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Capitulo 4

Sus almas estaban unidas, sus cuerpos bañados de sudor se deleitaban el uno con el otro. Los besos húmedos de Jungkook recorrían la perfecta mandíbula del rubio de ojos azules, mientras se clavaba en su interior con vehemencia y adicción de sentirlo.

Creyó que podría resistir el celo del menor, quiso respetar ese momento y controlarse para no asustar a Tae, pero fue el mismo rubio quien salió en su busqueda, rogando, implorando que calmara las llamas en su interior.

Habían pasado horas desde que Taehyung sentía su interior quemar, mucho más fuerte que esa vez en el bosque, cuando él le había ayudado un poco a su malestar.

Ahora se sentía más vivo que nunca, entre sus brazos sentía que el fuego se disipaba, que su alma encontraba paz y que su lugar era estar a su lado. Lo sabía, lo sentía en cada vértebra, en cada célula de su ser, que ese hombre era su destino.


†††††

Una semana después...

—¡Aléjate de mi, imbécil depravado!

—Taehyung, tú me buscaste a mi. Yo quise contenerme pero tú no cooperaste.

—¡Cállate!

—Cállame.

—¡Maldito reptil! —Jungkook frenó en seco y solo bastaron unos segundos para que estallara en carcajadas.

—Ey, tú también lo eres.

Luego que pasara el celo de Tae, el peli rubio tuvo que ser atado a una silla para poder explicarle el asunto, la cuestión era, que Taehyung tenía un carácter un poco... Peculiar.

Tae se giro y caminó hasta quedar frente al ser de sus pesadillas y sueños a la vez, la mezcla de emociones era bastante extraña, pero si de algo estaba seguro era que no lo soportaba. Quedó a escasos centímetros de su rostro, Tae tuvo que alzar su rostro y Jungkook tuvo que agacharse para verse fijamente, la estatura entre ellos era considerable.

—Yo no soy una bestia como tú.

Y se giro, sin querer escucharlo más, pero su martirio era ser seguido por él a todas partes.

—Ahora dímelo cuando tú mismo te lo creas.

Tae gruñó y siguió caminando hacia el salón de clases, odiaba matemáticas, pero eso era mucho mejor que soportar la presencia de Jungkook.

—No soy nada de eso, y me niego a que un ser como tú sea mi destinado —Jungkook sonrió con dulzura.

—Ya tenemos un avance, al menos te refieres a mi como tú destinado.

—No sabes cuánto me arrepiento y cuánto desearía que desaparecieras.

Tae sintió ser jalado y pegado contra la pared, el cuerpo de Jungkook lo tenía apresado sin posibilidad de librarse, una de sus piernas se interponía demandante entre las dos de él, sus manos estaban sobre su cabeza y su cintura era rodeada por uno de los brazos del pelinegro.

—Eso no decías cuando te tenía en cuatro —dijo muy cerca de su boca con aquella voz ronca, las mejillas de Tae no soportaron la vergüenza y las emociones del tono de voz de su mayor—. Déjame refrescarte la memoria "Si, así, Jungkook-ah, más"... Eres insaciable, y me encantas —lamió su cuello para luego besar sus labios de forma ardiente y posesiva—. No te equivoques cariño, amo tu forma de ser tan rebelde, pero eres mío y de nadie más.

—Sueñas.

—Hazlo, intenta permanecer lejos de mi, intenta que alguien más te toque y verás que no miento.

—¿Qué haz hecho? —preguntó Taehyung asustado.

—Es nuestro lazo; por mínimo que sea estamos unidos, y ni tu, ni yo, ni nadie puede romperlo.

Jungkook soltó al menor y caminó en dirección contraria, en esos momentos no deseaba hacerse pasar por un estúpido estudiante ignorante.

En la hora libre del rubio se sentó frente a él a varios metros de distancia, un chico castaño rodeaba su hombro y estaba a punto de dejarlo completamente incinerado cuando una mano en su hombro lo detuvo.

—No vale la pena Jungkook. Déjale, Taehyung se va a dar cuenta muy pronto.

—¿De qué hablas Hoseok? ¡El está como si nada! —el hechicero rió fuerte ante la ingenuidad de su amigo—. Es tu culpa por no retenerlo aquella vez en el castillo, ahora me odia.

—Observa bien. Te estás dejando llevar por los celos.

—Según tú ¿Qué tengo que observar?

Hoseok sonrió señalando con su mirada en dirección al grupo de chicos que rodeaba al rubio y al otro joven castaño, que se creía con el derecho de acercarse a él. Apretó su mandíbula escondiendo su mano, esta ardía y de ella salía humo y pequeñas llamas listas para aterrizar en su blanco.

—Está apretando sus piernas, la marca le está quemando por el contacto del otro chico. Su mirada está perdida, lo que significa que está recordando los acontecimientos de los días anteriores —Hoseok entrecerró sus ojos y observó más a detalle—. No, específicamente te está recordando a tí —dijo con una media sonrisa divertida.

—¿Cómo sabes?

—Se removió incómodo, apretó más sus piernas, su frente está sudando y estaba mordiendo su labio.

Jungkook quedó estupefacto ante la descripción tan detallada de su amigo.

—Te tengo miedo —dijo viéndole con fingido terror. Ambos rieron, apartando por un momento el hecho que otro chico tenía abrazado a su destinado.

—Se va —dijo Hoseok, Jungkook volteó a ver. Tae se dirigía de nuevo al interior del edificio.

—¿Adónde?

—Jungkook —el mencionado lo observó y el mago tuvo la tentación de darle con su puño en la cara para que reaccionara, a veces dudaba que él fuera un híbrido de dragón—. El celo de Tae se calmó, más no ha pasado del todo. Es su primer celo, debes estar con él en todo momento.

—Maldición. Me voy.

No esperó respuesta y sólo se levantó dejando al hombre gótico terminar su almuerzo. Hoseok arrugó su entrecejo, en definitiva la comida mundana de las escuelas era un tremendo asco. Extrañó el filete al horno, con aquella exquisita ensalada y aderezos que hacían en el castillo, con aquél delicioso vino tinto que lo acompañaba.

—Hola —dijo una voz tras él, se volteó a ver. Y se quedó quieto al ver a un ser tan hermoso como el que tenía enfrente— ¿Eres nuevo? —Hoseok asintió sin saber que decir— ¿Puedo sentarme? —el pelinegro volvió a asentir.

El chico pálido y castaño, con bonitas mejillas, de estatura más baja que la suya y aura inocente se sentó a su lado, colocando su bolso en sus piernas.

—Mucho gusto, mi nombre es Yoongi —dijo tendiendo su mano al extraño chico de vestuario completamente negro que había captado su atención.

El chico de piel canela tomó su mano con delicadeza y la llevó a sus labios dejando un casto beso. Sintiéndose regocijado con el rubor en las mejillas del pálido.

—Mi nombre es Hoseok y estoy a tus servicios, hermosura.

†††††

Buscó por todas partes, pero en ningún lugar encontraba a Taehyung. Revisó cada salón, pero todos estaban vacíos a causa de la hora libre, solo le faltaba revisar en los baños. Caminó hasta el lugar sin encontrarlo al final, estaba empezando a preocuparse demaciado por su Tae.

Caminó con rapidez hacia la salida, pero un sonido extraño lo frenó por completo. En el pequeño cuarto del conserje se escuchaban gemidos y jadeos sonoros que podían ser escuchados fácilmente por cualquiera, de no ser porque los pasillos estaban vacíos.

Con su mano temblorosa abrió la puerta y se quedó pasmado, babeando ante la imagen frente a él.

—Jungkook —el chico gimió su nombre viéndolo fijamente—. Por favor ayúdame.

«Maldicion», pensó ante la perfecta imágen.

Taehyung estaba encima de una mesa, completamente desnudo de su parte inferior, con las piernas abiertas de par en par. Dos dedos suyos entraban y salían de su húmeda entrada y la otra acariciaba su glande a punto de correrse.

La imagen en definitiva era gloriosa.


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