Capítulo 28: Pequeño Asesino de Fuego
—Sospechaba que algo harían pero jamás imaginé... esto.
Tras una larga noche de viaje, el humano y el homúnculo se las arreglaron para llegar a la estación de trenes y así arribar al hospital al que antes fue con Kimblee, una vez ahí, el grupo de Al ya había notado la ausencia del castaño. Antes de abordar el tren, a Gerald se le hizo imposible seguir caminando, la herida dolía a un punto en que no podía soportarla más, así que Envy controló su cuerpo mordiendo su cuello para hacerlo caminar, la mordedura dolía, pero tratar de caminar era aún más doloroso.
El tren llegó en la mañana a Briggs, y antes de que fuera mediodía llegaron al hospital. El menor se encontraba reposando en una camilla mientras el homúnculo permanecía escondido de los doctores y enfermeras entre las sábanas de esta misma.
—Sí... Me pareció que el imbécil de Marcoh dijo algo así como "¿Por qué no le avisaron? Es un prisionero. Mírenme, soy Marcoh y mis planes son brillantes... hacer que mis aliados salgan heridos, qué inteligente soy" —contestó el homúnculo con una voz burlesca—. Realmente te veías molesto... Bueno, no tanto como otras veces, pero algo tenía tu mirada que indicaba que ya las cosas no serían iguales...
—¿Algo como qué?
—Fuego... Parecía haber fuego en tus ojos. Al menos creí que te dejarías curar.
—Puede ser —suspiró el castaño—, supongo que empecé a darme cuenta de que si ellos me ven como el enemigo... de nada me sirve tratar ser otra cosa...
—Bien dicho...
—Puedes llamarme resentido, si quieres... Oh, mejor aún, si estoy de tu lado, y ya que ustedes tienen nombres de pecados en inglés, podrías llamarme "resentment" —comentó el menor usando un ligero toque de ironía en sus palabras.
—Olvídalo, para mi eres koinu y te quedas como koinu aunque seas un resentido.
—De acuerdo, de acuerdo... Aunque... —Esta vez Gerald esbozó una sonrisa mientras se sentaba en la cama— No soy el único resentido aquí, ¿verdad?
El pequeño ser de color verde bufó apartando su mirada del castaño.
—No es resentimiento. No sé cómo pero todos acaban menospreciándome —dijo Envy en voz baja negando sutilmente con la cabeza—. Y que lo hagan en mi cara... Me enfurece —Gerald no pudo evitar intrigarse, Envy parecía ser el tipo de persona a la que le daba igual lo que pensaran de él, tal vez eso era lo que quería que el resto pensara, pero menospreciarlo era otra cosa y eso sí le importaba—. Suelo perder el control de mis acciones cuando pasa, por eso no noté que te apreté más fuerte de lo que debí.
—Está bien —Se apresuró el castaño llevando su mano hacia sus costillas—, Da igual, ¿qué derecho tengo para quejarme con alguien que pierde la paciencia? —explicó—. Además, no es grave según la doctora; en unas semanas estaré bien y mientras tanto puedo hacer lo que sea siempre que tenga cuidado —Pese a estar herido, no sentía un dolor tan intenso y su ánimo parecía normal.
Envy se acercó un poco más al moreno cuando este le hizo una señal de que ya podía salir de entre las sábanas ya que no había doctores cerca.
—Entonces podrías ayudarme a volver a la normalidad.
—¿De verdad? No lo había pensado —respondió el castaño con sarcasmo, habiendo traicionado a sus amigos tampoco era que tuviera algo mejor que hacer—. Pero... —Envy notó que el moreno mordía ligeramente su labio mientras sonreía bastante, eso sólo indicaba que el castaño iba a molestarlo, ya lo conocía lo suficiente para saberlo—. ¿Realmente deberíamos hacerlo? Quiero decir, esa nueva forma no te queda mal.
El de ojos violeta negó al instante, sabía que bromeaba pero no le resultaba fácil seguir el juego o ignorarlo si se trataba de ese tema.
—De todas las formas que tengo... desearía que nunca hubieses conocido esta...
No sonaba como de costumbre, sonaba deprimido... muy deprimido...
Ya sabía que Envy se sentía bastante mal después de la pelea, así que al notar que ese comentario sólo lo deprimió más, el castaño dejó de molestarlo. No había sido su intención; quería fastidiarlo, no entristecerlo.
—Oye, voy a ayudarte ¿bien? —dijo esta vez con seriedad, ya sin intención de bromear—. Pero en serio, no te niego que prefiero tu forma de siempre, aunque realmente no te ves mal. Te ves tierno, yashinoki.
—¡¿Tierno?! —Se sobresaltó el homúnculo tras escuchar esa última declaración. Gerald se refería en ese momento, con esa apariencia, pero no tuvo tiempo de explicarlo—. Pues eso está mal, el tierno eres tú.
El castaño rodó sus ojos celestes antes de sonreír.
—Seguro, yo soy el tierno —respondió con sarcasmo, al final había logrado fastidiarlo—. Como sea... ¿Cómo te volvemos a la normalidad?
Envy pasó los próximos segundos en silencio en lo que pensaba. Habían métodos, pero ninguno era de su agrado en su totalidad.
—Posiblemente Padre pueda arreglarme pero no quiero que me vea así —Por lo visto esa forma era algo que verdaderamente lo incomodaba.
Ahora que Gerald lo pensaba tal vez no era sólo por Padre, seguramente no quería que Pride lo viera. Ahora entendía porqué lo había llamado "lagartija" aquella vez.
—Bastaría con tener otra Piedra Filosofal.
El moreno miró hacia un lado intentando recordar. No estaba cien por ciento seguro de si aún era opción, pero le surgió una idea.
—Kimblee tenía dos.
—Sueñas si crees que te dará una —contestó Envy mirando cómo los ojos del menor se entrecerraban.
Después del beso que Kimblee le robó, se lo debía, además, por si fuera poco, lo correspondió antes de golpearlo.
Obviamente cabía también la posibilidad de que Kimblee se negara pero no lo creía, dentro de todo era un alquimista así que debía aceptarlo como la Ley del Intercambio Equivalente, no obstante, estaban hablando de Kimblee, el alquimista que usaba la Piedra Filosofal, es decir, ignorando esa ley.
—Me la dará, él me la debe —La última vez que lo vio fue en Baschool, pero seguramente ahora se encontraba en el muro de Briggs, no estaban tan lejos, bien podían ir ahora si querían.
—El día en que alguien sea capaz de convencer a Kimblee de algo será el día en que me agraden los humanos —suspiró el más pequeño—. ¿Aún sigues usando ese collar? —comentó después.
Como el castaño estaba en todo momento con su abrigo, Envy no había visto el collar del rey hasta el momento, y si tampoco lo había visto quitárselo era porque lo usaba hasta para dormir. El moreno no le respondió, sólo asintió, era importante para él pues era un regalo de Roy, no se lo quitaría.
Con cuidado, Gerald se puso de pie sin moverse de un modo demasiado brusco. Tomó su uniforme y fue al baño a cambiarse. Desde la última vez que Envy lo vio sin ropa prefería tomar ciertas precauciones. Después, salió asegurándose de que sus vendas no se le hayan quitado de lugar.
Le causaba algo de ansiedad volver a ver a Kimblee luego de haberse apartado de su lado, tanta que olvidó llevarse su gabardina morada, pero él no era ningún cobarde, tarde o temprano iba a tener que regresar. Sabía también que debía reposar su herida pero le disgustaba perder el tiempo así que prefería ir ahora, con eso Envy no se quejaba, era mejor mientras antes recuperara su cuerpo.
—¿Nos vamos? —cuestionó el menor acercando una mano al, ahora, más pequeño.
—¿Cómo puedes seguir haciendo eso? —cuestionó aún sin subir a la mano de Gerald. El castaño ladeó la cabeza y emitió un sonido de duda pues no comprendió lo que le pasaba—. Estoy muy diferente a como era antes, pero aún me hablas como si fuera el de siempre... ¿Por qué lo haces...?
—¿Por qué? Porque sigues siendo Envy —contestó el castaño acercando su rostro al homúnculo—. Puedes transformarte en muchas cosas; en animales, personas, tu forma gigante... —El moreno iba girando la mano a medida que hablaba indicando que podía seguir indefinidamente—. Si eres tú cada vez que te transformas ¿por qué no serías tú ahora? Hablar contigo ahora es lo mismo que hablar contigo en tu apariencia normal porque eres la misma palmera idiota de siempre.
El homúnculo sólo se quedó mirándolo sin decir nada, Gerald también guardó silencio, un silencio que sólo se rompió cuando los dos estallaron en risas al mismo tiempo.
—Vaya... Eso sonó más cursi de lo que creí.
El homúnculo detuvo la risa poco antes de que Gerald empezara a hablar.
—Sí que lo fuiste —añadió riendo un poco más, pero luego de reír le fue imposible no apartar la mirada—. Aún así debo reconocer que hablar contigo realmente es parecido a hablar con Lust... —mencionó él, esta vez subiendo a su mano—. De algún modo acabo sintiéndome bien aunque no tenga problemas.
—Sé de qué hablas —asintió el menor, sólo que en su caso aquella persona que le mejoraba el ánimo aún sin estar triste era Alphonse, quién sabía si luego de lo que le hizo seguiría siendo así.
Con cuidado colocó a Envy sobre su hombro mientras salía de su habitación del hospital, iba a paso lento pero con una sonrisa decidida.
—Entonces... —Otra vez Envy notó que lo molestaría, la sonrisa en el de claros ojos era ahora más ancha—. ¿Ella te gustaba?
—¡¿Acaso tus últimas dos neuronas están peleando entre sí?! —chilló el homúnculo a lo que Gerald, por su tono de voz, expresión, y por la frase en sí, rió—. Primero, los homúnculos no tenemos relaciones amorosas. Y dos, ella era mi hermana mayor —recalcó mucho esas dos últimas palabras—. ¿Entiendes? ¡Era mi hermana y era mayor que yo!
Gerald sabía que aquello era cierto, o al menos creía que era poco probable que a Envy le gustara Lust, pero siempre era divertido ver la reacción de las personas al preguntar esa clase de cosas.
—Pero... sí la admiraba... Fue una mujer fuerte, valiente y sádica.
—¿Como yo? —cuestionó Gerald sin abandonar la sonrisa. A esas alturas ya habían salido del hospital y caminaban por la nieve del Norte sólo entonces notando que había olvidado su abrigo, así que soltó la coleta de su cabello para que este redujera el frío.
—¿Finalmente admitiste que eres mujer? ¡Lo sabía! —Finalmente el moreno logró que el homúnculo le sonriera para devolverle la broma, eso quería conseguir—. ¿Sádico? ¿Tú? No me hagas reír... ¿En qué universo un cachorrito es sádico?
—¿No me crees? —preguntó el de cabello rizado haciéndose el ofendido—. Bueno, si eso piensas entonces pregúntale a Kimblee —añadió esta vez entre broma y verdad.
Sin embargo, Envy no comprendió aquello muy bien, pero eso no lo detuvo para seguir bromeando.
—¿Y a Kimblee por qué? Oh, no me digas que estás engañando a Mustang con él.
El moreno abrió los ojos en sorpresa, pero algunos segundos después, las risas invadieron su voz.
—¿Engañar... Engañar a Mustang? —Apenas se le entendían las palabras al hablar ya que todo lo decía entre risas—. No salgo ni con Roy ni con Kimblee... Y si saliera con Roy, no lo engañaría —Logró murmurar cuando pudo controlarse un poco—. Por el momento no estoy interesado en nadie ¿sabes? Bueno... Sí le gusto a Kimblee... Pero estoy igual que tú, sólo siento admiración por él, no amor.
—¿Le gustas? ¿Cómo lo sabes? —preguntó el mayor tratando de mantener algo de su calor bajo el cabello castaño del moreno, en su forma normal tenía más temperatura corporal debido al gran tamaño de su forma real pero en esa pequeña apariencia no era así.
Tal vez lo imaginó pero Gerald percibió una voz con enojo contenido, como si hubiera celos ahí.
—Porque me besó, así que lo golpeé en la cara —contestó el menor sin mostrarle importancia. Envy pareció algo sorprendido al escuchar eso, después rió por lo bajo imaginando al asesino de la guerra de Ishval siendo golpeado por un niño—. Creo que podría ser mi tipo pero no creo que una relación con él sea algo... sano —añadió mientras continuaba caminando.
—Así que por eso te debe un favor... —observó Envy ahora teniendo todo el asunto claro. Desconocía por qué no se lo había dicho antes, pero no le dio importancia, tal vez le daba vergüenza o simplemente no quería decirlo—. Pero que sea tu tipo... ¿Significa que te gusta?
—No necesariamente.
—Ustedes, humanos, son tan extraños con ese tema de las parejas... me parece una tontería... Si tan sólo no usaran sus emociones y se limitaran a la razón...
—Estoy de acuerdo en que las emociones a veces son un verdadero asco, pero son necesarias.
—¿Oh, sí? —cuestionó con ironía—. ¿Para qué?
El castaño suspiró.
—Te lo diré apenas lo sepa... Pero supongo que si las tenemos es por algo...
Tal vez no tardaron mucho pero cuando llegaron no parecía ser un buen momento. Para empezar, la mayoría de los soldados que deberían encontrarse vigilando la llegada de extraños no estaban, había armamento militar ubicado en la parte más alta de la muralla y la tensión del ambiente era palpable.
Gerald y Envy se dirigieron una mirada de confusión el uno al otro sin entender qué ocurría hasta que un sonido particular les dio un indicio de lo que ocurría...
Una bala de cañón.
Más adelante habían soldados, algunos que traían el uniforme amestriano y otros que tenían un uniforme diferente; eran soldados de Drachma, habían declarado la guerra.
—¿Esto es... el derramamiento de sangre...? ¿Justo ahora...?
—Sí, pero no te distraigas —respondió el homúnculo—. No sabía que ocurriría ahora... En fin, sólo enfócate en encontrar a Kimblee y pídele la piedra...
No obstante, Gerald no le respondió. Se quedó quieto mirando a la nada, parecía concentrado en los disparos que iban y venían, o tal vez en algo más.
—¿Oíste lo que dije?
—¡Cállate y déjame escuchar! —exclamó el menor sin siquiera mirarlo. Claro que Envy se molestó, pero Gerald parecía tan atento en algo que no pudo decirle nada más.
Había una conversación a lo lejos, una entre dos soldados de Drachma en un tanque, el homúnculo era incapaz de oírla pero Gerald si podía.
—Mi General, hay un niño en el campo de batalla —dijo uno de ellos. Evidentemente se refería a Gerald, Briggs no era un lugar para niños—. Tiene puesto un uniforme militar amestriano... ¿Qué hago?
—Ya veo lo que sucede... —observó el General a su subordinado—. Amestris usa niños como escudo humano ¿quién pensaría que caerían tan bajo? —El moreno negó sutilmente, eso ni siquiera era verdad—. Si muere será culpa de los amestrianos por ponerlo al frente, que no se te ablande el corazón sólo porque es un niño... Mátalo.
El rostro de Gerald empalideció.
—¿Qué probabilidad tengo de esquivar el disparo de un tanque? ¡Responde rápido!
—No tienes, eres muy lento... ¿Por qué?
Y dispararon.
Gerald escuchó el proyectil acercándose a toda velocidad. A pesar de sentir que el tiempo a su alrededor iba en cámara lenta, estaba seguro de que nada podía hacer para esquivarlo... pero sí lo podía destruir. No tuvo tiempo para pensar, su ataque fue totalmente instintivo. Apenas sintió el disparo, el Teniente Coronel volteó y chasqueó, quemando en el aire el proyectil que cayó en la nieve antes de alcanzarlo.
Pero eso no fue lo único que causó; la llama que quemó la bala del tanque también quemó el blindado. Cuando el fuego rodeó el vehículo militar, Gerald se paralizó al escuchar los gritos de los soldados que sólo acallaron cuando el fuego desapareció, lo que había sido el tanque ahora no eran más que simples pedazos de metal, y los cuerpos de esos dos hombres de Drachma desaparecieron mientras un lejano olor a quemado reemplazaba sus presencias.
Amestris y Drachma aún seguían disparándose entre sí, pero para Gerald todo fue un sepulcral silencio tras darse cuenta de lo que había hecho. Envy miró hacia el rostro moreno con sorpresa notando cómo temblaban los ojos celestes, sabía bien lo que Gerald pensaba pues lo tenía plasmado en la cara:
"Los he matado".
—Gerald.
El castaño bajó su vista hacia sus manos y suspiró; había arrebatado dos vidas humanas. Le era chocante de cierto modo, dos personas que hace segundos habían estado perfectamente bien ahora ya no existían más en ese mundo, y no había otro culpable más que él.
—Koinu.
Desde que se colocó el uniforme militar por primera vez, y más aún cuando se volvió un perro de los militares, supo que mataría, pero no creyó que su primera vez sería por instinto. No obstante, no podía culparse tanto, los soldados que mató eran de un país enemigo que les había declarado la guerra, y eso no era todo... había descubierto de que sí podía matar.
—¡Hey! ¡Escúchame de una buena vez! ¡Deja ese patético sentimiento de culpa! ¡Ya los mataste, no hay nada más que puedas hacer! —El disparo de otra llama interrumpió a Envy.
A través de su audición, Gerald podía saber en dónde se encontraban los soldados de Drachma, y sin dejarles tiempo de que notaran su presencia el menor chasqueaba y los incineraba. Con cada disparo que lanzaba, los ojos claros dejaban de decir "Los he matado" con culpabilidad para ahora mantener una actitud determinada y asegurar "Los mataré a todos" sin rastro de duda.
Cada chasquido salía con más facilidad y soltura que el anterior, cada grito sonaba más satisfactorio que el pasado y a cada segundo que pasaba un sentimiento de superioridad crecía más y más en su interior que hasta lo hizo sonreír. Además, la frustración al recordar que sus amigos lo dejaron de lado lo hacía querer desquitarse. Todo esto lo impulsaba a seguir chasqueando.
El homúnculo estaba sin palabras. Sabía lo peligroso y destructivo que un alquimista de fuego podía llegar a ser, pero nunca había visto a uno en acción desde una distancia tan corta. No sabía qué le ocurría a Gerald mas estaba seguro de que el castaño no habría hecho lo mismo hace un par de días, y ahora no era más que un asesino de fuego.
Tras unos minutos de sólo disparar, tan repentinamente como empezó, dejó de crear chispas, bajó su mano y respiró hondo.
—Así que así es cómo se siente... —murmuró dejándose caer en la nieve mientras soltaba un suspiro audible.
¿Cuántas vidas había arrebatado? ¿10? ¿20? ¿Más aún? Ni él podía saberlo, pero por el olor a quemado desprendido quedaba claro que habían sido muchos. Estaba cansado, pero no físicamente, y por algún motivo tampoco se sentía arrepentido, pero le dolía mucho la cabeza; matar gente, especialmente si se trataba de la primera vez, resultaba en una fuerte carga emocional. Mataría otra vez si se lo ordenaran o si tenía que defenderse, pero pese a que le gustó un poco, no lo haría por gusto propio nuevamente, no al ver lo descontrolado que podía volverse.
—Sabía que fuiste tú... —El castaño se sobresaltó, creía que nadie lo había visto, se suponía que estaba ahí sólo con Envy—. Sólo existen dos Alquimistas de Fuego, y Roy Mustang no se encuentra aquí. Era obvio que fuiste tú, pequeño.
A la distancia, acercándose a paso lento hacia él sólo se distinguía un cuerpo en pie, uno que vestía un elegante traje blanco.
Al instante, el menor se puso de pie y el homúnculo se ocultó en el bolsillo de su uniforme, no quería que nadie más lo viera de esa forma.
—¿Te digo algo? Después de perderte el rastro en Baschool pensé que escaparías y advertí a los homúnculos ¿pero quién habría dicho que el adorable Gerald Katsaros volvería para matar? Me enorgulleces ¿Sabes? —Kimblee tomó su mentón.
El castaño sólo dejó que lo hiciera pero nunca dejó de mirarlo con seriedad indicando que estaba alerta a cualquier acción extraña. Envy, por su parte, sólo quería que soltara a Gerald de una vez, no sabía la razón pero desde que el castaño dijo que Kimblee gustaba de él sentía incómodo que el asesino estuviera cerca del menor.
—Espero escuchar cada detalle de lo que hiciste luego de irte, pero antes... ¿Reconsideraste mi propuesta?
El pequeño ser escondido negó con la cabeza. Kimblee estaba loco si creía que Gerald cambiaría de parecer así como así, Envy ya lo conocía lo suficiente para saberlo pero se notaba que el Alquimista Carmesí no conocía ni lo más mínimo de Ascuas.
—¿Por qué estaría con alguien que no sabe ni lo más mínimo de mi? Si lo hicieras, sabrías que yo no cambio de opinión tan fácil —contestó el moreno quitando la mano que sostenía su barbilla. Envy no pudo contener su sorpresa al escuchar lo mismo que había pensado—. Y no voy a perder tiempo explicando cosas del pasado. Seré breve. Necesito una Piedra Filosofal, tú tienes dos así que dame una.
Kimblee esbozó una sonrisa pero se notaba que no estaba feliz, era una sonrisa forzada, evidentemente.
—¿Tienes el descaro de pedirme un favor después del golpe que me diste?
—Sí, porque te recuerdo que te besé de vuelta... como la puta que dijiste que soy ¿no? —respondió con ironía—. Tú me creíste un chico fácil, te lo merecías.
Aún con el tono usado, el sarcasmo y la seguridad en la voz del moreno, Kimblee no parecía tener la intención de aceptar.
—Pero bueno, hay algo en lo que te equivocas... No te pedí ningún favor, te lo ordené como Teniente Coronel —Esta vez hablaba con seriedad.
Kimblee alzó una ceja en señal de sorpresa mientras que el homúnculo abría sus ojos al máximo pues el tono empleado jamás lo habían escuchado en el moreno. Gerald no acostumbraba a usar su rango para obtener beneficios, hasta le generaba disgusto, pero no parecía haber más opción.
—En Briggs rige la ley del más fuerte y mi rango es superior al tuyo así que te toca obedecerme. Tenías una Piedra Filosofal y sé que Envy te dio una, así que dámela. Si no lo haces, te mataré y me la llevaré, después de lo que hice no me importa seguir manchando mis manos con sangre.
Kimblee no cambió su expresión, aún no comprendía todo.
—¿Por qué tanto interés en la piedra ahora? Antes te la ofrecí y no la quisiste pero ahora te apareces con el único fin de arrebatármela ¿Qué pretendes?
—No te lo diré —respondió el moreno de la misma manera neutral, sin cambiar de expresión. No tenía por qué darle explicaciones, además, Envy no quería que nadie más se enterara de su estado.
—Ya veo... sigues teniendo secretos, ¿eh? Eres tan interesante... —comentó Kimblee caminando alrededor del muchacho, aprovechando de acariciar su cabello en ese pequeño paseo.
Era cosa de ver el rostro de Gerald para notar que resistía el impulso de golpearlo. Sólo cuando sintió algo de calor entre todo ese frío Envy se dio cuenta de que el contacto entre ellos le enfurecía.
—¡Deja de tocarlo, imbécil!
—¿Quién dijo eso...?
—No lo sé —respondió Gerald rápidamente aún con voz seria sin revelar al homúnculo—. Termina tu punto. No tengo todo el día.
—Habrías sido el primero en convencerme de algo, en serio que sí, me impresiona tu cambio, pero desafortunadamente para ti perdí una piedra así que no te puedo ayudar —Sólo entonces el moreno cambió su expresión seria a una de duda—. Supongo que escuchaste lo que pasó con Edward Elric. Tuvimos un pequeño enfrentamiento y en eso la perdí... Y es posible que él haya perdido la vida.
Gerald lo miró con los ojos entrecerrados. Así que Envy había dicho la verdad y Ed sí estaba desaparecido, sin embargo eso ya no le sorprendía tanto ¿Pero Kimblee había sido responsable de eso? Aún le faltaban detalles pero ese no era en asunto ahora.
—Supongo que no puedes ayudarme. Vaya pérdida de tiempo... —suspiró negando levemente. Odiaba perder el tiempo, aunque viéndolo de otro modo, no todo había sido todo tan malo, de no haber ido no habría experimentado esa situación.
—Espera, esto es tuyo —dijo el mayor cuando Gerald ya había dado varios pasos para alejarse. Traía en sus manos un abrigo, muy similar al que el moreno usaba sólo que era completamente blanco—. Se les da a todos los soldados activos en guerra, y viendo lo que haz hecho claramente te pertenece.
—Gracias, moría de frío —respondió colocándose la nueva prenda rápidamente, y luego de hacerlo intentó retirarse otra vez.
—¿No piensas quedarte? Vi todos tus movimientos ¿No quieres seguir divirtiéndote?
El castaño no se detuvo ni volteó para hablarle, simplemente respondió a medida que caminaba.
—No, los homúnculos me dijeron que volviera con ellos, y aún si quisiera, estoy herido, no puedo quedarme —respondió negando con suavidad.
—Supongo entonces que este es el adiós ¿no? —Esta vez sus palabras si lograron detener el andar del menor.
Kimblee avanzó unos pasos hacia él y estiró su mano, Gerald sólo miró de reojo.
—Quién sabe —respondió sin dar entonación de pregunta—. ¿Sabes? Me sorprende que a pesar de lo que hiciste... no soy capaz de odiarte. A pesar de todo... siempre seré tu más grande admirador.
—Y yo el tuyo.
El castaño volteó completamente y esbozó una pequeña sonrisa tomando la mano del Alquimista Carmesí, la sintió más fría que la primera vez que la estrecharon, casi tan fría como Briggs, igual de fría que un cadáver.
Quizás por eso una relación sana era imposible; no se puede mezclar el fuego con el hielo porque son opuestos, y no se pueden mezclar explosiones con destrucción pese a ser similares porque eso sólo traería caos. Gerald era fuego destructivo y Kimblee era hielo y explosiones; opuestos e iguales a la vez.
Hay quién dice que las personas iguales son perfectamente compatibles, y otros dicen que polos opuestos se atraen y complementan, sin embargo, distintos e iguales al mismo tiempo... No podía llevar a nada bueno.
—Fue un placer, Solf J. Kimblee.
—Igualmente, Gerald Katsaros, mi pequeño asesino —contestó el mayor soltando lentamente su mano.
Y así, Gerald se marchó, siendo esa, sin saberlo, la última vez que vio al Alquimista Carmesí; en la blanca nieve de Briggs bajo un intenso frío.
—Lo siento. No la conseguí —murmuró el castaño mientras caminaba de regreso. Luego de la batalla la temperatura empezó a disminuir drásticamente.
Envy estaba hecho una pequeña bolita en el bolsillo del abrigo que el moreno acababa de adquirir para no perder calor, si bien no moriría de frío, era algo insoportable. Había escuchado todo pero eso ya no dependía de Gerald.
—Da igual, tampoco podías dejarlo sin ninguna —contestó el más pequeño sin regresar al hombro del mayor, en el bolsillo estaba más cómodo.
—¿Por qué le gritaste? Lo tenía todo bajo control, además te arriesgaste a que te descubriera.
—No lo sé, sólo me molestó y ya. No le des más vueltas —contestó frunciendo el ceño, por suerte Gerald no lo estaba mirando—. Cambiando de tema, lo que hiciste fue...
—Una completa locura...
—Lo más increíble que te he visto hacer —Gerald se sorprendió cuando el homúnculo lo interrumpió—. No sé por qué pusiste esa cara de culpabilidad al principio... No es como que no hayas matado antes. Mataste a María Ross ¿no?
Por suerte Envy no estaba mirando el rostro de Gerald ya que se habría topado con unos ojos nerviosos que sólo aparecían cuando una mentira salía a la luz.
—Pero es la primera vez que lo hago sin Roy cerca... —murmuró intentando explicarse—. Supongo que me puse algo nervioso... Matar tal vez no... no estuvo bien ¿cierto...? ¿Qué pensaría de mi...?
—Y el Coronel otra vez... ¿No sabes pensar en otra cosa? —suspiró el mayor rodando de ojos—. Tienes dieciséis años, koinu. Serás militar pero también eres un chico humano que tiene la edad en la que muchos otros viven su etapa de rebeldía.
—¿Qué hago entonces?
—Aprender a portarte mal. Mustang no está aquí para controlarte —respondió Envy—. Cada vez que me mostraba inseguro como tú peleaba con papá... Luego descubrí que no hay nada mejor que hacer lo que se te de la gana. Cualquier otro humano mataría por romper sus cadenas, tú con nosotros tienes esa posibilidad... Sólo se trata de dejar tus emociones, hazlo y tu reinado empezará, serías como yo.
Gerald se tomó el tiempo de escucharlo y suspiró, no negaba que quería ser libre y hacer lo que quisiera, Envy tenía razón en que cualquiera querría eso.
—Tienes razón... Con ustedes sí puedo...
Iban a tardar un tiempo en volver al hospital y el clima no mejoraba ni empeoraba, pero aún así era desagradable. Intentando no incomodarlo, el moreno puso sus manos en sus bolsillos y en aquel en el que estaba Envy, rozó sutilmente su cabeza por error, pero ninguno menciono nada sobre dicha acción.
—Podría llevarte a Central, si quieres. Tienes más opciones de volver a la normalidad allá que aquí —comentó otra vez, tratando de desviar el tema.
—Me parece bien —respondió el pequeño con un asentimiento de cabeza—. Pero primero quédate en cama lo necesario ¿quieres? Si sigues caminando así, nos vamos a caer.
—Como quieras. Sólo no muerdas mi cuello otra vez.
Por más que no se movió demasiado, Gerald hizo mucho esfuerzo en llegar a la fortaleza y ahora ya estaba empezando a caminar algo mal, pero en fin, entre seguir caminando y quedarse en la nieve, ambos estaban de acuerdo en cuál era la mejor opción.
—Pero debo reconocerlo, koinu, estuviste genial. Por cómo disparaste y por cómo le hablaste a Kimblee me queda claro que eres un chico fuerte, valiente... y sádico.
Look at you, look at me
I don't know who to be
Is it wrong, is it right?
Be a thief in the night
Tell me what to do
I was once like you, my child, slightly insecure
Argued with my father* too, thought I was mature
But I put my heart aside
And I used my head
Now I think it's time you learned
How to start to misbehave*
Don't you wanna be evil like me?
Don't you wanna be cruel?
Don't you wanna be nasty and brutal and cool?
And when you grab that wand that's when your reign begins
Who wants an evil king* without a sack of sins?
Don't you wanna be heartless and hardened as stone?
Don't you wanna be finger licking evil to the bone?
Now we're gonna be evil, it's true
Never gonna think twice
And we're gonna be spiteful
Yes, spiteful
That's nice
Evil like me/Descendants
Dove Cameron & Kristin Chenoweth
*Partes de la canción modificada para mayor coherencia con la historia.
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