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Capítulo 6

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Los próximos capítulos componen flashback de acontecimientos previos, estos capitulos en comparación a los otros serán un poco más largos. Pero contarán orígenes importantes.

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TRANSILVANIA
Mil años antes...

—Nam ¿Has visto a Tae? —el joven moreno negó, siguiendo su lectura de aquél libro en papiros.

—¿Ya buscaste en el ático?

—Ya

—¿En la casa del bosque?

—No está ahí.

—¿En el kiosko del lago?

—Tampoco está ahí, Namjoom, me estoy preocupando. No lo encuentro por ninguna parte —el moreno sonrió apartando su vista de las letras.

—Está detrás de tí.

Ni bien Namjoom terminó de decir aquello, sintió su cuerpo ser empujado he impactar contra el suelo, siendo apresado por el delgado y esbelto cuerpo de su amigo.

Namjoom desde su posición los observó con una sonrisa, negando rendido.

—Par de inmaduros —mencionó Nam para luego regresar a su lectura.

—¿Dónde estabas? —preguntó Jungkook desde abajo.

—Estuve todo el tiempo a tu lado, Kookie —el pelinegro gruñó.

—Sabes que odio cuando usas tu poder para esconderte de mí, me preocupo.

—Lo siento. Estaba aburrido y quería jugar.

De un momento a otro entre un campo de fuerza semitransparente, Namjoom vió desaparecer a sus dos amigos. El poder de Jungkook era casi igual a los suyos, se ahorraban mucho solo pensando en donde querían estar.

Taehyung todavía no se acostumbraba a esos viajes por el espacio-tiempo, seguía mareandose como la primera vez que Jungkook desarrolló sus poderes y lo llevó a la sima de una montaña para apreciar la luna llena de esa noche estrellada, había sido hermoso.

Jungkook aprovechó el despiste del menor para invertir las posiciones, quedando encima de él, con las esbeltas piernas del peli blanco a cada lado de su cadera.

—¿Quieres jugar entonces? —el chico asintió—. Bien, dime adónde quieres ir, ya hemos visitado muchos lugares pero... Más de algún lugar debe haber.

—Quiero quedarme contigo. —Dijo Tae con sus ojos azules más oscuros de lo normal.

—Siempre estás conmigo.

—No —el menor empezaba a perlar su nivea piel con gotas de sudor—. Quiero estar contigo Jungkook.

El menor balanceaba sus caderas, provocando a Jungkook, quien tenía apresadas sus manos con una sola de él. Tae sentía un extraño calor recorrer todo su cuerpo, era la primera vez que lo sentía y quería, tenía la necesidad de restregar su cuerpo en el de su amigo. El azabache tomó las caderas del menor con fuerza intentando detener sus movimientos con un bonito sonrojo en sus mejillas.

—TaeTae ¿Qué haces?

—Quiero... Quiero estar contigo.

—No Tae, esto no es... —sus palabras fueron calladas de inmediato.

Los labios de Taehyung estaban sobre los suyos moviéndose como si muchas veces antes lo hubiera hecho, pero no, aquella era la primera vez de ambos en todos los sentidos. La piel del menor ardía, Jungkook pudo sentir lo caliente que estaba y sus ojos pasaron a ser a un par de iris color plata que destellaban lujuria.

Jungkook jadeó ante la hermosa imágen, joder que él también quería, empezaba a sentir su cuerpo reaccionar ante las caricias del menor, estuvo a punto de ceder pero entre el trance de la calentura reaccionó.

—Lo siento

Desapareció, quedando de rodillas a unos cinco metros de Namjoom, quien al verlo jadeante y alterado se acercó a él. Cuando estuvo a pocos pasos de él lo supo por su aroma.

—Carajo.

Namjoom ya había vivido su primer celo y no había sido para nada grato pasar por ese momento.

—Tae... Ayúdalo... Está en su habitación.

Nam estuvo a punto de salir a buscar al menor, pero la mano de Jungkook sobre su brazo lo detuvo.

—Jungkook, tienes que calmarte.

—Aléjalo de mi, Namjoom, por nada del mundo dejes que se acerque a mí. No quiero lastimarlo.

Tres días después...

Namjoom había soportando los sollozos y llanto de Taehyung, le lastimaba ver a su amigo de esa manera. Había estado a su lado en la misma habitación, intentando calmarlo cuando el menor se arrulló en él a llorar por el rechazo de Jungkook, como en esos momentos, que se encontraba acariciando su cabellera blanca.

—Él no te rechazó Tata, solo no quiere lastimarte.

—Si me rechazó, él no me quiere.

Y con eso, a lo largo de los tres tortuosos días de atender a sus amigos se dió cuenta que ambos eran destinados, que debían estar juntos, que hacer algo como lo que estaban haciendo no valía la pena porque al fin y al cabo ambos terminarían complementándose. Lo único que estaban logrando con eso era lastimar a sus dragones e instintos.

Después de dejar a Taehyung dormido, Namjoom se dirigió a la habitación del otro menor, al entrar pudo ver el desastre que era. Los muebles de madera maciza estaban arañados completamente, las cortinas rotas, la habitación estaba a oscuras, ni una sola vela alumbraba el lugar, solamente se veía la claridad de la luna apuntar a la cama y hacia el cuerpo de Jungkook que yacía con la respiración agitada.

—Jungkook, esto les está haciendo daño.

—No puedo Namjoon, no quiero hacerle daño.

—No lo harás, tus instintos no te permitirán hacerlo.

Jungkook nervioso se levantó quedando frente a su mayor, Namjoom siempre había sido la figura parterna que les había faltado desde que sus padres desaparecieron.

—Tengo miedo —Namjoom sabía que así era, pues no era para menos, Jungkook a penas tenía diecisiete años humanos y Tae dieciséis.

—Lo sé, Jungkookie —lo atrajo hacia su pecho, soltando sus feromonas calmantes que lograron relajarlo, siempre calmaba a ambos dragoncillos con su aroma.

A sus veinte años humanos, Namjoom había aprendido a cuidar de esos dos revoltosos, había construido con magia aquél gran castillo para darles un hogar, para no tener que ver que sus amigos durmieran en cuevas como lo hicieron en una temporada.

Aunque tuvo que soportar convivir con las criaturas no mágicas a las que su padre y sus complementos habían quitado el don del poder. Luego de que los seres mágicos como elfos, duende, hadas y muchas más criaturas se confabularon para intentar obtener el poder de sus padres. Ellos los habían convertido en lo que eran ahora, humanos sin gracia que temían a la idea de acercarse al castillo. Porque, él mismo se había encargado de regar el rumor de los asesinatos dentro del mismo, todo para proteger a Tae y Jungkook, para que ninguna criatura se atreviera a lastimarlos.

Pero ahí no se había quedado todo, pues las demás especies que se negaron a unirse a aquella absurda guerra de poder habían tomado a Namjoom como el líder de todos. Vampiros, lobos y hechiceros, las tres especies más poderosas aprendieron a convivir bajo su mando. Y así habían vivido los últimos siglos en paz.

—¿Puedes quitar su celo con magia? —Namjoom rió ante las ocurrencias del menor.

—No Kook, mis poderes, ni ninguno en realidad puede llegar a quitar algo que pertenece a tu naturaleza.

—¿Qué tengo que hacer? No sé que hacer. —Respondió nervioso. Comprendía las dudas, comprendía perfectamente el miedo de Jungkook en esa situación. Él habría querido que alguien le dijera lo mismo.

—Solo tienes que besarlo, de ahí en más sus instintos van a reaccionar y los guiará a ambos.

Jungkook se sonrojó al recordar el primer beso de ambos tres días atrás, pues estuvo a punto de perder la cordura con Tae.

El menor asintió y se encaminó nervioso y temblando hacia la puerta, al abrirla el tenue olor a incienso que despedía el peli blanco lo hizo tambalear aferrando su agarre aún más fuerte. Trató de controlarse, y empezó su camino por los pasillos del castillo, sintiendo cada vez más el tentador aroma, hasta escuchar como de una habitación provenían gemidos y jadeos lastimeros que parecían ser ahogados por algo.

Abrió la puerta lentamente, encontrando a Tae hecho una bolita en la cama, con su rostro escondido en las sábanas.

—Taehyung —llamó suave, viendo cómo el menor se escondía más de él—. No te escondas, hermosura —Jungkook se apresuró a llegar a su lado, colocándose encima de él, como aquella primera vez que estuvieron juntos así de cerca—... Yo... Solo no quería hacerte daño, en ningún momento te rechacé. Sería incapaz de hacerlo.

Taehyung quitó sus manos de su rostro, y pudo ver el rostro del amor de su vida frente a él. Porque si, Tae estaba perdidamente enamorado de Jungkook desde mucho tiempo atrás.

—No mientas.

—No miento, no tienes idea la forma en la que he sufrido por no estar a tu lado —Jungkook sumergió su cabeza en el cuello del menor, besando el área en dónde su olor era aún más fuerte, lamiendo y saboreando. Sintiendo como sus instintos empezaban a despertar.

—Jungkook —gimió al sentir los besos en su cuello, y la mano de Jungkook subir hasta quitar sus prendas, quedando desnudo ante él, con la vergüenza a mil.

Todo el tiempo él, Jungkook y Namjoom permanecían en su estado como simples humanos, les era más cómodo que andar por ahí con alas, cuernos y sus colas. Pero ante Taehyung se estaba presentando la transformación híbrida de Jungkook, los ojos amarillos de él lo veían desde arriba con deseo.

Jungkook supo en todo momento como tratar al menor, como hacerlo suyo de la manera más delicada posible, sabía y se sentía bien al ver que Tae estaba disfrutando ese momento. La primera primera vez de ambos.

Lo sabía en sus gestos, en sus caricias, en la forma que movía sus caderas intentando que su miembro llegara aún más profundo, la manera deliciosa en la mordía su labio mientras soltaba su exquisito aroma que nublaba su juicio y hacía que en su mente solo se escribiera su nombre, lo sabía por el susurró de Tae al implorar que lo marcara como suyo.

Esa noche, esa magnífica noche Namjoom pudo contemplar sonriente en el cielo un hermoso eclipse, en dónde se simbolizaba la unión del sol y la luna en todo su esplendor. Él sol había marcado a la luna como suya, y la luna había aceptado con amor infinito aquella marca que los uniría por toda una eternidad.

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