Capítulo 11
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Dato importante para este
capítulo: los magos no pertenecen
al omegaverse, ellos son solo
lo que son, magos; tampoco los
vampiros son parte del omegaverse
y tampoco pueden reproducirse.
Lo último es una aclaración para
más adelante en la vida de Jin.
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Un día como ese, la espesa niebla se encargaba de cubrir cada rincón de las afueras del castillo. Dentro de uno de los salones, se encontraban reunidos los líderes de cada especie.
Hoseok, líder de los magos; se encontraba aburrido en su asiento haciendo flotar una copa en la mesa. Seokjin golpeaba sus uñas en la madera, sus ojos rojos permanecían fijos en la copa flotante del brujo; Jungkook se encontraba impasible, esperando, y a su lado se encontraba Taehyung. No tenía idea qué hacía así, él no era el mejor indicado para escuchar de cómo se manejaban cuatro especies, era una responsabilidad que no estaba enterado que debía de tomar, habiendo aceptado ser el omega de Jungkook, era su trabajo.
Ahora ahí estaba, frente a desconocidos, esperando que el líder de los lobos hiciera acto de presencia a la reunión.
No pasó mucho tiempo para que así fuera, tan solo unos minutos después, un chico bastante joven y cabello rubio casi blanco y bastante largo, entrara acompañado por otro hombre bastante mayor.
—Buenos días —saludó el mayor de los dos—. El tiempo ha llegado, señores, les presento al nuevo líder luna de los lobos. Park Jimin.
Hoseok no evitó voltear hacia el chico, quedando embobado al verlo. Hermoso, era una palabra común para llegar a describir la belleza del omega. Recordó a la perfección sus facciones, ese era el mismo niño que acompañó a su hermano en varias reuniones, pero no lo habían vuelto a ver en siglos. Hasta ahora.
El chico tampoco disimuló al verlo, sus ojos azules brillaron intensamente y una pequeña sonrisa casi inexistente se dibujó en sus labios cuando sus ojos se posaron en el mago, que no dejaba de balancear una copa de un lado a otro, mientras lo observaba atentamente.
—Mucha suerte hermanito, cuídate, te esperaré cerca del castillo. —Esto lo susurró disimuladamente el lobo mayor acomodando la larga cabellera blanca de su hermanito.
—Bogum, creo que no soy un niño, vete a casa —ordenó el Omega a su hermano Alfa—. He escuchado que los líderes se quedan un tiempo reunidos en el castillo, no rechazaré la oferta de quedarme si me lo llegan a ofrecer.
—Park Jimin, te prohibo que…
—No puedes prohibirme nada, Bogum, soy tu líder ahora. Las decisiones que tomaré desde este momento deberás acatarlas.
La conversación se había llevado en un tono de voz demasiado bajo, que incluso nadie más que el mago pudo escucharla gracias a sus poderes.
Jimin avanzó hasta la mesa y saludó con una reverencia presentándose, recibiendo una sonrisa de cada uno. El Omega se sentó, y así empezó la charla de cada cien años. Hoseok se sorprendió de la seriedad y facilidad con la que él pequeño omega hablaba y se expresaba; muy dentro en su subconsciente quedaba grabado el tema del que estaba hablando, pero en realidad estaba enfocado en nada más ver y admirar su belleza.
Para Jimin no pasó desapercibida la mirada del castaño. Intentaba con todas sus fuerzas mantener su actitud seria, pero se le estaba dificultando muchísimo.
Taehyung, por otro lado, escuchaba con atención –o al menos intentaba hacerlo–, cada tema de conversación. Un déjà vu vino a él golpeando su cerebro con fuerza, sentía que ya había pasado por esa misma situación, era una sensación como si apenas el día anterior estuvo en esa misma posición; pero era muy distinto a esos momentos Hoseok se veía y vestía diferente, el líder del clan lobuno no era ese chico peliblanco; y el del clan vampírico no era Seokjin, sino un tipo cuya apariencia temió un poco.
Humanos. Se habló de cómo intentaban invadir el terreno de las especies; se habló de cómo un grupo de chicos había tenido el avistamiento de un licántropo transformarse. Nada interesante, ni cosa que no pasara casi a diario.
La barrera, fue el tema final y al que Taehyung puso mayor interés. Cada ciudadano de Transilvania que se disponía a huir del pueblito sombrío terminaba fatal, y eso era por que salían de la barrera que protegía todo el pueblo. La razón o el motivo de sus muertes era desconocido para ellos, aún no lograban saber el porqué, y eso era lo que los llevaba a traer el tema a flote.
Cuando la reunión acabó, no pasó mucho tiempo para que se le ofreciera a Jimin la estadía en el castillo, feliz aceptó, aunque no lo demostró. Mientras, el mago se perdía entre las sombras y se colaba al pueblo humano con gran facilidad.
Ingresó sigiloso a una pequeña casa, no muy llamativa, era perfecta para no llamar la atención de nadie ni dejar al descubierto lo que entre esas paredes sucedía. Al cruzar la puerta y cerrar tras de él, inmediatamente fué rodeado por los brazos del pequeño humano.
—Hoseoki, tardaste.
—Tenía deberes, mi amor. —El castañito asintió sonriendo, rodeó su cuello con sus brazos y se colocó de puntas para poder besarlo.
—Ya hazme tuyo.
No faltó que lo pidiera dos veces, Hoseok desnudo al chico de piel pálida entre besos y caricias, justamente como llevaban haciendo desde unos meses atrás. Ambos se encontraban en la pequeña casa del menor y satisfacían sus deseos. Entre sudor, lágrimas de placer por parte del humano y palabras sin sentido debido a la excitación, se demostraban cuán enamorado estaba uno del otro. Porque si era cierto que a Hoseok le había llamado la atención cierto Omega, también era cierto que adoraba a su pequeño humano.
—¿Ya me dirás de dónde vienes?
—¿Por qué quieres saber?
—No te veo en el pueblo, y siempre vienes de forma fugaz a verme. —El pálido hizo un mohín con su labio, a veces quería más de su amante.
—Cielo mío, a veces es mejor no saber las cosas.
—¿Por qué? ¿Acaso eres un monstruo por las noches? —El mayor sonrió sin gracia, observando la diversión genuina en los ojos oscuros del castaño.
¿Qué pasaría cuando él muriera?, la vida humana muy pocas veces llegaba a los cien años, y él no se hallaba una vida sin él, quería tenerlo a su lado por siempre. Pero por alguna razón, el espejismo de un Omega a su lado se pintaba claramente como un sello que marcaba un antes y un después. ¿Podría ser cierto? ¿Se había enamorado de dos seres totalmente diferentes?
Uno, había sido un amor que creció entre pláticas, coqueteos y caricias. Y el otro, amor a primera vista. Su alma gemela y su amor verdadero.
—¿Qué tanto piensas? —Preguntó el menor, levantando su cabeza del pecho ajeno.
—Que te quiero a mi lado esta y mil vidas más —el mago se movió con rapidez, quedando encima del chico, entre sus esbeltas piernas—. Prometo que cuando sea el momento te diré todo ¿Si?, creo que aún no estás preparado para saber la verdad.
Asintió extrañado. Sin comprender el trasfondo de las palabras antes dichas por él. No le tomó mucha importancia, porque nuevamente el moreno empezó a besarlo y tocar su piel como solo él sabía hacerlo, haciendo vibrar cada célula de su mundano ser.
Hoseok volvió a fundir su cuerpo con el de la pequeña criatura la cuál deseaba como un loco y esperaba con ansias cada vez que se verían en su nido de amor. Esa vez, entre embestidas lentas y palabras cariñosas, unían sus almas y corazones haciendo el amor. Grabando ese momento para siempre.
—Te amo Hoseoki.
—Te amo, Yoonie. Mi preciosa criatura.
†††
Se encontraba caminando por los bordes del bosque, no entraría ¿para qué?, su pueblo estaba mucho mejor sin él. Habían pasado meses desde que no visitaba el interior del bosque, pero estaba seguro que su mano derecha estaba llevando las cosas muy bien. Agudizó su oído y sonrió cuando escuchó el crujir de una pequeña rama.
—No es tan silencioso, líder Park —dijo sin dejar de caminar, ni siquiera volteó a verlo.
Una pequeña y dulce risita se escapó de los labios del peliblanco.
—Y usted es tan susceptible al sonido, líder Jung.
—Este no es un lugar para usted, debería volver al castillo.
—Estaba aburrido.
Hoseok se volteó sonriendo y empezando a caminar en reversa, enfrentándose al omega que lo veía con sus hermosos ojos azules. Su cabello largo volaba gracias al viento, y su vestido rosa pálido revoloteaba de igual forma pegándose a su cuerpo, no dejando a la imaginación su esbelta figura.
—¿Y se divierte persiguiéndome?
El pequeño omega se encogió de hombros con desinterés, observándolo de reojo.
—No tenía nada mejor que hacer —él sonrió con la cabeza gacha, y Hoseok sintió su corazón latir con rapidez al ver su sonrisa avergonzada—. ¿Es cierto lo que dicen de usted? —preguntó luego de un rato.
—¿Qué se dice de mí?
—Que es inmortal, ¿Es verdad?
—Lo es.
—¿Qué edad tiene? —Hoseok se sintió en un interrogatorio, el pequeño omega era bastante curioso.
—Dos mil y un poco más. —Jimin abrió sus ojos sorprendido.
—Osea, que usted tiene casi treinta años humanos.
—Algo así ¿Y tú?
—Veinte.
Hoseok se detuvo, por ende, Jimin también. Ambos se observaron fijamente, claro que había conexión entre ellos, y por supuesto que Hoseok no perdería esa oportunidad de acercarse más al hermoso omega. Se acercó a Jimin con lentitud. Trató de divisar alguna marca en su cuello, pero sus prendas cubrían perfectamente su pie, y no tenía rastro alguno de algún aroma. Hasta podía hacerse pasar por un humano.
—¿Tienes alfa?
La pregunta descolocó a Jimin, poniéndose nervioso al instante. Habían pasado cuatro días en los que él y Hoseok habían pasado coqueteando con la mirada, con pequeños roces también. No podía negar que el hombre castaño de piel canela le atraía muchísimo.
—Yo…
Jimin tartamudeaba, ahora era él el que retrocedía mientras Hoseok caminaba hacia él. Los ojos del mago se pintaron de violetas, y una sonrisa apareció para poner el mundo de park de cabeza. Jimin chocó su espalda con algo, pero al voltear no había nada. Pegó sus manos a aquella barrera invisible, sintiendo en su espalda el cuerpo del mago que estaba provocando aquello para que no siguiera escapando.
—Eres hermoso, Jimin.
—Señor Jung…
—¿Tienes alfa, Jimin?
El omega se dió la vuelta quedando de frente a él, su piel casi pálida se veía interrumpida por el rubor en sus mejillas. Con la cabeza gacha y sus manos sudando negó despacio. No tenía alfa, tampoco sabía lo que era estar con uno. Cada celo que tenía era cubierto por tés de hierbas para calmar el calor, así habían pasado cinco años humanos desde que su primer celo a los quince se presentó.
—E-está… demasiado cerca.
—¿Quieres que me aleje?
Hoseok se pegó más a él y Jimin como acto reflejo colocó su mano en el pecho del mayor, sintiendo a la perfección sus pectorales marcados, sonrojándose aún más. Alzó la mirada a la contraria, seguía de un color violeta brillante que lo hipnotizó por lo bonitos que eran. Jimin negó nuevamente, la verdad no quería que se alejara.
—¿U-usted… va a… besarme?
El mayor acarició la mejilla sonrojada del chico bajito, era casi irreal su belleza, y la quería solo para él.
—¿Quieres que lo haga? —preguntó al mismo tiempo que su brazo rodeó su cintura.
Jimin asintió despacio, con sus labios entreabiertos y una sensación en su cuerpo bastante grata. Su respiración se detuvo al sentir su cercanía, empezó por un roce suave, y luego ahondó en su boca. Los labios inexpertos del omega intentaban moverse al compás de los del mago, al punto de morder sin querer su labio. Se apartó de él apenado, jamás había besado a nadie.
—Lo siento.
Hoseok rió con ternura, el omega se sintió un poco ofendido y mal, pero inmediatamente todo rastro de negatividad se fue al sentir de nuevo los labios de Hoseok sobre los suyos. Esta vez era demandante, robándole cada suspiro y pensamiento, estrechando su cuerpo en el suyo superando incluso la barrera que él mismo había formado para ocultarse.
En el aire, empezó a correr el dulce aroma a coco y vainilla, Hoseok gimió en los labios del pequeño omega, el aroma era tentador y exótico, lleno de seducción y ganas de más. En un abrir y cerrar de ojos se encontraba Jimin bajo el cuerpo de Hoseok, sobre una superficie suave. Jimin abrió sus ojos y se percató a su alrededor, mientras el moreno se dedicaba a besar su cuello.
—Es tu habitación. —Confirmó el menor.
—No es lo que crees, sería incapaz de tocarte de esa manera.
El lobo interior de Jimin, el cual había despertado, se sintió rechazado, y sus ojos azules se aguaron.
—¿Por qué no?
—¿Tú quieres? —preguntó, subiendo las prendas que llevaba el menor, pasando su mano por el suave muslo de él. Jimin asintió mordiendo su labio ante la sensación —. Jimin, eres virgen ¿Estás seguro de querer hacerlo?
—Muy seguro… tómame Hoseok —pronunció con deseo.
Esa misma noche se entregó en cuerpo y alma al mago. Algún día sabía que a su vida llegaría su alfa, ese por el que quisiera llevar una marca en su cuello. Sin embargo, deseaba con todas sus fuerzas que Hoseok lo marcara, deseaba que su lobo lo aceptara como su destinado. Pero eso no pasaría, y le lastimaba y le lastimará aún más cuando su naturaleza los separara.
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