—Estás muy callada desde que fuiste a buscar mi bufanda.
—Tengo sueño.
—¿Tan temprano? Pero si apenas y son las ocho y tanto, ¡no me digas que eres de las aburridas que se duermen temprano!
—No tengo muchas cosas que hacer.
—¡Ay Heath! Eso es aburrirse en exceso y no me digas que no tienes nada que hacer porque estoy segura de que el buenazo rubio te dará algo en qué ocuparte —me guiña un ojo con picardía.
—No digas tonterías, Kiersten —resoplo aferrándome más a mi abrigo.
—¿Qué tonterías? Solo digo la verdad, por favor. En cada cena se nota su tensión sexual, juraría que con la mirada te desgarra la ropa para hacerte las Cincuenta Sombras de Grey...
—Basta, por favor. No estoy de humor para eso.
—¡Qué amargura, linda! No es una noche para esa cara, no sé qué tienes, pero estás realmente rara —acomoda su bufanda—. ¡Hey mira! Allí está Nash con el señor Clifton y su esposa —señala por entre algunas personas.
Hago un suspiro profundo mientras introduzco mis manos en los bolsillos del abrigo, siento que la fuerte brisa nocturna me quema hasta el alma. A penas estoy calmando mis latidos acelerados del pánico producido por ver otro cadáver, esta vez acabado de apuñalar, más el hecho de enfrentar mi miedo a las alturas y no saber qué rayos le sucede a Deven para estar encadenado de esa forma. De la forma que lo ví allí, el concepto de celda se hace más apropiado.
La preparación de la cacería está llevándose a cabo desde hace horas para dar tiempo de marcar cada centímetro de las fronteras de Reshville ya que, está fijado como regla no pasarse de lo señalado. Por otro lado, el número de personas que se han reunido esta noche, es considerablemente bajo comparado con los años anteriores. Jamás me gustó asistir a estos eventos de salvajismo, pero papá nos arrastraba para contemplar la osadía del hombre atrapando a su presa y trayéndola todo victorioso, exhibiendo así su logro como especie dominante. Me pregunto si al ver aquello le volvían recuerdos de cuando lanzó esos cuerpos al río como unos puros animales.
Una vez más con el ambiente de cementerio a nuestra esquina, la cúpula descuidada de noches y días bajo lluvia o el mínimo resplandor que se asoma por entre las nubes de nuestra mañana, está rodeada de gente llenando el entorno con su bullicio. Las luces colocadas en el perímetro, hacen la penumbra de la noche más placentera; mientras viejos ricos decoran los alrededores con sus risas escandalosas y choques de vasos recién servidos de las mesas de largos manteles blancos, repletas de comida casera y bebidas fuertes para soportar el frío potente que azota.
—Cariño —Kiersten se lanza a besar a Nash, el cual confirma la seguridad de su escopeta una y otra vez—. Señores —saluda a los ancianos a nuestro lado.
—Buenas noches —me limito a decir con los labios apretados.
—Buenas, querida —la señora Alice masajea mi brazo como saludo, mientras su esposo me da una sonrisa amable—. Me alegro de que hayas venido a un evento tan importante como este —¿cómo no?—. Aunque ya no es lo mismo que antes, es la primera vez que se efectúa sin un alcalde llevando el pueblo. A leguas que se nota que las personas están asustadas —abre bien los ojos y aprieta mi brazo, por lo que hago una mueca de molestia.
—Venga Alice, deja de asustar a la chica —habla su marido salvándome de la horca—. Disculpa a mi esposa, pienso que ese té le está haciendo mal últimamente.
—Sí... claro.
—¿Qué dices, Clifton? ¿Insinúas que estoy mal de la cabeza? Por favor, la niña va a pensar que estoy loca —diabólica sí que es.
—¡Ay por todos los cielos, Alice! —habla Kiersten aún abrazando a Nash—. Todos sabemos que tu té siempre trae sorpresas —me guiña un ojo—, pero no te preocupes, es inofensiva —ni siquiera hace por disimular lo que dice, como si tuvieran tanta confianza—. Bueno, ¿entonces cuando comienza esto?
—Normalmente es a las nueve, cuando el cuarto creciente se pone en alineación con el techo de la cúpula —Clifton señala detrás de nosotros—, pero dijeron que habrían nuevos métodos así que no puedo decirlo con exactitud, solo no espero que a estas alturas no cambien la tradición.
—Te ves muy familiarizado con ella, ¿no tienes interés en participar? —indaga Nash poniendo fin a la revisión de su arma.
—Oh no, lo mío es la pesca —se arrima unos centímetros a mí para susurrar—: Si te soy sincero, este año hubiera participado de no ser por los presagios estúpidos de mi mujer.
—Clifton, estoy vieja, pero no sorda y sabes muy bien que estoy en lo correcto. Esta noche ocurrirá algo, lo huelo en el ambiente —Alice respira exageradamente como si quisiera captar todos los olores del universo—. Tierra mojada con hojas secas siendo movidas por el aire —justo al inicio del bosque ocurre ese movimiento... solo una coincidencia—. Los cuervos graznarán desde esta noche hasta la última luna de sangre que se alce sobre nuestras cabezas —abre sus ojos más que nunca dejando ver todo lo blanco alrededor de sus iris verdes—. Las pautas del destino están marcadas por los hilos rojos de la Parca, ¡tú destino está marcado incluso antes de que nacieras! —me mira directo a los ojos y con su dedo índice presiona con fuerza el medallón sobre mi pecho.
—¡Alice, basta! —la aparta su esposo.
—Estoy feliz de que no hayas ido, Clifton. Cosas malas pasarán —su rostro vuelve a su normalidad arrugada, y con una sonrisa llena de amor, mira a su esposo.
—No creo que haya sido una buena idea venir hoy, como dije, creo que es el té —Clifton usa su mejor mirada de disculpa mientras se retiran.
—¡Ay qué turbio! Alice es rara, sí, pero estar cerca de ti es como un detonante —Kiersten ríe.
—Eso parece. Por cierto, ¿dónde están los Smith que no los veo por ningún lado? —echo una mirada hacia atrás y lo único que logro encontrar es a Caiden fumando.
—Ellos no vienen a ningún tipo de eventos, es como si siempre estuvieran de luto llevando esa nube negra encima.
—Qué raro, pensé que no quedaría nadie en el hotel —aunque tampoco veo a la mujer con el bebé, y mi tía no necesariamente está aquí, sino en su odioso turno nocturno de sábado.
—¿Por qué? ¿Dónde escuchaste eso, linda? —su rostro se torna en seriedad, helándome tanto como este frío.
—Caiden Black, ¿listo para la caza? —dice Nash evidentemente refiriéndose al rubio que se ha acercado más de lo que lo ví la última vez.
—Siempre estoy listo cuando se trata de cazar animalillos inferiores a la fuerza del hombre —genial, otro idiota que tiene ese ideal, justamente mirándome a mí para darle más razones a los comentarios de Kiersten.
—¿Con “animalillo” te refieres a una pequeña zorra de pelaje naranja? —Kiersten me guiña un ojo.
—Es relativo... —sin quitarme el ojo de encima, le da una calada a su cigarro—. Ella no lo ve así, por lo que la presa no puede ser cazada si se aleja del cazador.
—Amigo —Nash pone una mano en su hombro—, el cazador es el que decide si cazar a su presa o dejarla escapar —algo en sus palabras me pone los pelos de punta, ya pienso que están hablando de algo más.
—Podríamos hacer una orgía —sugiere la rubia pervertida.
—¡Por Dios, Kiersten! —salto de inmediato, en otro momento me agregaría a la conversación, pero no ahora, lo que causa risa en los dos hombres.
Antes de que pueda replicar diciéndome lo mojigata que resulto ser, escuchamos desde el centro de la cúpula, al viejo Marty, dueño de la cafetería local y encargado de llevar a cabo el discurso de apertura del Red Hunt. Realmente no es tan viejo como su sobrenombre dicta, pero han pasado tantos años desde que está dando inicio a la cacería que sus sesenta y tantos no los toman en cuenta, puesto que empezó muy joven. Tanto su familia como la de la alcaldía, son las familias fundadoras más antiguas conocidas en Reshville.
—Les doy la bienvenida a un año más de tradición con el Red Hunt, donde desde los más veteranos hasta los principiantes de la nueva generación, llevarán a cabo una lucha de dientes y garras para ganar su premio final. Este año, el evento ha sido patrocinado por la familia Bloom con el fin de surtir con equipamiento de alto rango a los participantes, aunque claro que sus propias armas serán incluídas, con el fin de lograr la cacería más grande de la que jamás han escuchado hablar en Reshville.
—¡Eh, viejo Marty! ¿No iba a decirnos sobre nuevas regulaciones? —grita un sujeto de unos treinta aproximadamente.
—Por supuesto —Marty sonríe—. Este año cada cazador podrá elegir una pareja para cumplir su cometido, como ya dije, sorpresivamente hay nuevo equipamiento a su disposición y el pago por el otro participante se carga a lo ya depositado anteriormente —murmuros de desconcierto, asombro o incluso incredulidad se hacen presentes—. Otra sorpresa que tenemos es que no hay límites para la caza, esta vez no se han colocado las marcas en las fronteras y lo que antes era un obstáculo, ahora consta de total libertad —ahora risotadas, aplausos y gritos energéticos son los que llenan el lugar—. Sin más que decir, en diez minutos —observa el reloj en su muñeca para confirmar—, el cuarto creciente se alineará con la cúpula y daremos comienzo al Red Hunt.
—¿Qué rayos ha sido eso? —Kiersten se tapa la boca ocultando una risita—. Nash cariño, sabes que yo debo de ser tu pareja porque nadie más lo hará por ser tan idiota —se cruza de brazos con una expresión retadora.
—¿Idiota? Todos sabemos que nadie es más idiota que tú, hermanita —la aprieta contra él.
—Sí, pero una idiota sexy —le planta un beso en la mejilla—, que te vas a coger en el medio del bosque —preferiría no haber escuchado eso.
—Esta cacería va a ser más interesante de lo que pensé —él se ríe y le besa el cuello.
—Lástima que tu querida profesora no esté aquí —se atreve a decir Caiden—. Habría sido una increíble pareja para perderse en el bosque —ladea su sonrisa a punto de terminar su cigarrillo.
—Maravilloso, tengo su número, ¿quiéres que la llame por ti, Caiden? —agito mi teléfono de forma burlesca.
—No hay tiempo, pelirroja —susurra dejando su aliento de cigarro a mi alrededor—. ¿Cuánto más vas a negarlo?
—¿Negar qué? —se acerca a mí.
—Que me quieres sentir, tanto como yo a ti, pero supongo que la atracción del monstruo es demasiado fuerte —monstruo...
—Necesito despejar la mente, ¿vale? Déjame en paz —me alejo para servirme un trago de la mesa.
—No hay nada mejor que matar a un animal para sentir el poder —bota su cigarro—. Sentir que su vida depende de lo que tus manos decidan hacer, de lo que a tus sentidos le parezca más vicioso o anormal. Solemos temer a lo que no vemos, Heather, pero cuando lo tenemos en frente no podemos negar que nos sentimos atraídos hacia ello, ya que comprende todo lo prohibido, el pecado, lo inusual... —se detiene para exhalar mirando a la luna, haciéndome desear ser la creadora de sus suspiros y cualquier otro sonido...
—Seré tu pareja, Caiden, pero no prometo matar nada —doy otro trago que quema mi interior.
—Solo tú eres dueña de tus decisiones, pelirroja —no quita su sonrisa de medio lado mientras se sirve un trago a mi lado.
♦♦♦
El cuerno sonó desde la cúpula, como el aviso del comienzo de una batalla de videojuegos, haciendo que cada cazador con su pareja improvisada por el poco tiempo, emprendiera la marcha hacia las profundidades del bosque. En dos horas, volverá a sonar con su ruido estridente para volver al punto de inicio y denominar un ganador frente a los demás espectadores del pueblo.
Realmente no sé a qué viene esta “gran” idea de Rose al formar parejas, porque supongo que al tener que improvisar con personas que posiblemente no saben nada de la caza, más bien estarían estorbando. Por algo trato de guardar distancia de Caiden mientras solo los rayos de luna que se cuelan por entre las ramas y hojas de los árboles, nos iluminan el camino. Le propuse usar la linterna del móvil, pero puso la estúpida excusa de que revelaría nuestra posición con la luz a los demás contrincantes y a los mismos animales.
Antes de adentrarnos hasta este punto, creí escuchar a un hombre gritándole a su hijo que esta noche cazarían a la bestia, muy seguros de que vendría. A estas alturas no dudo que nos esté observando desde los arbustos para ella cazarnos a nosotros.
—¿Arco y flecha? ¿Como Robin Hood? —me rio sola, pues me parece que el alcohol ha hecho un efecto más rápido del que pensaba—. ¿No es inferior a las armas de fuego de los demás cazadores?
—Está en la tradición de la familia Bloom, pelirroja. Este arco perteneció al abuelo Frederic Bloom, campeón anual por cinco años seguidos, aunque luego sabes qué pasó —comienza a caminar más lento—. Y estas no son flechas comunes, sus puntas son forjadas con plata y el filo podría traspasar diez cabezas seguidas —acaricia la punta de plata—, sus plumas según creía el abuelo, eran de Fénix, pero mamá siempre dispuesta a romper las ilusiones de un niño, me confirmó ser de cuervo —ríe de esa forma amarga y ronca que me excita.
—Tu abuelo parecía ser un hombre de grandes creencias.
—No lo sé, nunca lo conocí.
—Ah cierto... ¿Entonces tu madre te contaba esas cosas fantasiosas de sus hazañas y después te decía la cruda realidad? —todo me parece un gran embrollo mental, y la cabeza comienza a dolerme, jamás debí de haber probado esa porquería.
—Mamá es así —suspira con ilusión—. Puede hacerte creer las historias más hermosas con los más ensoñadores finales, como mismo puede romper tu alma con un chasquido de dedos —cambia su mirada hacia mí, perforándome con esos ojos verdes llenos de deseo.
—Suena como una niñez de mierda —resoplo tropezando con una piedra—. ¡Maldición! —logro mantenerme en pie.
—¿Estás bien? —se escucha un disparo a la distancia, seguro ya tienen la primera presa.
—Sí... solo un poco mareada por la bebida.
—Es demasiado fuerte para una niñita pelirroja como tú, es un evento para viejos panzones que están acostumbrados a las más fuertes bebidas, ¿qué creías? —me hace reír con su tono. Luego siguió su camino en seña de continuar con el tema anterior—. Por algo prefiero las armas blancas, pueden acabar en un segundo, de una forma precisa con un corte limpio —créeme que me quedó claro al ver a tu madre matar a tu padre con una jodida daga.
Algo se mueve en un arbusto a nuestro lado, con suma calma, Caiden prepara su arco y flecha para apuntar al sitio. Me quedo callada viendo como procede, como su cabello rubio cae a ambos lados de su rostro y su típica chaqueta de cuero se estira con su movimiento. Deseo arrancársela con mis manos.
Dispara. El pequeño conejo blanco cae al suelo con la cabeza perforada cruelmente por una flecha de plata. El chico chasquea la lengua (que quiero morder), con una mezcla de hastío y diversión por el ridículo tamaño de su primera presa. He de admitir que también pienso que si seguimos así, ni en último lugar vamos quedar, sino que saldremos de la competencia.
—¿Para ganar no hay que pillar presas más grandes? —miro como se agacha a sacar la flecha del conejo ensangrentado, al mismo tiempo siéndole resbalado del hombro el contenedor de sus demás provisiones.
—¿Quién mencionó algo de ganar? —con la misma punta que sacó sin piedad, abre la barriga del animalito haciendo que sus órganos se dispersen por toda la tierra.
—¿Solo por diversión? Vaya, Caiden, eso sí que es profesional —sonrío de forma burlesca sin despegar la vista de sus dedos manchados con sangre.
—No pretendo ganar algo tan tonto si ya tengo el premio mayor —lleva uno de los dedos a sus labios rojos, me muerdo el labio inferior deseando estar ahí.
—¿Qué premio? —inconscientemente he llevado mi mano a mi boca, y él solo mira con diversión volviendo a intimidarme con su altura—. ¿Por qué hiciste eso? —señalo al animal desmembrado.
—¿Esto? —mira a sus dedos fingiendo inocencia mientras se acerca a mí—. Busco una forma de excitarte, pelirroja, ¿o ya habías olvidado como te ponen los actos salvajes? —toca mi mejilla sabiendo que va a dejar un rastro de sangre—. ¿Terminaste de querer utilizarme para tu retorcida investigación?
—Hacerlo nunca estuvo en mis planes, solo quise castigarte por ser un idiota, pero... Ahora necesito más que nunca algo real, Caiden. ¡Quiero dejar de pensar por un puto momento! —agarro su mano e introduzco uno de sus dedos sangrientos en mi boca.
—Has dicho que no confías en mí, pelirroja, ¿qué ha cambiado? —ahora mancha mi cabello con una sonrisa de victoria reflejándose por la luz de la luna.
—Sigo sin hacerlo, sabes que no podré confiar en ti hasta que tú lo hagas —pongo su mano en la apertura de mi abrigo.
—Algún día, pelirroja —pasa su lengua por la comisura de sus labios pecadores mientras introduce una mano por mi corto escote.
Sin poder aguantar más el deseo hacia lo prohibido, se abalanza sobre mí para estampar nuestros labios, agarrándome por la cintura para pegarme más a él y dejarme sentirlo todo. Me arrastra hasta que mi espalda choca con el tronco de un árbol que será testigo del comienzo de mi perdición, sujeta mis muslos para alzarlos a ambos lados de él, quedando suspendida en el aire, solo prisionera de sus caderas.
Muerde mis labios antes de dejarlos para llegar hasta la curva de mi cuello y depositar besos feroces que pronto pasan a ser mordidas como el primer día que estuvimos solos en el bosque. Me aprisiona más contra el árbol, llevándome a cruzar las piernas en su espalda y presionar sus músculos bajo esa chaqueta que desde un inicio me volvió loca, solo que ahora gimiendo su nombre libremente, aunque el roce sea solo por encima de la ropa.
El frío que en un principio ardió hasta mis pulmones, ahora no era más que un fuego interino que no tenía la intención de apagar. Uno que avanza sin detenerse, excepto cuando el juego de manos y saliva se rompe abruptamente por el agudo grito proveniente de las lejanías del bosque. No creo que haya sido el simple quejido de un animal al ser perforado por una bala, los animales no gritan como una mujer.
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Nota de la autora: Espero que les haya gustado el capítulo <3
Si es así no olviden dejarme su opinión y estrellita :)
¡Feliz casi-Halloween! ;)
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