[Mini Fic] ✏ 1
[Gale Hawthorne]
"Unos juegos diferentes"
Gale despertó esa mañana con un dolor en la cabeza que le taladró las sienes.
Del otro lado de la habitación, su madre estaba ya levantada y completamente vestida, con el cabello recogido en un moño alto mientras sus manos cogían con fuerza el retrato -supuso él- de su padre. Gale soltó un suspiro antes de levantarse, frotarse el rostro e invitarle a su madre a sentarse a su lado en el mullido colchón.
Los ojos de Hazelle estaban comenzando a hincharse, dejándole ver que su madre había estado llorando quizá durante toda la noche luego de que él mismo le dijera que se había ofrecido tributo para los juegos de ese año. Gale acarició las mejillas de su madre limpiando las lágrimas que las bañaban
—Mamá, por favor, ya hablamos de esto
—Hubiese preferido que lo habláramos cuando pensaste en ello y no cuando ya habías tomado una decisión. No debiste, Gale, tu padre jamás lo hubiera permitido
—Pero él ya no está aquí—susurró sin intenciones de despertar a sus hermanos más pequeños. Tomó las manos agrietadas de su madre apretándolas contra las suyas—Y es por esa misma razón que me he ofrecido voluntario. Necesitamos el dinero
—Podrías seguir cazando
—Sabes que eso ya no es suficiente para mantenernos a todos—añadió, calzándose las botas—Y tu no puedes seguir lavando a mano. No dejaré que Rory trabaje en las minas y por supuesto que no permitiré que Vick anote sus nombres en las teselas. No podía desperdiciar esta oportunidad
Hazelle se levantó de pronto, tal vez más pronto de lo que Gale pensó; luego, caminó de un lado a otro de la habitación desordenándose el cabello y murmurando cosas que Gale no alcanzó a entender. La mente de su madre era una maraña de pensamientos que no tenían un origen certero, lo cuál él podía entender perfectamente, ¿cómo habían dejado que su situación llegara hasta ese punto, en el que Gale tenía que ofrecer su vida a cambio de un mejor futuro para su madre y sus hermanos?
No todo era malo, se dijo, porque aquella oferta le había caído como anillo al dedo. Seis meses atrás, cuando todos en el capitolio comenzaron los preparativos para los nuevos juegos, a los organizadores les pareció una buena idea darle un giro diferente al evento, convenciendo al presidente Snow para enviar un comunicado a cada uno de los distritos del país donde se solicitaban voluntarios para los juegos de ese año.
Cuando Gale vio la circular pegada en la puerta del edificio de justicia creyó que era la petición más absurda que había leído en su vida. No fue hasta que se detuvo a leer las letras pequeñitas del tablón cuando entendió que, a cambio de poner sus nombre en la lista de tributos, tenían la oportunidad de pedir cualquier cosa que necesitasen: comida para toda su familia, ropa, medicinas o educación especial. La mente del cazador se detuvo en ese instante, repitiendo las palabras en su cabeza como una grabadora.
Esa noche Gale volvió a casa con un saco repleto de ternera junto con un corazón lleno de esperanza. Su madre le miró con sospecha, pero no dijo nada, sino que cogió el saco mientras prometía transformarlo en una rica cena que podrían compartir con las Everdeen.
Gale chasqueó la lengua ante el recuerdo, teniendo que aceptar que, luego de que Katniss se convirtiera en la ganadora de los juegos del año pasado ni ella ni su familia necesitaban más de él ni de la carga que llevaba cada noche del bosque.
Y que decir de ese panadero, que se había convertido en la sombra de Katniss luego de que ambos salieran victoriosos de la arena, enamorándose en aquella maldita cueva que los del capitolio habían convertido en una atracción turística con la leyenda de ser el lugar donde dos de las estrellas mas brillantes de Panem se habían enamorado profundamente. No era nada más que basura, pensó Gale, porque él mejor que nadie sabía que Katniss le perteneció incluso antes de que pusiera un pie en ese tren que la llevó lejos de casa.
Para ese año, y con la emoción exagerada de la gente en los distritos por el romance que se habían montado esos dos en la arena, los organizadores permitieron que, de ese momento en adelante se tuvieran dos ganadores de un mismo distrito. Gale creyó que era una tontería: él no necesitaba de montar un circo como ese para salir victorioso de los juegos.
—Voy a ganar esto—le prometió a su madre—Y con lo que gane y lo que ya nos han dado por anotarme en la lista podremos vivir cómodamente. Los chicos no tendrán porqué pedir teselas y tu no tendrás que terminarte las manos con ese jabón que usas para lavar. Cuando gane, mamá, todo será diferente
—¿Y si eso no pasa? —preguntó Hazelle, cabizbaja—¿Has pensado en la posibilidad de no volver a casa, de no volver a vernos?
Gale asintió.
—Sé que Katniss no les abandonará
—Pero Gale...
—Supongo que por ahora lo mejor es mantener la esperanza—le dijo, sonriéndole—Ustedes tienen que aprovechar la comida que están enviando desde el capitolio mientras yo me encargo de lo demás. Estaré bien, no te preocupes
—Jamás has matado a alguien—Él sacudió la cabeza
—No, pero he matado a cientos de animales en el bosque, así que creo que, en el peor de los casos, viene siendo lo mismo. Katniss ganó por todo lo que aprendimos juntos, no veo porque yo no pueda hacer lo mismo
—Sólo... intenta llegar a casa en una pieza, ¿correcto? —Gale sonrió ante la rendición de su madre. Besó su frente antes de ponerse de pie
—¿Aluna vez no lo he hecho?
—Gale, hablo en serio
—Yo también—Se colocó el abrigo, metiendo en los bolsillos lo que a su madre le pareció una caja medio vacía de naipes. Volvió a besar la frente de su madre, pidiéndole en un susurro que dejara de preocuparse—Despídeme de los chicos y diles que, cuando haya ganado los juegos, les pondré un columpio en uno de los árboles más grandes de la aldea.
Hazelle sonrió.
Thorunn Wadlow bajó las escaleras de su casa cuando el reloj marcó las seis y cuarto de la mañana, encontrándose a su padre en la cocina, con su bastón en la mano derecha y una taza de té verde en la otra. Thorunn chasqueó la lengua, quitándole la taza a su padre y encaminarlo hacia la silla más cercana
—En serio, ¿Cuántas veces tengo que decirte que no debes hacer esfuerzos? ¿acaso hablo en otro idioma?
Bradley rio
—Sólo bajé por una taza de té, ¿Qué tanto esfuerzo es eso?
—Lo suficiente para tu condición, papá—dijo, suspirando—Dime, ¿Hammill se ha ido ya al taller?
—No, se ha quedado dormido un poco más
—¿Entonces que haces aquí abajo y no descansando como los demás?
—No podía dormir sin despedirme de ti—mencionó, acariciando el rostro de su hija—Jamás me perdonaría el saber que irás a los juegos sin antes llevarte un beso de tu padre
—Papá...
—Hammill ha dicho que hoy no abrirá el taller porque ambos queremos acompañarte a la estación para desearte buena suerte, aunque no creo que los agentes de la paz nos dejen avanzar hasta los rieles. Aun así, quiero que sepas que te apoyamos y haremos todo lo posible para conseguirte patrocinadores aquí en el distrito e incluso fuera de él. Después de todo es por mi culpa que estás sacrificándote
El ceño de Thorunn se frunció
—Eso no es verdad
—Lo es, de no ser por esta estúpida enfermedad...
—Tú necesitabas las medicinas—le dijo, poniendo su mano sobre la de su padre—No importa lo que pase allá dentro, ¿de acuerdo? Quiero que sepas que no me arrepiento de haber puesto mi nombre en esa lista
—Thorunn, hija...
—Sé que estarás bien aquí con Hammill incluso si no puedo volver—le aseguró, sonriendo—Ambos sacarán adelante al taller y Peeta les ayudará en lo que necesiten
—No quiero depender de él
—No lo harás, para eso está la familia
Besando la cabeza de su padre, Thorunn miró como su hermano mayor bajaba las escaleras a paso acelerado y listo para partir a la estación. Él le dedico una pequeña mirada, apretándola en un abrazo que le sacó el aire.
—Es hora de irnos, se hace tarde
Thorunn exhaló profundamente, dándole un apretón a la mano de su hermano quien, besándole la mejilla, le aseguró que todo estaría bien.
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