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Capítulo 10

Voy de camino a llevar más toallas limpias para la señora Alice, sé que no me debería acercar demasiado a esa vieja bruja, pero son labores del hotel, al final me pagan por ello. A punto de tocar la puerta, siento algo peludo deslizarse por mis tobillos, me sobresalto, solo es un gatito. ¿Un gatito? ¿Un gato negro en el hotel? Vaya ironía de esta jodida vida, ya de por sí los gatos negros son mala señal así como los cuervos que se refugian en los alrededores del bosque.

El gato ronronea a mis pies como si me conociera de toda la vida, ¿no que en el afamado hotel del pueblo no eran permitidas las mascotas? A no ser que sea de la propietaria... o se haya colado por una ventana. Parece que quisiera indicar algo, quiere que lo siga. ¿Se abrá perdido y quiere que lo lleve a casa? Pero no se enfoca hacia la dirección de las escaleras para bajar al primer piso, demonios.

Dejo las toallas al pie de la puerta del dormitorio de los ancianos y me dispongo a correr detrás del animal que salió hacia las escaleras que llevan de este a la tercera planta. Tengo que pillarlo antes de que alguien más lo vea o tendré que decirle adiós a mi empleo de asistente como la señora Bloom se entere.

Veo la silueta negra y peluda corriendo en dirección al ático, no me queda más que seguirlo a pesar de que no he visitado esta zona en un buen tiempo.

Una vez arriba y en la oscuridad que acostumbra tener esta parte del hotel, puedo divisar el pequeño movimiento a un lado del pasillo. Me le acerco para intentar agarrarlo, pero como si nada, se escabulle entre la pared, ¿hay un hueco ahí? En efecto, es como un pasadizo... Pensé que solo habían habitaciones abandonadas al otro lado de las paredes, ahora resulta que este hotel no me puede sorprender más.

Hago las tablas de madera a un lado por donde mismo pasó el gato, y entro, ¿estoy loca? Bueno, ya no me puedo detener. A pesar de la oscuridad que ni me deja ver por dónde voy o algún fondo de este pasadizo, ya me he topado con varias telarañas asquerosas que se enredan en mis manos o cabello, así que no dudo que traiga alguna maldita araña encima mientras llamo en susurros al animal del demonio. Rayos, esto parece una película, y en las películas jamás pasa nada bueno con la chica que se mete en un pasaje secreto.

—Venga gatito, ¿dónde rayos estás? —hago un pequeño silbido porque siento como que si hago algún ruido demasiado grande, toda esta madera se podría derrumbar—. ¡Sal por favor!

En lo que parece ser el final del pasillo, vuelvo a divisar esa silueta oscura, como una sombra, hace un maullido sonoro, pero lo que más destacan son sus ojos amarillos entre la penumbra. Siempre he admirado que los ojos gatunos brillen con intensidad en lo sombrío, literalmente ahora es como la luz al final del túnel. Aunque de otra forma se podrían interpretar como los ojos de una bestia en la oscuridad que vigila cada uno de tus pasos para luego pasar al ataque.

Antes de que pueda escabullirse otra vez, me lanzo hacia él como si fuera el tesoro que he deseado toda mi vida, sin embargo un pañuelo negro queda en mis manos. El gato se ha desvanecido en el aire para convertirse en un pedazo de tela, ¡vaya estupidez! Tal vez mi mente me ha jugado una mala pasada como la mayoría del tiempo, tengo que salir de aquí.

Intento darme la vuelta en el reducido espacio, pero la madera vieja cruje debajo de mí y sé que se va a partir.

Sin poder parar la caída, me golpeo en el aterrizaje en no sé dónde. Dejo salir un quejido mientras miro mis manos astilladas con la madera. Miro hacia arriba por donde he caído y me da a entender que más de dos pisos he dejado atrás, aunque lo único que vislumbro en realidad es pura oscuridad. A mi alrededor solo hay otra parte de este pasadizo, pared de madera a mis costados, y un camino obscuro atrás y adelante. Decido desplazarme hacia delante para encontrar una salida, pero me doy cuenta de que mientras más avanzo, más retumban las paredes. Es un sonido constante como si se estuviera golpeando algo, o el latir de un corazón.

Llego a una encrucijada y extiendo la mano para escarbar en los tablones desencajados que tengo en frente, desde allí creo ver una luz roja, algo que sin dudas me hipnotiza a tocarlo, a acercarme. Antes de llegar a hacer contacto con lo que sea que esté allí, de las paredes a mis costados salen brazos pálidos siendo intensificados por la luz roja. Me agarran de los hombros, brazos, e impiden que me mueva hacia alguna dirección mientras lo único que puedo hacer es gritar. Parece una araña humana con seis extremidades aproximadamente, me ahogan... Veo una de sus manos que toca mi cara como si quisiera desgarrarla, el anillo... La alcaldesa Walsh...

Abro los ojos de golpe, sentándome en la cama. Suelto un suspiro mientras vuelvo a cerrarlos, “fue solo un sueño”, me repito una y otra vez tratando de calmar mi pulso acelerado. Desde que Caiden y yo encontramos el cuerpo en pedazos de la alcaldesa Walsh, no he podido dormir del todo bien, pesadillas constantes que se mezclan con la realidad de manera impresionante. Aunque ya hayan pasado algunos días, esa escena va a quedar pasmada en mi mente por un largo tiempo, a penas y comienzo a recuperarme del trauma que sufrí con mis padres.

Por otro lado, Karol está devastada, ha faltado a los últimos días de clase donde debía de tomar sus exámenes para referencia a una buena universidad. Por ser la hija de la difunta alcaldesa, los profesores decidieron que luego de la graduación podría tomarlos ya que, lógicamente lo que está pasando no la deja en condiciones. Por ahora, el viudo sheriff maneja los asuntos que dejó su esposa atrás. No debe de ser fácil... Ser el sheriff de Reshville, encargarse de la alcaldía hasta que su hija sea mayor de edad y ser padre, no es algo que todos puedan hacer. Karol tiene suerte de al menos conservar a su padre, tal vez yo no sea la indicada para juzgar, pero... supongo que la alcaldesa pagó por lo que hizo años atrás, así como mi padre.

En fin, debo de dejar de pensar tanto y prepararme para el último día y a la vez el día de la graduación. Siempre pensé que graduarme iba a ser tan sencillo como una de las fiestas que hacían en la casa de Rowan Stout (actual capitán del equipo de fútbol de la preparatoria) para celebrar otra victoria del equipo o cosas así de estúpidas. Sin embargo, esta vez estaría cargada de tensiones por parte de todos en el pueblo. No es que sea tan sorprendente para los habitantes de esta porquería ya que, estamos acostumbrados a sucesos... extraños y sin resolver, pero el asesinato de la alcaldesa y máxima autoridad de Reshville, definitivamente declara que incidentes más horribles están a punto de ocurrir.

♦♦♦

¿Cuándo el simple hecho de ir a la graduación se complicó en una montaña rusa de presentimientos al lado horrible de la vida? Pensé que Karol al menos iría al evento, ¿perderse su graduación? Con su negación rotunda por texto, me había quedado claro que estaba más mal de lo que pensé, no merece pasar por esto. Al principio tampoco quería ir, o sea, soy la loca que se encontró el cuerpo mutilado de la alcaldesa en el bosque, ya mencioné que no me gusta ser el centro de atención y yendo, sin duda voy a captar la mirada de otros.

¿Labial rojo o rosa? Me pregunto mientras me miro al espejo de la cómoda, con el vestido carmesí de escote sencillo y el cabello amoldado en bucles por toda la espalda. Recuerdo que mamá compró este vestido justo para este día, es una de las razones por las que retuve mis impulsos de quedarme rondando por el hotel para servirle a los huéspedes mientras que intento evitar a cualquier miembro de la familia Bloom... o Black.

—¿Rojo o rosa? ¿Me quiere o no me quiere? —esa voz profunda me hace sobresaltar, observo de dónde proviene y ahí está, en cuclillas sobre el marco de la ventana, arrancando pétalos de una rosa.

—Por Dios, ¡te vas a caer! —me levanto tratando de hacerlo bajar.

—¿Cómo crees que te he venido a visitar sin que te des cuenta? —ladea la sonrisa y baja de un salto entrando definitivamente a la habitación.

—Claro —chasqueo la lengua—. ¿Cómo iba a olvidar que eres el hombre araña? —vuelvo a tomar mi lugar sin inmutarme, total, no tiene remedio.

Tomo el delineador para pasar sobre mi párpados mientras él hace o dice lo que tenga que decir. Deven todavía no me ha dado mi collar, él solo lo haría con su estúpida condición de ir a media noche a su celda, cosa que después del cadáver, he evitado para no agregar otra pesadilla a la lista.

—A este pueblo estúpido le ha dolido tanto la muerte de su alcaldesa que ya anda de fiesta —se ríe pasando por detrás de mí.

—Es la graduación, no es una fiesta.

—¿Y qué crees que harán luego de la graduación? Jóvenes, alcohol, en algún sitio abandonado posiblemente cercano al bosque —se posiciona justo atrás de mí y se inclina lo suficiente como para llegar a mi oído—. Siempre pasa eso —susurra.

—¿Quién... demonios le hizo eso a la alcaldesa? —no me giro para encararlo y me limito a observar en el espejo frente a mí como presiona la rosa entre su pulgar e índice lo suficiente como para brotar sangre.

—¿A quién le importa un simple cuerpo humano mutilado? —sigue susurrando y acerca sus dedos manchados con sangre a mis labios.

—A mí —respondo casi de forma automática, como estando en un punto de hipnosis ante sus ojos oscuros.

Lo dejo pintar mis labios de forma lógicamente imperfecta, con su sangre tan oscura como el carmín de mi vestido. ¿Qué estoy pensando para dejarlo hacerme esto? Es la misma conexión que sentí cuando lo ví en la habitación de su madre, sintiéndome parte de él, suya, por mucho que me aterre esta idea, suena asquerosamente excitante. Sus dedos sobre mi boca se retiran deslizándose por mi mejilla para dejar un rastro rojo a su paso, como esas veces que el labial se nos va de la mano y raya el rostro. Lleva esos dos dedos a su boca sin apartarse de mi lado.

—Rojo. Ese es el color —introduce su mano en el bolsillo para sacar mi collar.

—Deven ¿por qué estabas esa noche en la habitación de tu madre? —lo desplaza en mi cuello para cerrarlo desde atrás.

—Estoy enfermo, ¿recuerdas? —asiento—. Los enfermos deben de ser curados, ¿no es así, Heather? —levanta las comisuras de sus labios.

Sin moverme, veo que se aleja de mí hasta salir del área que abarca la visión del espejo. Volteo hacia la ventana en cuanto veo mi horrible figura decorada con sangre, no hay nadie. Solo siento el viento golpear contra el cristal de la ventana cerrada y el medallón del collar de mi madre pesando en mi pecho. ¿Qué ha pasado?

♦♦♦

Mi tía nuevamente está en su turno nocturno, así que ni siquiera ha visto cómo quedé después de limpiarme esas manchas rojas de mi labio y mejilla, aunque en el fondo me dieron una idea de que el labial rojo quedaría genial con el conjunto. Me regaño a mi misma por estar pensando en el atuendo perfecto cuando mi amiga está sufriendo por la muerte de su madre. Doy un último chequeo al teléfono por si hay algún mensaje suyo diciendo que va a ir, pero nada, así que desisto.

—¿Qué rayos? —me tapo los ojos con la mano ante la luz intensa al bajar el porche, cuando estoy más cerca puedo ver a Caiden apoyado en su moto con una pose bien sugerente—. ¿Ahora qué inventas?

—Oh no, pelirroja, el cerebrito es el rarito de mi hermano, yo no heredé los genes de mamá —deja sus labios entreabiertos dejando escapar un tanto de vaho, la noche está realmente helada—. Veo que esta vez vienes realmente abrigada, no es necesario que te preste mi chaqueta —fija sus ojos verdes en mí pecho.

—Venga ya, Caiden —cruzo mis brazos para cubrirme mejor.

—El rojo te hace ver sexy —da una mirada hacia abajo, agradezco que el vestido no sea corto.

—Como sea, Caiden, si no tienes nada más importante que decirme, creo que iré a mi graduación —señalo el horrible sendero del bosque en penumbras—. Ya he llegado tarde a clases otras veces, y no quiero hacerlo con esto.

—Tu tía me pidió... —me detengo para escuchar lo que tiene que decir—, aunque más bien diría que me ordenó que te llevara al bailecito ese porque tiene miedo de que te pase lo de la señora alcaldesa —encuentro un poco despectivo su tono ante las dos últimas palabras.

Desde que mi tía se enteró de que estaba con Caiden en el bosque cuando encontramos a la alcaldesa, se ha hecho la idea de que tenemos algo, y aunque me ha regañado una y mil veces por estar de narices con todo lo relacionado a los Bloom, cree que es mejor que él ande tras de mí por mi propio bien. Es como un "no lo acepto, pero si no hay remedio hay que aprovechar las circunstancias". Realmente no sabe que corro más peligro estando con él.

—Ah, qué bien, mi tía se preocupa por mí —me encojo de hombros un tanto cínica.

—¿No me digas que vas a adentrarte a Reshville sola por ese bosque oscuro? —ladea su sonrisa mientras se refiere al bosque detrás de mí.

—Yo... ¡Al demonio! —agito la mano y vuelvo a él y su moto.

—Te gustan los demonios, ¿eh? —me alcanza el casco divertido porque sabe que arruinará mi peinado, mientras se sube a su moto—. Solo ten cuidado de no quemarte en el infierno.

—Tendré que sentarme de lado por el vestido, ¿crees que no me caeré? —observo la moto de forma estratégica haciendo caso omiso a sus palabras.

—Solo apriétame fuerte y deja volar tu imaginación —se muerde el labio inferior con diversión, ya estoy llegando al colmo.

—A ti es al que voy a mandar a volar al País de las Pesadillas —me siento de lado y lo agarro desde atrás para tocar su abdomen duro.

—No digas cosas que no sientes —se ríe.

—¿Cómo estás tan seguro de que no quiero que desaparezcas?

—Porque sé que de alguna forma, te sientes atraída hacia mí.

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