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Capítulo 13

—Tengo que llevarlo al castillo. —Declaró su padre. 

La fiebre no había bajado en toda la noche, Jimin temblaba y decía palabras sin sentido, propias de una posible alucinación. Ni Yoongi, ni Seokjin durmieron velando su sueño, poniéndole en su cabeza paños de agua medianamente helados para bajar su calentura, pero ésta no cedía a bajar. 

—¿Puedo ir? —No quería dejar solo al chico, después de todo estaba enlazados, aunque no lo quisiera, era su Omega. 

Su padre lo observó de mala gana, las ganas de encerrarlo de por vida no le faltaban, pero ahora su hijo resultaba enlazado. Y para desgracia misma, no con cualquier Omega. 

—Tienes que venir —se resignó a contestar el vampiro—. En el castillo hay alguien que puede curarlo de inmediato. 

—¿Quién?

Su padre chistó con los dientes, iba a revelar una pequeña mentira que le había dicho al menor solo para calmar su hiperactiva duda en el tema. Se encogió de hombros y quitó la mirada de su hijo, levantándose de la cama en dónde se encontraba tendido el omega.  

—El hechicero escarlata —los ojos de Yoongi se abrieron sorprendidos. 

—¡Me mentiste! ¡Dijiste que él no existía y que solamente era una leyenda! 

—¿Qué más podía hacer Kim Yoongi?, querías ir a donde se convirtió en inmortal. No dejaría que mi hijo de diez años hiciera tal locura. 

Yoongi no pudo sentirse más decepcionado y engañado, y lo peor, por su propio padre.  

—¿De casualidad me mentiste y tenemos más familia? 

—De hecho… —Seokjin apartó la mirada, sin pizca de emoción. 

—¿Tenemos más familia? 

—En teoría. Jungkook y Taehyung, hijos de Iah y Ra, prácticamente podrían ser tus tíos. 

—No inventes. 

—Solo te pido un favor, Yoongi. Ve en tu forma humana, necesito explicarles a ellos antes como sucedieron las cosas, ¿De acuerdo? 

—Claro.

Y casi de inmediato, Yoongi dió paso a su forma humana. Al simple chico que había conocido al amor de su vida, y hora que lo pensaba, saldría nuevamente con la casaca de gorro para prevenir si es que acaso lo veía afuera. No soportaría tener que explicarle toda la verdad a Hoseok en esos momentos, si quiera sabía si lo volvería a ver. Y eso le hacía sentir devastado. 

—Cárgalo y vámonos. 

En cuestión de minutos estuvieron en las puertas del castillo. Entraron sin hacer un solo ruido y Yoongi fue guiado por su padre a través del gran castillo, estaba asombrado, todo era hermoso y espacioso, tal como los castillos que leía en los cuentos de su biblioteca; con cuadros de pinturas, adornos de oro y plata, esculturas, candelabros, y telones que cubrían ventanas de vidrio.

Su padre abrió la puerta de una habitación y le indicó a su hijo dejar el cuerpo de Jimin en su cama. 

—Esta es su habitación —dijo como instrucción su padre—, supongo que tú tendrás la tuya ahora —murmuró el mayor—. Sígueme. 

Ambos salieron de la recámara. Yoongi siguió a su padre hasta un salón espacioso con una mesa en el centro y unas cuantas sillas alrededor. 

—Esta es la sala de reuniones, espérame aquí —Seokjin dió la vuelta para salir, pero la mano de su hijo lo detuvo. 

—¿Adónde irás? 

—Te presentaré a tus tíos. Deben estar despiertos ya… es mejor que hagamos esto rápido ¿Si? —el menor lo observó con miedo—. No te asustes, créeme que siento más miedo que tú. Ellos no saben de tu existencia, mucho menos que su casi hermano sea tu padre.

—Papá —el menor se acercó a su padre con un sentimiento de tristeza—, ¿por qué mentiste tanto tiempo? 

Seokjin agachó su cabeza y se acercó aún más, dejando en la frente de su hijo un beso; al menos tenía que agradecer una cosa, que su hijo no lo odiaba. 

—Perdóname mi amor, todo esto es mi culpa. Yo quise que tuvieras una familia, no de este modo, y todo esto ha pasado por el miedo que tenía.  

—Pero… ¿Miedo por qué?

—Porque solo existes tú en tu especie. Mitad dragón y mitad vampiro, teniendo el poder de  ser uno y a la vez ambos. Yo temía que te hicieran daño, mi amor.

Sus ojos se aguaron. A pesar de las mentiras, su papá sólo quería protegerlo, y eso le conmovió el alma.  

—Yo… 

—Shhh —calló su padre al ver su expresión—. Lo sé, cariño. Yo también te amo. 

Dando un último beso en su frente, salió del salón dejándolo sólo. Con nervios caminó por los pasillos hasta llegar a donde era la habitación de ambos híbridos de dragón.  

Tocó la puerta un par de veces sin obtener respuesta, hasta que se volteó para abandonar su insistencia, observó a ambos híbridos caminar por el pasillo hacia él. 

—Hola Jinnie ¿Nos buscabas? 

—Hola —dijo nervioso, era raro para ellos verlo así, ya que normalmente el semblante del vampiro era serio e imperturbable—... ¿Puedo hablar con ambos?

—Claro —contestó Jungkook. 

Y luego de unos minutos, se encontraban fuera del castillo, las manos de Seokjin empezaron a sudar, y sus ojos rojos reflejaban la preocupación misma. 

—¿Y, que es eso que quieres hablar y que parece afectarte tanto? —preguntó Jungkook. 

Tae a su lado, caminaba viendo la interacción de ellos, puesto que no sabía cómo reaccionar. Él era nuevo en eso, no sabía cómo llevar a cabo sus funciones, todo había pasado tan rápido que ni siquiera creía aún que todo aquello fuera real. Para empezar, Hoseok se había dirigido al pueblo, para borrarlo de la memoria de todo pueblerino y así llevar el resto de su vida al lado de Jungkook; así lo había decidido, pero le estaba costando adaptarse, en especial tener roces con otras criaturas que no fueran Jungkook. 

Lo observó por unos momentos, él era mucho más alto que él, incluso Seokjin era más alto que él; se sentía fuera de lugar en todos los aspectos, pero Jungkook le dijo que con el tiempo aprendería a controlar a voluntad su naturaleza interna. Sentía una familiaridad extraña con aquél lugar, como si pedazos de sus recuerdos estuvieran anclados ahí. Siempre lo sintió, incluso cuando era un humano desconocedor de su naturaleza; era como si aquel castillo le susurrara, como si lo invitara a adentrarse en él. Y quizás era así gracias a su lazo con Jungkook. Ahora cada vez que lo veía no podía dejar de sentir ese extraño cosquilleo en su estómago y el calor en su ser que le hacía familiar su tacto. Como cuando nunca le soltaba la mano, incluso en esa ocasión sus manos se encontraban entrelazadas. 

Al otro lado de él se encontraba Seokjin, un vampiro, el líder de ellos. Él no le parecía conocido de nada, pero podía ver que era bueno, al menos eso había visto.las semanas que había convivido con todos ellos, incluso con el omega lobo. 

—Yo, como cada vampiro, era humano —empezó a hablar, haciendo pausas con su respiración entrecortada—. Nací y crecí aquí,  con las leyendas de las criaturas monstruosas que habitaban en el castillo, amaba escucharlas y atravesar el portón para rondar los alrededores, aunque nunca entraba —sonrió—... todas esas ideas se borraron cuando conocí a alguien, me enamoré perdidamente —dijo él, con la mirada empañada—... yo tuve un hijo con ese alguien. 

Seokjin paró de hablar, entonces Jungkook tomó la palabra sonriendo. 

—Vaya, Jin. Es sorprendente escucharte decir eso, ¡eres papá! Eso es bueno, y ella en donde está, la mamá de tu hijo, es más ¿Porqué no los traes al castillo?

Seokjin agachó la cabeza mordiendo su labio. 

—Yo lo concebí, Jungkook —dijo de golpe. Dejando confundido a ambos, pues hasta Tae que había estudiado un poco sobre las especies, podía saber que eso era imposible—. Siendo humano me embaracé, hubo una complicación en el parto y alguien más me ayudó para que ni yo ni mi bebé muriéramos, la única solución fue convertirnos en vampiros. 

Jungkook estaba perdido, Taehyung ni se diga. 

—No comprendo, ¿entonces tu hijo es mitad vampiro? —Seokjin asintió—. Aún así… dijiste que lo concebiste, Jin, eso es imposible; ni los humanos, ni los vampiros pueden hacer eso. El único que podía hacer que eso sucediera era… 

Jungkook paró de andar, su mirada dorada recayó en el vampiro que lo veía con tristeza. Pasaron unos segundos en los que se observaron, Jungkook no necesitó nada más para entender, pero aún así Seokjin optó por revelar en voz alta aquél secreto que planeaba llevarse hasta su lecho de muerte. 

—Me enamoré de una criatura, la más hermosa que mis ojos mundanos pudieron haber visto —las lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas, era el primer gesto humano que tenía en siglos—... Me enamoré de la única criatura que podía dar vida, y él hizo que yo pudiera concebir un bebé de ambos. 

—¿P-Por qué no lo dijiste antes? 

—Tenía miedo, él es totalmente diferente a cualquier criatura. Puede ser humano, puede ser vampiro, puede ser… dragón. Temía que lo mataran por ser diferente.  

—Jin… —Jungkook no podía decir más. Namjoon había tenido un hijo, un hijo con Seokjin.  

—¿Adónde está? —preguntó Taehyung, emocionado de conocer a alguien nuevo de la misma especie de él y Jungkook. 

—En el castillo. 

—¿Podemos conocerlo? 

—Por eso mismo es que les estoy comentando, porque sucedió una situación… complicada. 

—¿Qué ocurrió? —preguntó Jungkook, preocupado, tratando de asimilar todo. 

—Pues… 

_____________________________________

—No es tan malo —dijo Taehyung. 

—Es malísimo —contradijo Jungkook. 

—¿Adónde está este brujo de cuarta? —el vampiro empezaba a desesperarse que el mago no apareciera. 

Yoongi por otro lado, que se encontraba detrás de todos ellos con la cabeza gacha, veía la escena con vergüenza. Luego de una escena casi de un encuentro familiar con sus… ¿tíos? Que había sido lo más cursi y conmovedor de toda su vida, se habían dirigido a la habitación en donde estaba el omega. 

—¿Me buscaban? 

Hoseok entró a la habitación, con la capucha en su cabeza, quitando al instante lo que tapaba su rostro. Entonces el tiempo se detuvo, no para todos los presentes, no, solamente para las dos miradas que al chocar colisionaron como una supernova. 

Ambos estaban igual de confundidos, igual de asustados y nerviosos. Pero el nervio era aún más de parte de híbrido de especies, que en ese momento se hallaba más palido de lo que ya era, y cayó en cuenta… ¿Qué hacía ahí?

—Yoongi, él es Hoseok. El mago escarlata. 

El mencionado apretó su mandíbula, y bajo su atenta mirada observó como los ojos marrones de su niño se convertían en dos esferas amarillas, y su aspecto cambió, impresionando a todos los presentes, menos a su padre. Yoongi quería evitar aquello, pero al no tener control de sus naturalezas el cambio se daba sin poder controlarlo, dejando ver su parte de híbrido dragón.  

—Hobi, él es Yoongi... 

—Tu hijo —susurró completando la oración, aún sintiendo su corazón fuera de su pecho. 

De todas las personas, de todas las criaturas a su alrededor, le parecía irónico que fuera él de quién se hubiera enamorado. Sonrió, dejando confundido a Yoongi, pero en calma al no ver molestia en su rostro. Hoseok se sentía mal, pero a la vez feliz, una felicidad que significaba estar al lado de su amor, suponía que era él caprichoso destino. 

Volteó a un lado, viendo el cuerpo que yacía en la cama, otra de sus más grandes perdiciones. Frunció el entrecejo. 

—¿Qué le ocurrió? 

—A eso venimos. Sucedió algo inesperado, fue en el bosque… 

Escuchó atentamente a SeokJin, sin despegar la vista de la cabellera dorada del Omega, pero conforme las palabras y el relato avanzaban, sus hombros caían, su mundo se desvanecía y su corazon se rompía en billones de pedazos. 

—Destinados —murmuró el mago con una sonrisa triste. 

Alzó la vista hacia Yoongi, y este no trataba de ocultar sus lágrimas, no trataba de ocultar el hecho de que a él también le dolía. Por eso sin ver a nadie más salió de la habitación, casi corriendo para no ser descubierto.  

—Los estados de ánimos de los niños de ahora —bufó SeokJin al ver a su hijo retirarse con rapidez—. Como sea, él es un Omega de lobo, la marca de un híbrido dragón es demasiado para él. Pensé en tí y en que podrías ayudarle —el mago estaba en estado de shock,  sin dejar de ver el delicado cuerpo de tiritaba por la fiebre —¿Hoseok? 

—Si, te escuché… déjenme a solas con él, en un momento estará bien. 

Sin decir una palabra todos salieron, y la señal de Hoseok para moverse fué el sonido de la puerta de madera cerrarse. Se subió a la cama despojando al cuerpecito de Jimin de la sabana que lo cubría, y subiendo su vestido pudo ver con claridad las marcas recorriendo la piel. Las quemaduras en forma de escamas llegaban desde su pierna y se alzaban alrededor de su cintura, hasta morir entre medio de su pecho. 

Su niño bonito estaba marcado por su alfa destinado, justo como él había dicho. Pero era aún más doloroso saber, que su alfa era a quién amaba profundamente, y ahora sólo podía pensar, que el mundo se estaba cobrando algún mal que había hecho en su anterior vida. O quizás solo estaba siendo cruelmente castigado por enamorarse de ambos...

Y por una parte, merecía tal sufrimiento.

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