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Capítulo 28

Con esas palabras tan repentinas, lo primero fue una conmoción gigante que le llevó a Gemma a excusarse con que la última vez que lo había visto fue en su cama, luego de calzar las orillas con almohadas debido a la ausencia de cuna. Rose no fingió mucho el estar preocupada, como si no se fiara mucho de la madre del bebé, tal como yo me siento ahora mismo luego de ver esos papeles, pero aún así, la búsqueda se ha emprendido a lo largo de todo el hotel. Alice se quedó con Gemma en el vestíbulo para consolarla de su llanto incesante, mientras que los otros portamos un candelabro para recorrer cada centímetro del hotel. 

Por supuesto que si Gemma dice que vio al bebé en la cama, este no podría haberse ido caminando para perderse en alguna habitación del hotel, sino que alguien se lo ha llevado. Solo falta un día para el comienzo de un nuevo mes, era pronta la situación de perder un bebé, solo que... tal vez relajé mi mente pensando que la leyenda llevaría un niño del pueblo, pero no, al parecer había encontrado la forma de llevarse al hijo de Gemma, otra vez. Fuera quien fuera, desde antes tendría que estar en el hotel y puede que siga aquí. Dios quiera que solo sea una maldita confusión. ¿A quién engaño? Esto va de mal a peor. 

Nash y el viejo Clifton se quedaron en el segundo piso abriendo puerta por puerta, Kiersten los convenció para hacerlo puesto que tiene la "maravillosa" idea de revisar la tercera planta conmigo. No temo porque vaya a hacer algo, pero estar en un solo sitio con ella me pone los pelos de punta con tan solo pensar en esa sonrisa diabólica que esbozó al verme en el ritual. En este momento la que trae el candelabro es ella y yo solo utilizo el teléfono que por cierto tiene poca batería, el silencio (exceptuando la lluvia y los truenos) y la oscuridad en esta planta son más profundas. 

—¿Qué piensas, linda? ¿Crees que la desaparición del bebé es obra del ser de la leyenda anual del pueblo? —dice en tono amable. 

—Puede —la miro a los ojos haciendo una leve sonrisa falsa sin enseñar los dientes—, o tal vez es solo obra del hombre. 

—Sí, el hombre y toda su raza es la peor de las criaturas —suspira—. Solo que a veces un monstruo puede jugar tan bien el papel de humano, que lo hace ver como la verdadera bestia —sonríe como si fuera la competencia de Buenos argumentos. 

La ignoro por un segundo que me acerco a la puerta que tantas veces he atravesado para verlo, sé que el bebé no va a estar allí, pero me preocupa que no tenga seguridad en esa habitación. La ventana se podría romper en miles de pedacitos de cristal y perforar su suave piel para dañarlo horriblemente, tan solo pensar eso, un nudo se me hace en la garganta. Al ver al interior de la habitación alumbrando con mi teléfono y con el rastro que da la luz de Kiersten, algo palpita dentro de mí hundiéndome. La habitación está vacía y la ventana rota con el viento arrasando frente a nosotras y el cuarto menguante después de luna llena, alzándose recién en el cielo, prácticamente invisible por la enormidad de nubes rotas por rayos. 

—No está... —susurro para mí misma, olvidando por un segundo que no estoy sola. 

—Ya la luna llena pasó, Heather, no tienes de qué preocuparte —dejándome extrañada, solo avanza hacia otras puertas del oscuro pasillo. 

Cierra una puerta aparentemente vacía y continúa hasta la última del corredor, donde estaba Aubree luchando por su vida. No la cierra como ha hecho con la anterior, sino que entra con una expresión extraña y alzando el candelabro. La sigo de forma curiosa, preguntándome si encontró algo, sin embargo, en la habitación no hay nada, ni siquiera la cama o utensilios médicos. 

—Ella estuvo aquí, pero ya no hay rastro, ni siquiera parece haber existido —noto algo de pesar en su voz. 

—Eso es lo que hacen, ¿cierto? Cuando asesinan a alguien, borran su rastro —aprieto los labios, recordando que no hay diferencia mía con ellos. 

—Así es, pero no todo es como tú crees. Aubree no tenía salvación, estaba condenada y su destino había sido trazado desde que llegó al hotel —se agacha para tomar algo, veo que es un rosa, ¿qué hace aquí?—. Hermosa, recuerdo cuántas Nash me ha regalado, ¿sabes? Tiene pinta de ser idiota, pero es muy romántico, ¿crees que podría dejarlo ir? —me sonríe sin maldad. 

—¿Por qué no dejan este hotel? Pueden... no lo sé, pero no creo que haya sido necesario estar implicados en un crimen por nada. 

—Teníamos que purgar nuestros pecados —huele la rosa caminando alrededor de la vacía habitación—, pagar con nuestra eterna devoción. 

—¿Qué pecado? ¿Por qué? ¿Esa tontería valía matar a una niña? 

—Somos pecadores, Heather. Todos lo somos en algún punto de nuestra vida, pero el incesto es uno de los mayores pecados, sin embargo, no lo puedo dejar de amar —su mirada se queda perdida por un rato, puedo percibir la sinceridad de sus palabras—. Por ello, debemos de ser devotos con una prueba de lealtad ante el señor, para que nos abra las puertas a su cielo. 

—¿Es por eso? Dios... ¡qué tontería! ¿Por qué es tan importante todo eso de ir al cielo o al infierno si solo vamos a estar muertos? 

No logra responder por un estruendo espantoso que azota el techo de la habitación, una electricidad asesina que rompe la estructura y deja volando pedazos de piedra de las paredes. La torrencial lluvia de la tormenta comienza a inundar la habitación, mientras ambas chocamos con la pared detrás de nosotras por el impacto. El suelo de madera donde golpeó el rayo, podría pulverizarse en un segundo, gracias que el fuerte techo detuvo un poco el estallido. 

Kiersten soltó el candelabro por el susto, llegando a apagar la iluminación con el agua, solo dejando los rastros de luna que apenas se perciben. Por otro lado, no encuentro mi teléfono por ninguna parte, ¡maldita sea! Lo único que nos queda es salir de la habitación destrozada y bajar a alguna parte segura de la edificación. Mientras bajamos escuchamos gran conmoción del primer piso, tal vez se asustaron por el estruendo o realmente ha pasado algo. 

Nos encontramos a Rose en el vestíbulo, cerrando la puerta que lleva al comedor, debido a que algún otro rayo o el mismo ha afectado el área de los ventanales. Ella nos hace señas para que vayamos corriendo a la sala común en la otra ala del hotel, sitio donde jamás he visto a los huéspedes vagando. Ahora se encuentra repleta con todos los que estaban antes en el vestíbulo. La rubia a mi lado corre hacia los brazos de Nash, mientras yo soy sorprendida por un Caiden preocupado que me envuelve con sus fuertes brazos. 

—Heather, ¿estás bien? —me abraza y yo se lo devuelvo, sintiendo ese calor de protección que siempre me brinda. 

—Sí... eso creo, ¿qué ha pasado? ¿Han encontrado al bebé de Gemma? —nos separamos reprimiendo mis ganas de preguntarle por Deven. 

—La tormenta le está trayendo muchos costos de reparación a mi madre —ríe con su broma, pero por mi rostro serio percibe que hablo en serio—. Hasta ahora no hay señales del niño por ninguna parte, mañana es primero de septiembre, nos sorprende poco que haya desaparecido. 

—Oye... Yo encontré algo extraño hace poco... Es que Gemma ya sufrió la desaparición de un hijo hace seis años, mintió acerca de ser de otro sitio cuando en realidad es de Reshville —él no dice nada, la luz de las velas en su relajado rostro me confirma que ya lo sabía todo. 

Un golpe se hace escuchar en la puerta, impidiéndome reclamarle algo. Rose de forma muy normal va a abrir la puerta como si fuera un día normal en el hotel, mientras los demás suspenden cualquier tipo de ruido ante la espera. ¿Qué loco se atreve a venir con esta tormenta? 

En unos segundos, un hombre alto y de unos cuarenta aproximadamente, entra acompañado de la propietaria, todo empapado y con el rostro hecho un manojo de nervios. Tampoco puedo decir que es una pobre alma que se perdió en el mal tiempo porque viene equipado justo para pasar algo así, como cuando los maestros llaman a los padres de sus alumnos para informarle de algo malo que hizo en la escuela. ¿Quién es este hombre? 

—No... —dice Gemma por lo bajo con la vista fija en el hombre—. ¡No! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste? —da pasos hacia atrás que combinados con sus palabras, nos hace entender que es el ex esposo psicópata del que tanto habla. 

—Mi hijo desapareció, ¿qué quieres que haga, mujer? ¡Todo esto es tú culpa! —impone el hombre con voz gruesa y señalando a Gemma. 

—Por favor, dejen de discutir —Rose se interpone entre ellos—. Marcus, te llamé para que apoyes en la búsqueda de tu hijo. 

—¡Increíble! —Gemma se pone las manos en la cabeza para alejarse de la discusión—. Todos en contra de mí, perfecto. Pero voy a buscar a mi hijo, ¡sola! —corre escaleras arriba como una total desquiciada dejándonos sin habla por su comportamiento. 

—Pobre mujer, no tener a su hijo la vuelve loca —expresa Alice sentada en un sofá en la esquina—. Es una pena si ese pequeño no aparece a salvo, una madre sería capaz de morir si eso ocurriera, pero otras hasta son capaces de asesinarlos por su mano —su rostro inexpresivo se torna en una sonrisa arrugada dirigida a Justine que se encuentra en el sillón contiguo. 

—Alice... —reprende Clifton. 

—Oh sí, querido. Estamos aburridos encerrados aquí y sin electricidad, estoy segura de que nuestros compañeros quieren escuchar las viejas historias que rondan por el hotel —ella sonríe aún más, evidenciando que no se va a detener. 

Por otro lado, Rose entabla conversación con el tal Marcus y Nash se les une, al parecer planeando otra búsqueda exhaustiva por todo el hotel que ya está destrozado en varios puntos. En un abrir y cerrar de ojos se pierden de la sala y lo último que veo doblar el pasillo es a Caiden siendo arrastrado por su madre. Al parecer Clifton no quiere seguir escuchando las locuras de su esposa así que se levanta y se pierde junto a los demás hombres. Intrigada por lo que sea que vaya a decir Alice, me siento en otro sillón. Kiersten se recuesta y cierra los ojos como si ya hubiera escuchado estas historias una y otra vez. 

—Creo que ahora no hay nadie que interrumpa nuestra charla. Cuánto me hace falta un té ahora mismo, es una lástima que estemos en tan malas condiciones —Alice suspira—, aunque para otros no importa qué posibilidades le presente la vida, que jamás podrán ser feliz por un dolor eterno que los atormenta. Clifton y yo hemos visto vidas enteras pasar a lo largo de este hotel, tenemos muchas anécdotas para contar como por ejemplo sobre esa joven pareja que se mudó hace años. Estaban desamparados y la joven propietaria les dio un lugar a ambos y a su pequeño hijo. Entre los demás huéspedes se esparcía el rumor de que habían escapado por la enemistad de sus familias y el pecado de concebir un niño sin su permiso —niega con la cabeza en lamento. 

—La última vez que me lo contaste, dijiste que venían a vacacionar al nublado pueblo de Reshville —comenta Kiersten abriendo los ojos en confusión. 

—¿En serio, querida? Mi mente siempre es un lío, estoy vieja y olvido las cosas —pues al parecer ahora se ha acordado perfectamente—. Como te decía, eran muy jóvenes y no tenían ni idea de cómo criar a un bebé, así que mientras el padre iba a conseguir trabajo utilizando su recién título de médico, la madre intentaba lidiar con los incesantes llantos de su hijo. Ya estaba harta de tanto ruido, así que tomó a su bebé y le colocó una suave almohada encima hasta que todo quedó en silencio. El lloriqueo cesó y su respiración también —abre los ojos como si pretendiera asustar en una historia de terror. 

Justine se levanta de una forma fugaz sin siquiera dejarnos ver su expresión, pero sabemos que está llorando. Alice se encuentra impasible ante su historia y Kiersten se levanta para evitar que Justine haga alguna tontería. La detiene antes de que salga de ella habitación, pero esta antes de hacer algo más, solo grita entre sollozos: 

—¡Me arrepiento! ¡Maté a mi propio hijo, no pude salvar a mi otra hija de las garras del monstruo y ahora estoy sola! Estaba bajo presión, no quería que por un bebé se me arruinara toda la vida, por el futuro que había estudiado por años. Solo me di cuenta de que había hecho mi vida trizas cuando era demasiado tarde, perderlo fue el más grande error de mi vida y Harold... —pronuncia ese nombre con dolor—. Él jamás me perdonó por ello, aunque ayudó en todo para deshacernos de la evidencia junto con Rose que nos dio todo su apoyo. Después vino Annie y por años creímos que todo iba perfecto, como la vida que deseamos tener como familia, pero todo se arruinó... —pone una mano en su cabeza para mantener el equilibrio de un evidente mareo. 

—Justine, por favor, siéntate. Ahora no estamos en condiciones para recordar el pasado —indica Kiersten ayudándola a sentarse. 

—Solo... —Justine sorbe por la nariz—. Deseo que encuentren a ese bebé, ella no tiene que pasar por lo que yo. 

Si alejábamos la parte en la que participó en el sacrificio con una niña, Justine parecía ser una buena persona que quiso limpiar su pecado asesino y recuperar a su hija. Por lo que escuché hace unos minutos, su esposo se había largado antes de la tormenta, cansado de todo esto, quién sabe a dónde, quizás a su pueblo natal a reencontrarse con su familia después de tanto tiempo. Lo único malo de la situación es que dejó a Justine sola, más sola de lo que estaba antes sin sus hijos, es una pena, pero digamos que es la forma de pagar sus pecados. Me pregunto de qué forma lo harán los demás, o cuál será la mía. 

—Señora Alice —pronuncio con resignación—, ya que usted sabe de tantas historias del hotel, ¿cree que podría contarme la de una niña en el ático? —ella sonríe con emoción. 

—Oh... Esa es una gran historia, pero a la vez es muy simple —un trueno hace temblar la madera—. Hubo un tiempo en el que Rose y John Black estuvieron casados, y como en cada matrimonio hay infidelidades, él fue por unos días a Shadeview por cuestiones de trabajo. Se dice que tuvo una aventura con una chica de las calles, una mujer que en ningún momento pudo sostenerse a sí misma, por lo tanto, mucho menos al bebé que albergaba en su vientre. Black estaba de vuelta en el hotel con su esposa e hijo, y jamás se esperaría que luego de aproximadamente nueve meses, alguien tocaría a su puerta dejando un bebé. Recuerdo que ese día había acompañado a Clifton a la pesca —ríe—. Íbamos llegando cuando vimos a una mujer entrar al bosque y luego nos topamos a Black con la niña en brazos. Ella la había dejado para que su padre se encargara y Rose fuera su nueva madre, cosa que jamás logró hacer. 

—Entonces Rose no es su madre —me repito lo que ya había supuesto desde vi a la propietaria desgarrándole el pecho. 

En este momento, llegan todos los ausentes con cara de no haber encontrado nada. Gemma es sostenida por Caiden que al parecer es el más apto y quien más la soporta como para apoyarla. Anuncian lo obvio y algunos toman asiento, dejando el tema zanjado entre la anciana y yo. Algo me dice que ella teme decir alguna palabra frente a Rose, por lógica debe de ser una devota. Con Justine ahora calmada, los llantos de Gemma son los que inundan el sitio, ¿es que esta gente lo único que hace es llorar? 

—¿Oyeron eso? —pregunta Nash rompiendo el silencio.

Buscamos en el ambiente a lo que se refiere él, pero lo único que se escucha es la lluvia chocando con las paredes exteriores y algún trueno a lo lejos. 

—¿A qué te refieres? Solo escucho ruidos típicos de tormenta —Caiden de encoge de hombros. 

—No, hombre... Creo oír el llanto de un bebé o... No sé, tal vez solo me lo estoy imaginando. 

—¡No! Nash tiene razón, vengan —Kiersten se levanta y emprende camino hacia las escaleras. 

La seguimos hasta el segundo piso y en efecto está el sonido de un bebé. A cada paso que damos el sonido se encuentra más fuerte hasta detenernos en un punto medio donde pareciera que viene de la pared, más intenso y real. Gemma grita porque rompan la pared, está encaprichada de que el niño está allí a pesar de que del otro lado ni siquiera hay pedazo de dormitorio, sino que es el espacio que tiene cada habitación por pared. La verdadera pregunta que nos hacemos dado el hecho de que el niño esté detrás de la pared es: ¿cómo rayos hizo un bebé que no tiene ni un año para llegar allí? 

—Antiguamente el hotel fue diseñado con pasadizos entre las paredes para casos de emergencia donde hubiera un incendio o alguna catástrofe de esta índole, así que no tengo dudas de que se encuentre allí, pero no pudo haber llegado solo —explica Rose. 

—Lo sacaré de allí, voy a romper esta pared sin importarme nada —suelta Marcus con decisión y yendo al parecer a buscar algo con qué hacer un hoyo. 

—Saquen a mi hijo de ahí, ¡sáquenlo ahora! 

—Apártate mujer —aparece el hombre con una palanca que sacó de una de estas habitaciones. 

Con la furia de un demonio y la fuerza de un animal, azota el pedazo de hierro en sus manos contra la madera tapizada de la pared. Nos apartamos por reflejo para dejarlo actuar hasta que hace un hoyo en la pared lo suficientemente grande como para ver y sacar lo que esté allí. El llanto fuerte se detiene en cuanto Gemma se posiciona esperanzada para agarrar a su bebé, la esperanza se le cae al piso y los sonidos comienzan a provenir de otro sitio: del primer piso. Nos miramos desconcertados por el hecho de que en el hueco no haya más nada que oscuridad luego de que oímos los lloriqueos tan claros, es como si de repente se hubiera teletrasportado. 

Otra vez seguimos como unos tontos hasta llegar al vestíbulo afectado por la tormenta, donde una sombra se alza en la penumbra sosteniendo algo en sus brazos. Me paralizo muy acorde con los otros, solo por el impacto y no el miedo que en ellos crece, me siento aliviada de que el bebé esté a salvo en sus brazos. La luz de un candelabro alumbra tenuemente su pálida piel y su expresión perdida mientras el agua oscurece la parte de abajo de sus pantalones y moja sus pies. Sabía que todo estaría bien... bueno tenía el presentimiento de que de algún modo se resolvería. 

—¡Mi bebé! ¡Dame a mi hijo! —el bebé en los brazos de Deven llora más fuerte—. No le hagas daño, por favor... 

—Madre... —pronuncia Deven levemente—. Es una palabra tan universal con tan simple significado, ¿qué más da si le das a luz o lo crías como tal si no puedes saber dónde está? 

—Deven, deja de decir tonterías y dame al niño —dice Rose firme mientras se acerca a su hijo. 

—Madre, ¿digo yo tonterías? ¿Engaño a todos los que me rodean? —mira al bebé con cierta sonrisa. 

—¡Basta, Deven! —intenta tomar al niño por la fuerza y solo recibe un empujón que la hace caer sentada sobre un charco. 

Al mismo tiempo, las llamas de las velas del candelabro tocan el agua y un rayo reluce en el exterior, justo en la pared ya rota con anterioridad. Gritos se hacen presentes así como las llamas que devoran todo el vestíbulo sin importar que sea el agua lo que predomine, esta sirve como algún tipo de combustible anormal. Más que un simple rayo que incendia todo por su naturaleza casi mágica según a los que lo ven hacer su acto que podría calificarse como "hermoso", el evento parece ser invocado sin algún tipo de casualidad. 

—Tan abrasador como el infierno, tan cambiante como el cielo que en un halo de luz puede demostrar el poderío del señor —escuchamos a Deven claramente desde su posición. 

Gemma grita por su hijo y el tal Marcus hace por surcar las llamas que envuelven al chico que sostiene al bebé, pero los demás hacen de todo para evitar que avance. Hemos perdido a Rose de vista, pero aún así oímos sus plegarias hacia Deven, me sorprende ver a Caiden a mi lado sin inmutarse porque su madre pueda morir... Llego a pensar que ese hecho sea hasta un alivio para él, una liberación. Por otro lado, mis ojos no paran de mirar de un lado a otro por todo lo que rodea a Deven, nerviosos porque se pueda hacer daño, hasta que choco con los de él. 

No se inmuta, su mirada es tan impasible como de costumbre, pero al mismo tiempo crea en mí un efecto impresionante de atracción. El humo está haciendo efecto en los demás que comienzan a retirarse ya sea para apartarse de todo esto o para buscar una forma de apagar el fuego que cada vez se extiende más. Hasta puedo sentir como Kiersten me agita el brazo para que me mueva y deje de inhalar el humo, pero no me inmuto perdida en sus ojos, es lo único que me da calma en estos momentos. El anteriormente ensordecedor llanto del bebé, pasa a ser de segunda plana así como el ferviente sonido de las llamas junto al de la pared cada vez alejándose más en el viento. Esto parece un tornado... y cuando me doy cuenta de mi existencia, solo sé que estoy caminando en las llamas en dirección a él. 

¿Cuándo me interné en la llamas de una forma que ni siquiera toso con el humo que se cuela por mis fosas nasales o sin importarme que las puntas de mi cabello se chamusquen? No lo sé, solo tengo el imperioso deseo de llegar hacia él y lo logro, sin quemarme un trozo de piel. Él se ve satisfecho con mi cercanía, sonríe sin mostrar dientes y pronuncia algo que logro entender como "mi amada de cabellos de fuego". Luego deposita a la criatura en mis brazos y como un mismísimo rayo fugaz, se desliza hacia la ranura en la pared que ha dejado la tormenta. 

Ante su ausencia, el humo comienza a hacer efecto en mis pulmones y mi alrededor deja de ser caliente y naranja. Solo veo oscuridad. 



Nota de autora: Holi linduras! Ya estamos en la recta final de esta historia. Así que espero que el final que les tengo preparado les guste. Cuídense y escuchen kpop. 

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