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Capítulo 25

Otro funeral, otra pérdida, ¿hasta cuando va a llegar esta inmundicia? No tengo ni idea, en realidad nadie lo sabe, o tal vez sí, ellos... La muerte de mi tía fue como el punto en que entendí que ya no quedaba nada por lo que luchar que no fuera yo misma. Suena egoísta, pero me rehuso a amar a alguien para que un día desaparezca por la nube oscura que últimamente siempre me rodea. Mi hermano la mató, ella dice que no lo culpe porque hay alguna explicación, pero aún así se me hace difícil de asimilar y no mirarlo con ojos de terror; sin embargo, voy a cumplir lo que parecía ser su última voluntad.

Domingo de visitas en el Sanatorio Mental de Shadeview, luego de una mañana en el cementerio convenciendo al sheriff de que no tomara acción legal con mi custodia, ya que, quien estaba a cargo de mí y única familiar capaz, murió. La otra persona de mi familia que tiene la edad suficiente para cuidarme, es Robyn, pero por su condición es imposible, además, aunque no estuviera dentro del psiquiátrico, no estoy segura de que podría convivir con él. En fin, en una semana y poco, cumpliré la mayoría de edad y no es necesario que recurramos a seguridad social por unos jodidos días, por lo que hemos concluido en quedarme por ese tiempo con la familia Kishimoto, los padres de Ryoko. Creo que sintió pena por mí y por nuestra vieja amistad accedió a ello.

La misma figura con camisa de fuerza, me da la bienvenida en la esquina de la blanca habitación acolchada, igual que siempre, nada de garras espantosas u olor pútrido. Tanta normalidad me hace creer que he vivido un sueño días atrás, cosa que choca contra la realidad y lo hace cada vez más ilusorio. Veo plantada en su rostro esa sonrisa sombría que tanto me recuerda al chico del ático, ello me hace querer borrársela de inmediato, pero recuerdo lo que dijo mi tía.

—Pero qué pintas, hermanita, ¿por qué tanta oscuridad? Parece que vinienes de un funeral —recuesta la cabeza a la pared, con diversión.

—Vengo de un funeral, de uno que tú mismo causaste, ¿por qué? Es... —sorbo por la nariz—. Era nuestra tía.

—¿Desde cuando te volviste tan sentimental, Heath? Si a penas has tenido contacto cercano con ella unos meses, no comprendo tu estupidez —finge una cara de sorpresa—. ¡Oh no, hermanita! No me digas que estar con ese chico te ha ablandado el corazón, qué idiota eres —niega con la cabeza en decepción.

—¿Qué rayos te pasa? ¿Por qué actúas así? —presiento que me ha ignorado.

—Pero, ¿qué se le va a hacer? Hay que amar a alguien, siempre se ama a alguien, incluso la persona con el corazón más oscuro, ama o amó a alguien. ¿No te parece? Sin embargo, no creo que lo tuyo sea amor, ¿o me puedes decir lo contrario, Heath?

Me quedo callada repitiéndome en la cabeza que no estoy aquí para cuestionarme sobre esas cosas, pero él tiene razón en algo: no es amor. Caiden desde que somos más íntimos, me ha demostrado una compresión que no podía divisar por encima de su otra fachada arrogante, me siento tan bien con él protegiendo mis espaldas, como si ni el poder más grande pudiera hacerme daño. Sin embargo, mi visión hacia él no pasa más de una atracción carnal, de repetirme lo guapo que se ve pegado a mí y tal vez el cariño que le puedo dar a alguien que te apoya en cualquier momento; eso suena a amistad. En realidad, solo creo que me estoy bloqueando los sentimientos a mí misma, el miedo constante de perder a alguien amado, está haciendo su jugada.

—Robyn, sabes muy bien por qué estoy aquí y no es para hablar de mis sentimientos. Yo sé que no eres de esta forma a propósito...

—Ay querida tía... —suspira con burla—. ¿o debería de decir impostora? Como sea, sabía que no debí haberla dejado demasiado tiempo al teléfono, pero me fue imposible hacer rápido la jugada —ladea la sonrisa cínicamente.

—¿Por qué “impostora”? ¿Acaso ella te engañó? No lo entiendo, dijo que cada palabra que usabas, tenía significado —intento hacer una sonrisa apacible mientras me acerco a su lado—. Necesito que me expliques eso, Robyn, como mi hermano.

—Todos me engañaron, crearon de mi jodida vida, una maldita mentira, hasta que él me explicó la razón de mi existencia, mi propósito de haber sido engendrado por tu madre. Necesitaba protegerte, mantenerte viva, hermanita y para ello necesitaba ser tan fuerte como él, matar para ser como él.

—¿Quién es él? —mi pregunta le causa risa.

—Es increíble que seas tan estúpida, Heath, pensé que te habías dado cuenta de cuán mal están las cosas a tu alrededor. De hecho, todas están mal porque giran sobre tí, todo es acerca de tí. ¿Por qué crees que han habido tantas muertes en tan poco tiempo desde que llegaste al hotel, desde que él te vio? El destino hizo que llegaras a vivir ahí, era una obligación hacerte pasar por cada una de esas lunas llenas, ¿crees que te obligué a deshacerte de los impostores por nada? No, Heath... Tampoco te hubiera matado si no lo hacías, pero según tu predecible psicología, era obvio lo que ibas a hacer. Necesitaba una rotura en la línea de la normalidad, la pobre tía Joelle perdería pronto la casa debido a todas sus deudas y ella era tu única cuidadora disponible, ¿dónde más iban a ir? El recuerdo de tu padre sobre su amistad con los Bloom, era algo para tomar camino hacia la hospitalidad de la propietaria...

—¿Tú... tú odiabas a nuestros padres por lo que pasó en el río del bosque junto al Bloom Hill Hotel? —con el dorso de mi mano limpio mis ojos nublados por las lágrimas.

—Oh no, Heath... —niega con la cabeza en falsa tristeza—. Eso es solo un capítulo de la historia, muy insignificante. Amigos adolescentes reunidos para deshacerse del crimen que cometió alguno de sus cercanos, seguro que te hiciste una escena del crimen encubierto en tu pequeña cabeza —ríe.

—Pero tú querías que yo descubriera eso, que me centrara en ese caso y que hurgara en el pasado para descubrir cuál de ellos fue el asesino, ¡por algo enviaste esas notas! ¡Tú obligaste a Karol a asumir esa culpa! —me levanto para caminar de un lado a otro atando cabos—. ¿Cómo lo hiciste? Alguien estaba detrás de ella, ¿era él?

—Siempre has sido de muchas preguntas, Heath, ¿acaso no te cansas de ser siempre tan impulsiva?

—¡Contesta!

—Nadie obligó a la pobre Karolina a hacer nada, lo hizo absolutamente conciente, como una pieza importante del plan al que ella misma accedió, solo que no sabía que se convertiría en un obstáculo y habría que eliminarla, pobre —finge un puchero—. ¡Y voilá! Un auto casual en medio de la carretera dio por terminado nuestro plan de la niña borracha.

—¡Dios! ¡Era mi amiga! Como Ryoko, ¿acaso no te pones a pensar que pudo ser ella?

—Por algo la aparté del camino antes de que fuera demasiado tarde, Heath. Cuando decidimos aquello, mi mente estaba totalmente clara con la verdad y sabía que había que hacer sacrificios para complacerlo, como te dije, hasta el corazón más oscuro puede llegar a amar. Entonces llegó Karolina, con su perfecta historia y el pasado de su familia, ah... su madre, una alcaldesa muy privilegiada con el poder de salirse siempre con la suya. Lo único que tuve que hacer con la mente de su hija, fue atar hilos y contar la verdad de una vez, cosa que activaría cualquier mecanismo oculto en su cabeza y la uniría a nuestro plan.

—¿Qué le contaste? ¿Qué le hiciste?

—Le conté la verdad, lo demás solo fue cosa de su madre con el mismo maldito ideal de limpiar los pecados del pasado, tú conoces bien hasta que punto son capaces esos infelices —abro los ojos ante el recuerdo—. ¿Qué le hizo a tu amiga? Estoy seguro de que esa es tu pregunta principal en este momento, pues te lo diré. La obsesión de estos pecadores por limpiar sus pecados, los lleva a extremos incalculables y pues la alcaldesa Julia Walsh, no fue distinta. El peso de su conciencia por haber participado en el encubrimiento de la masacre del hotel, la llevó a hacer un puto ritual y como en cada uno de estos, siempre hay que dar un alma inocente como ofrenda, ya que, bajo todo ese manto de religión, la pura verdad es que en tal acto la conexión es con el diablo. ¿Te has preguntado por qué el antiguo alcalde murió tan pronto? —ríe como si estuviera presenciando la maldita escena de una comedia.

—Ella... su hija lo mató como sacrificio para el ritual —saco conclusiones.

—Primera cosa inteligente que dices en el día, hermanita. Solo te comunico que el alcalde no era un alma pura como se necesita, las únicas puras en su totalidad son las de los niños, tan poca maldad en sus almas... En ese momento ella se había enterado de que estaba embarazada, adivina de quién —Karol—, como aún tenía deuda con el submundo al ser su ritual fallido, ofreció el alma de su futura hija como portadora de un gran mal. Pobre pequeña, su destino desde antes de nacer estaba vetado... —se me queda mirando en silencio, pero con sus ojos me grita “como tú”.

Eso explicaba la fuerza sobrehumana con la que arrancó la cabeza de Rowan de raíz o sus ojos demoníacos, su aura de maldad... sin poder impedirlo, sin tener la culpa de los siniestros propósitos de su madre, tal vez así mismo pasa con Robyn, como dijo mi tía, él no pudo impedirlo. La otra cuestión circula en “él”, quien sin siquiera mencionar su nombre, ya me hago la idea de a lo que me enfrento, pero, ¿por qué no me puedo sentir enojada con él? ¿Por qué no puedo odiarlo por todo esto que ha hecho aunque sé que muchas de esas muertes se le atribuyen a mi hermano? ¿Es que él tampoco lo puede evitar? ¿No puede evitar ser una bestia como para estar encadenado sin control?

—Robyn...

—El tiempo de visita ha acabado, señorita Steinwedel —habla la enfermera de costumbre interrumpiendo en la habitación.

—No, yo... Por favor, necesito un poco más de tiempo a solas con mi hermano.

—Lo siento, pero tiene que irse, el tiempo establecido por el protocolo ha terminado. Regrese el próximo domingo de visitas —su expresión severa de por sí sola me expulsa de la habitación.

—Tal vez el próximo mes sea demasiado tarde —expreso para mí misma, pero observando a mi hermano.

—Por favor, salga ahora o me veré en la obligación de llamar a seguridad —me toma por los hombros.

—¡Está bien! ¡Está bien! —salgo de la habitación sin quedarme de otra.

Tantas preguntas amontonándose en mi mente y el que me puede dar esas respuestas es simplemente imposible de volver a ver. No creo que “él” me las quiera dar y me da miedo que por preguntar algo le pueda molestar otra vez, digo, si es que ya se le ha pasado el anterior odio. Siempre me han dicho que no meta mis narices en asuntos que no me conciernen, pero está más que claro que este es uno que me implica a mí en todos los sentidos.


♦♦♦

—Puede sonar borde, o contradictorio, pero me alegro de que te vayas de este lugar —confiesa Caiden dejando mi última valija en la puerta.

—Sí, sonó borde —me río en broma—. Te confesaré que si te digo alguna emoción concreta en este momento, estaría mintiendo, Caiden. La verdad es que por una parte estoy feliz por dejar la nube negra que despoja este hotel, pero por otra parte, no quiero irme porque... —la única razón que me ata es el chico del ático.

—Lo sé, Heather, ya te he dicho que no tienes que explicármelo —mira a otro lado, me muerdo el labio.

—Escucha, Caiden —tomo sus manos para que me mire a los ojos—, Yo no te mentiré, siento que me muero por dentro al hacerlo así que simplemente lo diré: no te puedo prometer nada.

—Tranquila, pelirroja. No me hacen falta las promesas para confiar en tí, puedes hacer lo que quieras conmigo, pero aún así en el primero de mis recuerdos —aprovechando el agarre de mis manos, me jala hacia él para susurrar en mi oído—, recordaré cuántas noches fuiste mía y cómo gritaste mi nombre como si fuera el único hombre en el universo —solo con sus palabras comenzaba a burbujear en mi interior.

—Así era —sonrío abiertamente ladeando el rostro para que no vea mi rubor. Sí, mi nivel de estupidez llega a tal punto de después de haber hecho inimaginables cosas con él, me llegue a avergonzar por mis mejillas sonrojadas—. Caiden... Quiero amarte —¿por qué simplemente no puedo abrirme?

—Yo haré que me ames, pelirroja —acaricia mi mentón con sus dedos—, pero jamás como yo te amo a ti —muerde su lengua provocándome con esa mirada pícara.

Luego muerde mis labios con fervor, no de una forma demasiado fuerte como para partir la piel con sus impecables dientes, sino de una manera que me hace sentir que acaricia mi cuerpo en un solo beso. Me aprieta más contra él, permitiéndome sentirlo todo, hasta las penetraciones que hace con su lengua en mi boca. Quiero quedarme, quiero seguir en este hotel para tenerlo a él entre mis brazos, pero tal vez solo necesito a alguien que me lo pida. Alguien que me pida que me quede.

Después de separarnos para coger aire, le di la excusa de ir al baño antes de ir en el coche del sheriff a la casa de Ryoko, cuando en realidad voy a su celda, a despedirme de él. Antes de abrir su puerta, dejo a un lado del suelo, mi mochila la cual sustituye a los molestos bolsos, y saco de su interior un cuaderno y lápiz para entonces empujar la puerta.

—Volviste.

—A despedirme —camino lento por la ahora iluminada habitación, mientras paso mi vista sobre las tablas rotas en el piso, como si en vez que quitarlas a conciencia, las arrancara una bestia.

—¿Entonces para qué traes eso? —se refiere a mi material de dibujo.

—Los demás dibujos se... perdieron —me encojo de hombros con simpleza tratando de disimular mi mentira—. Y no quiero irme sin llevarme algún recuerdo de lo poco que pude dibujar aquí.

—Qué raro, hay un gran paisaje en todo el contorno del hotel, ¿por qué dibujas mi rostro? El rostro de un simple humano, aburrido —hace media sonrisa, tan idéntica a la de Robyn, demonios.

—No es aburrido, es demasiado interesante porque tu rostro tiene una simetría tan perfecta que es increíble para pasar al papel —me arrodillo a su lado con mi pose de costumbre al dibujarlo—. Si me permites, esta vez cambiaré las reglas —sonrío tratando de trasmitir amabilidad.

—Creo que es justo, pues es tu último día en el infierno —sonríe igual, pero sin un punto de inocencia.

—Esta vez, me llevaré una historia y te dejaré el dibujo —se me ocurrió recién (soy mala haciendo tratos).

—¿Qué voy a hacer con un dibujo de mí mismo? —expresa como si fuera lo más ridículo del mundo.

—No lo sé, eres tú el que siempre tiene un plan, ¿no es así, Deven? Como sea, ¿me vas a contar una historia? —espero su respuesta con la punta del lápiz sobre el papel.

—Trato hecho, Heather.

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Nota de autora: Ola de mar! Qué tal se encuentran? Espero que bien y sin mucha cafeína en el cuerpo. Y pues lo prometido es deuda y aquí está el último capitulito del año!
Espero que haya sido de su agrado y si es así no se olviden de votar y comentar. Se les quiere <3

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