Capítulo 32 (Final)
El largo corredor en plena oscuridad llega a su fin permitiéndome ver la claridad que sale de un agujero entre la pared y el techo. Él se fue por ahí, rompió la piedra y salió. Pensé que estábamos en un sitio subterráneo, pero al parecer la ligera elevación que percibí de camino hasta aquí no era más que un camino llevando a la superficie. Reparo en mi derecha: enredaderas. Como tengo de experiencia con estas malditas, están protegiendo algo, tal vez lo que hay en el pasillo al que lleva la otra puerta. Como sea, eso no es importante ahora, sino seguir el rastro de Deven.
El día en un principio soleado, se encuentra ahora bajo nubes que indican desgracia. Un trueno acompañado de un relámpago a lo lejos anuncia una fuerte lluvia aproximándose. Me sacudo las manos de haberlas apoyado en el pasto mojado para levantarme, la herida me está latiendo como si no hubiera mañana y el rastro del líquido negro se pierde en lo más profundo del bosque. A unos metros se encuentra el hotel, viéndose tan pequeñito como en una postal, pero una postal del día de Halloween. Ubicándome en mi memoria, si sigo el camino que el rastro señala, llegaría al valle del bosque. No me extraña que haya ido allí, después de todo, ese sitio de siglos de existencia, fue la cúspide de su amor con Azure. El problema es que los cazadores vayan a encontrarle en las profundidades, será mejor que me de prisa.
Me adentro en el bosque que en estos momentos no parece tener fin hasta escuchar unas voces provenientes de la cercanía. Me escondo detrás de un arbusto lo suficientemente alto para taparme y puedo identificar al ex marido de la señora Marie, el cual se separó de ella unos años después de la pérdida de su hijo un día como hoy. Se encuentra con un hombre mayor que él, ambos portando unas largas armas de fuego, supongo que deben de haber jurado venganza.
—¡Venga! —el viejo lanza un tiro al aire—. ¡Bestia cobarde! ¡Te llevas a nuestros niños cada primero de septiembre! ¡Hiciste de nuestra cacería la tuya propia! Pero, ¿sabes qué? —lanza otro tiro con seguridad y una bandada de cuervos sale volando cerca—. Este día te vamos a dar caza a ti, ¡monstruo!
—Espera Ray, ¿escuchaste eso? —dice el otro comenzando a dar pasos alerta.
—Está cerca, cuidemos nuestros pasos.
Hojas de los árboles se mueven fugazmente así como ramas, ellos están alertas. Un gruñido les hace sobresaltar y lanzar tiros al aire. En un abrir y cerrar de ojos, una figura oscura tan rápida como una sombra se abalanza desde arriba y percibo que le arranca la cabeza al más joven con su propia boca. Ray retrocede con firmeza apuntando a él, lanza un tiro, otro más. Uno le impacta en... el hombro o lo que sea que es eso, pero él no se mueve ni un centímetro, sino que con una de sus patas delanteras que parecen raíces de un árbol milenario o algo por el estilo, lo toma por el cuello alargando esos dedos y lo alza hasta sobre su cabeza. Lo golpea una y otra vez contra un árbol hasta partir su cuerpo a la mitad y que las vísceras se esparzan por todo el sitio.
—¡Espera! ¡Por favor! —grito saliendo de mi escondite.
Algo escucho viniendo de él, lo que podría venir siendo un "Aléjate de mí", tomando en cuenta que se aleja trepando de árbol en árbol. Lógicamente no me detengo, no me rindo en absoluto y lo sigo aunque la herida en mis costillas sea un gran obstáculo para ir más rápido. Justo me detengo habiendo llegado al valle del bosque en el que fluye esa agua divina una vez tocada por las manos de un ángel, el cual ahora es un demonio maldito que mira la belleza del lugar desde la gran piedra que hace el lugar más místico.
—Escucha... Por favor —una punzada por el esfuerzo, en toda el área de mi torso, me hace caer de rodillas—. Yo... Te amo, yo aceptaré todo lo que sobre ti constituya —me levanto con trabajo para caminar hacia él—. No me importa si no puedes amarme, si tú maldición hace que sea así, ¡si incluso te niegas a ello por temor de que me pase lo mismo que con Azure y porque ves el rostro de ella en mí...
Un alarido con un movimiento brusco sale de su parte, lo ignoro y me arrodillo en la piedra donde mismo se encuentra, luchando contra el deseo de vomitar al estar más cercana a su hedor que tiene el símbolo de muerte impreso en sí. Además de ver más de cerca esa piel escabrosa con restos de su sangre negra, sus colmillos salidos como de un combate con el jefe de un videojuego y sus ojos que en sí no sabes hacia dónde está mirando o si en realidad está observando u oyendo. ¡No! No voy a detallar nada más, él es mi ángel, mi Deven con el forro de un monstruo, solo debo de cerrar los ojos e imaginarme esa figura perfecta con esa sonrisa imborrable de cuando estaba con Azure. ¡No! ¡Él estaba conmigo, maldición!
—Vamos a romper tu maldición, mi ángel guardián —aprieto mis ojos y extiendo la mano para tocarlo sin mirar—. Vamos a irnos de aquí, haremos un nuevo comienzo.
—Mentira. Mentirosa, no actúes como Azure. ¡Jamás serás ella! —su voz sale deformada como la de mil demonios, es escalofriante, pero la amo.
—¡Romperemos tu maldición! ¡Seremos felices! ¡Me amarás y burlarás a todos los que te quisieron hacer daño! Dime qué tengo que hacer —me aferro a su pata áspera... ¡brazo!
—¡Mentirosa! ¡Tú nunca amarías a un monstruo! ¡Mientes! ¡Mientes! —se zafa de mí de una forma muy fuerte que me hace abrir los ojos para poder equilibrarme en el borde de la piedra y no caer en el río.
—Yo solo quiero ayudarte, déjame ayudarte a romper la maldición. Yo te amo —su rostro me hace ahogarme con las palabras, pero aún así logro pronunciarlas con seguridad.
—¡Maldita mentirosa! ¡Jamás me amarás! —abre la boca todo lo posible para mostrar sus infinitos colmillos en un gruñido más fuerte que cualquier otro—. ¡Largo!
No puedo pestañear una vez más con la vista fija en su boca, cuando me doy cuenta de que estoy viva, mi vida pende de un hilo. Sus garras han impactado con un solo golpe desgarrador en mi cara, al mismo tiempo arrastrando el filo hasta un costado de mi cuello y hombro, así como las heridas de mi tía una vez que la encontré en el bosque. El impulso del ataque me ha hecho volar por los aires de una forma extraordinaria hasta caer en el río que no para de brindarle ardor a mis sangrantes heridas. Me agarro malamente de algunas piedras y siento que ni puedo cerrar los ojos, tampoco hacer alguna mueca que implique estirar la piel de mi rostro. Las lágrimas se mezclan con la salvaje agua, me duele, es un dolor tanto físico como mental y del corazón. Mi rostro ha quedado deformado y él lo ha hecho, pero lo que más me hace sufrir es el hecho de que no acepte mi ayuda. No puedo percibir una vida sin él.
Aún con la vista nublada, veo la silueta sobre la piedra, emitiendo aullidos de dolor, ¿le duele haberme lastimado? No puede sufrir por mí, no mi ángel guardián, tiene que protegerse a sí mismo de estas bestias humanas que salen de los árboles para cazarlo. Lanzo un grito de advertencia que poco se puede entender por tanta agua que entra en mi boca por cada esfuerzo que hago para respirar. Sin embargo, creo que él está alerta al grupo de unos cinco hombres armados, espero que salga ileso y acabe con todos. Mi ángel no puede caer.
—¡Sáquenla! ¡Es ella! —apunta uno de ellos hacia mí—. ¡Es el punto débil de la bestia!
Intento alejarme de dos hombres que se introducen en el río para sacarme, pero yo estando herida y batallando ante quedarme inconsciente, soy fácil de atrapar. Me sacan fácilmente con mis gritos y patadas tan débiles que doy pena y me lanzan al terreno duro aumentando mis dolencias. Doy un respiro forzado acompañado de un quejido, por intuición toco mi rostro deformado, lágrimas escapan.
—Se está muriendo, ese monstruo ni siquiera perdona a quienes ama. ¡Mátenla y a él también! ¡Procuren mantener la distancia! —habla el mismo que dio la anterior orden.
—¿A ella? Es solo una niña, era la hija de Richard —rebate uno más calmo.
—¡Es otra cómplice de este monstruo! ¡El mismo que nos arrebató a familia, amigos y nuestra vida en el pueblo!
—¡Ya basta de tanta charla! ¡Mátenlo! —ordena uno que hasta ahora no había hablado.
Mis ojos están solo dejando entrar un hilo de luz a mi visión, así que solo distingo los sonidos a mi alrededor. Disparos feroces, gruñidos de mi ángel, gritos desesperados de parte de estos tipos, estruendos, rayos, muerte, silencio. Alguien me agarra por el cabello, pero de la misma forma me suelta y se escucha un disparo, otro golpe que supongo que es el del sujeto desplomándose. Luego más silencio, exceptuando la corriente del río y de pronto unas gotas de agua frío sobre mi piel. ¿Está lloviendo?
Abro los ojos como puedo y a penas vislumbro como su silueta cae rendida en el borde de la piedra. Quiero gritar, pero mi garganta no emite sonido alguno, lo han herido. ¡Maldición! Tengo que llegar a él, me arrastro con todas mis fuerzas y de forma lamentable llego a su lado. El rostro grotesco se encuentra lleno de agujeros de los que brota esa espesura oscura, toco levemente, pero aún así escalofríos recorren mi cuerpo y me obligan a apretar mis ojos con fuerza para rodear su cuello con mis brazos y estrecharme junto a él. Las lágrimas saladas arden en mis heridas y se mezclan con sangre mía y suya. De su parte escucho un gruñido, ¿sientes dolor, mi ángel?
—Lo siento. Lo siento. Esto es mi culpa, debí amarte más, pero lo hago tan mediocremente como para no ser como ella. ¿Por qué a ella sí la pudiste amar y a mí no? —largo silencio.
—Porque no tengo un corazón con el cuál amar, Heather —me sorprende su voz clara al mismo tiempo que me doy cuenta de que lo que agarro se va de mis manos—. Eso puede cambiar, mírame.
Hago lo que me ordena sin chistar y al levantar la cabeza lo que me encuentro es con la figura hermosa de siempre, arrodillada frente a mí. Su piel mojada por la fuerte lluvia está tan blanca y cremosa como si no hubiera recibido herida alguna, su pantalón rasgado sobre sus piernas y el cabello que a pesar de ser tan oscuro, irradia una luz antes jamás percibida por mis ojos. Se tambalea su postura y amenaza con caer golpeándose en la roca, pero hago de mis esfuerzos para retenerlo y acostarlo frente a mí. Está débil, realmente débil, ¿acaso se rompió la maldición? ¿Cómo lo voy a saber? ¡Sus ojos! Debo de ver sus ojos, así que tomo su rostro en mis manos y aparto el cabello húmedo de su frente, y ahí están: esos ojos azules como zafiros.
—Se rompió, mi ángel —acaricio su rostro que reposa sobre mis muslos e intento esbozar una sonrisa, pero las heridas no me lo permiten—. La maldición...
—Shh —coloca su dedo índice en mis labios ardientes—. No hagas cosas que te hacen sentir dolor —ahora el que acaricia mi rostro es él, pero en vez dolerme más por el contacto, alivia mi sufrimiento, ¿me está curando? ¿Con sus manos divinas de ángel? ¿No que era un demonio?—. Yo te hice esto, te lastimé, mi chica de cabellos de fuego. Perdóname.
—Yo no te tengo nada que perdonar, mi ángel. Todo fue mi culpa, pero ya no pasará más porque eres libre, nada puede impedir que nos larguemos de este lugar para siempre, seremos felices en otro sitio —me inclino hacia abajo para depositar un beso en sus labios—. Nadie podrá separarnos —su mano me empuja por la cabeza para que no pare de besarlo y eso es lo que también quiero.
El beso se hace más profundo retorciendo mi ser y alertando mi alma. Un quejido de su parte hace que nos separemos y puedo notar como su mano aprieta su pecho el cual jamás ha tenido un palpitar. Ahora lo entiendo, entiendo que su maldición no era solo ser un monstruo, sino no poder amar, no hay castigo más grande en este mundo que no poder amar al prójimo, a quien te ama no devolverle el cariño que necesita, es no sentir nada... Su maldición física se ha roto, pero ahora su otro castigo lo está debilitando, matando porque ya no es un ser inmortal condenado a la eternidad, sino que ha vuelto a ser un humano, un humano demoníaco que solía ser un ángel cuyas alas cortaron. ¿Por qué aún no ha muerto? ¿Por qué si es que cualquier ser necesita ese órgano esencial para vivir? Pues no esperaré a averiguarlo y que muera en mis brazos.
—¿Quién te castigó así, mi ángel? —coloco mi mano sobre la suya en su pecho—. ¿Quién te cohibió de amar? De amarme.
—Podríamos estar juntos, Heather. Podríamos hacerlo si ella no hubiera robado mi corazón para vengarse, jamás debí de haber asesinado a su familia, ellos eran inocentes, incluso había una pequeña niña con ellos, era la hermana menor de Rose. Me arrepiento tanto —de sus ojos azules a penas se ve un pequeño brillo, ¿se está quedando inconsciente?—. No dejes que mis pecados te arrastren conmigo al infierno.
—No... ¡No! Tú y yo iremos juntos a donde sea, ¿recuerdas que me invitaste a ir al cielo contigo? Pues allí iremos juntos, como también podemos ir al infierno, soy una pecadora también, no lo hagas solo —mis lágrimas caen en su rostro—. Yo... Yo traeré tu corazón y podrás amarme, eso... Yo lo haré —coloco su cabeza suavemente en la piedra y me levanto—. Me amarás, mi ángel —me pierdo en el bosque caminando maltrecha, pero menos adolorida, él me curó.
Llego a la misma abertura del pasadizo del hotel y me escurro con cuidado de no lastimarme más. El agua se ha colado monumentalmente y los rayos relucen en la lejanía. ¿Qué se supone que estoy buscando en sí? Estoy como en un laberinto fácil a simple vista, pero extremadamente complejo en mi cabeza que solo ve oscuridad, añadiendo el hecho de que el día ha oscurecido más que por nubes. Un momento... ¿y las enredaderas? ¿Dónde están las enredaderas?
Palpo la pared donde las había visto la última vez, ¿en realidad no estaban cubriendo nada? De hecho sí, lo que está del otro lado y que de alguna forma ha sido cubierto con piedra, en tan poco tiempo. ¿Qué diantres está pasando aquí? Confirmando mi teoría de que esta pared tiene algo extraño, la piedra comienza a agrietarse con todo su moho y de repente se consume hacia atrás como una piel arrugada, retrocedo por instinto, pero antes de dar cualquier otro paso, una liana resistente emerge de entre la roca y me agarra por una muñeca. Forcejeo ante ser tragada por la pared, pero aunque la hierba parezca frágil, es realmente resistente y no me suelta hasta que mi visión se nubla con la aspereza de la piedra.
Luego me siento escupida, literalmente creo que la pared me ha tragado para escupirme del otro lado siendo blanco de la dura mirada de Rose y la desconcertada de su hijo. No debería de estar aquí, como siempre. La expresión de Caiden cambia a una de preocupación al ver mi estado, debo de verme del asco. Se acerca a mí para auxiliarme, pero simplemente retrocedo, si está aquí con su madre solo significa que se apega a su puto plan que tiene que ver con los latidos que retumban por la habitación. Observo de dónde provienen para encontrarme con una masa roja y brillante palpitando con viveza mientras crudas enredaderas espinosas lo envuelven en protección sobre lo que parece un pedazo de columna de mármol a la mitad.
De hecho, el sitio es muy diferente a las demás habitaciones del sótano, es amplia y de forma circular con peldaños blancos y pulidos en la entrada iluminada por candelabros grandes que también están por todo el círculo. Justo en el centro se encuentra mi objetivo con el obstáculo de sus enredaderas protectoras extendiéndose por todo el techo y el inicio más alto de las paredes. El olor aquí es a polvo, ritual, quizás sangre, el humo desprendiéndose del fuego de las velas inunda el sitio con calor y a la vez de un tanto de dificultad para respirar. Todo me indica peligro en este sitio, deseos de correr de esta época tan extraña llena de cosas antinaturales por las que esta y las otras habitaciones se encuentran debajo del hotel. ¿Esta edificación siempre estuvo maldita?
—Vaya Heather, al parecer quisiste correr hacia el monstruo y el monstruo casi te mata —suelta Rose pronunciando muy notable la palabra "monstruo"—. ¿Ahora a qué vienes? ¿A redimir tus pecados para encontrar la salvación?
—Madre —advierte Caiden con severidad—. Heather, mira cómo estás, tenemos que ir a curar esas heridas.
—¡No! Estoy bien... Estoy bien —trago grueso—. Al menos lo estaré cuando obtenga su corazón, ¿no crees que ya ha sufrido mucho? —me apresuro al centro de la habitación, pero Caiden se interpone en mi camino—. ¡Apártate, Caiden! ¡Se está muriendo! ¡Quien se crió como un hermano contigo, está muriendo! Y todo por tu madre, ¡ella! —la apunto mientras veo a los ojos claros del rubio—. Ella le arrebató el corazón para castigarlo, ¡había tantas opciones! Descubrió que él era inmortal mientras portara esa maldición, así que arrancó su corazón del pecho y lo escondió aquí por si un día se liberara, muriera lentamente ¡o tal vez ya está muerto! Entonces quería alejarme de él para que se mantuviera maldito, ¿qué es lo que realmente quiere? ¡Maldita sea!
—¡Heather, cálmate!
—¿Cómo me puedo calmar, Caiden? ¡Basta!
—Es cierto, Heather —habla Rose ganándose todo el odio de mi mirada—. Lo que realmente planeé es un lío ahora mismo. Al principio mi plan fue ganarme la confianza de ese monstruo para apuñalarlo por la espalda, pero resulta que era inmortal y eso me lo demostró varias veces, además de que cada año con cada alma humana que ingería, se volvía más fuerte. De pronto se hizo la deuda con tu familia a cambio de dejar vivo a su propio hijo, cuando naciste, él vio que eras tú la que rompería su maldición, desde pequeña comenzó a amarte y ser feliz otra vez, porque veía a Azure, siempre la vio en ti. Yo no podía soportar que el futuro de él ya estuviera armado por esos hilos del destino que le declaraban felicidad, así que quise arrancarle esa felicidad y lo hice. Sin un corazón no se puede amar ni ser feliz, ¿no es así? No podía ser mi total venganza, solo le había quitado una pequeña parte de vida, pero si él volvía a ser humano moriría a falta de ese órgano, por lo que comencé a apoyar el plan de la chica reencarnada. El primer día que llegaste al hotel, ¿quién crees que abrió la puerta de la habitación de Deven, siempre con llave? —sonríe.
—Que yo rompiera su maldición fue el plan desde el principio... pero, ¿qué cambió de repente?
—Todo. Años atrás buscando un sitio inalcanzable para esconder el corazón de la bestia, descubrí estos pasadizos en la tercera puerta del sótano: uno con un pase directo al exterior, y otro a aquí, el corazón del hotel. Justo en ese momento, el corazón real se estaba marchitando, el hotel estaba muriendo...
—¿Qué? ¿Esta jodida edificación tiene vida?
—Por supuesto —ríe como si fuera lo más obvio del mundo—. Tiene siglos de vida, sus paredes sienten, sus pisos tiemblan a cada paso, y su techo llora por cada muerte que ha visto pasar. Aquí está su actual corazón, estas enredaderas son sus venas y viajan por todo el hotel dándole mantenimiento a las partes podridas que ha dejado el tiempo.
—Dios... ¿qué rayos? Entonces reemplazaste el corazón dañado por el de él.
—Así es, un corazón de una condena impuesta por ángeles, nada más mítico para darle vida al hotel, lo que me hizo cambiar hace unos días. Mis planes dieron un vuelco total y deshacerse de su maldición era inconcebible ya que sabía que vendría a por su corazón y la edificación de no tener su fuente de vida, se reduciría a cenizas. Con el tiempo este corazón se pudrirá por no tener a su portador con vida, así es como tengo que reemplazarlo con uno nuevo o tan solo el manantial de energía que hay en este centímetro, se llevará las almas cercanas e incluso kilómetros más allá.
—¡Me importa un bledo su maldito hotel! ¡Él se está muriendo! Yo voy a llevarle su corazón.
—¿Estás loca? En cuanto lo tomes quedaremos sepultados bajo los cimientos del hotel —Rose me agarra del brazo para impedir que avance—. Él no vale la vida de tantas personas —me mira directo a los ojos.
—¿Ahora te preocupan los demás, Rose? —suelto una risa sarcástica—. ¡Ah! Pero, ¿no era que se llevaría las almas de todos cuando se marchite? ¿Por qué no acabarlo de una vez por todas eliminando tan solo el hotel?
—¡No, Heather! ¡Si lo quitas ahora, sufriremos nosotros y los huéspedes porque la edificación se derrumbará y luego su energía cobraría con las almas para formar una nueva fuente y reconstruirse por sí mismo! ¡Entiéndelo! ¿Cometerás errores como yo al sacrificar inocentes? —sigue sin apartar la mirada, seria, con ese punto que sabe que me toca en lo sensible.
—Todos mis errores me valen lo que sea si estoy con él, de lo contrario, mi vida no tendría sentido. No puedo vivir sin él. Ahora apártate y déjame salvarlo —me zafo con fuerza de su agarre.
—Entonces no vivas —me agarra por el vestido de espaldas y me atrae a sí otra vez.
Una. Dos. Tres. Cuatro. Cinco puñaladas en el abdomen. Sangre comienza a salir de mi boca, uniéndose con los fluidos asquerosos de las anteriores heridas. Una vez más, mi suave vestido es una cortina de sangre y siento que las vísceras se me pueden salir en cualquier momento. Mi estruendo contra el suelo se siente más fuerte de lo que en realidad es y es cuando dejo el pasmo para ver que la sexta puñalada se estrelló contra Caiden quien ahora lucha con su madre para que no me dé el toque final. Está sangrando, estoy sangrando; está en el suelo agonizando con su madre dando gritos a su lado, estoy en el suelo agonizando con nadie a mi lado; él ha cerrado los ojos por una puñalada en algún sitio importante y su madre no deja de llorar; me niego a cerrar los ojos mientras agarro la daga con la que la madre asesinó a su propio hijo.
Presiento que cada respiro es el último para mí, pero lucho, me arrastro, pienso en él: mi ángel que viene hacia mí por ese halo de luz blanca. Me recuesto a la columna de mármol y extiendo la mano para tocar el borde, unas enredaderas me apuñalan con sus espinas voraces y siento que todo se sacude a mi alrededor. Veo pedazos del techo caer en el suelo, rompiendo todo a su paso. Agradezco haber podido enterrar esta daga en mi pecho y reemplazar la captura de su felicidad por la de la mía.
—¿Qué has hecho, Heather? ¡No! —fue lo último que escuché de Rose antes de que un pedazo de techo le cayera encima.
¿Qué puedo hacer para que me ames?
Tienes que mantenerlo latiendo, Heather.
Así lo hice, mi ángel guardián.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro