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Capítulo 31: El Golpe de Estado

Normalmente era Gerald quien sorprendía con los abrazos, no obstante, esta vez fue Roy quien lo sorprendió con uno, por poco y ambos pierden el equilibrio.
El mayor no lo soltó de inmediato, no quería hacerlo, había pasado cerca de un año sin verlo pero ahora estaba ahí otra vez, lo abrazaría cuanto pudiera, lo había extrañado mucho.

—Estuve tan preocupado... —murmuró Roy luego de varios minutos en completo silencio tan sólo disfrutando del momento—, como no confirmaste que vendrías luego de que intentamos ubicarte con una llamada... creí que algo te había pasado... Me temí lo peor...

Gerald pensó que se refería a la llamada que habían hecho para convocar a los subordinados, como no se quedó hasta el final de la llamada posiblemente se pedió de una confirmación de asistencia.

—¿Cómo es que...?


Cuando recibió el abrazo, Gerald no se quejó y le correspondió con fuerza, quería sentir la calidez que por tanto tiempo había dejado de sentir.

—Pasaron muchas cosas... —dijo Gerald cuando sintió por breves instantes que al Coronel se le quebraba la voz—. Escapé de los homúnculos hace tiempo pero el primer lugar en el que me buscarían sería contigo, así que escapé al Norte y me quedé con el Alquimista Carmesí —Finalmente acabó usando la misma mentira que creyó que no volvería a utilizar.

Mustang recordó que se había enterado que el castaño había estado siendo el compañero de Kimblee, no creyó que el menor fuera a contárselo él mismo pero agradecía su sinceridad.

—Quise comunicarme contigo de algún modo pero no supe como —Eso también era mentira pero ya no tenía como comprobarse.

Lo que lo mantenía tranquilo era que tenía la misma confianza para hablar con el Coronel que siempre había tenido, no iba a dejar que el pequeño incidente del que se enteró los distanciara.


—Eso no importa ya. Me alegra tanto verte bien. Sólo mírate, hasta parece que creciste —Roy sonrió un poco mientras lanzaba ese comentario con el fin de bromear un poco—. Y tu cabello...


—Había crecido demasiado, tuve que hacerme un pequeño cambio —explicó el moreno sin borrar la sonrisa de alegría en su rostro.


Roy asintió ligeramente mientras se separaba lo suficiente para tener algo de vista de él.

—Te queda muy bien así —Los ojos del mayor bajaron, sin embargo, tan pronto vio sus ojos con detenimiento, la sonrisa de Mustang se desvaneció— Gerald... —empezó el mayor. Él tono usado confundió al menor, eso sin mencionar que lo llamó por su nombre—, mataste a alguien ¿no es así...?


El moreno se sorprendió ante aquello. Nadie lo sabía, sólo Kimblee y Envy estaban enterados pero no había modo de que alguien más lo supiera, nadie más lo había visto, además, por cosa de lógica ninguno de los dos que sabían lo podía delatar.

—¿Cómo lo sabes?


—Tus ojos —contestó Roy a lo que Hawkeye bajó la mirada, esa era la diferencia en Gerald que la tenía intranquila desde que lo encontró—. Tienes los ojos de un asesino —El mayor lo miró con detenimiento, sosteniendo su cabeza con cuidado, sin embargo, Gerald apartó la mirada—. Gember, mírame ¿a quién mataste?


El castaño levantó la cabeza otra vez para responder.

—A nadie que no fuera a morir de cualquier modo... maté algunos soldados de Drachma —contestó causando que el resto de soldados en la habitación suspiraran un poco—.  Aunque debo decir que tu tienes el mismo tipo de mirada.


—Pero yo no tuve opción —intervino Mustang rápidamente.

El Coronel obtuvo esos ojos cuando fue enviado a la guerra de Ishval, es decir, cuando estuvo obligado a matar, no obstante, a Gerald nadie lo obligo.

—Tampoco yo —replicó Gerald—, si no lo hacía ellos me habrían matado a mi.


—Un niño no debería tener esos ojos, mucho menos por decisión propia.


—¿Ahora soy un niño? —Una sonrisa irónica junto con un pequeño sonido de sorna escaparon de los labios de Gerald, no pudo evitar que el comentario le hiciera cierta gracia—. Luego de sobrevivir y escapar de las manos de los homúnculos desde que te dejé ¿sigo siendo un niño? No te equivoques, Mustang... Dejé de ser un niño cuando me uní al ejército.


Aquella no era una respuesta que Roy se habría esperado de Gerald pero desconocía casi totalmente lo que él había pasado mientras estuvo en el Norte, era cierto de cualquier manera que podía justificarlo si era a fin de sobrevivir.

—Supongo que eso explica porqué fue una victoria tan rápida y perfecta —murmuró Roy tratando de quitar la tensión que se formó. Gerald volvió a mirarlo con algo de impresión—. Nunca dejas de sorprenderme ¿verdad, Gember?

El moreno esta vez le sonrió, por un lado le alegraba que comprendiera, aunque fuera a su modo.

—Tendría que explicarte el plan en el camino, pero ¿quieres ayudarnos?


—Sabes que no necesitas preguntarme —asintió el castaño con rapidez.
 
Envy había dicho antes que no importaba lo que pasara siempre y cuando funcionara el plan de Padre, y este golpe de estado no interferiría.


En el camino al exterior le fueron explicando todo, aunque Gerald sólo se memorizó las partes importantes; secuestrar a la señora Bradley, causar algo de caos, y sobrevivir, aunque las últimas dos eran cosas a las que ya estaba acostumbrado.

No tenían una mala intención al secuestrar a la mujer, sólo con eso advertirían a la milicia que algo ocurría, también, movilizaría a las tropas de Bradley que les dispararían a matar, de ese modo ella estaría de lado de Mustang y su equipo. El caos era para mostrarle a la población que los altos mandos eran los conflictivos, ya que aunque Mustang y su equipo iniciaría disparando, no tenían pensado matar a nadie, además ya tenían a los perfectos culpables. Y por último, lo de sobrevivir se explicaba por sí solo.

Interceptar el vehículo de la esposa del Führer en altas horas de la madrugada fue sencillo, ella estaba asustada pero convencida de que no la dañarían así que colaboró con ellos. Al amanecer, llevaron a cabo el siguiente paso, lo que hicieron fue llamar la atención de la milicia disparando en la ciudad sin perjudicar la vida de nadie.

Ya cuando salió el sol todos sabían que había un golpe de estado, era hora de mostrar quiénes eran los responsables, y con señora Bradley como rehén, la milicia no haría nada de momento. En cierto momento se vieron rodeados razón por la que corrieron al edificio más cercano pero los altos mandos los volvieron a acorralar. Al ser apuntados por armas desde todas direcciones, Riza apuntó a la esposa del Führer sin intención de disparar, y Mustang y Gerald estiraron sus manos a algunos soldados.

—¿Van a disparar? —cuestionó Roy sin despegar la vista de uno de ellos, aparentemente el que estaba al mando.


Aquel al que miraba tardó un poco en responder, se notaba que estaba en contra de lo que haría a continuación.

—¡Disparen a todos, excepto a Roy Mustang y Gerald Katsaros!
 
La única que no pertenecía a la milicia se asustó, más grande aún fue su miedo al escuchar los disparos, pero más temprano que tarde se dio cuenta de que estaba ilesa, los disparos no fueron efectuados por los soldados, fueron hechos por personas ocultas en el techo, aliados de Mustang. No les dispararon a los soldados de alto rango en puntos vitales pero sí en sitios que los mantendrían quietos.


—Acaba de decir "A todos excepto Roy Mustang y Gerald Katsaros" —dijo uno de los hombres que disparó apuntando a la cabeza del que dio la orden, él tenía cabello negro con dos mechones rubios—. ¿Eso incluye a la madame? —cuestionó refiriéndose a la esposa de King Bradley.


Ella estaba sumamente asustada, ni siquiera sabía qué estaba pasando ahí.

—No se preocupe —dijo Mustang acercándose a la mujer, ella lo miraba con ojos temblorosos al borde del llanto—. Es un hecho que la protegeremos, así podemos probar que no estábamos equivocados en lo que hacemos.

Ella seguía lejos de estar tranquila, quería llorar pero seguiría obedeciendo.


Una vez salieron de ahí, el hombre que apuntó a la cabeza del soldado se acercó al Coronel y su grupo.

—¿Has tenido noticias de Grumman? —preguntó Roy a ese sujeto.


—Se está encargando del incidente del tren —respondió el de los mechones rubios. Gerald miró de reojo, después de todo ya sabía de lo que hablaban, eso le confirmó que ellos estaban detrás de ese incidente—. ¿Debemos dejar que la madame se entere de que el Führer está desaparecido? —cuestionó mirando a Roy.


El moreno esta vez volvió a mirar hacia adelante, entrenó con Bradley un par de veces y sabía que una simple explosión no lo mataría, seguro seguía con vida por ahí.


Roy negó a la pregunta.

—Sería complicado seguir si se desmaya por la impresión. Aún no es el momento —explicó él en voz baja para que ella, aunque estuviera lejos, no escuchara.


Otro aliado delante de ellos detuvo a los alquimistas de fuego. Debían bajar unas escaleras para poder salir pero veían militares esperándolos abajo.

—Vienen en grupos —dijo éste espiando por las escaleras nuevamente—. Ustedes dos son muy populares.


—No me digas / ¿Apenas ahora lo notas? —dijeron ambos aludidos con sarcasmo.

A pesar de la advertencia, Roy y Gerald cruzaron para bajar las escaleras sin ninguna preocupación, pero antes de hacerlo el mayor chasqueó los dedos para quitar de encima al grupo que iba a detenerlos.

Los soldados de abajo terminaron con quemaduras leves pero nada mortal. Así hacían con todos; los herían pero no los mataban.

A los altos mandos se les hacía muy extraño aquello; se enfrentaban a la mujer ojos de halcón, a un héroe de Ishval y a uno de sus más fuertes subordinados, y no han tenido ni un sólo muerto. Desde su perspectiva, eso sólo significaba que se estaban burlando de ellos pero no, era para guardar apariencias, ya que ellos planeaban dejar a otros como los villanos causantes de golpe de estado.

Pronto, no sólo Mustang y sus hombres atacaban a los soldados, luego se les unieron los soldados de Briggs, se habían estado escondiendo hasta recibir órdenes de atacar, la diferencia era que ellos no eran tan delicados como el equipo de Roy; ellos mataban si tenían la oportunidad por eso Mustang y su equipo los harían ver como los verdaderos culpables.
 
Sin embargo, las municiones no eran infinitas y rápidamente la tropa de Mustang empezó a quedarse sin la capacidad de usar armas. Debido a esto, Roy y Gerald fueron los que siguieron atacando hasta que llegó un camión con más municiones y armamento. El camión pasaba desapercibido puesto que por fuera tenía la apariencia de ser un camión de helados.


—Aquí tienes, muchacho —dijo una mujer entregándole una pequeña pistola a Gerald. Luego de agradecerle, la chica se quitó la capucha y tanto él como su superior se sorprendieron—. A pasado tiempo ¿no es así? —dijo ella, el lunar bajo su ojo era todo lo que necesitaban para reconocerla—. ¡Teniente Segunda María Ross! ¡Reportándose al deber por voluntad propia! —exclamó ella realizando el saludo militar.

Rápidamente, una mujer, también aliada de ellos, lanzó una bomba de gas lacrimógeno a los soldados que los atacaban, eso les dio tiempo a Fuery, Breda y al resto del escuadrón del Coronel, incluida la señora Bradley, para subir al camión y retirarse.


—Teniente Ross, lamento haber sido en parte responsable de su exilio.


—Calma, pequeño —dijo ella tratando de que el menor quitara la formalidad—. Al contrario, yo debería agradecerte... Lo que hiciste fue salvar mi vida —sonrió la Teniente.


—Disculpa, pero ¿quién te comentó sobre esto? – cuestionó Roy mirando a María. Le intrigaba pues él no le había avisado—, ¿y cómo conseguiste todo el armamento?


—Aquí tiene —dijo la mujer entregándole un auricular de teléfono—. ¿Quiere hablar con esa persona?


Roy quedó intrigado, no comprendía así que para entender toda esa situación decidió hablar con esa persona. María detuvo el vehículo en un campo abierto a afueras de la ciudad, y luego de que Fuery conectara aquel aparato Mustang ya podría hablar.

Él creía que se trataba de alguien importante de Xing pues aquel era el lugar de origen de todas esas armas, además, ahí fue donde envió a María Ross durante todo ese tiempo.

—Hola, habla Roy Mustang. Coronel de la milicia de Amestris —dijo hacia el auricular. Pasados unos segundos, abrió mucho sus ojos y sonrió luego de que desde la otra línea recibiera respuesta—. ¡Havoc!

El resto del equipo sonrió con sorpresa al escuchar ese nombre. Jean había sido responsable de conseguir el nuevo armamento. Desde que se retiró de la milicia había estado trabajando en la tienda de abarrotes de su familia por eso las importaciones eran un tema conocido por él.


Por el momento estaban haciendo las cosas bien; la milicia pensaba que el grupo de Mustang seguía en la ciudad debido a que los ataques seguían por parte de los soldados de Briggs cuando en realidad estaban a kilómetros de ahí, sin embargo, volver a entrar sería difícil puesto que estaban reforzando las medidas.

—Roy, volver será complicado. Reportan por radio que aún nos están buscando —dijo el menor del grupo acercándose al de cabello negro.


—Así parece... —pensó éste en voz alta—, pero aún podemos hacerlo —El mayor volteó hacia el camión mirándolo con suma atención—. Ellos buscan un camión de helados, ¿qué pasaría si fuera uno diferente? —cuestionó Roy con una sonrisa.


El menor entendió al instante e igualmente sonrió.

—Ya veo... Puede modificarse con algo de alquimia —dijo Gerald colocando sus manos en el vehículo—. Aunque llevo tanto tiempo haciendo sólo alquimia de fuego que olvidé si puedo hacerlo en algo más —bromeó.

Por suerte eso era algo que cualquier alquimista de cualquier especialidad podía hacer si antes ya había aprendido, era como andar en bicicleta; nunca se olvidaba una vez dominado.

Dibujando un círculo de transmutación en el suelo y luego colocando sus manos en el camión este pasó de tener el logo de un camión de helados a uno de carne. De ese modo pudieron volver a entrar a la ciudad exitosamente.


—No podemos pasar por aquí —dijo Ross deteniendo el camión en un área que no se viera sospechosa—, todas las puertas al Cuartel General están bloqueadas y vigiladas.

Había varios soldados dándose instrucciones por ahí, en otras palabras, si cruzaban los detendrían.


—¿Qué hacemos? —cuestionó el castaño mirando por la ventana del camión.


—¿Entramos por la fuerza? —preguntó la rubia cargando su pistola.


—No me disgusta esa idea... —sonrió Gerald nuevamente, no obstante, Roy puso una mano frente a ellos para frenar sus acciones.


—Dejemos el trabajo pesado a los de Briggs —respondió él desviando su mirada hacia adelante, ya habían colocado a los de Briggs como los traidores, no podían cambiar eso ahora—. Utilizaremos la ruta subterránea.

Gerald y Riza miraron atentos y asintieron. Por una parte, al castaño le convenía usar esa ruta, tal vez volvería a toparse con Envy de ese modo, aunque ni Mustang ni Hawkeye debían saberlo.

—Aquí nos separaremos —dijo Roy a María—. Por favor, lleve a madame Bradley a donde habíamos planeado.

Trataban de ir a una estación de radio. Querían que toda la ciudad, no, que todo el país supiera lo que estaba ocurriendo, y quién mejor que la esposa del Führer para relatar los hechos. Tenían las cartas a su favor.


Tras eso, la Teniente, el Coronel y el Teniente Coronel bajaron del camión de manera disimulada y avanzaron. Al final si tuvieron que recurrir a la fuerza, aunque no demasiado, sólo un poco para abrirse paso a través del Tercer Laboratorio, el mismo que usaron cuando pelearon con Lust. El moreno fue atento todo el camino, pero no vio a Envy por ahí, aunque tampoco se preocupó puesto que aquel subterráneo era enorme, podía estar en cualquier parte.

—Esto es extraño... —murmuró el menor mirando a su alrededor—, ayer habían muchos de esos soldados blancos, es imposible que ya no quede ninguno.


No era nada importante, pero hace menos de veinticuatro horas habían varios soldados maniquíes rondando, y realmente dudaba que Envy los absorbiera a todos, debían estar en algún lado y, de ser así, debían estar alerta.

—¿Soldados blancos? ¿Qué son esos? —preguntó Mustang sin comprender, aparentemente ellos no se habían topado con ninguno cuando se reunieron la noche anterior.

Gerald iba a explicarles lo que había visto pero cuando escucharon unos gritos provenientes de más adelante los tres decidieron que eso era más importante.

—La entrada está sellada, hay signos de que fue transmutada —observó una vez que llegaron ahí.


—La voz de Ed suena de ese lado, hay que tirarla —Apenas logró decir la última palabra cuando Roy ya había lanzado una llama hacia la pared, esta fue destruida al instante.

Sólo entonces Gerald se dio cuenta de lo que dijo; "Edward". Él estaba ahí dentro, lo había escuchado, significaba que había sobrevivido luego de lo ocurrido en Baschool.


Aún no se disipaba el humo cuando todos los de dentro miraron a los tres recién llegados. No sólo era Edward, también las quimeras del norte; Jerzo y Zampano, una más que no conocía que tenía apariencia de gorila y Scar estaban ahí. Además, decenas de los soldados maniquíes los acompañaban, así que por eso no estaban en los pasillos.

—¿Por qué hay alboroto cada vez que te encuentro? —dijo Roy una vez que el humo se fue disipando.


—¿Te echamos una mano, Ed? —cuestionó Gerald junto al Coronel y Riza.

La mirada del rubio no expresaba más que sorpresa, también la del castaño, verse mutuamente resultaba ser reconfortante puesto que ninguno supo nada del otro en mucho tiempo.


El Coronel parecía calmado ante la situación, no sabía qué ocurría en su totalidad pero empezaba a entender qué eran los "soldados blancos" de los que Gerald hablaba.

—Haz hecho amigos nuevos ¿eh? —dijo notando las quimeras peleando al lado de Edward, luego notó junto a él a un rostro no muy agradable de ver, al menos para él—. Y Scar... —añadió. Nunca pensó verlo ayudándoles alguna vez.


—¡Eso no importa ahora! —gritó Scar atacando a los maniquíes—. ¡Peleen!


Roy lo miró seriamente. Iba a protestarle por darle órdenes pero se arrepintió con sorpresa al ver a Hawkeye y a Gerald obedecerle. Riza iba a disparar pero el castaño sostuvo su brazo, ella se confundió así que Ed le explicó.

—¡No funcionará, Teniente! —dijo el rubio luego de atacar a uno de ellos con su brazo de automail—. ¡Las balas no les afectan!


—Pero no son homúnculos... —añadió Gerald mirando a Roy de reojo, luego miró a los sujetos de la izquierda—, estos no se regeneran.


Mustang miró a los de la derecha con atención.

—Aunque tampoco mueren. Debe ser el poder de la Piedra Filosofal —Eso era correcto pero el castaño no podía decirle que sabía, aún existían cosas que no podía revelar. Ya notaba que los demás empezaban a cansarse, debían ayudar—. Gember...

Como si hubiera entendido a lo que se refería, el mencionado asintió.

Él chasqueó hacia la izquierda mientras que Mustang lo hizo hacia la derecha, ambos moviendo las llamas de tal forma en que sólo los soldados maniquíes las recibieran. Cuando el fuego se dispersó los maniquíes no eran más que cenizas en el suelo, tal vez no morirían pero tampoco si tampoco se regeneraban entonces el fuego bastaba para librarse de ellos.

Edward miraba asombrado, sólo dos chasquidos eliminaron lo que ellos no pudieron, el fuego era demasiado dañino, incluso tal vez sólo un chasquido hubiera bastado para tal acción.


—Sé que te recuerdan a esas almas y por eso no diste todo tu potencial —dijo el castaño mirando al rubio, notando que Edward no estaba muy de acuerdo en eliminarlos.

Recordaba perfectamente cómo veía a las almas de Envy en el estómago de Gluttony, pero esas almas, al igual que estas, no volverían a ser humanos jamás.

—Pero eran enemigos, Ed —El menor miró al de claros ojos con algo de impresión. Había visto a Gerald utilizar su alquimia pero jamás de esa manera.


—¡Hey, tú! —Gerald volteó al sentirse aludido—, ¿qué diablos haces aquí?


—Me estaba haciendo la misma pregunta... Créeme que estoy igual de feliz que tú por verlos aquí... —respondió Gerald con desdén a Zampano—. No vine aquí para ayudarte a ti, quimera, estoy aquí para ayudar a los que realmente son mis compañeros. No como tú.


Jerzo se adelantó para defender a la otra quimera.

—Nos abandonaste ¡Nos traicionaste y dejaste escapar a...!


—¿Que yo los traicioné? —cuestionó con sorna sin dejar que terminara de hablar a la quimera sapo—. No sé porqué tengo el recuerdo de que fue al revés —añadió sin borrar su sonrisa irónica mientras se cruzaba de brazos—. Oh, pero no te niego lo segundo. Sí, efectivamente lo dejé escapar, aunque no salió tan bien como espere... —murmuró—. Te advertí que me convertiría en su problema ¿creíste que mentía o fue demasiada información para que tu pequeño cerebro lo procesara? Bueno, supongo que será consecuencia de la fusión de tu cerebro con el del anfibio con el que te unieron.


—¡¿Qué has dicho?!


—Gember, no deberías...


—Lo siento, Roy, pero me usaron de carnada sin avisarme —Se excusó el menor—. Lo extraño habría sido me quedara de brazos cruzados simulando que nada pasó.

El moreno continuó mirando a la quimera hasta que sintió un extraño sonido proveniente del techo y de a poco fue mirando hacia arriba. Primero sólo fue él quien miró porque el sonido era bastante sutil pero luego se fue haciendo más fuerte hasta que de repente el techo colapsó dejando caer a dos personas.

—¡¿Qué diablos?! —gritó luego del estruendoso sonido del techo rompiéndose.


Mucho polvo se soltó por la caída de los cuerpos, uno de ellos cayó sobre la puerta.

—¡May Chang! —gritó Jerzo tras reconocerla.


El otro cuerpo cayó junto a la puerta justo donde se concentraba todo el polvo, eso le produjo algo de tos que alertó al resto de su presencia.

—¡Envy! —gritaron tanto Gerald como Edward.

Por una parte, al castaño le alegró verlo así que sonrió, no obstante, resultó ser una sonrisa nerviosa ya que recordó que los demás estaban presentes. Por otro lado, no tenía idea de qué había pasado para que él y May cayeran del techo de ese modo, aunque eso no le importaba tanto. Lo que verdaderamente empezaba a tenerlo intranquilo, aunque aún no se percataba de ello, era que Mustang estaba ahí.


—Ustedes... —Envy iba a ir tras May que se le adelantó con el resto del grupo pero se detuvo luego de notar la presencia del castaño.

Una vez que la princesa estuvo frente a Scar, él la reprendió. Aunque no pudo llevarse a Envy esa vez ya que había "escapado", habían quedado en que ella regresaría a Xing para mantenerse a salvo y aún así ella no lo hizo pensando en que necesitaba conocer el secreto de la inmortalidad para salvar a la gente de su clan. May no supo darle una explicación razonable al ishvalano, todo lo que salían de su boca eran palabras sueltas y ninguna frase con mucho sentido. Scar no quería verla llorar así que le restó importancia.

Al ver esa escenita Envy no hizo más que mirar con fastidio, rodar de ojos y apartar la mirada, después de todo más asco no podía causarle.

—Eso... Es exactamente lo que detesto de los humanos —Un suspiro se escapó y de repente tenía la atención de todos otra vez—. Aunque debo felicitarlos por lo que hicieron aquí, me imagino quienes fueron los responsables de estos destrozos.

Al ver que a su alrededor sólo estaban las cenizas de lo que fueron los soldados maniquíes estaba seguro que fue obra de Roy y Gerald.

—Veamos a quién tenemos aquí... El Alquimista de Acero, el Alquimista de fuego, incluso están Scar y las malditas quimeras del norte, y... —Cuando sus ojos se detuvieron en los celestes, sonrió por segundos e inmediatamente después volvió a estar serio. Gerald conocía esa sonrisa anterior, significaba que le siguiera la corriente—, y al Alquimista de Ascuas... el aliado traidor que escapó dos veces de mi... Dime, ¿de qué forma debería castigarte?

Como respuesta, Gerald entrecerró la mirada para disimular y retrocedió unos pasos quedando un poco más atrás de Roy. Envy le estaba dando veracidad a la mentira que tanto trabajo le había costado controlar, no podía estar más agradecido.

—Vaya mirada brava la tuya, ¿eh, muchachito? —sonrió el mayor con sorna—, ¿Qué pasa? ¿No quieres esto de vuelta?


Gerald se sobresaltó cuando vio a Envy levantar su collar.

—Devuélveme eso —soltó el moreno fingiendo una voz molesta


El mayor se llevó una mano al mentón como si estuviera pensándolo.

—Nada impide que tú mismo vengas aquí para... recuperarlo.


El castaño entonces empezó a comprender pues como siempre las palabras de Envy no habían sido al azar; Gerald le había dicho que volvería con él para recuperar el collar, y la ligera entonación de esa palabra dicha por el homúnculo le recordó el acuerdo al que habían llegado; si el moreno tomaba el collar, Envy lo llevaría con Padre. Quizás no faltaba mucho para que ellos iniciaran su jugada y por eso lo necesitaba, y si era bajo la excusa de recuperar el collar del rey, Gerald iría.

El moreno avanzó a paso lento pero decidido hacia el mayor, tenía el ceño fruncido como si estuviera molesto pero no lo estaba. Al verlo aproximarse Envy sonrió nuevamente pero Mustang no se lo permitió por mucho.

Para empezar, no notó la mirada cómplice que el cambiaformas le dio a su subordinado, así que pensó que lo estaba intimidando y no iba a permitir eso, y sí, él le dio a Gerald ese collar como regalo mas no veía que fuera necesario que el castaño se arriesgara a acercarse al enemigo para recuperarlo. No permitiría que Gerald se fuera por segunda vez.

Apenas cruzó por su lado el mayor sostuvo fuerte del brazo del moreno y bajo su sorprendida mirada celeste lo regresó detrás de él.

 —¿Así que tú eres Envy? —cuestionó el Coronel. Cuando conoció a Barry hace mucho tiempo este le había hablado de su existencia. El homúnculo miró algo confundido—. Eres el homúnculo que cambia de forma ¿No es así?


—¿Eh? ¿Conoces sobre mí? —Se sorprendió el mencionado dando dos pasos hacia adelante. No pudo evitar sonreír otra vez—. Estoy halagado, gusto en conocerte, Coronel.

No obstante, algo se le había hecho raro desde que llegó y como podría aprovechar de ver una pelea no tardó en mencionarlo

—Espera... —dirigió su mirada a Scar y ladeó la cabeza con una expresión de confusión—. ¿Esto te parece bien, Scar? Él es quien convirtió Ishval en un infierno —cuestionó sin despegar su vista del mencionado.

Sabía bien que no era así, Envy sólo quería escuchar la respuesta evidente y que por eso se pusieran a pelear.


El ishvalano no cambió su expresión de seriedad, esta no mostró ira ni ningún sentimiento hacia el Coronel.

—Es verdad —Fue su única respuesta, luego permaneció en silencio.
Contrario a lo que Envy creía, Scar parecía lo suficientemente calmado para ir contra Mustang ahora.


A Envy le parecía raro que se aliaran de repente pero aún así creía que sería divertido verlos pelear.

—¿Ah? ¿Ahora son amigos? Qué aburridos... —Se quejó él colocando una mano en su frente, era obvio que no lograría confrontarlos mas seguía sin comprenderlo—. Sólo mírense, obviamente quieren matarse así que háganlo.


Roy suspiró mientras negaba sin mirarlo. El cambiaformas se le estaba haciendo una persona bastante irritante.

—No tengo tiempo para satisfacer pasatiempos desagradables.


—¿En serio? —cuestionó el de menor tamaño, ya que aunque pareciera menor en edad Envy era mayor que Mustang—. ¿Y que hay de tus pasatiempos desagradables? No te engañes, Mustang. Tú sabes tan bien como yo que a los humanos les encanta verse sufrir unos a otros, burlándose de la desgracia ajena o de ver a un tonto cavando su propia tumba —Envy se tomó una pausa antes de volver a hablar y sonrió—. Digo, ¿no es por eso que siempre están en guerra?


Mustang no tardó mucho en formular una respuesta y sonrió como si estuviera de acuerdo con lo que el homúnculo decía.

—La verdad es divertido ver a un tonto cavar su propia tumba.

El de ojos violeta soltó un silbido, no se habría esperado esa respuesta viniendo de Roy pero le pareció divertida.

—Especialmente cuando ese tonto es un homúnculo arrogante que es muy estúpido para ver lo que hace —Esta vez la sonrisa de Mustang cambió, ahora se mostraba desafiante. La expresión de Envy también cambió, ya no le celebró, sólo apartó su mirada con desdén—. Respondí a tu pregunta así que tú contesta la mía. No es nada difícil, sólo algo que he querido averiguar desde hace mucho —El Coronel ya no reía, había vuelto a estar serio.

El moreno no se había metido a la conversación pero permanecía atento a ella. Aquel sentimiento de intranquilidad era cada vez más grande y aún no sabía el motivo, aunque todo se cuando Roy formuló su pregunta.

—Quiero que me digas quién mató a Maes Hughes —El moreno se sobresaltó y miró al Coronel de inmediato, sus ojos mostraban sorpresa y escondían el miedo tan grande que sentía, no sabía cuanto más podría retenerlo sin revelarlo—. Y quiero la verdad, homúnculo.
 

Beware, beware, be skeptical
Of their smiles, their smiles of plated gold
Deceit so natural
But a wolf in sheep's clothing
Is more than a warning.

Baa baa, black sheep, have you any soul?

No sir, by the way, what the hell are morals?

Jack be nimble
Jack be quick
Jill's a little whore
And her alibis are dirty tricks

Wolf in Sheep's Clothing / Set it Off


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