelto un gritillo y Finnick lo ignora demasiado enojado como para darse cuenta de lo que hacía

— Estaba en el lavabo, Finnick. Ni siquiera salí de esta habitación

Él se aleja mientras se alborota el cabello; entonces comprendo que no está enojado, si no preocupado. Me da la espalda y coloca sus manos sobre sus caderas

— ¿Qué acaso no lo entiendes? No podemos estar alejados el uno del otro durante tanto tiempo— dice entre dientes sabiendo que podrían estar observándonos— Ya sabes el porqué

— En verdad, estás exagerando, Finnick. Solo estaba...

— ¡No me importa lo que hiciste! — grita y se gira hacia a mí— ¡Es el hecho de que no entiendes la gravedad de la situación!

Nos quedamos en silencio por un momento sopesando lo que está sucediendo. Finnick niega y se acerca a mí, me toma por los hombros esta vez con delicadeza y baja la voz hasta convertirla en un susurro

— No podemos darnos el lujo de andar a nuestras anchas, Gaia. No estamos en un lugar seguro

— ¿Y cuándo lo hemos estado? — Espeto, demasiado alto como para que cualquiera que nos esté observando lo escuche— ¡Vamos Finnick! Vivimos en un lugar donde obligan a muchachitos a matarse entre sí por la fama y la gloria que el Capitolio puede darles. Este lugar no es inseguro, el mundo lo es

— Hablo de aquí, de esta casa— dice con una creciente preocupación en el rostro— Gaia, ¿Eres consciente de que nos hemos metido en la boca del lobo? Por dios, ya ni siquiera podemos volver a nuestro Distrito

— No tendría caso hacerlo, igual volveríamos cada año para asesorar a los tributos. No hay nada que podamos hacer, Finnick. Acéptalo, Snow ganó

Me dejo caer en el sofá dejando a Finnick parado en su lugar sin decir nada. Aprieto mis brazos sobre mi estómago y me inclino un poco

— Ya no lo soporto, ¿Está bien? No soporto el estar contigo todo el tiempo— digo. Él me mira triste— Te amo. En verdad que sí, pero esto me está sobrepasando. No importa si estoy contigo o no, Snow sabrá cuál es el momento perfecto para atacar

Finnick me mira por milésima vez y se acerca. Se pone de rodillas frente a mi y toma mis manos

— Eso no pasará mientras esté a tu lado, Gaia. Sé que es molesto e irritante que esté pegado a ti todo el día, pero es la única forma que tengo de protegerte, ¿Entiendes? No puedo dejar que te lastimen. Eres lo único hermoso de mi vida y no quiero que eso acabe porque si eso pasa... Yo no sería nada

Sus ojos claros se cristalizan y sus labios se fruncen reteniendo el llanto. Acaricio su rostro y comienzo a llorar sin poder retener más el secreto que me ha estado carcomiendo. Cierro los ojos y mi llanto cobra fuerza

— Finnick...— digo y lo miro. Él aprieta mi mano y una lagrima hace sendero por su mejilla derecha— Estoy embarazada

Puedo notar su mueca de sorpresa solo unos segundos después de haber soltado la noticia. Finnick agacha la mirada sin dejar de apretar mi mano para luego esconderse en mi vientre. Lloro aún más fuerte y lo aprieto contra mi

— Lo siento— digo— Lo lamento, sé que este no es el momento ideal para esto Y sé...

Los labios de Finnick se posan sobre mi bata en la zona del estómago deteniendo mi discurso. Comienza a acariciar mi vientre y sus lágrimas mojan mis piernas. Finnick estaba besando a su hijo con tanto fervor que dolía

— Todo va a estar bien— Nos asegura en un susurro. Me mira y percibo el tono rojizo de sus ojos y de su nariz— Estaremos bien. Ahora no habrá nadie que me detenga de mis propósitos. Pelearé por ustedes. Daré mi vida por ustedes— Jura. Y yo le creo



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