Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

16.- Finnick

Antes de que empiecen a leer, quiero aclarar que este One Shot es la segunda parte del shot numero 15 ¿Ok? :v

Ahora, si, les dejo el capítulo

***

"Nuevas recompensas"

No podía creerlo. No. Eso no podía ser posible.

¿Cómo pudo haber sido tan tonta como para no haberlo notado antes? Era una reverenda estúpida. Ahora el propósito de salvar a su hermana pequeña de ir a los juegos parecía remotamente lejano.

Leyendo de nuevo los libros de historia acerca de las estrellas de Panem, Serrat se dio cuenta de que no sólo existían doce estrellas, sino que había dos más; la estrella del capitolio y la del distrito trece.

El vaso de coñac que llevaba en la mano fue a parar a la pared luego de que lo lanzara con fuerza a causa de la frustración. Fue capaz de conseguir esa misma noche la estrella del distrito tres, pero eso no hacía que su molestia disminuyera ahora que sabía que tenía otras dos malditas gemas que buscar. Ya no podía hacerle eso a su cuerpo, ya no.

Habían pasado semanas desde la última plática con Finnick en la que él le mostró tener la gema de su distrito, pero Serrat no se atrevió a pedírsela de una buena manera, sabía que tenía que darle una noche a cambio y no estaba dispuesta a hacerlo.

Al menos no sabiendo que para Finnick aquello sería sólo un revolcón casual.

No podía evitar amarlo como lo hacía. Y es que Finnick era tan guapo, varonil, gentil e inteligente que cada vez que estaba frente a él creía que sus piernas le fallarían. Ambos se conocían desde ya hace mucho tiempo, lo que dejaba a Serrat con la duda de si el muchacho del distrito cuatro nunca llegó a sentir algo por ella más que la tensión sexual que los unía.

La noche avanzaba, sin embargo, Serrat no podía dormir. El hecho de saber que tenía que seguir buscando las estrellas la agobiaba demasiado. Estaba claro para ella que conseguir la reliquia de la ciudad capital sería muy difícil, pero el conseguir la del distrito trece sería toda una proeza.

Quiso encender un habano aunque el sonar de la puerta la obligó a ponerlo de vuelta en la caja. Irritada y molesta, Serrat abrió la puerta mostrando a Seneca Crane del otro lado. Él le sonrió luego de ver como Serrat rodaba los ojos e intentaba cerrarle la puerta en la cara.

— ¿Qué haces tú aquí?

—Bueno, si ambos consideramos a lo que te has estado dedicando últimamente, creo que mis intenciones en este lugar son claras.

Abriendo los ojos como un par de platos, Serrat se echó una fuerte carcajada. El tipo estaba loco si creía que obtendría algo de ella aquella noche.

—Si crees que voy a acostarme contigo estas muy equivocado. Tengo un precio muy alto, un precio que estoy segura que no eres capaz de pagar

Seneca levantó una ceja que logró mandar una onda de electricidad por la espina dorsal de Serrat. El hombre le dedicó una sonrisa altanera antes de dejarse caer con elegancia sobre el sofá de cuatro plazas de la habitación.

— ¿Sigues obsesionada con ello?

—Bueno, estás aquí, en mi habitación. Creo que tu pregunta se responde sola.

La mirada del hombrecillo recorrió el cuerpo de Serrat con libido, imaginando cientos de cosas que quería hacer con ella. Cruzó una pierna sobre otra e invitó a que se sentara en su regazo. Serrat negó.

—Sí sabes que el recolectar propiedad de la nación es un delito. ¿verdad, preciosa?

—Hasta hace poco se creía que las estrellas no existían y ya ves, los hombres las traen para mí, ¿Qué tiene eso de malo? El verdadero problema aquí es que sólo un porcentaje muy pequeño de hombres del país lo saben, ¿Te imaginas lo que pasaría si todo Panem se diera cuenta de que las reliquias existen en verdad y que el gobierno se esmeró en hacerles creer lo contario escondiendo cada uno de los libros de historia?

—Libros que tu robaste

—Ladrón que roba a ladrón—Serrat le sonrió, mostrándole que a ella no podría intimidarla—No le temo a su sistema, si eso es lo que le preocupa

—Si el presidente Snow se entera...

—En realidad me importa muy poco si ese vetarro se da cuenta o no. En lo que a mí respecta, juntaré las estrellas y él tendrá que dejarme libre. A mí y a mi familia.

— ¿Inclusive la estrella del capitolio y la del distrito trece?

—Obviamente

Su siguiente movimiento fue caminar hacia su mini bar y prepararse otra bebida. Estaba convencida de que la visita de Seneca Crane no le hacía sentir miedo, pero si que la ponía nerviosa de algún modo. Escuchó pasos detrás de ella y evitó voltearse porque sabía que estrellaría el vaso en la cabeza del Vigilante.

De pronto, las manos de Seneca apretaron su cintura mientras que su cara se enterró en el cuello de Serrat haciéndola soltar el vaso por la impresión. Seneca aspiró su aroma, Serrat pudo sentir su barba picar contra su piel erizada.

—Bueno, entonces creo que este es tu día de suerte

Con manos hábiles la giró sobre sus talones hasta quedar cara a cara, sus manos apretadas en la cintura de ella, relamiendo sus labios al ver cómo sus redondos senos se apretaban contra su pecho. Serrat frunció el ceño.

Pero él sabía que no importaba lo que ella se negara a estar con él, porque pagaría muy bien por el revolcón que no tendría otra opción mas que aceptar.

— ¿De qué hablas?

Sus manos bajaron por los brazos desnudos de Serrat acariciando lentamente su piel. Su cálida y endemoniadamente placentera piel que a él tanto le atraía. Luego, cambió de dirección hasta el bolsillo derecho de su pantalón de dónde sacó una perfecta, puntiaguda y brillante estrella dorada.

Era una piedrita realmente bella, bañada en oro y con pequeños diamantes adornando cada una de las puntas. Estaba más que claro que aquella se trataba de la estrella del mismísimo Capitolio.

— ¿Cómo la encontraste?

—Más bien cómo no la encontré—le dijo en un susurró. Serrat entrecerró los ojos—Se la robé a Snow

Serrat se apartó espantada. ¿Acaso había dicho que robó la reliquia del regazo de Snow? ¿Seneca era tan estúpido como para entregarse a su muerte de esa manera tan tonta?

— ¿La robaste?

—Así es

—Dios mío, no me cabe duda alguna de que en efecto eres un idiota

—Habrá valido la pena morir luego de haber estado con semejante mujer—dijo, tomándola de nuevo por las caderas. Serrat se separó

No podía hacerlo, no debía. Si, por supuesto que quería tener esa estrella en su poder, pero no podía tomar el riesgo de que Snow se enterase de que su reliquia había sido robada y que ahora estaba en manos de una prostituta vencedora de los juegos. Además, ella nunca podría estar con alguien como Seneca Crane.

Y la verdad es que Serrat había estado con varios hombres, pero el hecho de que Seneca fuera Vigilante en jefe de los juegos cada año, le hacía sentir un desprecio que no podía ignorar ni por todo el oro del mundo. Seneca dio un paso hacia ella pero Serrat se apartó.

—No. Olvídalo

—Esto es lo que pides a cambio y yo voy a dártelo—Aseguró, con el ceño fruncido. Ella negó

—No me acostaría contigo ni aunque me dieras el país entero

La cara del hombre pasó de mostrar incredulidad a ira pura. Serrat pudo jurar ver la piel de su cara tornarse roja y su mandíbula apretarse con fuerza.

— ¿Qué dices? No arriesgué mi pellejo para nada

—Yo no te pedí que lo hicieras

Él la tomó por los brazos y con un súbito movimiento lanzó a Serrat a la cama detrás de ellos. Su cabeza impactó contra el colchón e inmediatamente después sintió el peso del Vigilante caer sobre ella, tomando su cuello y apretándolo ligeramente

—Estás siendo grosera y eso no me gusta, guapa—susurró en su oído—Serás buena y me complacerás bien, ¿De acuerdo? Luego yo te daré tu estúpida estrellita y todos seremos felices

—Suel...tame—dijo entrecortadamente. Seneca sonrió

—No hasta que me des lo que quiero

Comenzó a besar el lóbulo de su oreja y Serrat pudo gritar que se detuviera cuando él liberó su cuello para comenzar a acariciarle los muslos desnudos por su vestido. Seneca aprisionó los brazos de Serrat por encima de su cabeza e hizo que sus piernas se abrieran para colocar una de sus rodillas entre el espacio de estas. Serrat gritó.

—Llévate la estrella, no la quiero—Lloriqueó. Seneca rio

—Es tarde para eso, muñeca

Ladeando su cabeza para que él no pudiera besarla, Serrat forcejeó para quitarlo de encima sin contar lo fuerte que el hombre podía ser. La inmovilizó, atrayendo la cara de Serrat a la suya y besándola a la fuerza provocando que los labios de ella sangraran ligeramente.

— ¡Suéltame! ¡Suéltame ahora!

Por un momento creyó que Seneca había pensado mejor las cosas y que se había retirado de encima para que ella pudiera irse, pero cambió de idea al ver que Finnick había derribado la puerta con una patada y que había lanzado a Seneca del otro lado de la habitación mientras apretaba los puños con fuerza.

—La señorita dijo que la soltara—Le advirtió—Y estoy seguro de que no lo volverá a repetir

—Hazte a un lado, Odair. Esto no te concierne.

—La estaba lastimando, Seneca. Y cuando alguien se atreve a tocar a una mujer me concierne en todos los sentidos

Finnick le echó una mirada a Serrat quien seguía tirada en la cama mirando todo con asombro. Le hizo una seña para que se acercara y ella corrió hasta esconderse en la ancha espalda de Finnick. Seneca intentó dar un paso hacia Serrat aunque Finnick no se lo permitió.

—No se atreva. Se lo advierto

Una sola mirada de Finnick bastó para que Seneca entendiera que sería hombre muerto si se atrevía a acercarse un paso mas. Observó a Serrat una última vez antes de caminar hacia la salida

—Espere—le habló Finnick, recogiendo la estrella que había quedado en el centro de la habitación y lanzándosela al pecho—Llévese eso y no vuelva por aquí. Largo, ya.

Seneca se echó la estrella al bolsillo antes de salir de la habitación maldiciéndolos a ambos entre dientes. Finnick dejó salir un suspiro antes de girarse hacia Serrat.

—Hey, ¿Estás bien?

—Yo... si, eso creo

Pero Finnick sabía que estaba mintiéndole. La conocía como a la palma de su mano y era consciente de que el ver una estrella perdida era indicio de que ahora no podría salvar a su familia de la devastación. La tomó por las mejillas notando sus ojos cristalizados

—Todo estará bien, mi preciosa

Poco tiempo le dio a Serrat para asimilar la manera en la que Finnick la llamó. Sorbió la nariz y dejó que el pulgar del chico siguiera acariciando sus mejillas. Sonriéndole, Finnick la invitó a sentarse en la cama para que se tranquilizase e intentar hablar de lo que verdaderamente lo había llevado hasta ahí.

—Pasaba por aquí para hablar contigo cuando escuché los gritos. Lamento haber roto tu puerta

Serrat rio sin gracia.

—Creo que lo que menos me importa ahora es la tonta puerta. Pero dime, ¿de que querías hablar conmigo?

A pesar de las circunstancias en las que estaban, Finnick se las arregló para sonreírle provocativamente. No podía evitar pensar en ella de todas las maneras posibles, lo que hacía que no se sintiera apto para estar con otras mujeres que no fueran ella. Suspiró, fingiendo ingenuidad.

—De nada importante. Sólo... quería saber si aún querías esto—dijo, mostrándole la estrella de su distrito—Estaba por venderla hasta que creí que querrías conservarla.

—Finnick...

—Es tuya ahora. Únicamente si la tomas en los próximos diez segundos

Finnick comenzó a contar, siéndole arrebatada la gema luego de que llegara al número ocho. Quizá no había podido obtener la gema del Capitolio, pero al menos podría negociarlo con Snow cuando tuviera todas las demás. Finnick sonrió, satisfecho.

—Bien hecho, dulzura

— ¿En verdad quieres... uh... ya sabes, hacer eso... conmigo?

Finnick se recostó en la cama apoyándose únicamente sobre sus codos.

—Tienes la estrella, ya sabes el procedimiento

Y cuando Finnick dijo aquello lo más que esperaba era que ella lo besara, no que se le encimara en las piernas y comenzara a besarle el cuello con desenfreno. Lo tomó por sorpresa, claro, pero no se quejaba. Después de todo estaba ansioso por saber hasta donde era capaz de llegar con él.

No la detuvo, sino que él mismo colocó sus manos sobre su cintura y dejó que sus labios se encontraran en una batalla campal. Abriendo su boca para darle paso a la lengua de ella, Finnick ahogó un gemido y reprimió las ganas de tomarla ahí mismo.

Las manos de Serrat viajaron hasta el cuello de Finnick y jugó con él hasta que sus dedos se cansaron. Finnick se dedicó a acariciarle la espalda, tratando de calmarse un poco. Tomaron aire antes de besarse de nuevo.

Ambos corazones latían sin control alguno. Más que por cualquier gema, Serrat lo hacía porque lo amaba, amaba a Finnick con locura y su cuerpo quemaba por sentirlo cerca. Él sentía lo mismo, siendo incapaz de hacerle saber sus sentimientos antes por temor al rechazo. Ahora que sabía que sus intenciones eran correspondidas, se separó de la chica antes de que esta lograra despojarlo de su camisa.

Ella lo miró confundida

—De acuerdo, es suficiente—Le sonrió, alejándola de su regazo y parándose frente a ella. Serrat frunció el ceño cuando puso la estrella en su mano abierta—Te la has ganado limpiamente

—Pero nosotros no...

—Te la ganaste, Serrat. Acéptala—Finnick sonrió al notar que la muchacha seguía confundida—El único motivo por el que busqué esa piedra como loco era porque tú la querías. Y ahora la tienes, no necesitas darme algo a cambio. Yo... sólo bromeaba con eso

—Eres un idiota, Finnick

El chico soltó una carcajada antes de atraer a Serrat hasta él. Ella tragó saliva

—Lo único que si quiero es conocerte más. Ya sabes, tener... una cita. Salgamos

— ¿De... de verdad? —preguntó, nerviosa. Finnick asintió

—Quiero conocerte plenamente antes de hacerte mía—le dijo en un susurro—Y cuando eso pase... cuando eso suceda, Serrat, serás mía para siempre

Sus ojos se encontraron y sin decir nada más, él le besó la frente.

—No necesitas todas esas estrellas para proteger a tu familia. Para eso me tienes a mi—Finnick le sonrió ampliamante antes de caminar hacia el umbral—Ten una linda noche, cariño


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro