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Capítulo 27

Lo he decidido. No voy a dejar que alguien trate de lavarme el cerebro con cosas que ni siquiera me pueden dar algún fruto de cordura, no dejaré que me llenen de mentiras la cabeza sino hay una explicación clara por quien de verdad está implicado en la información. Quien intente ponerme en contra con mis creencias, pagará con esta furia incontrolable que nace en mi interior y que ahora es que vengo a probar su existencia, como una jodida droga, deseando consumir todo a su paso. Puede que ahora me sienta poderosa por tener las condiciones a mi favor, todo fue fácil o eso creo, ví pasar una vida frente a mis ojos sin dolor en mi interior, cosa que hace plantearme que tal vez no sea tan diferente a esas personas en el hotel. 

Claro que las condiciones son muy distintas porque ellos no tenían una razón más que espiritual para hacer ese sacrificio, pero ¿y lo demás? Si el sheriff tenía razón y Deven había matado a Annie... No. Aunque sea verdad, él no me dirá lo contrario y planeo no culparlo porque yo lo ví, allí encadenado por su madre, con un bozal que hirió su pálida piel. Él es como mi hermano, o como Karol, sea lo que sea, un monstruo, bestia o alguien maldecido por la crueldad humana, no puede controlarlo, porque esa es su naturaleza. Hasta ahora siempre lo han tratado como tal: alejarlo del mundo, aprisionar su esencia, remediar los errores que comete por medio de otros errores... pero no más, no quiero dejar que más de esto suceda y cualquiera que me quiera detener, tendrá que matarme, o lo mataré. 

Siento que he caminado por kilómetros en esta profundidad inmensa del bosque sin llegar a ninguna parte. Tengo dolores por todas parte y la cabeza me late por el golpe que aún sangra y comienza a marearme. Hace unos metros me arranqué el collar de mamá del pecho, casi sentí que me quemaba. El choque del accidente está haciendo efecto ahora haciéndome sentir que ya no puedo mover los pies y que por el contrario quiero caer en un sueño profundo donde todo este pútrido olor a muerte en mis manos no existe. Pronto siento un impacto, el olor de la hierba corta que sobresale hasta en las piedras de este sitio, se mezcla con el de la sangre, provocando náuseas. Estoy en el suelo luchando por levantarme, pero pronto el cansancio me vence. 

No sé exactamente cuánto tiempo ha pasado, pero sobre mi cabeza la luz del día nublado es cada vez más oscura y no es porque esté anocheciendo, sino por la tormenta que se pronosticó hace unos días. El movimiento en el pueblo se aceleró asegurando las casas ante lo que se anunció como una de las tormentas más fuertes que ha azotado Reshville en aproximadamente diez años. Genial, mi suerte no podía ir peor que estar en medio de la nada y tan pronto como oscureciera, o me ahogo con una inundación o me electrocuta un jodido rayo. Las probabilidades de que cualquiera de esas situaciones suceda, son muy altas, excepto por el hecho de que ahora sí sé dónde estoy. 

Un trueno resuena a lo lejos dejando en claro que la tormenta se acerca. El dolor sigue latente en mi cabeza, pero la sangre ya está seca en mis manos y frente por lo que solo iré a coger agua del río para limpiarme. La gran piedra se alza a mi lado como un gran pedestal digno para alguna estatua o monumento, el agua del río va muy rápido chocando con las piedras, así que tengo cuidado al lavarme. No tengo ni idea de cómo llegué aquí cuando me desmayé en otro sitio, o cuánto tiempo ha pasado, pero sin dudas estar más cerca del hotel me ha salvado la vida, ¡demonios! 

Emprendo mi camino colocándome el cabello de una forma estratégica para que no pregunten cómo me hice la herida, al mismo tiempo que intento disimular mi cojera. Me es imposible pasar por alto y no recordar aquella noche que encontré a Julia Walsh descuartizada, Dios... Fue su esposo quien lo hizo, ¿por qué no simplemente asesinarla y dejar su cuerpo entero si supuestamente la amaba? ¿Era necesario tanto salvajismo? Como sea, estos recuerdos me han traído la maldita incógnita de qué voy a hacer cuando descubran que el sheriff ha desaparecido o encuentren su cuerpo en el bosque, maldita sea. Comienzo a entrar en pánico, necesito llegar al hotel cuanto antes. 

Al salir del bosque no veo luces asomándose por las ventanas a pesar de que el día ya es bastante oscuro de por sí, sino que cada uno de esos cristales está entablados como normalmente solo suele estar la habitación de Deven. Es por la tormenta, deben haberlo hecho recién porque aunque sabía que pretendían hacerlo desde antes, cuando me largué aún no estaban. Igual, ese no es el punto, sino tratar de que nadie me vea mientras subo a la tercera planta. Por suerte, estos pasillos se encuentran tan oscuros como vacíos. 

—No debiste ir —son las palabras que me reciben en la habitación del ático cuyas ventanas son las únicas que no están cubiertas. 

—No lo sabía, Deven —aprieto los ojos para no dejar que se escapen lágrimas, no quiero que me vea vulnerable. 

—Claro que no, pensé que si te lo decía... —se levanta y viene hacia mí—. No merece la pena llorar por alguien tan insignificante —limpia mis lágrimas inevitables con ambos pulgares que se lleva a la boca. 

—Lo maté, Deven. ¿Qué voy a hacer? —resoplo pesadamente y encuentro adecuado arrimarme a su pecho—. Soy una asesina... otra vez. Y lo peor de eso es que ninguna de las veces me he arrepentido, no me arrepiento de asesinar —me dejo llorar en su pecho, rodeando su espalda con mis brazos. 

—Si no lo matabas, te iba a matar a ti. Si no los matabas, te iban a alejar de mí —lentamente pasa su mano por mi cabello. 

—No quiero alejarme de ti, Deven. Aunque tenga que matar para estar contigo, no me alejaré, encontraré la forma de que me ames y le daremos otro final a esa historia, te lo prometo —no me detengo a pensar en mis palabras porque la verdad es que solo estoy pensando en voz alta. 

—No tienes que matar por mí, Heather, yo soy el que tengo que protegerte, mantener tu corazón latiendo es mi prioridad, no dejaré que nadie te haga daño si no soy yo —algo en mi interior se alerta, pero solo lo abrazo más fuerte—. Ocultaré el cadáver en el río y solo será otra investigación para comerse la cabeza de parte de los oficiales. 

—¿Y el auto? ¿La sangre? 

—Shh —continúa acariciando mi cabello—. Yo me encargaré de todo, Heather, no tienes de qué preocuparte. Ya lo he hecho antes, porque nadie en este pueblo es inocente, todos y cada uno de ellos solo son lobos disfrazados de ovejas para cuando menos te lo esperes, comerse al rebaño. Lo mejor de todo es que tarde o temprano llegarán al infierno donde los crueles castigos los harán aullar de dolor como las peores bestias al ser cazadas por unos habitantes furiosos por haberse llevado a sus niños. ¿Te han contado esa vieja leyenda de Reshville, Heather? 

—Hay muchas versiones de quien se lleva a los niños el primero de septiembre —sorbo por la nariz—. Algunos dicen que son unos bandidos que se escaparon de la prisión de una prisión a varios kilómetros del pueblo —río bajo por lo ridículo que suena esa teoría—. Otros les cuentan a sus hijos una historia de terror sobre el monstruo de debajo de la cama... un sin fin de historias que en verdad nadie sabe si se acercan a la realidad. 

—Yo escuché una hace mucho tiempo, podría ser la primera de todas o tal vez no, pero sí es por la que los cazadores alzan sus armas o por la que las madres más temen o temían debido a que esta solo ha quedado en el olvido, siendo recordada solo por los jóvenes cazadores de aquel momento, los cuales están muertos —se aparta de nuestro abrazo, me toma por la mano y en guía a su esquina habitual—. También es de un monstruo, pero él no habita bajo la cama, sino que acecha en los bosques capturando durante días, meses, a su futura presa con la mirada. 

—¿Por qué niños? —me siento a su lado, sin dejar de agarrar su brazo. 

—Porque son la especie más pura y aunque son solo una réplica no completada de la raza humana, él puede ver como libera de un castigo a esa criatura. El castigo de crecer y convertirse en toda la maldad que puede contener el hombre, siendo este liberado, alguien privilegiado ante los ojos de la bestia, su salvador. 

—Pero les quita la vida, ¿cómo eso se puede considerar salvación? 

—Porque el monstruo está cegado con su odio a los humanos, vagando con su fachada de horror para intentar ocultar el dolor eterno que lo consume, sin piedad, sin un día de descanso —deja su mirada perdida al frente—, esa es su maldición. 

—¿Qué le hicieron los humanos para crear ese odio... dolor? ¿Acaso el monstruo no es tan solo una víctima de la humanidad o de su maldición? ¿Hay alguna forma de romper esa maldición? —ahí va mi jodida pregunta. 

—Es solo una leyenda, Heather, o la versión de la real, nadie sabe —acaricia mi mejilla y se fija en la herida de mi frente, pasando sus siempre fríos dedos por allí, calmándome el dolor—. Pero de lo que el pueblo está seguro es que ante el mínimo indicio de que se ha visto la bestia que se lleva a sus niños, ellos saldrán a darle caza como la más grande cacería en la historia —un relámpago acompañado de trueno resuena a través de la ventana. 

—Ellos... pueden entender al monstruo, pueden... —pone su dedo pálido en mis labios impidiéndome decir una palabra más. 

—No lo harán, ese monstruo ya les ha hecho demasiado daño —suelta en un susurro casi inaudible a pesar de nuestra cercanía. 

Acerca sus labios hasta juntarlos con los míos, de esa forma suave y protectora que probé horas atrás. Puedo sentir como tan solo con un beso, podemos conectarnos como una mirada, algo tan íntimo y tan profundo que hasta lo podría confundir con un deja vú, ¿podría estarlo comparando con nuestro beso anterior? No creo, esto es más grande, trayéndome recuerdos que ni yo misma recuerdo haber vivido con ninguno de los otros chicos que he estado. Mi mente de por sí sola hace viajar a mis manos a sitios donde ya han estado antes, como un guía de los pasos correctos. 

Tras besos desenfrenados, toques aquí y allá, me encuentro debajo de él, siendo perforada con sus ojos más oscuros que nunca. Sus brazos haciendo de apoyo para permitir que no me aplaste definitivamente, piden permiso para acabar con todo esto. Su cuerpo está sobre el mío, haciéndome desear más sin tener que detenernos para tomar aire. Alzo un poco la cabeza y aparto el cabello de mi cuello, dándole paso a sus labios que murmuran cosas extrañas en el recorrido. Lo agarro de los hombros apretándolo contra mí, para bajar mis manos al cierre de su pantalón. 

Como un animal salvaje, agarra la tela de mi suéter para desgarrarla y dejar mi piel al descubierto, para entonces ya he desabrochado su pantalón y él solo continúa lamiendo mi torso. Mientras me agarro de su cuello aguantando un suspiro, desliza sus manos para bajar mi pantalón de un tirón brusco, cosa que me encanta. Me levanta con una fuerza ideal y pega mi espalda a la pared helada, me abraza teniéndome entre sus piernas, algo que me deja un tanto desconcertada. 

Su jadeo es evidente al igual que el mío, sin dejarme comprender por qué se detuvo, ¿acaso se siente mal? ¿Tiene algún dolor? Dios, ¿yo he hecho algo? Intento averiguar cuando pega su cabeza en mi cuello, como cuando un deportista está súper cansado y necesita agua.

—Déjame llevarte al cielo, Heather. Déjame tenerte —susurra contra mi piel, ¿acaso está pidiendo permiso? 

—Yo... por favor llévame al cielo, Deven —suplico.

Curioso, Caiden dijo de arrastrarme al infierno, pero Deven me invita a pecar para ir a su cielo. ¿Por qué tengo la impresión de que en este cielo me voy a quemar más que en el mismísimo infierno? 

... 

Otro relámpago alumbra el nublado cielo recordándome una vez más la pesadilla que viví allí fuera. Está bien, todo está bien, no puedo seguir recordando esa porquería cuando puedo sentir que estoy en el cielo. Mejor dejo mi cuerpo relajarse con la espalda pegada al pecho de Deven, sintiendo su piel hirviente quemarme el interior, cuando la verdad es que ni por la fricción de nuestros cuerpos, deja de ser como una roca helada. ¿Acaso no bombea sangre caliente en su cuerpo? 

—Estuve pensando en algo que me dijo el sheriff —tengo que soltarlo o sino me comerá por dentro. 

—¿Qué? —continúa deslizando sus dedos hasta llegar a la punta de mis mechones de cabello de forma repetitiva como si tuviera una obsesión. 

—Para convencerme de ir con él a la comisaría, dijo que tenía algo sobre lo de mi tía. ¿Y si es cierto que tiene una garantía para sus planes? ¿Y si tiene algo más... sobre ti o la gente del hotel? Él no estaba de acuerdo con las cosas que hacía Rose, pero aún así sus creencias en todas estas... cosas demoníacas, era fuerte. Tal vez si algo salía mal en los planes con Rose, él ya de había hecho de una garantía para vengarse o simplemente no irse sin dejar una huella. 

—Es probable, detrás de todas su fachada de investigaciones obsesivas sobre el hotel, había un poco de verdad. Sería como un plan B. 

—Dices que si los habitantes del pueblo tienen una pista del monstruo... saldrían a la caza, lo mismo pasaría si se enteran de que los residentes del Bloom Hill Hotel sacrificaron a una niña en su sótano. Eso lo calificaría como otra... monstruosidad. 

—Así es, el pueblo despertaría sin piedad, nadie estaría a salvo del otro lado del bosque... —este.

—Debo de ir a la comisaría a borrar esas pruebas antes de que comiencen a registrar todo por su desaparición —intento levantarme, pero me jala por el brazo hacia sí. 

—No irás, Heather, la tormenta se avecina y te pueden atrapar, ¿que vas a decir? 

—Siempre se me ocurre algo, además un poco de lluvia no me hará daño si vuelvo antes del anochecer —me giro para encararlo—. Iré, Deven, digas lo que digas no me vas a detener. Esto podría... ¡arruinar nuestras vidas! Podría ponerte en peligro —toco su pecho con la mirada en sus ojos. 

—No me importa estar en peligro por ti, me encargaría de todos ellos para volver a estar contigo —toca mi rostro nuevamente. 

—Entonces déjame hacer una parte. 

...

Escurrirme por la parte trasera de la comisaría siempre fue mi pasatiempo favorito para gastarle bromas a papá. Sucede que la ventana del despacho del sheriff, tiene un problema que no la deja cerrar bien desde dentro y puede ser abierta desde fuera, situación que utilicé numerosas veces para colarme en la oficina y asustar a papá sin tener que pasar por el jodido permiso de Chuck. Ahora no estaban ni papá, ni Bryant Walsh, solo es una simple oficina sin dueño con las suficientes pruebas para inculpar a alguien de su desaparición, como por ejemplo ese tablón de investigación que me enseñó anteriormente. 

Retiro la cortina que cubre el tablón viendo todos los hilos rojos idénticos a la última vez, la única diferencia es que donde estaba la foto con el signo de interrogación, ahora hay una de Deven, ¿o es Robyn? Juraría que parecen el mismo, pero con rasgos que los definen, como si hubieran tomado una foto de cada uno y la hubieran fusionado en una sola para lograr esto. La zafo con fuerza del tablón para mirarla más de cerca y sí, aún no sé definir si es Deven o Robyn por no decir que tienen el cabello del mismo tono oscuro, cubriendo sus ojos de una forma que me impide ver el color conciso. 

Como sea, la guardo en el bolsillo y arranco la de los demás para quemarlas lejos de aquí, al mismo tiempo creando un desorden en el cuadro que impide ver el transcurso de la investigación en los perímetros del hotel. La vuelvo a tapar con la cortina sabiendo que algún día se darán cuenta, pero mientras más tarde mejor. Reviso las gavetas del escritorio por si hay alguna información y encuentro una con llave, maldición. Las jodidas llaves las debe de tener su cadáver, pero puede que tenga alguna de repuesto guardada en algún lugar. Recuerdo a mi padre decir que había encontrado la cueva de un ratón en la oficina y luego de exterminarlo, dejó ese pequeño hueco para ocultar algunas cosas importantes, pero pequeñas, dadas las circunstancias de la poca seguridad del sitio. 

Busco con la vista el sitio donde creía que estaba el hueco y lo que me topo es un ligero librero cubriéndolo. Sin cuestionármelo dos veces, lo empujo hasta que choca con la esquina de la pared y ahí está. Bendita criatura del queso (el ratón, ¿vale?). Pues además de algunos envoltorios de dulces y papeles insignificantes como si fuera el cesto de la basura, está una pequeña llave que parece tener copia única. Tal vez la original siempre estuvo aquí lista para usarse con este cajón que solo contiene carpetas de más y más archivos. Si estaban bajo llave deben de contener algo importante, así que me los repaso uno por uno. 

No son más que registros de muertes de años distintos, todos en el mismo maldito día: primero de septiembre. Son todos los bebés que desaparecieron en cada año, inclusive en el que ninguno desapareció, hace dos años, con la fecha de nacimiento del treinta y uno de agosto, justo un día antes del día fatídico. Además de ese fuera de mi lógica, hay otro adicional que me pone aún más en desconcierto. Uno de hace dieciocho años que no es justamente el del cinco de septiembre, sino del mismísimo primero donde el nombre registrado es el mío, nacida ese día. Claro que la fecha de mi cumpleaños estaba bien, pero no entiendo qué hago registrada como muerta y al mismo tiempo junto con los demás desaparecidos. Otro archivo que me deja boquiabierta es el de un bebé desaparecido hace seis años y del cual el nombre de la madre es Gemma Thompson, ¿puede ser tan jodida coincidencia? Lo dudo, ¿por qué mentiría en que no es de Reshville? ¿Por qué mintió en todo? 

Un trueno más fuerte anuncia la rápida caída de la lluvia. Debo de regresar al hotel cuanto antes. Agarro el archivo de mi interés para eliminar cualquier sospecha que señale al hotel y salgo por donde mismo entré. El fango del sendero del bosque me hace resbalar a cada paso que doy, haciéndome manchar toda mi ropa que ya está lo suficientemente empapada. Finalmente vislumbro el maldito hotel en toda su grandeza, haciendo que el viento tan fuerte y helado arrastrando las hojas consigo le de ese aspecto de mansión embrujada de una película de terror. 

Intento abrir la puerta, pero esta no se abre, seguramente le pusieron seguro para que el viento no haga de las suyas, así que procedo a tocar. Tras varios intentos, se escuchan ruidos del otro lado y Rose abre la puerta con un candelabro en la mano. En el primer vistazo me sobresalto, pero después comprendo que me estoy helando de frío aquí fuera y necesito entrar. La sonrisa macabra de la mujer bajo la luz de las velas, me da la bienvenida y cierra la puerta detrás de mí. 

Toda la gente está reunida en el vestíbulo preocupados por el inminente apagón por la tormenta. Justine Schmidt está sollozando en un rincón poco alumbrado, ¿dónde está su marido? Los gemelos están sentados en el sofá junto a la ventana entablada y la pareja de ancianos está discutiendo por alguno de los estúpidos temas de Alice. Caiden está recostado en el mostrador, con los pies y brazos cruzados sobre su pecho, cierro los ojos sintiéndome de la forma más culpable posible. 

De pronto resuenan fuertes pasos bajando las escaleras, llantos como desde el centro de su alma. Con un candelabro de tres velas en su mano, Gemma alumbra más la sala. Tiene una expresión horrible: de dolor, furia y miedo juntos. 

—Por todos los cielos, querida, ¿qué ha pasado? —pregunta Alice con una expresión de susto. 

—Mi bebé ha desaparecido. 


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Nota de la autora: Holi, ¿cómo están? Espero que estén bien y que les guste este capítulo. Perdón si ven alguna incoherencia o falta ortográfica debido a que está sin editar.

Cuídense y se les quiere <3

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