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Capítulo 17

—Ya tienes que irte a casa, tengo que regresarte al castillo antes de que Jinnie se preocupe. 

—¡No quiero, y no voy a regresar!

El chico salió corriendo de la campaña, el mayor lo siguió intentando tomarlo de sus prendas, pero este lo esquivó, y al llegar a la mitad de las fila de tiendas por tercera vez se transformó por completo sin siquiera quererlo. Todos los presentes lograron ver a un dragoncillo color marrón claro, con ojos dorados y escamas de color tornasol, que al contacto con la luz dejaban ver varios colores a la vez. Corría, chocando desorientado con algunas campañas, aún no estaba adaptado y no podía manejar muy bien a su dragón, estaba asustado; pero si de algo estaba seguro, es que por nada del mundo se iría sabiendo que el hombre que lo llevó a ese lugar era su padre, Namjoon. El que según estaba muerto, no se iría sin explicaciones. 

—¡Yoongi! ¡Detente, te harás daño! —gritaba rudamente el mayor, que aún no hacía nada para detenerlo, pero en su tono de voz se escuchaba la preocupación. 

De inmediato se formaron tres filas de hombres armados, apuntando hacia el dragón menor que aún se tambaleaba desorientado. Un grupo de otros cinco de sus soldados rodearon para proteger a su lider del que creían que era un atacante, y los hombres se posicionaron para disparar de manera rápida.

—¡Quien dispare o lo ataque le cortó la cabeza! —Gritó Namjoon a todo el ejército, quienes bajaron las flechas y lanzas, completamente confundidos. 

Avanzó por entre los soldados hasta llegar a Yoongi, quien no lograba controlarse. 

—¡Yoongi! ¡Cálmate! —pero el dragoncillo no cedía a su propio poder. 

Así que de un momento a otro, Namjoon optó por convertirse de la misma forma para ayudar al chico. Se acercó a él, recibiendo de Yoongi ataques incontrolables. 

¡Ya basta, Kim Yoongi!

Al escuchar la voz de mando, inmediatamente su ser se inmovilizó. El pequeño dragón se agachó por completo, quedando completamente con su torso en el suelo a modo de sumisión. 

Lo siento, tenía que hacerlo, Yoongi. 

No… puedo controlarlo. Tengo miedo, papá. 

El corazón de Nam latía a una velocidad sobrenatural, él creyó que su hijo lo odiaría, pensó que en cuanto se diera a conocer rechazaría cualquier contacto con él. Es por eso que se había resignado a observar a SeokJin desde lejos, los primeros días fueron muy difíciles, el impulso que tenía por ir a abrazarlo y besarlo eran más grandes que su propia existencia, es así como al tercer dia no pudo más y se acercó a él, y lo besó como tantas veces había soñado. Pero enterarse que aquél bebé que él había procreado junto a su hermoso humano estaba vivo, era todo lo que necesitaba para tener la convicción de seguir luchando, para estar con ellos. 

Lo sé, hijo. Aquí estoy. 

Nam se agachó de igual forma, colocando su cabeza encima de la de su hijo. 

¿Qué… hago? 

Respira, relájate. Aquí estoy, hijo. 

El menor inhaló y exhaló repetidas veces para tranquilizarse. Sentía el aroma que desprendía el mayor, este lograba calmar aún más sus nervios, el aroma eran varios a la vez; tierra húmeda, flores, el aroma del amanecer, o el que se encontraba en un prado bajo un cerezo, su aroma era el de la naturaleza misma. 

No lo podía creer, era su padre, y en cuanto de los labios de él salió explicarle, no había podía simplemente obedecer a la orden de volver al castillos y aparentar que había descubierto que su padre estaba vivo. Era algo imposible. No se iría, había visto a su padre llorar muchas veces, habían pasado décadas, pero sabía él aún no superaba la supuesta muerte de su pareja. Él tenía que saberlo, Seokjin, su padre tenía derecho a saber que Namjoon estaba vivo. 

En cierta parte se encontraba molesto ¿Es que acaso él no quería estar con ellos?, su padre le había comentado muchas veces de las desapariciones del híbrido, y que este se portaba extraño, jamás le quiso decir porqué, pero podía deducir que era algo de suma delicadeza. Por eso nunca insistió a su padre en contarle, porque él mismo podía sentir el nudo en la garganta del vampiro con solo tocar el tema. 

Sin embargo, ahora tenía a su otro padre para resolver sus dudas, y aunque estuviera en muchísima desventaja, se enfrentaría a él con tal de saber la verdad. 

Ya me siento mejor —dijo casi quedo, lo suficientemente fuerte para que el mayor lo escuchara. 

Bien… ahora tienes que aprender a controlar tu transformación, piensa en tu yo interior, visualiza tu cuerpo, siéntete a ti mismo y piensa que quieres volver a ser un chico. 

Lo hizo tal y como lo había ordenado él, y tan pronto como Yoongi volvió a su cuerpo, Namjoon lo siguió, quedando ambos abrazados en el suelo. Inmediatamente ayudó a su hijo a levantarse y lo empujó de sus hombros hacia la multitud que conformaba su ejército. 

—¡Él es mi hijo! —informó en voz alta para que hasta la última criatura se diera cuenta—. Nadie lo lastimará, es parte de nosotros. 

—¿Parte de ustedes? —murmuró con felicidad y sorpresa. 

—Después hablaremos de eso, jovencito. —Namjoon trató de mantener la compostura seria, pero era imposible, su hijo, el hijo al que siempre lloró estaba frente a él. Y no pudo controlarse de volver a abrazar su pequeño cuerpo. 

Ambos avanzaron hacia la tienda nuevamente, cada soldado que lo veía pasar lo veía de forma curiosa, pues delante de ellos se mostraba un humano común y corriente, ni siquiera su líder tenía ese aspecto, el aspecto común de él era demaciado imponente para cualquiera. 

Al llegar de nuevo, no sabían que decir. O bueno, al menos el mayor no sabía cómo empezar a excusarse sobre sus actos reprochables. Yoongi tenía una única pregunta, una que englobaba absolutamente toda una historia. 

—¿Por qué? 

Namjoon caminó por el interior de la campaña, por primera vez teniendo fuera de su alcance el control de sus sentimientos. Porque… cuando se trataba de las personas a las que amaba, se abandonaba completamente de ese escudo de rudeza. 

—Es difícil de explicarlo, hijo. —Yoongi se cruzó de brazos. 

—Pues no me iré de aquí hasta no saber todo. —Se dejó caer en un asiento acolchado de piel, y Namjoon sonrió con gracia. 

—Eres terco igual a tu padre. 

—A alguien tenía que salir —se encongió de hombros. 

—Pero también te pareces a mí… es una mezcla hermosa. 

—Eres mi padre —dijo saboreando aquellas palabras en su boca, sintiendo el vacío en su pecho ser llenado por esa frase—. También tengo que parecerme a tí. 

—Creí que me odiaban. 

—Papá siempre me habló de tí, él dice cosas maravillosas sobre la relación que tenían, también del como diste tu vida por protegernos. 

Un hueco en el estómago del mayor se formó, a pesar de todo sentía que no era merecedor de lo que se diga bueno de él. 

—Tu padre… ¿Él…?

—Él te ama, y lo hará para toda la vida —Namjoon levantó la vista con los ojos brillosos—. Jamás ha vuelto a ver a nadie, lo he escuchado rezar a la luna, al sol, al viento y a la tierra por un milagro. 

Las lágrimas ya caían de los ojos de ambos, aún así Namjoon no podía volver, no podía a menos que se decidiera de su padre por siempre. 

—Lo siento, no quería. Ni siquiera tenía en mis planes que esto pasara, pero pasó y es mejor que así esté hasta que solucione todo. 

—Cuéntame, por favor. Merezco una explicación de tu ausencia. 

¿Debería? Por supuesto, era su hijo y necesitaba explicarle todo desde un inicio, talvez así liberaría un gramo de la consciencia que le pesaba con todo su ser…

FLASHBACK 

La sangre se derramaba de su cuerpo, sus entrañas estaban cada vez sintiéndose más y más inútiles, sus manos y piernas empezaban a sentir los estragos de las ráfagas heladas que culminarían con su vida. Estaba muriendo, y lo único que le dolía en ese momento es escuchar el llanto de Seokjin, el amor de su vida. Él no merecía estar sufriendo su muerte. 

—Lo siento, amor… siento ser el que… te provoque este inmenso. Dolor. 

—Nam, cariño. No me hagas esto, no me dejes. 

Seokjin tomaba las mejillas del híbrido recostado en el suelo, rodeado de un charco de sangre. 

—Lamento… lo de nuestro hijo. Si yo… hubiera estado. Él… 

—Mi amor…

—Te amo, Kim Seokjin. 

Esas habían sido sus últimas palabras, y luego de sentir unos esponjosos labios sobre los suyos, su vida se apagó finalmente. O al menos eso creyó en los agonizantes últimos segundos de su vida… 

Meses después despertó, completamente confundido y sin recordar absolutamente nada. Encontrándose en una casa en el bosque, resultaba que ahí habitaban un par de híbridos dragones como él. No sabía que hacía ahí, ni siquiera sabía su nombre y eso ya era frustrante, siquiera recordaba su origen o algo que le revelara quien era. 

La pareja lo llevó al pueblo, el pueblo de los híbridos dragón quedaba oculta de cualquier otra especie, el porqué era que ellos eran los más territoriales y reservados. No gustaban mezclarse para nada con las demás especies, al punto que éstas otras creían que ellos ya no existían. Por el contrario, ellos se mantenían en una unión mas grande que de donde él venía realmente, muy fuera de las tierras de Transilvania, los híbridos mantenían lazos fuertes entre sí.  

La vida por un par de décadas le fue demasiado tranquila, no necesitaba de un omega a su lado, y eso lo frustraba porque no podía pensar en tener a nadie con él,  y no porque no quisiera sinoporque simplementeno podía, no cuando en sus sueños se dibujaba una hermosa silueta de un chico castaño, no cuando veía a ese mismo chico con ojos rojos, piel pálida, labios carmesí y una cabellera blanca realmente hermosa. Sentía en su corazón una tremenda devoción por alguien que no conocía, o quizás por el grito de su propia mente de recordar al amor de su vida. 

Se molestaba enormemente cada vez que no podía recordar, porque cada vez esos sueños  eran cada vez más y más extraños. Le debía la vida a aquella pareja que lo había rescatado, pero tenía que buscar su origen, así que se forzó a recordar, obteniendo nada en realidad. Hasta que llegó un día en especial, uno más raro de lo que creyó. Ese día sintió que una parte de él revivió. 

Esa noche había soñado muchas cosas, pero entre ellas a dos híbridos más jóvenes que él, y de nuevo a ese chico que despierto le robaba suspiros de solo recordar las imágenes de sus sueños. Todo, absolutamente todo se reprodujo en su mente de golpe, como una película que se repetía una y otra vez con demasiada rapidez. Al despertar, Kim Namjoon sabía de dónde venía, sabía quién era ese chico, Seokjin. Recordó todo. 

Es así como empezó a formar nuevamente un ejército. Quizás tenía ganado un espacio en el infierno por todo las cosas que había hecho, entre ellas secuestrar y borrar las memorias de los que “desaparecían” mágicamente de Transilvania, pues él era la razón. Muy pocas veces dejaba ir a algunos al ver si en realidad aprovecharía su vida humana, pero al ver a seres humanos sin visión, saliendo del pueblo por puros miedos infundados, simplemente los transformaba a híbridos que le ayudarían a acabar de una vez por todas con su propio padre. 

FIN FLASHBACK 

—Así que… ¿No has estado con nosotros por eso? 

—Si. Y no pienso volver hasta que termine con esto, y no pienso discutirlo con nadie. —Yoongi asintió dándole la razón. 

—Tienes razón —se levantó y observó a su padre a los ojos, aunque el mayor lo observó dudoso, esperando un pero se por medio—. Déjame ayudarte. 

Y ahí estaba…

—Ni loco, Yoongi. Demasiado hice con exponerme a tí, estoy considerando la idea de borrarte la memoria…

Yoongi retrocedió con miedo, pero el mayor no lo veía, estaba viendo fijamente hacia una mesa de madera labrada en dónde tenía unos pergaminos, algunos lograba ver qué eran mapas. 

—No serías capaz… si lo haces jamás te perdonaré y te odiaré toda la vida. —Namjoon lo observó con tristeza y a la vez diversión. 

—No. No soy capaz de hacerlo, ya lo hubiera hecho si fuera así. Pero aún así, tengo que mantenerte alejado de todo esto. 

—Pero…

—Pero nada, tienes que regresar al castillo y esperar a que todo termine. 

—¡Eso puede durar siglos! 

—Lo que tenga que durar, al final estaré de nuevo con ustedes sin miedo a que los arrebaten de mi, sin miedo a ver morir a tu padre o a tí por mi culpa. 

—Eso no pasaría… 

—Yoongi, mi padre cree que estoy muerto porque él mismo me asesinó. Tiene encerrados a los padres de Taehyung y Jungkook por avaricia de poder, a sus propios complementos… ¿En serio crees que tendrá piedad con ustedes? 

Namjoon se notaba ansioso y desesperado de solo pensar en que algo les sucediera. 

—Entonces entréname. 

—¿Qué? —El mayor estaba perplejo. 

—Enséñame a defenderme y defender a otros. Si acaso llega a pasar algo, ¿No crees que alguien tendrá que proteger a la familia? 

Namjoon comprendió y cuando lo hizo empezó a reír, el menor lo observaba molesto y confundido mientras su papá dejaba olvidados los espasmos de su risa, y solo quedaba en su rostro la felicidad y diversión que le creaba su hijo. 

—Ay no…

—¿De qué te ríes? —Namjoon lo vió de reojo con una sonrisa. 

—Eres igual de manipulador que tu padre. 

—Mi papá no es manipulador.

—Lo es, y conmigo era experto haciéndolo. 

Yoongi arrugó su nariz, la seriedad de su padre y su semblante casi sin emoción no le daba la oportunidad de verlo de otra manera. 

—Bien… entonces déjame ver cómo eres en realidad. —Namjoon rompió el silencio cruzándose de brazos y sentándose sobre la mesa. 

—¿Cómo? Así soy. 

—No hijo, esa no es tu apariencia. 

—¿Cómo? 

—Tienes mucho que aprender… —Concluyó con un suspiro. 

—¿Entonces, si me vas a entrenar? —El brillo en los ojos del menor eran hermosos. 

—Si, hijo. Voy a enseñarte todo lo que sé. 

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