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Capítulo 14

Tres funerales estaban siendo llevados a cabo este lunes, el pueblo está en luto por estos y más muertes que se aproximan. Los padres del capitán de fútbol decapitado solo culpan a otra chica muerta y a los que tienen que ver con ella, pero no saben que no era realmente Karol. Ella era algo más en ese momento, ¿qué humano normal es capaz de arrancar una cabeza de raíz? Menos siendo tan debilucha como ella, la conocía, nunca fue buena en deporte.

El director Huddleston fue el primero en ser enterrado a primeras horas de la mañana, donde el claustro de profesores y algunos alumnos cercanos se arrimaron a dar las condolencias a la poca familia del hombre. Si no recuerdo mal, iba llegando para velar a mis compañeros cuando Rose Bloom se acercó a la tumba luego de que los demás se fueran, para así depositar una rosa roja con una expresión de firmeza, no tristeza u odio, sino superioridad. Según la foto del Anuario de mamá, ellos formaban parte de el secreto de sus vidas encubriendo asesinatos, todos estaban muertos excepto la señora Bloom y su ex esposo y padre de Caiden.

A la hora de dejar bajo tierra a mi amiga, su padre en la otra esquina, trata de ser fuerte sin dejarse caer por los sentimientos. Pues es el sheriff y tiene que dar el ejemplo, ¿por qué llorar? Tiene que llorar, perdió primero a su esposa y ahora a su única hija por lo que mantener esa expresión inquebrantable debe de ser difícil. Mi tía me comentó que se le acercaría para dar algunas palabras de apoyo pues lo conocía desde antes debido a la obvia amistad con mi padre.

Entretanto, el sacerdote de la iglesia del pueblo, Osmond Lockhart, dicta sus oraciones para los muertos descansar en paz. Se me hace estúpido que luego de que lo que sea que está allá arriba no tuviera piedad en cuanto a estas almas inocentes, quieran sellar sus vidas con las palabras del señor. Resoplo ante la impotencia que me da quedarme callada detrás de unas personas que seguramente le importa un bledo quien está en esa caja.

—¿Amando el pecado, pelirroja? —me hace sobresaltar esa voz.

—¿Qué haces aquí, Caiden? Por lo menos respeta el momento.

—Lo respeto, ví a esa chica morir con sus ojos cristalinos fijos en ti —se acerca por detrás hasta quedar cerca de mi oído—. Dios no es justo, ¿verdad? Eso es lo que estás pensando —susurra de forma cautivadora y rodeándome desde atrás, la cintura con sus brazos fuertes.

—¿Qué haces? —trato de quitármelo de encima, pero no soy rival para su fuerza—. No es tiempo para tus idioteces, estamos en un lugar público, Caiden...

—Solo soy un chico consolando a su chica por la muerte de su amiga —apoya su cabeza en mi hombro dándome a entender que simula las creencias que tiene mi tía sobre nosotros mientras ella lanza su mirada en nuestra dirección.

—¿No que te gustan las mayores? —enfoco la vista hacia la profesora que se suena la nariz con gran dramatismo.

—Ahora lo entiendo todo —se ríe de forma ronca haciéndome ruborizar por el contacto con mi cuello—. ¿Celos, pelirroja?

—Solo pido que para la próxima no manchen la reputación de un baño y consíganse... ¡un hotel! —resalto como si fuera lo más obvio.

—No sé de qué demonios estás hablando, pelirroja, pero me encanta que estés celosa —pasa su lengua por la piel de mi cuello haciéndome sentir más usada de lo usual además de con una vergüenza infinita por las frecuentes vistas de mi tía en mi dirección—. Así tu rostro combina con tu hermoso cabello y ese vestido... —me presiona más contra él, rezo porque los de nuestro alrededor no se den cuenta de tanta lascivia—, rojo como la sangre, el cual me hubiera gustado levantarte para hacerte mía.

—Considéralo como un producto de tu sucia mente.

—Tú también lo deseas, Heather. Deseas que te tome en mis manos y te haga llegar al infierno para traerte de vuelta —¿es normal que estas palabras se me hagan tan escalofriantes?

—¿Por qué de estar cerca de ti siento que estoy en el infierno?

El sacerdote termina sus oraciones profanadas por nuestras palabras y acciones. Aprovecho la distracción de la gente para apartarme de Caiden y dirigirme hacia donde está mi tía junto al padre de Karol, en cambio, me detengo a medio camino por la otra pareja que presenció la escena del viernes por la noche.

—Heath —pronuncia Shayna con su expresión de lástima—. Jamás quise que esto pasara, Karol era...

—Nadie tuvo la culpa Shayna, fue un accidente —ante su mirada plasmada en los rojos de mi cuello, acomodo el borde de mi abrigo para taparlo.

—Que le arrancara la cabeza a Rowan no fue un accidente —comenta Parker con la nariz roja del frío.

—Parker, ya hablamos de esto —ella toma su mano—. Heath... Karol no era sí misma en ese entonces y no sé por qué no se lo puedo atribuir al simple hecho de que estaba borracha.

—Sé a lo que te refieres, yo tampoco lo creo. Últimamente pasan cosas más extrañas de lo normal en Reshville —desde que me mudé al hotel—. Karol tenía razón con que este pueblo está maldito —suelto una risilla por el recuerdo.

—Sí, estaba obsesionada por dejar el pueblo en cuanto se graduara, solo la obligación de la alcaldía en un futuro la retenía —sonríe con nostalgia—. ¿Sabes? Antes de que encontraran el cuerpo de su madre, me dijo algo que me dejó pensando.

—¿A qué te refieres?

—Dijo que no sabía cómo mirar a su madre a la cara si la encontraban viva, por lo que prefería que la encontraran muerta —me paralizo con esas palabras—. Le pregunté por qué pensaba esas cosas tan horribles y no me respondió, me dijo que si me lo contaba me matarían. Cuando encontraron el cadáver de su madre, se negó a ir a la escuela, así que de sus palabras anteriores pensé que estaba delirando por los nervios, pero la noche del jueves se apareció en mi casa.

—¿Qué? ¿Qué hacía de noche en tu casa?

—Eso es lo más raro, insistió en que la dejara pasar porque “él” la estaba siguiendo. Miré a los alrededores buscando a alguien en específico, pero la noche estaba calma, solo que ella no paraba de llorar y repetir lo mismo. No quería volver a casa porque sabía que “él” la encontraría como hizo con su madre. Durmió en mi casa toda la noche, pero cuando desperté se había ido hasta que... —aprieta los ojos con fuerza— apareció en el estacionamiento.

—¿Por qué no me dijiste esto antes? Pudiste habérmelo dicho la noche de la graduación, pudimos haber evitado todo eso... —comienzo a temblar como en cada momento que me pongo nerviosa.

—Tenía miedo, Heath. Yo... Realmente pensé que había sido un mal sueño de esa noche y que Karol estaba en su casa a salvo, pero todo se derrumbó en cuanto la ví agarrando la cabeza de... —las lágrimas salen de sus ojos—. En fin, ahora sé que es verdad, y que hay alguien peligroso rondando por aquí, tenemos que... evitar que lo que le ocurrió a Karol y a los demás se repita —se abraza a Parker en consuelo.

—Voy a llevarla a casa, Heather. Espero que contarte esto no la vaya a llevar a la muerte —me susurra su novio con un tono de hastío.

Los veo alejarse mientras proceso la información. Mi hermano también mencionó a alguien que le estaba haciendo daño, pero... no parecía ser algo físico, sino mental. ¿Podría estarlos manipulando mentalmente a su antojo? ¿Ese “él” es el mismo al que ambos se refirieron?

Cuando no queda casi nadie en esta área del cementerio, excepto el sheriff Walsh que lógicamente se ha quedado más tiempo para decirle las últimas palabras a su hija, la tía Joelle me hace una seña para retirarnos. Le doy una mirada al sheriff junto a la tumba de Karol y prefiero ir a meter mis narices en un asunto nuevo, diciéndole a mi tía que me encontraré con ella en el hotel.

El padre está arrodillado mirando al nombre grabado en piedra, hasta que fija su vista en mis botas tras acercarme.

—Era un buena niña, Heather —percibo que el labio inferior le tiembla—. No merecía morir.

—Lo sé, señor Walsh. Todo esto ha sido... muy grande para usted, lo admiro por aguantarlo —me arrodillo a su lado sin importar manchar las rodillas de mi pantalón con tierra mojada—. No debe de ser fácil.

—Tú también sufriste mucho, pequeña. Perder a dos personas como tus padres es algo inaudito, y mírate ahora, más fuerte que nunca —si supiera... —. Tu padre era una gran persona, nunca lo olvides.

—No lo sé, señor Walsh... Él nunca fue la persona que esperé —miro con nostalgia a la tumba.

—Nadie es la persona que los demás siempre esperan, Heather. Hay cosas que no se pueden evitar, pero aún así eso no hace que deje de existir el amor en su interior. Mi esposa... tampoco era la persona que yo creía, pero mi hija no se merecía esto.

—¿Usted cree que hay algo más detrás de la muerte de Karol? —ante mi pregunta, se levanta por completo dándome una mirada de alerta.

—En este pueblo están pasando cosas que nunca antes habían pasado, Heather. Asesinatos en luna llena, una niña de baja altura y poca fuerza que arranca columnas vertebrales, un fallo en el escenario de la escuela que justo el día antes del acto fue revisado con cuidado. Reshville es más peligroso que nunca.

Me muero la lengua para no soltar lo del cadáver de Annie ahí mismo.

—¿Quiere decir que todos estamos en peligro?

—No hay salvación, tienes que cuidar cada paso que das. No puedes confiar ni en Dios —pone una mano en mi hombro—. No confíes en nadie, ¿entiendes? —asiento con rapidez—. Mucho menos en quienes habitan ese hotel —lanza una mirada detrás de mí.

Me volteo lentamente para volver, viendo que la señora Bloom y su hijo rubio eran su punto de mira al mencionar la advertencia. ¿Por qué aún no de han ido? ¿Tendrán más tumbas que visitar?

♦♦♦

Cierro la puerta detrás de mí, observando lo que se refleja a partir de los pequeños rayos que se cuelan por la ventana. ¿No le gustaría tener una mejor visión? ¿Por qué no quita las tablas él mismo? ¿Por qué he vuelto aquí?

—Volviste —dice desde su esquina.

—¿Dónde estabas la otra mañana? Desperté aquí y no estabas.

—Madre quería verme.

—¿Puedo dibujarte? —miro el cuaderno en mis manos mientras me acerco un poco a él.

—Sabes que todo tiene un precio —se rasca la mejilla con diversión, con el oscuro cabello cubriendo sus ojos.

—¿Qué quieres? —me arrodillo a su lado apoyando el cuaderno en mis muslos.

—Una historia para dormir —lo miro incrédula por la petición de niño.

—Eh... por supuesto —sonrío de lado mientras comienzo a hacer trazos sobre mi regazo siendo guiada por un hilo de luz.

—Dime, Heather, ¿por qué vienes aquí? —levanta el rostro con cada facción definida como si estuviera posando, me hace reír que se lo tome en serio.

—Deven, yo... —me muerdo el labio pensando qué excusa poner para ocultar la verdad, pero sin embargo, él me hace no querer mentirle—. Siento que aquí arriba, entre estas cuatro paredes oscuras... y contigo, puedo darle un vuelco a la realidad. Puedo inventar mi propia burbuja para escapar sin tener que dar excusas o explicaciones, sin preguntarme qué otra porquería traumática está por venir, donde no me van a juzgar haga lo que haga... —me quedo mirando un punto de la pared con tapiz desgastado.

—Entonces quédate —es lo único que responde ante toda mi confesión—. Es mi lado bueno —señala el lado izquierdo de su cara—. Procura que te quede bien porque no me he mirado en mucho tiempo al espejo.

—Haré lo mejor que pueda —me rio sin despegar el lápiz de la hoja.

Estaba teniendo por fin un momento de paz mental, por un segundo imaginé que solo éramos él y yo en este jodido mundo, pero el pensamiento lógicamente se desprendió a recuerdos de la realidad que prefiero ignorar. Sé que no debería confiar en este chico, no debo de confiar en nadie como advirtió el señor Walsh, pero necesito algún apoyo momentáneo. Y Deven, él es el que admito como apoyo, con sus ojos sombríos clavados en mí con cada trazo que dibujo de su perfecto rostro. No me juzga, ya tiene demasiados demonios para hacerlo, ¿descubrir su verdad? No me importa lo oscuro de su pasado, al final, él siempre quiso que lo descubriera.

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