Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

Camino despacio por el interior de la habitación, con la vista en la figura todo el tiempo, demasiado ocupada para pensar en qué estoy pisando. Debido a esto, tropiezo con un juguete de goma que hace un chillido como las pelotitas de perro con las que acostumbra jugar Jack. Por el susto choco con la pared soltando el carro de juguete al suelo. No parece una simple pared, sino en la que está rescostada la persona y la que tiene una tela cubriéndola. ¡Bingo! Debe de ser una ventana.

Aparto las cortinas de una sola, pero no obtengo unas ventanas a la primera, ya que estas están cubiertas de tablas ya sea para dejar de pasar luz en la habitación o evitar... Se mueve ante los pocos rayos que entran por las rendijas que no se pudieron cubrir debido a que las tablas están realmente disparejas, es un chico. Está sentado con la cabeza escondida entre sus rodillas, usa solo un pantalón desgastado, y el cabello tan oscuro como una noche sin luna, resalta sobre su piel pálida como si se tratase de anemia. Digo, todos en el pueblo, o en general la zona, somos realmente pálidos debido a la carencia de sol, pero este chico está como si se hubiera resguardado en una urna de cristal toda su vida.

Me agacho para estar a su altura, observo sus manos, sus uñas carcomidas y piel herida. Arrugo la nariz ante el olor que de pronto me choca, huele a algo podrido, muerto.

—Oye... —dejo de hablar porque en definitiva no me salen más palabras.

El chico levanta la cabeza y me mira con esos ojos que se esconden detrás del cabello que está bastante largo sobre su frente. Un rayo de luz se estampa en su cara y puedo observar esos ojos... oscuros, sin ningún tipo de tono claro, ni siquiera parece que tenga pupila, así como los ojos inexpresivos de una muñeca, con su iris de un tamaño fuera de lo normal.

Dejo el contacto visual porque siento que quedaré petrificada de tanta intensidad, y paso a ver su rostro. Un rostro fino, como si de la realeza o un Dios se tratara, mandíbula que parece moldeada por manos divinas, nariz perfilada... ¿Qué es esto?

No me atrevo a decir palabra, e inmediatamente tengo la monstruosa necesidad de tocar su rostro, esa piel que parece porcelana.

—¿Qué haces aquí? —escucho la voz de Rose detrás de mí.

Me levanto preparada para dar una explicación, pero ¿qué exactamente puedo decir? ¿La curiosidad me ganó al ver que la tercera planta parece más cutre que la primera y guardan a un chico como si estuviera en un manicomio? Oh genial, tendríamos que buscar otro lugar de alojamiento de forma inmediata.

Antes de siquiera pedir más explicaciones o regañarme, Rose (mejor le digo la señora Bloom) corre a cerrar las cortinas y el sitio queda en plena oscuridad otra vez.

—Yo... La puerta estaba abierta —pero no por esto tienes que andar husmeando, Heather.

—¿Estás bien? —pensé que me lo preguntaba a mi, pero en cuanto se agacha frente al chico, veo que es a él.

Le acaricia el rostro comprobando que todo está perfecto, pero él sigue inexpresivo. A estas alturas, tengo la certeza de que ese es su otro hijo, ¿qué tipo de gente es esta? Hasta ahora no conozco a ningún miembro de esta familia que sea normal.

La señora Bloom se gira hacia mí, con lo poco que puedo ver de sus facciones, sé que está enfadada.

—Fuera.

—Pero yo...

—Dije que fuera —me mantengo en mi lugar—. ¡Fuera!

Salgo sobresaltada por el grito, cierro la puerta tras de mí y me recuesto en ella. Dejo salir una gran bocanada de aire con los ojos cerrados, pero en cuanto los abro me encuentro con el rubio arrogante de ahorita. Hay que agregarle otro susto al día.

—¿Qué haces aquí?

—No, ¿qué haces tú aquí? —enfatiza en el "tú".

—No hay un cartel que diga "prohibido el paso al tercer piso", digo, es un hotel, si quieren mantener a los residentes alejados de esta zona, deberían... —suelta una risa y me detengo—. ¿Qué es tan gracioso?

—Que justifiques tu curiosidad con la culpa de otros, tan típico. Mi madre debería de haberte advertido que no estuvieras husmeando.

—Algo así, pero se supone que las habitaciones de otros estarían cerradas con llave. ¿Qué le pasa a ese chico? ¿Por qué está encerrado como un animal?

—¿La puerta no estaba cerrada con llave? —deja su lado burlón y se pone serio.

—Obvio no, ¿de qué otra forma habría entrado? —me encojo de hombros.

—Debes de irte, tu tía está preguntando por ti —habla severo, como si fuera una orden.

—Oh sí, mi tía —me palmeo la frente, tratando de inventar alguna excusa plausible para ella—. ¿Cuál es tu nombre? —me giro en mi sitio antes de bajar las escaleras.

—Demasiada curiosidad, chica rebelde. ¿Acaso has escuchado el dicho de que la curiosidad mató al gato? —vuelve ese jodido tono arrogante y la media sonrisa a sus labios.

—No soy un gato.

—Pero sí eres frágil, linda, yo que tú me cuidaría —si lo supiera no le sería tan frágil como cree.

Resoplo ante la obstinación de que no responda mi pregunta, así que vuelvo a emprender mi camino hacia abajo, cuando escucho a mi espalda:

—Caiden.

—Yo soy...

—Heather —completa mi frase—. Nos vemos por ahí.

♦♦♦

—Te dije que te guardaras todas las ganas de husmear para cuando tengamos una casa propia, o ya no vivas conmigo —regaña mi tía mientras desempaca algunas cosas.

—Sí, ya, ya, sé que estás loca por deshacerte de mí, tía, pero no es mi decisión tampoco. No te preocupes, dentro de dos meses cumpliré los dieciocho y tendré que ir por mi cuenta.

—No digas tonterías, eres de mí familia, la hija de mi hermano y nunca serás una carga. Solo te pido que no metas tus narices en donde no te llaman, y más con esta gente. Tienen un aura extraña, mejor mantente alejada de ellos.

—Créeme tía, ya me he dado cuenta. ¿Por qué crees que tienen a ese chico encerrado allá arriba? —me da una mirada severa en reprimenda—. Vale, vale —resoplo—. Iré a pasear a Jack, debe de estar aburrido allá abajo —tomo de encima de la cama, la correa que la tía acaba de desempacar.

Necesito relajarme, tan solo la llegada a este jodido sitio ha paralizado todo lo que llamo rutina. Hasta hace unos minutos estaba segura de quien estaba en la ventana para nuestra llegada era ese chico de cabello oscuro, pero dado que la ventana era del segundo piso, y él está en el tercero con sus ventanas entabladas, ¿cómo podría ser él? También que se suponía que la puerta debería de estar con llave... Él podría haberse escapado, pero en fin, por estas cosas es que necesito relajarme, dejar de pensar por un rato. Tal vez de lo que me estoy haciendo una gran película, sea solo un chico con problemas, encerrado por su madre para su propio bien. Conozco de eso.

Bajo las escaleras del porche del hotel, y busco a Jack con la mirada. Darle un paseo me trae buenas sensaciones, creo que mi padre todavía está conmigo y me hace sentir más viva que con la cruel realidad de haberlo perdido todo. Pero no está, no encuentro a Jack.

Rodeo todo el hotel, doy un corto vistazo por entre los árboles del bosque y hasta me acerco al acantilado, no hay nada. Mi perro jamás se escaparía de donde yo lo haya dejado, nunca. Es posible que se haya adentrado en el bosque, pero poco probable conociéndolo. Demonios, sabía que no tenía que haberlo dejado aquí, es el único recuerdo que tengo de él, no...

—¡Ven chico! ¡Jack!

Tomo mi cabeza con las manos, caminando de un lado a otro en el sitio donde recuerdo haber dejado a Jack. Un relámpago rompe el cielo que de un momento a otro se ha puesto nublado de tormenta. En segundos comienzan a caer gruesas gotas heladas en mi piel, cabello y acá sigo parada como estúpida imaginándome que pronto mi pastor alemán aparecerá para tirárseme encima a lamerme la cara.

Otro rayo reluce detrás del hotel, el ruido del trueno retumbando en todo el sitio, unos flecos de mi cabello goteando en mi cara mientras subo la mirada hasta la ventana que me dio la bienvenida. Otra vez está esa sombra mirándome, pero ahora no me parece solamente una oscuridad, tiene forma, una forma que reconozco. Me ubico: tercer ventanal del ala izquierda... Mi habitación. Con algo tan impreciso como las cuentas, es imposible estar cien por ciento segura, pero el paisaje del cuadro que se encuentra detrás de la cama, me lo confirma todo.

Atravieso el corredor de la entrada a toda prisa para llegar al segundo piso, sin importarme toda el agua que dejo en la alfombra o los escalones. Abro la puerta de mi habitación, nada. Ni siquiera mi tía está aquí dentro como recuerdo haberla dejado, pero percibo un extraño olor... como el de la habitación hermética de la tercera planta. Enseguida mi vista va a dar al banquito a los pies de la cama, un trozo de papel doblado perfectamente a la mitad. Lo agarro y abro para leer su contenido...

—¡Aquí estás, niña! Solo mírate, estás toda mojada, déjame traer una toalla —la tía que recién entra al dormitorio, pasa al baño a por la toalla.

—¿Dónde estabas, tía?

—La señora Bloom quería hablar conmigo, sobre la situación de tu intromisión. También dice que le gustaría hablarte, tal vez deba asegurarse de que le prometas que te mantendrás a raya —sale con una toalla azul en la mano para secarme el cabello, arrugo el papel en mi mano con tal de ocultarlo.

—Después la veré.

—Bien, trata de sonar convincente. ¿Y pudiste pasear a tu perro? Por lo que veo te mojaste en el recorrido —agita mi cabeza para sacudir el agua, la aparto con una mirada seria.

—Tía... —mi labio inferior tiembla—. Jack desapareció.

—¿Qué? ¿Cómo puede ser eso posible, Heather? El siempre se queda donde le ordenas.

—Lo sé... —me muerdo el labio con tal de reprimir lo que siento—. Sé que no debería llorar, pero tía, es el único recuerdo que tengo de papá de lo que solíamos ser. Aún recuerdo cuando papá lo trajo a casa de cachorro, mamá de opuso a criar un animal, pero era por trabajo y al fin no pudo oponerse. Tía Joelle, has algo.

—Oh cariño, no puedo hacer nada. ¿Lo buscaste bien? Tal vez se fue al bosque persiguiendo algún animalito o algo...

—¡No! Él... Pienso que esta gente tiene algo que ver... —abro los ojos más grande—. La propietaria advirtió que no eran permitidos animales en el hotel y si... ¿Y si decidieron deshacerse de Jack?

—¡Por favor, Heather! —me da la toalla—. No digas tonterías —suspira con las manos en la cintura—. Vale, iré a hablar con la señora Bloom para que estén alerta por si lo ven y nos avisen.

—Dudo que lo hagan.

Con esto, ignora mis palabras y nuevamente sale del dormitorio dejándome con mis cien teorías. Me siento en la cama con la toalla en una mano, toco mi oreja sintiendo que no tengo el pendiente, capaz y anda en el suelo con la sacudida de cabeza que me dio la tía. En la otra está el papel hecho una bolita, por fin estoy a solas para abrirlo, sin importar que lágrimas se asomen por el mal presentimiento que tengo sobre no volver a ver a mi perro.

Leo las letras hechas con tinta sobre el papel:

"Ven al ático a medianoche. Procura que nadie te vea."

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro