Capítulo 10
TRANSILVANIA...
Actualidad.
—Hagamos un trato, yo no vuelvo a tocarte. Pero si te acercas a mi, no esperes que no responda a tus estímulos.
—Eso es absurdo.
Taehyung volvía a recobrar su raciocinio luego de enterarse que folló con Jungkook en el cuarto de conserjes de su escuela. La sola idea de haberse atrevido a hacer algo así le avergonzaba; en primer lugar, por qué él no era hormonal; en segundo lugar, porque temía que alguien los hubiera escuchado.
—Es lo más justo.
—Supongamos que en realidad soy parte de una especie de criatura mística inexistente —Remarcó la última palabra.
—Te viste en el espejo la otra vez ¿Sigues dudando?
—Supongamos —recalcó Taehyung ante la interrupción—, ¿No puedes solo ignorame?
—No puedo, cariño. Eres mi destinado. Tus feromonas me vuelven loco.
Taehyung lo observó con él rostro lleno de confusión.
—¿Mis qué?
El pelinegro se acercó, como acto reflejo ante la situación, Tae retrocedió hasta chocar con la pared de la habitación.
—Prometo no hacer nada.
Tae quedó expectante ante el acercamiento. El mayor avanzó con cautela hasta estar a centímetros del pequeño cuerpo del menor. Subió su mano por el brazo de él, recorrió con delicadeza su hombro hasta llegar al cuello. Jungkook no pudo evitar verlo a sus ojos color miel, en su simple estado humano era maravillosamente hermoso, absorto en ellos subió la palma de su mano a su mejilla, acunando su pequeño rostro en su mano. Con su pulgar, recorrió su pómulo y llegó en un gesto provocador hasta sus labios.
Quería besarlo. Quería volver a hacerlo suyo como esa vez que con todas sus fuerzas y el dolor de cien legiones demoníacas, luchó para no marcarlo. No quería que lo odiara, debía ser él quien pidiera por su marca.
Volvió a sus cuerdos pensamientos, lejos de las fantasías con cierto híbrido peli blanco, muy diferente a la criatura delicada que estaba frente a él y que a decir verdad, lo estaba tentando.
—Aquí —dijo tocando su cuello—, tu aroma se hace muy fuerte dependiendo de tu estado de ánimo. Eso me permite saber cómo estás y qué necesitas. Cuando estás en celo es cuando tu aroma se intensifica más.
—¿Qué es eso? —preguntó con genuina curiosidad, todavía le parecía una tontería, pero igual quería saber.
—Es cuando tu cuerpo pide descontroladamente a tu alfa.
«Alfa», esa palabra divagó en la mente del rubio.
Por primera vez sentía la necesidad de tener cerca a Jungkook, aún más cerca de lo que ya lo tenía. Le causaba curiosidad, y mucha, los efectos que él le hacía sentir. No quería alejarlo; por lo que, decidido, despegó su cuerpo de la pared acercándose más a él.
—¿Porqué se descontrola? ¿No sé puede parar?
—No puedes ir en contra de tu naturaleza —él podía notar el brillo de sus ojos, pero no había un cambio que le advirtiera que ese acercamiento era por algún cambio a su parte híbrida —. Tu dragón busca al mío, busca llamar mi atención, busca que yo calme tu sed.
—¿De qué? —Preguntó aquello, completamente perdido en sus ojos dorados.
—De mi.
Los ojos del más alto brillaron, y los suyos no pudieron soportar tanta intensidad. Jungkook tenía la duda, si esque el rubio podía sentirlo incluso siendo una criatura mundana.
Dejó salir su aroma, la habitación empezó llenarse de su escencia, y como aquella vez, Tae sintió quemar cada fibra de su ser.
Se aferró a la tela que cubría el cuerpo del pelinegro, dejando que de sus labios escapara un jadeo sofocado. Lo sentía, podía oler su aroma a la perfección.
—Prometiste que no... harías nada.
Sus piernas temblaban, y empezó a sudar. Podía sentir como en su cuello escurría líquido. Y de sus piernas, mejor dicho, de su esfínter, también empezó a correr la humedad y como este se apretaba. Jungkook sonrió.
De un momento a otro, Taehyung estaba contra la pared, con sus piernas enrolladas en la cintura de Jungkook y la nariz de él rozando sin cesar su cuello. Sus manos apartaron la tela de su hombro, ysu lengua inició un recorrido en la zona, hasta llegar a un punto específico que le hizo enloquecer, haciéndole soltar un gemido de gusto.
—Acéptalo, mi amor. Eres mío, somos uno solo.
—Es... se siente... bien. —Sus caderas empezaron a moverse por voluntad propia, aún si estaba en una incomoda posición para hacerlo.
—Déjame hacerte mío —susurró en su oído con voz ronca—. Acepta tu verdadera naturaleza, mi amor.
—Jung...kook
—Hazlo, y prometo jamás soltarte.
Se encontraba embriagado de su olor, sus sentidos estaban a favor del momento, más no fuera de su raciocinio. Quería estar con él, su parte humana deseaba con toda su alma pertenecer a ese hombre.
—Si quiero —murmuró—. Hazme tuyo.
Jungkook se separó de su cuello, encantado de escuchar aquellas palabras, y algo en él se removió al ver que frente a él estaba simplemente él humano; eso quería decir, que Taehyung quería estar con él.
Lo llevó hacia la cama, dejándolo en ella con delicadeza. Quitó su ropa mientras besaba sus clavículas, subiendo hasta llegar a sus labios. Entre besos acabaron desnudos. Taehyung se separó solo para ver mejor el cuerpo de él; con su mano bajó desde el centro de su pecho hasta su abdomen bastante marcado.
En su piel se podían ver dibujos a simple vista triviales, que recorrían por uno de sus brazos, cuello, pecho y probablemente también en su espalda. Jungkook estuvo atento todo el tiempo a la forma en la que el pequeño Tae lo veía. Siendo él que estaba en su parte híbrida, fácilmente podía duplicar la complexión del rubio.
Tae siguió bajando su mano, hasta que se detuvo, recordando que seguía. Apartó su mano y por ende volteó su rostro hacia un lado con vergüenza. Jungkook sonrió con ternura, tomó la pequeña mano de Tae y la guió a través de su torso y hacia abajo, mientras sus labios estaban cerca de besarlo.
—¿Por qué te avergüenza tocar algo que te pertenece? —El rubio se sonrojó hasta las orejas, sintiendo en su mano la prominente erección del hombre robusto.
—¿C...Cómo?
Taehyung sintió palpitar el miembro en su mano. Dejó de respirar al sentir su tamaño, era demaciado grande como para siquiera imaginárselo dentro de él, extrañamente pudo sentir su entrepierna aún más húmeda. Se dejó caer en las sábanas apretando sus piernas y gimiendo con sus labios entreabiertos, con una expresión que para Jungkook, era lo más sensual del mundo.
El híbrido se acercó a su estómago, con sus manos acariciaba cada curva de su suave piel; sus ojos, se negaban rotundamente a separarse de sus facciones. Besó su cuerpo de camino nuevamente a sus labios. Tae en un acto desesperado por sentirlo más cerca, enredó sus brazos en su cuello y empezó a besarlo por cuenta propia, abriendo sus piernas para que Jungkook se acomodara entre ellas.
Se frotó en el cuando sintió sus caderas entre sus extremidades, creando una fricción enloquecedora para ambos.
—Jung...kook. Te necesito, Du... Duele mucho.
—Tranquilo, cariño. No quiero lastimarte.
—Ya.. hazlo.
Taehyung gemía escurriendo ese líquido de su ano. Jungkook guió su mano hacia el lugar, y con facilidad ingresó un dedo en su interior. Movía en círculos, explotaba cada parte interna de él, hasta que logró tocar un lugar que hizo a Tae delirar en placer.
Embistió con su dedo ese mismo lugar; una y otra vez, mientras masajeaba su propia erección y veía desde su posición el desastre que estaba creando en Tae. Su forma de retorcerse, su respiración descontrolada, sus dulces gemidos que invadía la habitación como una melodía de media noche. La forma en la que abrió sus piernas hasta que descansaron en la superficie de la cama, completamente abierto para él, dispuesto a ser suyo sin medir las consecuencias.
Se agachó entre sus piernas. Besó y lamió con deleite su abdomen plano, bajando hasta llegar a su intimidad; la cuál apreso en su boca, subiendo y bajando su cabeza, chupando sin dejar de golpear con su dedo su punto sensible.
Los pequeños gemidos de excitación de parte de Tae se habían convertido en gritos descontrolados. Jungkook sacó su dedo de su interior, y no dando chance a que él chico recuperara el aliento, aferró su lengua a su entrada, separando con ambas manos sus glúteos para tener más acceso.
El aroma de Taehyung se hizo más fuerte. Jungkook no lo había dicho, pero ese líquido que Tae derramaba de su intimidad, causaba el mismo efecto que el que brotaba de su cuello. Y eso lo tenía al borde de la locura.
Introdujo su lengua en su apretado anillo, sintiendo el sabor dulce resbalar por toda su boca y mentón. El olor a incienso de canela se hacía cada vez más fuerte, se colaba en su nariz nublando su juicio y despertando a su dragón. No quería lastimarlo, pero era casi imposible no querer clavarse en su interior. Araño sus piernas chupando con más fuerza, mordía y volvía a introducir su lengua en su ano hasta llevarlo al éxtasis.
Las piernas de Taehyung temblaron, las finas tiras de semen salieron disparadas mojando su torso de su propia esencia, mientras los espasmos de su orgasmo lo hacían sucumbir en delirios. Jungkook se alzó, lamiendo toda su intimidad, hasta acabar por limpiar él mismo el orgasmo del menor.
Se alineó en su cuerpo, tomando su mano y entrelazándola con la suya por sobre su cabeza. Con su otra mano tomó su pene y lo alineó entre sus nalgas, rozando su glande en el aro bastante estrecho y húmedo.
—Espera —Taehyung impidió que siguiera rozándose en él—, ¿va a doler?
Estaba asustado y avergonzado en partes iguales. Las veces que ya habían tenido sexo habían pasado sin más, sin siquiera recordarlo. Jungkook esas veces había estado con la parte híbrida de Tae. Pero ahora... Ahora era Kim Taehyung que quería estar con él, los contextos habían sido totalmente diferentes.
—Trataré que no, cariño.
Rozó sus labios en su cuello, embriagándose con su olor, fundiendo el suyo propio con el de él, creando un aroma único que llegaba a rodear todo el castillo. Besó sus labios acomodándose nuevamente, los lloriqueos de Tae se intensificaron conforme Jungkook metía cada centímetro de su miembro en él.
El dolor era indescriptible, se sentía demaciado lleno, el ardor y dolor se concentraba en sus paredes anales, mismas que empezaron a deleitarse con los movimientos suaves que Jungkook empezó a hacer. Un vaivén lento, tortuoso pero seguro. Sus piernas se sernían a su cadera y su cabeza permanecía escondida en su hombro.
Pronto el dolor se fué, el balanceo de sus caderas dieron el permiso de qué Jungkook diera rienda suelta al delirio de ambos. Las embestidas aumentaron de velocidad, el dolor no se iba del todo, pero este iba de la mano con un placer que lo hacía gemir como loco.
Enrolló sus piernas en la cintura de Jungkook, y sus brazos los ciño a su espalda, teniendo como sostenerse de las embestidas duras que empezaron a golpear una y otra vez ese extraño punto en su interior.
Jungkook se levantó, trayendo al rubio consigo. Invirtió las posiciones quedando el menor encima suyo. Con ayuda, Tae empezó a subir y bajar, los gruñidos y jadeos de Jungkook lo motivaban a seguir, a pesar de sentir sus piernas cansadas y a punto de tener un calambre.
El azabache volvió a abrazarse al cuerpo delgado, está vez con fuerza, buscando pegar su nariz al cuello de Tae con demasiada insistencia.
—Omega —murmuró Jungkook en su cuello. Ráfagas de placer viajaron por todo su cuerpo ante la excitante voz.
—Kook...
—Precioso omega, ven a mí.
Su cuerpo entero colapsó en un orgasmo fuerte. Entre gemidos y jadeos pudo sentir como el pene de Jungkook crecía en su interior, quiso alejarse, pero el azabache no se lo permitió.
Conectó su mirada a la contraria, los ojos de él se veían de color rojo intenso, con los bordes pintados en dorados. Su aroma empezó a asfixiarlo, jadeó por aire hasta caer sobre su pecho, rendido.
Al abrir los ojos se sentía diferente, y la necesidad de más placer creció en su vientre.
—Omega.
Balanceo sus caderas sobre él, mordiendo su labio al no sentir ni una pisca de dolor, ahora solo quería que Jungkook lo follara con fuerza.
—Alfa. Márcame, por favor.
—Aún no, cariño. Luego puedes arrepentirte.
Los movimientos certeros y los bronquitis que daba sobre él, tenían a Jungkook rendido, ahora era él el que no soportaba la lujuria del ahora híbrido ojos azules.
—Por favor. No me arrepentiré Jungkook, te acepto como mi alfa, acepto mi naturaleza... Márcame, te lo suplico.
En su nido de amor se disfrutaron hasta el cansancio, toda la noche sus aromas danzaron de un lugar a otro unificando, impregnándose en la piel contraria. Esa noche Taehyung había pasado a ser el Omega de Jungkook, y Jungkook había pasado a ser su alfa. Esa noche se amaron como en su otra vida no habían podido hacer con total placer.
Esa noche se pudo ver en el cielo, el eclipse del sol y la luna. El sol había marcado a la luna, y la luna había aceptado la marca de unión.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro