Yo no pensé que algo así en mi vida iba a llegar a suceder, encontrar a una persona que me ayudara a hacer el trabajo que más amo y por el que he dejado todo en mi vida, parecía imposible pero ahora tal parece que puede que exista más posibilidades de las que quiero.

Todo comenzó una tarde de verano en la que estaba con ese vestido floreado de colores pasteles que tanto le gustaba a mi madre que usará, ya que ella me lo había regalado, fue entonces cuando me miré al espejo que comprendí que ya no era relevante para ese mundo que creía mi hogar hace un par de años, pero que ahora se transformó en un mar lleno de tiburones en busca de su cena.

Cuando era joven, tenía esa idea tonta en la cabeza y esa era que las cosas iban a salir bien siempre y cuándo yo hiciera todo lo que pudiera para que así sucediera, y lamentablemente no es así, las esperanzas se van tan rápido como los libros de otras personas de las librerías que yo solía llenar para la firma de mis libros o para una reunión con mis más grandes fans.

Ahora cada vez que paso frente a ellas son recuerdos reprimidos de una joven escritora que estaba siendo tendencia por la forma en la que transmitía sus emociones y vivencias a través de relatos en los que se exploraba lo que era vivir, amar, gozar, disfrutar, reir y llorar.

Extrañar se había vuelto mi pan de cada día y la única razón por la que seguía en pie en este planeta repleto de gente que lo único que hace es refugiarse en las redes sociales para lanzarle bazofia a otras personas que no tienen la culpa de su vida miserable.

Aquellos libros que tanto quise estaban recibiendo las peores criticas del mundo las cuales no tenían fundamento alguno, solo era odiar por odiar, nada más que eso.

Muchos creían que me había quedado estancada en historias donde la protagonista pasa por muchas cosas y estaban hartos de eso, ya no querían que me reflejará en lo que escribía y para mí es imposible porque la principal razón por la que comencé a escribir es porque quería hacerle saber a los demás que hay un mundo más allá de una vida ordinaria y monótona, la cual vivo porque así decidí que fuera.

Gracias a tantos problemas con mis libros me encerré en una casa a las afueras de la ciudad para ver si podía llegar a hacer algo más que relatos de sufrimiento y vivencia pura, tal vez aventurarme a la acción o al más barato romance que puede existir en el mundo, todo eso para intentar luchar contra lo que habitualmente escribía y me hacía feliz.

Convirtiéndome en una pobre desalmada que hace lo que los demás quieren que haga, un triste títere que no lucha por lo que quiere si no que se deja manejar por las cuerdas conectadas a todo su cuerpo, las mismas que son manejadas por comentarios endemoniados de personas sin alma ni escrúpulos.

Siendo exactamente lo que mis padres en algún momento llegaron a decir mientras me insultaban y se burlaban de mi por la vida que había decidido tener, una en la que creía que el amor puro que siento por los libros era más fuerte que todo y lo fue, pero parece que he perdido la magia, una que me daba el buen reconocimiento de la gente y que ahora no es nada más que escritos que se funden en la tinta de cada libro el cual firme y con el que entregué un pedazo de mi, una esperanza que quería mantener para así tener un proposito de vida.

Es lamentable decir que ahora me he convertido en una loca en busca de muchas razones para poder ir a la casa de mis padres y tocar la puerta, tal vez ellos decidan ayudarme y me quieran otra vez en su vida, donde debo regirme por los escritos de un hombre en un libro que se convirtió el mas vendido de toda la historia, la Biblia.

Quisiera también tener ese poder y mover masas de gente con creencias poco infundadas, llenas de huecos en la trama y dudas sin explicar que de seguro quedaron así porque quería que todos tuvieran un final abierto o que fuera de interpretación libre.

Yo, una chica de treinta años teniendo esos pensamientos tontos en los que intenta librarse un momento de las ataduras de su pecho que son indescriptibles y manchan la poca inocencia que le queda.

¿Por qué he llegado a un punto donde digo cosas en las que se nota que siento evidente lástima hacía mi misma?

Es una lastima convertirme en algo que quise destruir en cada uno de los párrafos de mis historias y que ahora se vuelve mi más vil realidad.

El mundo es tan cruel como los relatos de un libro de desamor y desilusión.

Lo peor de todo es que tengo el número de una persona que se puede convertir en mi salvación o en mi más grande sufrimiento.

Una chica que conocí desde hace un tiempo y que además de su innegable talento para mover las caderas como una diosa perdida, también es capaz de escribir cosas que pueden llegar a fascinar hasta a un analfabeta.

Pero mi egoísmo y orgullo me impiden que le escriba cuando sé muy bien que es mi única salvación, sería un ganar ganar y le daría la oportunidad de que se convierta en lo que más ama en el mundo, una excelente escritora.

Solo una simple llamada y un engaño que se convertirá en la esperanza que tanto ha esperado que llegue a su vida, tengo el poder de que su sueño se haga realidad y de poder salir adelante.

¿Qué me impide lanzarme al abismo de la perdición por un poco de felicidad?