Capítulo 6
—¿A qué se debe el honor de tu visita?
—La alcaldesa ha desaparecido.
—¿Otra desaparición? Vaya, eso sí que es nuevo —finge sorpresa.
—¿Sabes algo de eso, Deven? —aún no me atrevo a separarme de la puerta.
—¿Crees que tengo algo que ver, Heather? Todo el tiempo he estado aquí, encerrado —enfatiza en la última palabra.
—Estuviste en la cena y luego desapareciste, así que no puedes decir que estuviste encerrado todo el tiempo.
—Si tanto desconfías de mí, ¿por qué viniste? Buscas respuestas, ¿no es así, Heather? —se levanta de forma lenta—. Pero si no confías, ¿cómo puedes saber que te estoy mintiendo o diciendo la verdad?
—¿Qué crees que voy a pensar luego de que la alcaldesa desapareciera y solo tú estuvieras por los alrededores? —me encojo un poco ante su altura, espero que no se siga acercando.
—Claro, ya que estabas con mi hermanito en el bosque, inmediatamente queda descartado. Según tú, yo soy el único sospechoso —se ríe—. ¿Qué hay de madre? —se deja caer en la pared.
—¿Me haces sospechar de tu madre, Deven?
—Solo doy hechos, no posibilidades —su frase me hiela la sangre por unos segundos—. ¿Otra desaparición por aquí, Heather? ¿Qué crees que le haya pasado a tu perro? ¿Un animal salvaje tal vez?
—No lo creo.
—Eso pensé —camina hacia mí y se detiene a unos centímetros—. Te daré una pista para que avances con tu juego de detective —vuelve a poner sus manos a ambos lados de mi cabeza.
—Esto no es un juego para mí.
—Oh sí lo es Heather, hiciste lo mismo cuando tus padres murieron, ¿no es así? Y no creo que haya terminado muy bien que digamos, solo descubriste que tu hermano estaba más enfermo de lo que creías. Así que míralo ahora, encerrado en un psiquiátrico —abre esos ojos más todavía—, como yo.
—¿Cómo sabes eso?
—Reshville es un pueblo muy pequeño, y en el hotel van y vienen muchas personas, no es muy difícil enterarse de... cosas. Deberías interactuar más con los huéspedes, te podrías enterar de alguna de ellas sin mover un dedo.
—No tienes derecho a ir preguntando por mi vida como si fuera un programa de televisión.
—Créeme Heather, es más divertido que eso. Además, hace mucho que no veo televisión, madre dice que lo que dan allí puede ser dañino para la mente —de repente actúa como un niño siendo regañado por su madre.
—¿Vas a decir lo que quiero saber o vas a seguir contándome tus prohibiciones?
—Lo prohibido es siempre lo que más queremos hacer, es más una costumbre del ser humano. Pero por supuesto que te diré algo que quieres, solo que no va a ser de gratis —claro, ¡demonios!—, cada vez que quieras alguna pista, vas a tener que darme algo a cambio.
—¿Qué se supone que es esto? —rio amargamente—. ¿Una trama de un cuento infantil? ¿La maldición de la chica de la torre? —resoplo con impaciencia.
—Sí... es una maldición, sin embargo no es la tuya, sino mía —deja la boca entreabierta esperando alguna reacción de mi parte.
—Como sea, ¿qué quieres?
Con su sonrisa ladeada, señala el teléfono en mi mano. ¿Solo eso? ¿El móvil? Vaya estupidez.
—Déjamelo una noche, o cuando desees volver a por él, porque vas a volver, ¿no es cierto? Siempre vas a volver a mí.
—Sueña, enfermo —estampo el teléfono en su pecho desnudo.
—Trato hecho —suspira tomándolo en sus manos—. Madre no me deja tener ninguna de estas cosas, dice que así como la televisión, pueden desarrollar otras conductas en mi ya deformada mente —ríe de forma seca—. Ahora es tiempo de cumplir mi parte del trato... —levanta una ceja—. Mañana temprano viene el plomero a solucionar la cuestión de las "ratas", te vendría bien echar un vistazo en el depósito del sótano —hace la sonrisa completa que me da escalofríos.
Teniendo lo que quiero, me aparto de él de una forma que puedo abrir la puerta tras de mí y salir. El resto de la noche fue un lío de interrogaciones a todos los huéspedes, incluido a la propietaria y a sus familiares, se dice que Deven se negó a hablar, pero su hermano no tenía mucho que decir por el hecho de que estaba fuera del hotel cuando la desaparición. La señora Bloom estaba acompañando al señor Clifton a prender el generador de emergencia cuando de repente llegó la electricidad anunciando la ausencia de la alcaldesa Walsh. Cuando ello, escuché que el sheriff había ido a encender un cigarrillo frente al acantilado, cosa que su esposa no aprueba y lo dejó solo. Fue la última vez que la vio.
Esta noche no pude dormir muy cómodamente, la impaciencia de que llegara el próximo día me estaba matando. Las palabras de Deven y Caiden se juntaron en mi cabeza formando enredos imposible de combatir. ¿Y si lo que dijo el retorcido del ático sobre que en vez de cuerpos descompuestos de ratas en los depósitos, en realidad es otra cosa? Además de la curiosidad, el miedo choca en mi pecho sobre lo que me puedo encontrar. No quiero enterarme de que mi perro fue asesinado y tirado a pudrirse en esos tanques de agua; en el fondo sé que es así.
Justo cuando pensé que me había quedado dormida, con mi brazo tirado fuera de la cama, sentí algo en mi mano estirada. Lo dejé estar, pues en estos lapsos antes del sueño hay cosas que nos hacen dudar de la realidad. Entrelacé mi mano con otra que venía de debajo de la cama, hasta que recibí un apretón. Cuando me di cuenta de que era más real que ficticio, me alarmé hasta mirar debajo. Nada. Volví a intentar dormir, pero fue aún más difícil.
♦♦♦
—Enseguida llevo sus toallas limpias —le digo a la señora Alice que me topo en el pasillo.
—Te esperaré con una taza de té, querida —asiento.
Tan pronto no sería mi servicio a su habitación ya que, era mi hora de bajar al sótano por la puerta detrás de la escalera. Desde la ventana en mi habitación pude ver como el auto del plomero o sabe Dios quién (realmente no tiene pinta de plomero), aparcaba frente al acantilado. Es sábado y no tengo que asistir a la escuela, así que tengo todo el tiempo del mundo para husmear en los alrededores. Lo que me recuerda que tengo que hablar con Karol para saber si se siente bien, pero ahora mismo no tengo mi teléfono. En fin, la búsqueda de su madre está en buenas manos y espero que la encuentren pronto.
Cierro la puerta sobre mi cabeza y bajo los escalones subterráneos con cuidado de no caerme y alertar a quienes estén acá debajo. Me sujeto de las paredes a mis costados hasta que piso tierra firme con un suspiro de alivio. A unos metros veo la luz de unas linternas, escucho las voces de un diálogo entre dos personas y opto por esconderme detrás del generador de emergencia y su cableado con cuidado de no tocar nada. Al parecer, debajo del hotel reside todo lo que tiene que ver con su funcionamiento, no sé cómo se pueden mantener en buenas condiciones con la humedad de las paredes de piedra.
Me asomo mejor para poder ver más adelante unos tanques altos con una pequeña escalerilla a sus pies. La señora Bloom le da las instrucciones al hombre para que suba a destapar el depósito. Este accede y me muevo para tener mejor vista, pero piso un cableado que emite un pequeño corte como para hacerme sobresaltar.
La señora Bloom se alarma y se vuelve en mi dirección apuntando con la linterna. Me pego lo más que puedo a la pared con moho y humedad. El corazón me martillea en el pecho como si indicara mi fin. Escucho un ruido de donde proviene la luz, supongo que al quitar la tapa.
—Rose, ven a ver esto —dice el hombre en total confianza salvándome de ser descubierta.
La luz se aparta de mi dirección dejándome con un suspiro de alivio. Escucho cuchicheos a la distancia, así que quiero volver a asomarme, pero algo me cosquillea en el cuello. Casi suelto un grito al notar una araña caminándome encima, el asco me revuelve el estómago por mi repelús a los insectos. La retiro de un manotazo para que caiga lo más lejos de mí, solo que destrás en la pared no estoy sola. Me aparto de inmediato tratando de pasar el escalofrío.
Sin embargo, otra cosa más horrible se encuentra mi visión en cuanto miro hacia delante: el hombre arrastra fuera, el cuerpo descompuesto de una mujer (según su ropa y cabello rojizo destrozado). Para no gritar me tapo la boca con la mano.
—¿Qué hacemos, Rose?
—Métela en el congelador hasta ver qué hacer con su cuerpo.
Drena el agua intoxicada de ese tanque y no te vayas hasta que esté lleno —me congelo con sus palabras tan frías como el ambiente.
—Déjalo en mis manos —suelta el cadáver en el suelo como si fuera un saco de basura.
La señora Bloom sale escaleras arriba dejando sólo al hombre con su linterna y el cuerpo sin vida, me encamino para seguirla. En otra ocasión, como si solo hubiera encontrado el cadáver de Jack, me hubiera mantenido más serena, pero esto es algo grande, ¡es una jodida persona!
Prácticamemte en shock, me atrevo a salir del sótano y para mi sorpresa, alguien está esperándome al pie de la escalera. Rezo una y otra vez por mi vida, ¡soy muy joven para morir! Aunque no tengo confirmado que Bloom es la asesina, esconder el cadáver es algo muy turbio.
—¿Rose? —me acerco con cautela.
—Heather —sonríe como si nada y mira mis manos un poco temblorosas—. No tienes por qué tener miedo.
—¿Qué? ¿Por qué lo tendría? —¿a quién quieres engañar, tonta Heather?
—Te advertí que te mantuvieras al margen en cuanto a los contornos del hotel, no debiste haber visto lo de hoy.
—¿Qué...? —trago grueso para armarme de valor porque si ya lo sabe, ¿qué rayos hago yo fingiendo?—. Así es, Rose, pero lo ví y debe de saber que necesito una explicación coherente ante esconder un cadáver. Es que... ¿siquiera hay una explicación para ello?
—Tranquila, cielo. Te prometo que tendrás tus respuestas, pero ahora te pido que guardes silencio hasta que descubramos qué sucedió exactamente o pueden haber consecuencias —sí, eso me ha parecido una amenaza con todo lo de la ley.
—¿Al menos puedo saber de quién se trata?
—Annie —¿dónde escuché ese nombre antes?—, era mi antigua asistente. Una chica a la que le abrí mis puertas una noche de tormenta. Jamás supimos nada de su familia, así que no pudimos saber de su paradero. Algunas personas en Reshville la habían visto por varios sitios, pero nadie que la conociera a fondo. Hace unos días desapareció sin dejar rastro.
—¿Cómo la alcaldesa?
—Algo así, pero lo de Annie fue algo distinto. La habitación de servicio que le había asignado y contenía todas sus pertenencias estaba totalmente vacía, como si de repente hubiera empacado para irse sin decirnos nada.
—Entonces, ¿qué rayos hacía en este tanque de agua? ¿La asesinaron y la ocultaron ahí para que su cuerpo se descompusiera lentamente? ¿Qué rayos le hizo esa chica al mundo? ¿Cómo sabe que no van a notar su ausencia si esconde su muerte?
—No tengo todas las respuestas, Heather —suspira poniendo una mano en mi hombro—. Respecto a por qué no denunciamos su muerte, como ya te dije, tenemos que averiguar los hechos y... sabes que las cosas extrañas envuelven este hotel —de sobra—. Denunciar una muerte de días tras una desaparición reciente solo traería más problemas y mala reputación para el hotel.
—¿Eso es todo? ¿Por una tonta reputación va a quedar en el olvido mientras la vida continúa en el maldito Reshville?
—No conocemos a nadie de su familia, es imposible que la puedan olvidar si nunca existió —palmea mi hombro con dolor en su expresión.
Camina hacia el vestíbulo, dejando el tema cerrado con esas últimas palabras que le hielan la sangre a alguien que ya está más que muerto.
♦♦♦
El lunes había comenzado con su obligación de ir a la escuela. Le agradezco al cielo que es la última semana asistiendo a esta preparatoria del infierno, lo que también significa más estrés debido a los exámenes finales. Veo a Karol en la entrada con un semblante sombrío que es todo lo contrario a lo que ella suele ser. La desaparición de días de su madre debe de haberla devastado.
—¡Oh Dios, Karol! —me lanzo a abrazarla fuertemente—. Siento no haberte llamado, mi teléfono...
—¡No puedo, Heath! —se desploma en mis brazos y comienza a llorar lo que había reprimido.
—Venga, desahógate, no guardes nada. Todo pasará —paso mi mano por su cabeza para darle apoyo.
—Siento como si no pudiera superarlo. Pronto hacen tres días que mamá no está —se separa de mí limpiando sus lágrimas con el antebrazo.
—Escúchame, Karolina Walsh —la tomo por sus hombros—. Las esperanzas son lo único que no puedes perder, tu madre tarde o temprano va a aparecer y un día recordarás esto con risas sobre lo jodido que puede ser Reshville.
—¿Y si cuando aparece está muerta? —su labio tiembla, y me quedo sin algo que responder ante eso—. Nadie que ha desaparecido en Reshville ha vuelto con vida, lo sabes bien. Excepto la pobre de Rebecca, ¿quién sabe si su cuerpo sin vida está tirado por ahí y nadie se da cuenta?
—No digas eso... ¡Es la alcaldesa! Es la mujer más fuerte que he conocido después de mí madre.
—¿Cómo pudiste soportarlo? ¿Cómo haces para ser tan fuerte?
—No lo soy... —bajo la cabeza decepcionada de mí misma—. Solo finjo serlo para no recibir más "lo siento" inútiles de personas que no pueden arreglar nada, para que no me miren con esos ojos de lástima que preferiría que fueran de odio... Pretendo engañarme a mi misma con que todo va a salir bien. ¡Y mírame! Lo estoy logrando —sonrío sin felicidad.
—Heath... —niega con la cabeza preparada para esta vez darme sus palabras de fuerza, pero sus ojos se clavan detrás de mí—. ¿Qué hace él aquí?
—¿Quién? —me giro para ver el bosque que hace contacto con el otro lado de la acera—. No tengo idea.
—¿Por qué se ocultará en el bosque sin dar la cara? —eso mismo quisiera saber yo.
—Karol, ahora vuelvo —la dejo atrás y emprendo mi camino hasta cruzar la calle.
¿Ahora qué buscas, Caiden?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro