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Capítulo 8

TRANSILVANIA
Actualidad

—¿No le has dicho verdad? —preguntó indiferente, observando el miedo en los ojos rojos del contrario.

—No soy yo quien tiene que decirle Seokjin —Hoseok vió fijamente a los ojos al vampiro—…¿Cómo está él?

—Bien, inquieto.

—Con justa razón —dijo burlón—. No lo dejas salir, nadie lo conoce. Siquiera yo sé cómo es ahora y eso que soy el único que sabe de la existencia de tu hijo.

—Y así seguirá siempre —dictó—. Él no va a salir nunca de nuestro hogar, no voy a arriesgarme a perderlo.

—No vas a perderlo. Pero si sigues sobre protegiéndolo va a odiarte.

—El no debió nacer, para cualquiera va a ser una aberración, Hoseok. Lo lastimarán.


†††††

TRANSILVANIA (Pueblo humano)
Quinientos años antes...

La pareja yacía acostada, alrededor de ellos almohadas blancas y debajo suaves sábanas que le permitían descansar y amarse cómodamente. Entre besos y caricias ambas criaturas de especies muy distintas se dieron cuenta que eran el uno para el otro, y que en contra de todo pronóstico eran destinados.

—Quiero que tengamos un bebé. —Susurró el chico rubio en el oído a su amante, mientras movía sus caderas.

—¿Cómo? —el contrario tartamudeó ante la petición.

—Me escuchaste cariño, quiero tener un bebé contigo. Me dijiste que podías dar vida. —Dijo con ojitos de bebé.

—Mi amor, si eso quieres te lo daré —besó el dorso de la mano de su amado, pasando su otra mano por su estómago delicadamente, imaginando el vientre del chico voluptuoso, sonriendo—. Pero tienes que saber que tienes que morir para tu familia. ¿Qué dirían si un chico humano puede concebir? Te matarían.

—No me importa —sonrió—. Yo quiero estar a tu lado.

Esa misma tarde Seokjin quedó en cinta, el fruto del amor entre ambos crecía en su vientre con cada día que pasaba. Pero los hechos de tal acto empezaban a tener consecuencias malas. Con el pasar de los meses y conforme su barriga crecía, su vitalidad y vida se iba en un suspiro. Jin era un simple humano, cargando en su vientre el hijo de un dragón que lo debilitaba cada vez más, claramente su hijo tendría algunos dones de su padre, no sería como él.

—Debemos hacer algo. —Advirtió Hoseok, quien había conocido a Jin algunos meses antes.

Cuando el vientre de un humano que paseaba en la oscuridad de la noche solitaria llorando, llamó su atención. Jin no tuvo más remedio que decirle la verdad a aquél mago, desde entonces, Hoseok había tratado de proteger a SeokJin.

—No... Me voy a deshacer de mi bebé. —Tartamudeaba el joven, débil, postrado en una cama.

—El padre desapareció hace una semana, de nuevo. Él sabía que ibas a empeorar y mira... Estás a punto de dar a luz y él no es digno de aparecer.

No sabía quién era la pareja del chico, él decía que era un híbrido, pero jamás dijo de qué.

—No lo culpes... Él anda en busca de una manera para que todo salga bien.

—¿Él te dijo eso? —el chico asintió—. Hay una forma.

—No lastimaré a mi bebé.

—No vas a lastimarlo, si no lo haces morirás, no tienes fuerza para dar a luz al hijo de un híbrido, es la realidad. Él bebé también podría morir.

El miedo en los ojos contrarios se desbordó en lágrimas y quejidos débiles, no se sentía para nada bien. No se arrepentía en absoluto de eso, haría lo que fuera para salvar al menos la vida de su hijo.

—¿Cuál es la solución?

—¿Confías en mí? —Jin asintió—. Vuelvo en un momento.

Los minutos pasaron, incluso horas. Seokjin se encontraba gimiendo de dolor, rendido, experimentando el dolor más grande que nunca en su vida imaginó, pues las contracciones de parto empezaban a matarlo lentamente.

Sentía miedo, un profundo miedo he incomodidad en sus partes íntimas. Siempre estuvo incómodo ante ese cambio, pero Namjoom le había explicado que transformar sus partes masculinas a femeninas era necesario para llevar a cabo el embarazo y por ende, dar a luz. Seokjin, no siendo un híbrido Omega, no podía ni concebir, ni dar a luz, por eso la transformación había sido completa. Porque solo los omegas masculinos eran capaces biológicamente de hacerlo.

Las lágrimas corrían por sus mejillas, arañaba sus piernas ante el dolor, se quejaba y se sentía morir en cada contracción.

De un momento a otro entre humos apareció nuevamente Hoseok, acompañado de otra persona; una muy pálida, casi sin vida, con ojos extremadamente rojos que lo veían perdidos, hipnotizados.

Hoseok detrás de él, susurró en su oído algunas cosas y el sujeto de forma mecánica asintió acercándose a él. Seokjin quería oponerse a lo que fuera que pasaría, pero las pocas fuerzas no se lo permitían. El hombre se sentó a su lado y se acercó a su cuello, sin más clavando sus colmillos en la yugular. El grito de Jin se ahogó por los mismos espasmos del veneno corriendo por sus venas y sangre, limpiando de su cuerpo cada gota de ella, desapareciendo todo rastro de vida de él. El tiempo se detuvo.

Seokjin quedó tumbado en la cama, muerto, las contracciones se detuvieron, ambos latidos cesaron anunciando la muerte de ambas vidas.

Hoseok en un chasquido de dedos acabó con la vida del vampiro, deshaciéndose inmediatamente de su cuerpo. Observó la figura de Seokjin, acunó entre sus manos la barriga de él y pudo sentir la leve vitalidad. No había respiración, no habían latidos y mucho menos movimientos del bebé. Pero sabía que despertaría, su cuerpo se estaba transformando y solo era cuestión de tiempo.

Con el pasar de los dos días próximos se dió cuenta del cambio, empezando por su cabello ahora blanco, su piel ahora era tan blanca como la nieve, sus ojos permanecían cerrados, pero sabía que al despertar serían tan rojos como la sangre.

Hoseok se encontraba leyendo, estudiando nuevos hechizos, cuando un grito desgarrador lo hizo dar un brinco y acercarse de inmediato a Jin, que había despertado en labor de parto otra vez. El mago tomó una sábana, colocándose entre las piernas del ahora vampiro, quien no tardó en dar a luz a su hijo y quedar mareado ante la confusión. Callendo profundamente dormido.

Hoseok observó con detenimiento al bebé, su cabello era negro, su piel aún más palida que la de su padre, sus ojos rasgados se mantenían cerrados y sus labios rosaditos se abultaban buscando comida, buscando sangre.

—¡Joder!

El mago hizo aparecer una cuna en la habitación, en la cual dejó el cuerpecito del bebé con delicadeza y desaparecer del lugar, momentos después volvió con copas de sangre para alimentar al pequeño niño llorón que no lo dejó en paz por las próximas horas.

Los días pasaron, Seokjin despertó y era él quien se encargaba del bebé. Luego de cuidarlo por un día entero, Hoseok no volvió a saber del pequeño, pues su padre lo había escondido o más bien encerrado en algún lugar. Así pasando meses.

—¿Qué has hecho con él?

—Está siendo cuidado —dijo cabizbajo—. Te debo la vida Hoseoki, te lo agradezco mucho, sin ti yo y mi hijo habríamos muerto.

—No tienes que agradecer nada. Cuídalo bien, ese engendro es un pequeño diablillo —Jin sonrió, tenía razón en decir que su hijo era demaciado inquieto—. Ahora dime en dónde has estado.

—Fuí a la catedral, allí vivimos —dijo con temor a la reacción del otro.

La catedral, así era llamado el lugar en dónde los vampiros vivían. Un pequeño pueblo en donde un castillo se alzaba, el lugar se escondía entre las montañas, alejado de todas las demás criaturas, entre la cómoda oscuridad.

—Esta muy bien, es adónde perteneces ahora.

—¿Hoseok?

—¿Mmm?

—¿Quién era el vampiro al que hiciste que me transformara?

—No lo sé, creo que era el líder del clan —se encogió de hombros.

—¿Lo mataste? —el mago asintió.

—No podía dejar que se enteraran de esto, tuve que hipnotizarlo para que lo hiciera. Lo hice por tí y por el bebé.

—Gracias —dijo sonriendo—. Pero gracias a eso ahora quieren que yo sea su líder.

—¿Quieres serlo?

—No lo sé...

—Serías perfecto para ese puesto —asintió considerando la idea—. Definitivamente tienes manera de líder.

—¿Tú crees?

—En absoluto —se quedó en silencio un momento—. ¿Qué dijo él cuando se enteró de tu transformación?

—Se molestó un poco, pero al fin y al cabo le vió el lado positivo. Viviríamos juntos y felices, ya no somos tan distintos.

—¿Qué dijo del bebé? —Seokjin quedó callado— ¿Qué pasa?

—Él cree que murió.

—¿Porqué le hiciste pensar eso?

—Yo no lo hice, él lo pensó a penas me vió. Ha andado demaciado raro, a veces se pierde durante una semana entera. Ya lleva diez días que no viene a casa, y cuando lo hace siempre anda en guardia como si algo fuera a pasar —al mago pareció molestarle, pues Jin nunca pudo presentárselo por la mera razón que siempre desaparecía— ¿Cómo te sienta ser el líder de los hechiceros?

—Bien, nada interesante la verdad. A veces voy, tengo a alguien que se encarga mientras no estoy —se hizo el silencio entre ellos un rato.

El paisaje nublado era espectacular, finos rayos de sol lograban tocar el suelo rocoso y esos eran evitado por Jin, la luz, el sol, simplemente lo odiaba.

—¿En dónde vives? —preguntó con genuina curiosidad.

—¿Quieres conocer? Te quiero presentar a alguien.

—Esta bien.

—Hablando de eso, ¿cuándo me presentarás al amor de tu vida?

Seokjin lo observó y rodó los ojos ante su sarcasmo, Hoseok le había dejado en claro su odio hacia el personaje que era el padre de su hijo. Pues Namjoom no estaba presente casi nunca, y no podía culparlo, había estado más presente su amigo que su destinado.

—No lo sé, él... Es inestable, ya lo sabes.

—¿Porqué sigues con él?. No lo entiendo.

—Hobi, es por que sé que él quiere estar a mi lado... pero es como si se alejara para protegerme. Sé que no es porque no quiera estar conmigo.

—Si tú lo dices...

Hoseok alzó su mano hacia el vampiro, este la tomó sabiendo lo que haría. Dieron unos cuantos pasos y la espesa neblina entre ellos dió paso a otro paisaje muy diferente, en segundos la imagen de las afueras de la catedral se convirtió en la vista de la puerta principal de un castillo.

—Bienvenido a mi hogar.

Jin observó como el mago abrió la puerta doble apenas para que los dos entraran, el interior era demaciado grande, la decoración lujosa con candelabros y estatuas claramente de oro y plata. Todo era muy bello. Hasta que vió bajar por las escaleras a un ser diferente, se asustó. Y aún más los nervioso se convirtieron en un nudo en la garganta, si tan solo hubiera sabido...

La criatura se detuvo frente a ellos, las alas arrastraban en el suelo, sus cuernos parecían una corona, superaba por mucho su altura, Pero era más bajo incluso que él, que Namjoom.

—Seokjin, te presento a Jungkook. Él es el hijo de Ra. Jungkook, te presento a Seokjin, el nuevo líder de los vampiros.

—Un gusto —el híbrido dragón extendió su mano, Jin la tomó dudoso y nervioso.

No sabía que estaba pasando. Namjoom le dijo, más bien le había ordenado no decir a nadie que se conocían, ahora conocía a otro de los híbridos dragón y estaba sumamente confundido.

—Lamento no haberte contado antes —sonrió el mago—. Primero quería que se conocieran. Jin, yo y Jungkook nos conocimos hace cien años, cuando Namjoom, el hijo de Keb desapareció —cuando escuchó su nombre sus nervios aumentaron—. Desde entonces lo hemos buscado.

—¿Hay más? —preguntó Jin.

—Taehyung, él...

—Él no está. —Intervino el híbrido. Con tono de odio, odio hacia Keb, Pero a la vez tristeza porque Namjoom había apoyado en eso.

Seokjin no dijo nada. Trató de comprender en las palabras de ambos el porqué de todo, Pero aún así muchas más preguntas vinieron a su mente, y solo había una criatura que podría responder sus dudas, Nam. Tres días después, Jungkook calló en su letargo de quinientos años.

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