[ Mini Fic ] ❀11.2
"Extracciones"
Lo primero que entra en mi campo de visión luego de despertar es la cara de Wiress, tan pálida y llena de pequeñas y naranjas pecas que difícilmente podría llegar a contar cada una. Me sonríe mostrándome los dientes para luego ayudarme a sentar contra el tronco más cercano.
Me tomo un par de segundos para recomponerme e incluso para mirar hacia la nada. Los brazos de Wiress están cerrados sobre mis hombros que, aunque algo escuálidos, son indudablemente confortantes, cálidos, maternales. Me susurra algo que no alcanzo a comprender y luego se dedica a trenzar mi cabello, presionando suavemente los puntos de tensión en mi cuello y hombros. Es hasta ese momento en que siento como el ungüento que me han puesto antes ha ayudado para cegar la urticaria por lo que ahora sólo siento mucha comezón en el cuerpo. La pomada se ha secado dejando una capa escamosa sobre mi piel. Wiress pasa su mano con rapidez quitando los trocitos ásperos para luego aplicar otra capa de ungüento que me refresca las heridas.
Miro a mi alrededor, una sensación de confusión llenándome el rostro al ver que estoy bajo un techo irregular hecho de cortezas de árbol; están atadas unas con otras con bejucos, ramas y hojas intercaladas que se aferran al tronco con fuerza para cubrirme del fuerte sol que hace. Estoy tentada a preguntar quién se ha tomado la molestia de hacer dicho refugio hasta que recuerdo que Johanna y Blight son mis compañeros ahora.
Jamás he visto el trabajo que hacen en el siete con toda la madera que recolectan, pero sé que hacer techos es sólo una parte pequeñísima de su verdadero trabajo. Más allá de fabricar cosas, envían periódicamente toneladas de madera al capitolio para recaudar dinero y repartirlo a las familias del distrito que, si bien no son tan infortunados como los del diez, once y doce, sus fuentes de trabajo disminuyen considerablemente cada año.
Wiress me pasa una hoja de árbol impregnada en savia para que beba un poco de ella. Me sonríe mientras me dispongo a beber y lamer lo que queda después.
—Descubrimos tu secreto—dice. No entiendo de lo que habla hasta que levanta mi espada y la hondea—Notamos que tu espada estaba algo sucia con una sustancia muy rara, ya sabes, como el sirope. No nos llevó mucho tiempo en descubrir que tu fuente de agua era la miel de los árboles
Asiento, indicándole con la cabeza que debe seguir con su pequeño masaje en mi cuello para que la picazón no me ataque de nuevo. La mujer ríe antes de volver a frotar mi piel. Observo hacia el frente, a los lados y luego hacia atrás, percatándome de que Wiress y yo somos las únicas en este lugar
— ¿Dónde están los demás? —le pregunto.
—Johanna fue a vigilar el perímetro junto a Blight. Beetee debe estar trayendo más savia. No te preocupes
Luego de eso Wiress hace todo lo posible por distraerme de la situación, contándome que ella junto a Beetee lograron crear un chip que es capaz de almacenar miles de canciones sin llegar a saturarse, lo que causó un revuelo en el capitolio pues todos querían adquirir el maravilloso objeto
—Lo recuerdo—digo en un suspiro cuando Wiress me ayuda a colocarme de nuevo la parte de arriba de mi traje—Finnick estaba vuelto loco por conseguir uno de esos
—No es por alardear, pero todo mundo lo estaba. Es una pena, porque el chip apenas estaba siendo terminado cuando se anunció lo del vasallaje, por lo que supongo que ya no verá la luz
Sé que sus palabras son armas de doble filo porque con ellas hace referencia a que con su muerte o con la de Beetee el capitolio se estará perdiendo de avances tecnológicos tremendos; si, el distrito tres estaba lleno de personas capaces de hacer cosas maravillosas, aunque dudo mucho que alguna de ellas tenga el ingenio que estos dos poseen. Por lo tanto, nadie más que ellos dos puede culminar el proyecto, abofeteando a todos en la cara.
Casi puedo escuchar la desilusión de las personas del capitolio lo que me hace reír bajito. Después de todo, creo que ellos son los que más salen perdiendo con esta situación.
Beetee regresa de su expedición poco después, cargando una canasta llena con lo que parecen ser bayas y un cuenco lleno de savia. Se sienta a mi lado ofreciéndome la canasta y pasándole el cuenco a Wiress
—Intenté buscar algo de comida, pero esto fue lo único que pude conseguir
— ¿No crees que sean venenosas? —Le pregunto. Beetee me sonríe antes de coger una baya y metérsela a la boca
—Supongo que lo descubriremos en un par de segundos
Beetee traga la frutilla y al paso de varios segundos decido que no hay peligro alguno. Así, tomo una baya pelada dándole un mordisquito. El jugo sale disparado hacia mi cara haciendo reír al hombre.
Ambos me obligan a comer tantas bayas como pueda porque es la única comida que tenemos por lo que debo aprovecharla al máximo. Yo les hago caso porque este no es momento de ponerse quisquilloso con lo que tenemos. No evito pensar en que Katniss pudo haber cazado algún animalillo que estuviera escondiéndose por ahí y tener una comida más o menos decente, aunque esta no está tan mal.
Pensar en Katniss me hace pensar directamente en Finnick, si es que está bien o si está buscándome. No quiero que lo haga, no quiero que me busque porque eso significaría que pondría su vida en riesgo si es que llega a toparse con Brutus y sus aliados.
Johanna y Blight llegan a los pocos minutos, fatigados, sudados e irritados. Se sientan frente a mi mientras Beetee les pasa las bayas y les pregunta que tal ha ido todo. Johanna dice que el perímetro está seguro y que con suerte podemos permanecer aquí hasta que otro cañón se escuche
— ¿Cómo te sientes? —Me pregunta. Yo sólo hago un gesto para indicarle que estoy bien—Estuvo bueno el desmayo, eh. Dormiste por horas
—La niebla la agotó—explica Beetee haciendo gala de su inteligencia sobrehumana—En su estado cualquier cosa podría dañarla enormemente
—Pero ahora estoy bien—Manifiesto, porque sé que Johanna debe sentirse agobiada a pesar de que intenta esconderlo—Wiress me ha ayudado mucho
—Seguro. Majara es grandiosa
—Johanna... —Le miro mal porque nunca me ha gustado el apodo que lleva circulando desde hace años. Johanna levanta las manos en señal de rendición
—Ya, vale, relájate
Todos comen en silencio hasta que quedan satisfechos y proceden a beber de la miel que Beetee ha traído. Luego, Johanna les ordena a los demás hacer guardia a unos metros de donde estamos para poder platicar a solas. Ella se acerca, cruzando sus piernas frente a ella para apoyarse en sus rodillas y mirarme. Sé lo que quiere decirme, pero me opongo
—Esta mañana llegó esto para ti—dice y me entrega un pequeñísimo frasco de lo que parece jarabe. Lo abro, con el fuerte olor a medicamento golpeándome la nariz—Es de Annie
Una pequeña nota está adherida al envase justo en el final. Debo voltear el frasco cerrado para poder leer su mensaje. Johanna me observa con una ceja alzada esperando a que diga algo
"Bébelo.
Sigue vivo.
-A"
Por un momento no entiendo lo que Annie está tratando de decirme hasta que miro a Johanna y me ayuda a descifrar el mensaje. Esta es su manera de decirme que Finnick permanece con vida; mis ojos se empañan por el alivio que siento
—Estoy casi segura de que le ha enviado algo a él también. Una señal—dice Johanna con una pequeña sonrisa—Ella lo está haciendo bien
Me siento tonta ahora porque he empezado a llorar. El esfuerzo que está haciendo Annie para mantenerse cuerda debe ser tan desgastante que me conmueve hasta la médula. Lo está haciendo por nosotros, por mantenernos con vida. Igualmente reconozco que Haymitch está ayudándola en todo lo que puede porque así se lo ha prometido a Finnick y porque sabe que sin mí y sin Finnick su chica en llamas está totalmente perdida.
El brazo de Johanna pasa por mis hombros hasta atraerme a ella. Sabe lo difícil que es para mí el haberme separado de Finnick sin tener ni la más mínima idea de que es lo que hace o a donde se dirige. Johanna Mason ha sido mi amiga por tantos años que no puedo mentirle, no a ella
—Te prometí que te llevaría con Finnick y lo haré, ya lo sabes
—Jamás podré pagar todo lo que estás haciendo por mí, lo que todos ustedes están haciendo—digo, echándole una mirada a los demás que hacen guardia
—No tienes que hacerlo. Tú sólo dedícate a cuidar del bebé, ¿sí? Que yo lo tengo todo bajo control
Una carcajada se escapa de mis labios por el tono tan soberbio que ha utilizado. Me limpio las lágrimas con el brazo para luego beberme de un solo trago la medicina que Annie me ha mandado. Sorpresivamente no sabe tan mal, sino que puedo sentir lo dulce de la fresa y la acidez del fármaco. Toso un par de veces antes de acostumbrarme al sabor y a la sensación incómoda al tragarla.
Johanna me da una palmadita en el vientre antes de tumbarse a mi lado para dormir un rato bajo el cobijo del techado.
Cuando se vuelve a hacer de noche pido un turno para hacer guardia a lo que todos se niegan diciéndome que lo menos que debo hacer en mi estado es fatigarme o permanecer en vigilia. Intento desesperadamente el convencer a Johanna para que me deje hacerlo, pero lo único que hace es regañarme y mandarme a dormir como a una niña malcriada.
Me tumbo bajo el techo de madera disponiéndome a descansar cuando un relámpago cruza el cielo con un sonido atroz. Me apoyo en mis codos mirando hacia arriba, pero los carrizos no me dejan ver nada. Observo a Wiress que mira el cielo con los ojos entornados
—Parece que está a punto de llover
—Ah, lo que nos faltaba—Gruñe Johanna. Blight chasquea la lengua
—Quizá podamos compartir entre todos el tejado, ¿Qué dices, Gaia, huh? —Me pregunta, aunque ya ha tomado asiento a mi lado. Le sonrío
—Por mi está bien
Todos se amontonan bajo las tablas cuando el agua comienza a caer. Me siento tan apretujada que opto por salir del refugio y disfrutar de la frescura del agua. Alzo mi cara al cielo dejando que las gotas de lluvia resbalen por mi piel hasta perderse en la curvatura de mi cuello. Sonrío, porque hacía mucho tiempo que no disfrutaba de este pequeño placer de la vida.
Abro la boca y saco la lengua para que el agua me quite la resequedad, pero lo que logro saborear poco después es la salinidad y la espesura de la sangre.
Una gota tras otra cae sobre mi rostro hasta que soy consciente de lo que está pasando. Suelto un grito que hace que todos salgan a ver lo que sucede. La llovizna se convierte rápidamente en una lluvia torrencial que nos ahoga.
Sangre. Caliente y espesa sangre. Está asfixiándome.
Me dejo caer de rodillas cuando el líquido me entra por la nariz. El olor es tan fuerte y tan conocido para mí, que no tardo nada en darme cuenta que no se trata de sangre de algún animal, muto o insecto.
Es sangre humana.
No puedo evitar vomitar y me arqueo hacia el frente devolviendo el estómago. La bilis se mezcla con la sangre y la tierra del piso, incluso logro notar pequeños trozos de las frutillas que he comido. Vuelvo a vomitar hasta que mi estómago se siente irritado
— ¡Gaia!
La voz de Johanna está cerca de mí, sin embargo mis ojos están tan cegados por la sangre que no logro ubicarla correctamente. Enredo mis brazos sobre mi vientre, pero este ya está cubierto de la sustancia roja al igual que todo mi cuerpo.
Mi mente viaja hasta aquella caja que Snow me ha enviado antes de ser lanzada a este lugar.
Casi puedo imaginar la gran sonrisa que porta en su envejecido rostro.
La lluvia es para mí.
— ¡Corre!
Blight me coge de la mano para alejarnos de la lluvia lo antes posible. Limpio la sangre de mi cara como puedo y logro ver que Johanna, Wiress y Beetee corren detrás de nosotros con el aguacero siguiéndonos de cerca. Blight da giros entre los árboles colándose entre fisuras para escapar del flujo que amenaza con matarnos.
Dentro de mí el bebé se mueve como un loco, como un pez tratando de escapar de un tiburón. Trato de ignorarlo, pero la sensación es tan fuerte que provoca que mis pasos se hagan más lentos, lo que lleva a Blight a jalarme del brazo para que pueda seguir corriendo
— ¡Blight, cuidado! —El grito de Beetee parece un borrón cuando de pronto el cuerpo del hombre del distrito siete choca de lleno contra el campo de fuerza lanzándome hacia atrás. Una lluvia de chispas le sigue a la explosión y de pronto no puedo moverme, me he quedado pasmada.
Mi cuerpo no responde a las órdenes que le doy a pesar de que sigo sintiendo el movimiento del bebé en mi interior.
Johanna llega corriendo hasta donde he caído, dejándose caer de rodillas a mi lado
— ¿Gaia? ¿Estás bien? ¿Me escuchas? ¡Gaia!
Lo único que puedo hacer es mover los ojos de un lado a otro mostrándole a Johanna que sigo viva pero que no puedo hacer nada más.
Suena el cañón.
Suena una vez más.
Y luego se escucha uno pequeño.
Miro hacia el cielo notando que un aerodeslizador ha llegado en cuestión de nada. Johanna me mueve de un lado a otro sin saber que mis extremidades están tan rígidas que el sólo contacto me duele horrores. La pinza comienza a bajar seguida de otra. La primera toma el cuerpo de Blight que ha quedado a metros de mi posición y la otra pinza intenta tomarme por encima de Johanna
— ¡No! ¡No pueden llevársela! —Grita desesperada— ¡No está muerta! ¡NO!
Las personas que están viendo esto en casa deben pensar que Johanna sólo se aferra a mi porque no quiere aceptar que ya he muerto y que no pudo cumplir su promesa de llevarme de nuevo con Finnick sin saber que en realidad sigo viva. Soy consciente de que las cámaras no enfocan mi cara porque entonces se darán cuenta de que han buscado una excusa para sacarme de la arena sin haber muerto. Johanna lucha contra la pinza hasta que ésta da un giro y la golpea de lleno en la cara dejándola inconsciente. El gancho se aferra a mis costados mientras escucho los sollozos de Wiress desde tierra. Me elevo metros y metros hasta que el cielo comienza a verse cada vez más cerca que puedo tocarlo con los dedos. Una luz blanca me recibe en el aerodeslizador hasta que los médicos se acercan para colocarme en una camilla, llevarme a una sala recubierta de metal y dejarme en el centro de ella.
Quiero gritar, patalear, hacer algo al ver que los médicos están tomando unas pinzas largas y unos recipientes de aluminio; se colocan guantes, cubre bocas e incluso batas.
Eso, hasta que el presidente Snow entra.
Abro los ojos, aterrada.
Él le lanza una mirada a mi vientre. Ahí, donde mi hijo todavía se mueve con fuerza
El presidente Snow me sonríe
—Bueno, caballeros, empecemos con esto
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro