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Capítulo 2: "Únete al ejército": El plan de Bradley

Buenas gente bonita. Por algún motivo, el capítulo anterior se publicó con guiones cortos, traté de arreglarlo y creo que ahora quedó bien, pero no sé cuánto dure.

Volviendo a la historia. Sé que acabo de publicarla hace poco, pero ya les traje el siguiente capítulo. Diganme ¿Les está gustando? Yo acepto cualquier crítica siempre y cuando sea constructiva y con respeto. Cabe decir que ya tengo gran parte de la historia escrita así que las actualizaciones serán relativamente rápidas hasta que llegue a alguna parte inconclusa.

Sin más, el capítulo.

¿Qué responderle? ¿Qué decirle a un niño en esta situación? ¿Cómo puedes decirle que no es así... cuando en realidad sí lo es? Era difícil, si ni un adulto sabría reaccionar a la noticia, menos un niño como Gerald.

Los dos adultos no despegaron la mirada del castaño y se tensaron al ver sus ojos cristalizarse de a poco. Compadecían a Gerald en esos momentos, eran humanos después de todo, pero tenían una misión que cumplir.

La mujer iba a hablar nuevamente, su mirada entristeció al imaginar la posible reacción que el niño tendría cuando ella hablara, mas no pudo articular palabra alguna. Al verla así, su compañero decidió hablar.

—Lo sentimos, pequeño. Los cuerpos del Teniente Segundo y la Sargento Katsaros fueron encontrados sin vida, y en estos momentos están siendo sepultados en el cementerio de Ciudad Central. Hay más información aquí —Luego de aquello, Gerald fue incapaz de seguir escuchándolo, sólo al ver que el mayor había estirado su mano para entregarle una carta, notó que sus manos estaban temblando—. Es una pena... ¿Tienes a alguien que pueda hacerse cargo de ti? De lo contrario, podemos llevarte a un orfanato y...

—Sí tengo... No se tomen la molestia... Estaré bien... —contestó rápidamente.

Pero era mentira, no tenía a nadie. Había estado solo por casi tres años, pero ahora se daba cuenta que era ahora cuando verdaderamente se encontraba solo.

No dio tiempo a los militares de decir algo más y cerró la puerta de inmediato, ni siquiera levantó la vista para mirarlos a manera de despedida, y repentinamente se dejó caer al suelo soltando un fuerte y desgarrador grito, hasta los militares habían logrado escucharlo mientras se retiraban.

Era sólo un niño, estaba viviendo la etapa de su vida en la que más requería de la protección y cuidado de sus padres, y luego de esperar tantos años por su regreso ahora los había perdido para siempre. No los volvería a ver nunca. No volvería a ejercitarse con su padre o a jugar con su madre.

Jugar con su madre...

¿Qué pasaría con el juego que llevaban jugando desde que ella se fue? Por más tonto e inocente que fuera ¿Acaso el destino había decidido por las malas que debía acabar?

No, pero ese juego no habría acabado si sus padres no habrían asistido a la guerra en primer lugar, y eso no había sido decisión de ellos, fue del ejército, ellos eran los verdaderos responsables de que ambos murieran. Y Gerald no podía evitar sentir rabia por aquellas personas que salían en la fotografía que Havoc le dio hace un tiempo. Si eran tan cercanos entonces ¿Por qué no los defendieron? Si eran de su mismo bando debieron haber podido hacer algo.

Más lágrimas salían, pero Gerald ya no sabría explicar de qué eran, se sentía muy triste y enojado a la vez. No tenía fuerzas para ponerse de pie nuevamente, mas igualmente lo hizo cuando pasaron ya varias horas estando en el suelo.

No obstante, por increíble que parezca, su llanto había durado solamente un día;  sentía un dolor insano, pero sus padres le habían enseñado que la muerte era algo natural, así que no debía sentirse mal por siempre.

Una vez que secó sus lágrimas por completo, abrió la carta que le entregaron los militares, esta decía que sus padres habían sido tomados como rehenes por un ishvalano, los despojó de su armamento, y aunque habían logrado encontrarlos con vida y sin una sola herida, el ishvalano los mató disparándoles con sus propias armas frente a los otros militares.

No sintió tanta pena esta vez, pero sí sintió rabia. Si sus "amigos" hubieran llegado antes, o si actuaban con más cuidado, no habrían muerto.

Había pasado un mes desde esa fatídica noche y la guerra contra Ishval ya había terminado dándole la victoria a Amestris. Jean Havoc estaba preocupado ya que Gerald no le abría la puerta de su casa, él sólo quería saber del estado del niño pues sabía que en esos momentos lo que más necesitaba era consuelo, pero no podía si no lo dejaba entrar. El de ojos azules sabía que el moreno no había aceptado el ser llevado a un orfanato pues conocía al chico, además, había visto la casa con las luces encendidas, era obvio que el de ojos celestes seguía ahí.

Pronto tuvo noticias de él, aunque no fueron de la mejor manera, y ni siquiera fueron en Aquroya; el moreno había aparecido sin previo aviso en el Cuartel General de Ciudad del Este. Ninguno de los militares presentes en la entrada supo cómo había entrado si había guardias vigilando, la respuesta es que no era difícil si podía oír todos los movimientos que estos emitían, eran las ventajas de haber pasado tanto tiempo solo en casa; debido al silencio de la soledad en su hogar, cualquier ruido podía ser escuchado, por consiguiente, había mejorado mucho su audición.

—¡Escuchen bien! Necesito saber quienes de ustedes fueron a Ishval —gritó el pequeño una vez ahí.

La mayoría de militares lo miraban con rostro confundido como si intentaran averiguar quién era, qué quería o por qué estaba ahí, pero ninguno le respondía. Gerald sabía que se arriesgaba a que lo tomaran y lo llevaran forzado al orfanato pero por el momento no estaba dentro de sus preocupaciones.

—¡Contéstenme! —dijo ahora más fuerte.

Buscaba venganza, algo que un niño como él ni siquiera debería saber qué significa. Lo peor es que ninguno lo reconocía para siquiera hacerse una idea de lo que hacía ahí.

—Mejor vuelve a casa, pequeño —dijo un hombre acercándose al de cabello ondulado—. Si estás perdido puedo llamar a tus padres para que vengan a buscarte.

El militar no tenía malas intenciones y Gerald lo sabía, pero estaba tan furioso que no podía darse cuenta, tampoco sabía qué le dolía más; el que mencionara a sus padres muertos o el hecho de que no tenía idea de que estaban muertos.

Como estaba cerca de la pared dibujo un pequeño círculo de transmutación en ella y la utilizó para atacar a aquel militar haciendo ver al resto que eso no se trataba de una broma. Con eso hecho, nadie más se atrevió a acercarse, sólo lo apuntaron con sus armas, aunque no sabían si dispararle sería lo correcto pues el intruso seguía siendo un niño.

—¿Mis padres? ¿Aquellos que no decidieron ir a la guerra y aún así murieron ahí? —preguntó el menor con sarcasmo al que seguía en el suelo.

—¿Gerald? ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó una voz que el mencionado no tardó en reconocer.

El chico miró a Havoc con el ceño fruncido y la mirada seria. Jean llegó incluso a asustarse, nunca había visto al castaño de esa forma.

Un adulto de apariencia grande y robusta llegó junto a Havoc, seguramente era alguien de un rango mayor que el del rubio debido a que en la parte de los hombros de su chaqueta tenía un diseño diferente al de Jean.

—¿Lo conoce? —cuestionó el recién llegado al militar fumador. Al verlo, el moreno notó que era uno de los que estaba en la fotografía.

—Se llama Gerald, Gerald Katsaros —respondió Havoc con voz nerviosa. Se imaginaba qué es lo que hacía Gerald ahí y le preocupaba que las cosas terminaran mal.

Otro adulto, este tenía anteojos, cabello negro y ojos de un tono amarillo verdoso, se unió a ellos. Parecía como si estuviera procesando lo escuchado antes de decir una palabra.

—¿Katsaros? —repitió pensándolo aún. Cuando los ojos de Gerald se posaron en el que dijo su apellido se dio cuenta de que él también estaba en la foto.

—Es el mismo apellido de Ritter y Nicia. No me diga que es su hijo —Se sobresaltó el de apariencia fuerte—. Tiene un parecido, pero ellos nunca... —No pudo seguir hablando. Dejó la frase a la mitad debido a la impresión.

El joven de claros ojos miró también a ese hombre y no pudo evitar entrecerrar la mirada.

—Ustedes estuvieron ahí, y no hicieron nada... Fue su culpa... ¡Fue su maldita culpa! —añadió más violentamente dibujando otro círculo de transmutación en la pared.

Sin embargo, no logró colocar su mano en este para poder realizar la transmutación, alguien había detenido su brazo antes de que este pudiera tocarlo.

—Ya es suficiente, niño. Tienes a todos asustados —dijo aquel que lo sujetaba con fuerza.

Aquella voz Gerald no la conocía, pero sonó con tanta autoridad que se estremeció en su lugar y al instante obedeció. Cuando recuperó el valor mínimo que neceditaba, miró hacia esa persona detrás suyo y debía decir que se sorprendió, un hombre de más o menos la edad de Havoc con cabello negro azabache, un par de oscuros ojos negros, una mirada tan fría y guantes blancos con círculos de transmutación; el Alquimista de Fuego, Roy Mustang.

Incluso Gerald pareció sentir algo de miedo bajo su mirada.

—Qué intentabas hacer, ¿eh? ¿Quién eres?

—Basta —dijo una voz femenina, igual de autoritaria, pero más calmada que la del azabache al ver que los ojos del menor temblaban—, es sólo un niño.

Aquellas palabras hicieron que el cuerpo del mencionado temblara otra vez, su madre solía decir eso cuando su padre intentaba disciplinarlo de una manera estricta y él no podía obedecer.

Él bajó su cabeza, todos en el lugar pensaban que estaba llorando, pero Roy y la mujer que le había hablado incluso parecían sorprendidos de que a pesar de su brusquedad, ni una sola lágrima caía.

—Lo... Lo lamento. Yo... —murmuró en voz baja—. Yo sólo quería...

—Está bien, Gerald, no tienes que decir nada —Finalmente Havoc tuvo la valentía de acercarse al ver que la situación se había calmado un poco para abrazar al castaño y hacer que Roy lo soltara.

Gerald estaba confundido; ¿Qué diablos estaba haciendo? ¿Por qué no fue capaz de seguir peleando? Sin dudar correspondió al abrazo, sentía que necesitaba ese pequeño intento de tranquilidad y confort.

—Mayor, es el hijo de Ritter y Nicia. —Al oír esos nombres, el de cabello negro se sorprendió.

—¿Hijo...? ¿Ellos... Habían tenido un hijo? ¿Pero... en qué momento...? —Se preguntó el Mayor a sí mismo, Ahora que veía bien al niño, podía ver algunos rasgos similares a los caídos en la guerra—. Pero ellos no tenían más familiares... Entonces este niño es... —Quería terminar la frase con un "huérfano", pero se detuvo al ver que Havoc se llevó un dedo a los labios indicando silencio, si eso se llegaba a escuchar, por el alboroto que Gerald causó era más que seguro que se lo llevarían al hogar para niños.

—No tiene nada más que perder —Trató de decir con otras palabras a lo que Roy se refería y luego agachó la cabeza sólo para notar el pequeño cuerpo aferrado débilmente a sus piernas. En eso, una idea cruzó por su cabeza y no tardó en dársela a Mustang—. Me dijo una vez que le gustaría volverse un Alquimista Estatal, quisiera dedicarse a la de fuego igual que usted, ¿no consideraría enseñarle?

Tanto el moreno como el de cabello negro miraron con sorpresa a Jean. Por una parte, Gerald no esperaba que eso fuera mencionado, y por el otro, eso fue algo que Mustang no habría imaginado jamás.

Para Jean no parecía una mala idea, así el menor tendría algo con qué distraerse y al ser visto con el Mayor, no se lo llevarían, sin embargo la mirada fría de Roy, mucho más relajada esta vez, no dejaba de lucir poco convencida.

—No lo se, Havoc, es sólo un niño —respondió Roy.

Ese claramente no era el verdadero motivo, más que nada se debía a que, basado en lo que vio anteriormente, pudo notar lo peligroso que podía ser el más pequeño, no era seguro que alguien así aprendiera alquimia de fuego, pero no iba a decirlo con él al frente.

Una presencia más se hizo notar en aquel lugar, una que alertó a todos ahí, llevándolos a adoptar el clásico saludo militar.

—Yo pienso que sería una buena idea, Mustang ¿Por qué no se lo piensa un poco más?

King Bradley, el mismísimo Führer en persona. Nadie sabía en qué momento había llegado, ningún militar lo vio pasar por ahí.

—Escuché que un niño había causado una conmoción y quise venir a verlo por mí mismo —dijo este posando una de sus grandes manos en la castaña cabellera del pequeño, acariciándola suavemente—. Ya lo escuché, es una verdadera lástima lo que ocurrió con sus padres ¿No cree que deberíamos ser más amables?

Las palabras de Bradley hacían que a Roy le hirviera la sangre, se sentía como un perro recibiendo regaños indirectos de su amo.

—No creo que sea bueno que alguien tan emocionalmente inestable como él aprenda ese tipo de alquimia en particular. Ya vio lo que hizo aquí, podría ser peligroso. Además, es imposible —añadió mirando de reojo a la mujer que permanecía junto a él—, la alquimia de fuego ya no puede enseñarse.

Riza Hawkeye, la mujer rubia junto a Roy, le había pedido personalmente a Mustang que quemara el secreto de la alquimia de fuego que estaba tatuado en su espalda. Este cumplió con su promesa, de modo que ya nada en ese tatuaje se podría comprender. Pero aún así, la expresión del de mayor rango no cambió en absoluto, parecía mantener la misma postura que antes sobre el tema. Como los militares vieron que su respetable Führer estaba encargándose del asunto del niño varios continuaron con sus labores.

—Pero puedes enseñarle. La conoces, así que puedes —dijo el mayor ahí presente— ¿Te parece un chico emocionalmente inestable? A mi me parece que es un joven con potencial, justo lo que el ejército necesita.

Por cada palabra que salía de la boca de King Bradley, Gerald se iba sorprendiendo más y más ¿Realmente había logrado causar esa impresión en la máxima autoridad del país?

—Además lograr entrar aquí burlando la seguridad requiere de estrategia y razonamiento, no de emociones.

—Pero, señor... —Nuevamente el azabache iba a protestar, pero el de menor edad le interrumpió esta vez.

—Quisiera algún día trabajar aquí, así como mis padres solían hacerlo —murmuró él mirando directamente a los ojos negros del mayor.

Roy habría mentido si decía que no sintió nada de lástima al ver esa mirada tan quebrada que insistía en romper en llanto en cualquier segundo, pero que era aguantado, seguía sin entender cómo ese niño era capaz de cerrarse a las emociones de ese modo.

Los demás no tenían cómo saber que lo que decía el castaño era mentira, pero sonaba lo suficientemente convincente para creerlo. En realidad, en ese preciso instante, Gerald los odiaba a todos, odiaba a los militares profundamente y el único motivo por el que le gustaría unirse a la milicia sería para no olvidar jamás porqué los odiaba, quería apreciar cómo los militares se iban destruyendo poco a poco desde el interior de la institución y así oír sus gritos de agonía y desesperación, al menos pensaba que de ese modo podría finalmente estar tranquilo.

—Además —empezó Jean con nerviosismo debido a la presencia del Führer—, algo de conocimiento militar tiene. Dudo que Ritter no le haya disciplinado de la misma manera que aquí.

—Piénselo, Mustang, ¿o acaso será que tiene miedo de dejar de ser el único Alquimista de Fuego? ¿Teme que un pequeño niño lo relegue? —cuestionó el de parche mirando fríamente al mencionado.

Roy Mustang sólo pudo apartar la mirada negando levemente. La mujer rubia, que aún no se había ido, posó una mano en el hombro de su compañero para calmarlo.

—Descuida —murmuró él para que la rubia no se preocupara tanto—. Lo haré. Te llamas Gerald, ¿verdad, enano? Quiero que me escuches con atención —dijo mirando esta vez al más pequeño de ahí—. Voy a enseñarte alquimia de fuego y te ayudaré con entrenamiento militar por dos años, pero no pienses que te lo dejaré fácil porque eres un niño, te voy a dar el mismo entrenamiento que se le daría a un adulto y no quiero escuchar ninguna queja. Oh, sí... Y si veo alguna actitud sospechosa, cualquier cosa que me haga creer que causaras daños... Supongo que sabes bien a dónde irás a parar ¿verdad?

—No tengo ningún problema con eso, señor Mustang —Ya no le importaba el tono usado por el mayor, al menos había logrado liberarse de un problema. Seguía sintiendo una rabia insana, pero ya poco a poco se iría deshaciendo de ella.

A esas alturas, gran parte de los militares que antes estaban asustados ahora se habían ido a realizar sus deberes, ya era hora que el Führer hiciera lo mismo.

—Tu entrada a la milicia está prácticamente asegurada —empezó Bradley dando media vuelta para retirarse—. Espero verte otra vez, joven Katsaros —añadió para dar por terminada su visita.

En realidad, ya se había hecho algo tarde así que luego de acordar unos últimos detalles, el de ojos celestes también volvió a casa. Ese día no había resultado tan malo después de todo, tal vez las cosas empezaran a mejorar para él otra vez, ya sea en venganza o en cualquier otra cosa.

Los días iban pasando y el entrenamiento del castaño había empezado. Se iban alternando cada semana, primero Mustang viajaba a Aquroya en la mañana y se pasaban toda la semana juntos o bien era Gerald quien viajaba a ciudad del Este y se quedaba ahí hasta el fin de semana.

—Bien, he llegado a la conclusión de que eres un poco más experimentado que los chicos de primer año en la academia, pero no me basta —opinó Roy—. Si realmente quieres ser un militar, mi objetivo será volverte un chico fuerte. Empezaremos desde el principio.

Gerald asintió, sus padres algo le habían enseñado pero era comprensible que Mustang quisiera hacerlo desde el principio para no olvidar nada.

—De acuerdo —dijo el menor con simpleza.

Roy alzó una ceja al mirar al niño ¿Dónde había quedado toda la violencia de la última vez? Sin dudas le parecía extraño.

—Ahora, veamos si me prestaste atención... —empezó Roy otra vez—, ¿qué es lo que todo militar debe ser?

—Fácil —anunció Gerald—; veloz, fuerte y obediente.

Mustang negó.

—Casi correcto, pero no. Todo militar debe ser veloz, fuerte, obediente y violento.

Gerald recordaba las tres primeras, también sabía que, de las cuatro, la tercera le resultaría más complicada, pero fue la última la que sorprendió al castaño.

—¿Violento? ¿Desde el principio?

Mustang asintió.

—Si es a fin de sobrevivir, debes serlo. No todos los conflictos pueden resolverse con palabras y si no muestras una actitud violenta desde el principio, morirás —explicó al menor—. Pero no entiendo qué te preocupa, tú tienes una actitud violenta —Aquello pudo haber sonado como un insulto, pero Gerald no le quiso tomar importancia.

—Es por eso que me parecía extraño, creí que los militares serían más calmados —murmuró el menor—. Digo, el resto no hizo mucho para atraparme y no sentí miedo cuando me apuntaron. Si no me detenías tú, nadie lo habría hecho.

—¿Ya vez la diferencia? En una guerra, ellos serían los primeros en morir. Si voy a entrenarte es para que no mueras tan fácil —El Mayor no mostraba signos de haber cambiado de opinión respecto a lo de la violencia—. Además, tú quieres aprender alquimia de fuego, una de las más peligrosas, ten por seguro que si vas a una guerra te pondrán al frente por lo violento que serás tú y tu fuego ardiente.

—Hablas mucho acerca de la guerra —observó el castaño luego de escuchar la palabra dos veces en la misma oración—, pero supongo que es normal, acabas de volver de una hace no mucho.

Cuando el menor alzó la mirada para mirar a Roy, notó que este había cerrado los ojos. Ahora que lo analizaba mejor, no sólo era que los ojos negros del mayor fueran fríos, sino que además tenía una mirada de asesino, similar a la de los padres de Gerald en aquella foto.

—Es un lugar horrible... No se lo desearía a nadie. Ver morir a tus compañeros y matar a los del otro bando. Se supone que la alquimia y los militares son para proteger a las personas ¿Por qué nos hacen usarla para matar?

Sin dudas la guerra había sido un trauma para Mustang, algo que había marcado un antes y un después en su vida, y eso, en particular, se debía totalmente a la alquimia de fuego.

Aquellos guantes que traía permitían regular el oxígeno y el hidrógeno presentes en el aire, luego cualquier tipo de fricción, como el chasquido de sus dedos, generaría una chispa que se volverían potentes y abrasadoras llamas, aunque había una debilidad, el agua impedía la formación de llamas por lo que mojarse lo dejaría incapaz de hacer fuego.

Como sea, Ishval era un desierto y rara vez llovía, eso había hecho a Mustang imparable en la guerra, quemó cientos de personas y obtuvo el título de "Héroe de Ishval" por su contribución, pero él no se sentía ningún héroe.

Gerald ladeó la cabeza con intriga, la pregunta realizada se le hacía fácil de responder.

—Porque al hacerlo, estarías protegiendo a los que son tus compañeros —Roy sólo lo miró permaneciendo en silencio—. Creo que te tengo algo de envidia. De poder hacerlo, me hubiera gustado tener la oportunidad de matar ishvalanos, y mientras más se hallan eliminado, más compañeros serían salvados.

Mustang frunció el ceño, matar no era algo envidiable.

Lo sabía... Ahora el chico parecía calmado, pero por dentro seguía igual de furioso que el primer día, lo que no podía ver era con quién estaba furioso, con los militares o con los ishvalanos.

No. Tal vez sólo era que Gerald lo tenía todo aún muy revuelto, quizás aún estaba confundido.

—Hay más métodos —murmuró el Mayor volviendo a atraer la atención del chico—. ¿Qué pasaría si los fuertes protegieran a los débiles, y los que son débiles protegerían a aquellos que están por debajo a ellos? Es una estrategia que incluso nosotros podríamos hacer.

Bastaba con demostrarle que ellos no eran los malos e intentar mostrarle que la guerra nunca sería la solución.

El de ojos celestes abrió sus ojos sorprendido, nunca se había puesto a considerar esa opción.

—Suena algo utópico, pero... La verdad es un buen ideal —opinó el moreno—. ¿Es eso lo que quisieras lograr? —preguntó luego de varios segundos pensando en esa idea.

Mustang soltó una suave risa mientras apartaba la mirada.

—Sé que suena como una fantasía infantil, pero...

—Me parece hermoso.

Con el pasar de los días y las enseñanzas de Roy, ambos dejaron de verse el uno al otro como maestro-alumno y Mustang ya no trataba a Gerald con tanta lejanía, poco a poco empezó a formarse entre ellos un fuerte lazo de compañerismo y amistad mutua.

Todo parecía estar calmado ahora, pero no era así.

Bajo tierra, en un lugar oculto para todos los humanos, había algo que nadie siquiera pensaba que existía.

Una habitación enorme, llena de tubos gigantes y múltiples pasillos, posiblemente para que cualquiera que por algún motivo llegaba encontrarlos, acabara perdiéndose en su interior. Aún así, había ciertas personas que conocían esos laberintos como las palmas de sus manos y eran capaces de llegar a todas las habitaciones que habían en el subsuelo.

—Wrath, ¿hay algo que tengas que reportar de la milicia? —cuestionó una bellísima mujer de curvas pronunciadas y cabello color azabache. Lucía un largo vestido negro que combinaba con su cabello mientras caminaba con pasos elegantes hacia el frente.

—Sí. Un niño apareció hace unos días en el Cuartel General del Este —dijo el mencionado Wrath que se trataba de nada más ni nada menos que King Bradley—. Actualmente está siendo entrenado por el Alquimista de Fuego, tiene mucho potencial y una mente que podría ser fácil de corromper, pienso que ese muchacho nos puede ser útil.

Ese era el verdadero plan de Bradley; entrenar al muchacho para eventualmente ponerlo de su lado. Luego de ver las habilidades de Mustang en Ishval, sabía lo peligroso que podía llegar a ser un Alquimista de Fuego y lo problemático que podía volverse si lo tenían en su contra, pero las cosas cambiaban si se volvía aliado suyo. Roy jamás aceptaría estar de su lado, pero con Gerald sí había posibilidad.

Había mentido cuando dijo que no era alguien emocionalmente inestable, habría que ser un ciego para no notar que el moreno sí lo era, y si alguien así se volvía un alquimista de fuego... bueno, no es necesario mencionar lo destructivo que podría volverse.

—Lust, Lust... ¿Puedo comerme a ese niño? —murmuró otro ser de apariencia un poco más monstruosa. Este era tan gordo que ni siquiera parecía humano, y la verdad era que ninguno de ahí lo era.

La mujer de nombre Lust negó con la cabeza mientras posaba una de sus manos en la calva cabeza del ser más bajo.

—No, Gluttony. Puede ser valioso —respondió la mujer mirando nuevamente al del parche en el ojo—. Un aliado humano... Eso nunca lo habíamos pensado... ¿Cuánto exactamente tardará en ser entrenado?

—Mustang dijo que lo entrenaría por dos años —respondió Bradley llevándose una mano a la barbilla para pensar—, y supongo que inmediatamente después de su entrenamiento se unirá a la milicia, pero creo que lo mejor será que se una a nosotros cuando tenga quince. Él actualmente tiene ocho —El Führer había propuesto tal edad porque seguramente sería cuando su plan se llevara a cabo y aún tendrían tiempo de sobra para entrenarlo de ser necesario.

—Ya veo. En otras palabras, aún faltan varios años —añadió la azabache pensando antes de responder. Sin embargo algo le parecía raro, aunque no era nada relacionado con Gerald, se trataba de una silueta que había permanecido distante y quieta desde hace un buen rato—. ¿Vas a quedarte ahí toda la noche? Mejor ven y comenta esto con nosotros, Envy.

Un sonido de fastidio sonó desde la posición del tal Envy. Tenía la apariencia de un adolescente de largo cabello negro, aunque era difícil saber si se trataba de un chico o una chica, ya de cerca se notaba que era hombre, pero la ropa que usaba tampoco ayudaba mucho.

—No tengo interés en nada que tenga relación con un humano, me basta con saber que será un aliado.

Lust no le dio importancia a esa actitud, ya sabía que su "hermano" no toleraba a los humanos, así que tampoco insistiría mucho en ese tema.

—Le comentaré sobre esto a papá más tarde, mientras tanto puede volver a sus labores, Führer. —dijo la mujer caminando junto a Gluttony por los oscuros pasillos subterráneos.

Wrath también se fue de ahí dejando solo al de largos cabellos. Seguramente cuando ese chico fuera mayor necesitarán de alguien que lo vigile y la habilidad para cambiar de formas de Envy era ideal para espiar, así que ya se iba haciendo esa idea y le fastidiaba de sólo pensarlo.

That's right I hear the story
Over and over again
Gee is swell to finally meet
Her other friends.

That's right I hear the story
Don't really like how it ends
Gee is swell to finally beat
Her other friends.

~Other Friends/Steven Universe

Sarah Stiles


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