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Capítulo 16: Atrayendo Homúnculos

Mentirle a personas tan cercanas como Roy, Riza, Jean y los Elric le parecía horrible pero no tenía más opción, o al menos no de momento ya que aunque Envy no le pareció muy inteligente para amenazar mientras Mustang permaneciera en el hospital prefería mantenerse callado. Tal vez podría decirle todo una vez que se recuperara y no corriera el riesgo de un ataque.

En cuanto a lo de Lust, fue capaz de hacerles creer que no sabía nada, que nunca estuvo ahí y que por eso se preocupó mucho al enterarse que estaban heridos.

No tenía cómo explicar quién había estado con ellos si no era él, pero en el caso de que realmente no hubiera estado ahí no tendría por qué saber algo así.

—Aún me tiene preocupado que alguien tomara tu lugar pero me alegra saber que estás bien—. Con la excepción de una persona todo el resto se creyó su versión de los hechos—. Acércate necesito que veas algo —El castaño obedeció y caminó hasta la cama de Mustang, Edward y Alphonse también lo hicieron para ayudar a explicar.

Habían estado estudiando un poco el terreno en el que pelearon mientras Gerald estaba fuera. Sobre la cama, el Coronel extendió un mapa de Ciudad Central y señaló en donde se encontraba el Tercer Laboratorio.

—Ayer, Alphonse, Havoc, la Teniente, yo... y quien quiera que sea el que tomó tu lugar, entramos por el Tercer Laboratorio y avanzamos un poco más. La Teniente contó los pasos y calculó que la dirección aproximada de nuestra ubicación estaría por éste círculo —Con su dedo Roy trazó el perímetro marcado con rojo.

El castaño miró un poco más de cerca el mapa, un punto dentro de esa área se le hacía curioso. Al descubrir cuál era se sobresaltó ligeramente.

—Pero... El Cuartel General está dentro de esa área.

—Y no sólo eso —atajó Edward llamando su atención—, la residencia del Führer también.

—Podría ser que los homúnculos vivan debajo de ella —añadió Alphonse ahora captando él la atención del moreno.

Gerald volvió a mirar el mapa y entrecerró ligeramente sus ojos mientras pensaba, no sabía si la habitación en la que despertó estaba debajo de la vivienda de King Bradley ya que dio bastantes vueltas cuando salió al exterior pero sí podía decir que era cercano.

—¿Dicen que el Führer tendría relación con humanos artificiales? —cuestionó tratando de dejar de pensar en lo que tuviera relación con lo que le acababa de pasar.

—Es lo que pensamos así que desde ahora trataremos con él con precaución —respondió el mayor dentro de esa habitación.

Luego de esa conversación los dos más jóvenes se retiraron dejando sólo a los militares dentro de la habitación del hospital. Dos más del equipo de Mustang, Breda y Fuery, no tardaron en sumarse.

—Aún me cuesta creer que aquella mujer sea un homúnculo... Pero debí haberlo imaginado, esas largas lanzas que usó en el Quinto Laboratorio no podían ser de un humano, ni siquiera con alquimia... Y encima el Führer aliado con los ellos... ¿Quién lo hubiera pensado? —El menor seguía sentado en la cama de Roy.

Resultaba un tanto hipócrita que mencionara algo así puesto que él acabaría del mismo modo, sólo que no pensaba hacerlo realmente.

—También pienso que es algo excesivo —opinó la rubia con una sonrisa nerviosa.

El objetivo del Coronel era volverse el Führer y para eso sabía que de algún modo primero tendrían que sacar a Bradley de ese puesto pero la gente lo amaba, por eso hacerlo por un golpe de estado, por ejemplo, no funcionaría a menos de que lo tuvieran todo bien planeado.

No obstante, la sonrisa de Mustang parecía haber encontrado algo positivo.

—De otro modo no habría valido la pena —comentó pasando su mirada por cada uno de ellos.

Si King Bradley estaba aliado con los homúnculos entonces finalmente tenían una razón válida para tomar su lugar pero aún así debían planificar.

—Bueno, tengo mucho trabajo para todos ustedes —añadió haciendo creer que nada pasaba por su mente.

—Sobre eso —interrumpió Havoc desde la cama de al lado. Había permanecido en silencio todo este tiempo—, yo no podré ayudar —La mirada confundida por parte de sus compañeros no se hizo esperar—. No siento mis piernas... Lo siento, tendré que retirarme.

Todos lo miraron preocupados. Claro, Lust le atravesó la espalda, seguramente cortó la conexión de sus piernas con el resto del cuerpo, ya no las podría mover, al menos tenía la suerte de seguir con vida.

Se notaba que el rubio quería estar un momento solo así que los otros salieron de la habitación.

En la sala de espera Roy estaba sentado mientras leía un pequeño libro. Gerald estaba junto a él estando en completo silencio para no distraerlo pero finalmente acabó suspirando, quería decirle todo lo que le había pasado sin saltarse detalle pero bien sabía que podía estar siendo vigilado.

—¿Eh? ¿Gerald...? —El castaño se sobresaltó pues no se esperaba un llamado tan repentino, tras darse cuenta que era el militar del departamento de defensas, se relajó—. Vaya, no esperaba verte aquí... Espera, ¿qué haces aquí?, ¿te lastimaste o algo?

—No, para nada, sólo estoy de visita —respondió el menor haciendo su mejor esfuerzo por sonar convincente—. Sólo un accidente...

—No me parece que no sea nada... —murmuró Gustaf paseando su vista hacia el Coronel—, Usted es el Coronel Mustang, ¿no? ¿se encuentra bien...?

El mayor se sorprendió ante lo atento que fue el rubio. Él no conocía a Gustaf así que le pareció sorprendente que mostrara aquella preocupación.

—Sólo inconvenientes del trabajo —respondió moviendo levemente su cabeza—, no hay de qué preocuparse.

—¿Tú qué haces aquí, Gustaf? —cuestionó el castaño.

El rubio suspiró antes de responder.

—Mi hermana mayor tuvo un accidente en la universidad y tuve que verificar que todo estuviera en orden... Afortunadamente está todo bien, ya está devuelta con papá—Murmuró sentándose junto a Gerald, notando entonces su cara pensativa—. Oye, ¿que ocurre? y no digas que nada porque sé que no es así.

El menor sonrió suavemente.

—No pasa nada...

—No te creo. Vaya, eres realmente malo mintiendo... —El tono de Gustaf le dio indicar a Gerald que seguía esperando.

—Lo sé —suspiró Gerald—. Y eso es justo lo que me preocupa...

—¿Te preocupa ser malo mintiendo? —Se extrañó el rubio— ¿Y para qué quieres mentir? —Mustang, al escuchar eso, empezó a prestar más atención a su conversación.

El moreno miró de reojo a Gustaf, y tras un corto suspiro sólo apartó la mirada nuevamente. En eso, los tres se quedaron en completo silencio. Quizás por aburrimiento, luego de varios minutos, el más joven tocó dos veces la parte de madera de la silla emitiendo dos suaves golpecitos, Gustaf no se inmutó, pero el Coronel sí.

—¿Sucede algo, Gerald? —cuestionó Roy notando algo de cansancio en la mirada de Gerald—, puedes ir a casa si quieres descansar.

—Oh, de hecho conosco una buena cafetería por aquí cerca, podríamos ir si quieres. Podría ayudar a despejarte —propuso Gustaf—. Te ves algo tenso...

—Gracias, pero... La razón de porqué estoy así es porque estaba preocupado por Mustang—dijo tratando de explicarse a lo que el mayor sólo lo siguió mirando—. Recibí llamadas diciendo que estabas en el hospital... Primero fue el Mayor Umi pero la verdad no le creí y luego me llamó el Teniente Coronel Storch diciendo lo mismo así que ahora sí creí que era verdad y vine... Habría venido antes pero desde lo de la quimera de Tucker que me cuesta creerle a los Alquimistas Estatales retrasados en su evaluación —murmuró volviendo a soltar un suspiro algo cansado, le dolía mentirle así.

Luego desvió su mirada al mayor notando que este estaba escribiendo algo en aquel libro pero no se asomó a mirar que era. Gustaf, tras notar que se dirigía más a Mustang, tomó un libro que había en aquella sala de espera y se dispuso a leerlo.

—¿Estás seguro que la descripción de la mujer de ayer es la correcta? Porque si es así, entonces es Lust, la misma que me atacó antes de que regresara contigo al Este ¿Ella no era la asesina?

—Aparentemente no, pero su respuesta fue algo elusiva. No puedo asegurar que fuera ella o no, mas no tengo dudas de que sí conocía al responsable —respondió Roy sin despegar totalmente su mirada de lo que escribía—. ¿Por qué lo preguntas? ¿Tienes algún sospechoso?

El castaño sólo negó.

—Sólo preguntaba para hacer un descarte, nada más. Y no, no tengo sospechosos pero... —El menor se llevó una mano al mentón para pensar mejor— ¿Recuerdas que cuando peleamos con Isaac nos separamos y en un momento quedé a solas con él? Él dijo que si yo supiera lo más mínimo de lo que ocurre dentro del ejército lo estaría ayudando en lugar de atacarlo... Creo que ya a estas alturas entendemos a lo que se refería, de algún modo él lo sabía. En fin...

Tras unos segundos de pensar un poco más recordó que él había inventado no estar ahí, tal vez pudiera darle más veracidad a esa mentira dándole un culpable.

—Volviendo a lo que les pasó... ¿La mujer estaba sola? Porque la primera vez que la vi ella tenía un compañero, ya sabes, el tal Envy.

—¡A la mierda! —Roy y Gerald miraron a Gustaf al instante luego de escucharlo, tenía un delgado hilo carmesí bajando por su dedo—, me corté...

—¿Quieres ayuda...? —cuestionó Gerald tomando la mano de Gustaf para ver la profundidad del corte.

—Tranquilo, estoy bien...

Roy volvió a mirarlos y le fue inevitable entrecerrar la mirada.

—Ella estaba sola —dijo volviendo a tener la atención de Gerald—. Pero Barry había dicho que ese tal Envy cambiaba de forma, tal vez él tomó tu apariencia y fue él quien nos acompañó, y luego Lust lo hirió para darle más veracidad a eso, tendría sentido -pensó Mustang asintiéndole con lentitud-. Y como es un homúnculo, cuando le pedí que esperara, sólo habría tenido que regenerarse e irse.

El menor simplemente asintió satisfecho, ni siquiera tuvo que mentir demasiado con eso, fue Roy quien sacó solo esa conclusión.

—¿Ya sabes cómo funciona la regeneración?

—La Piedra Filosofal regenera a los homúnculos. Como te dije en la habitación, es como su corazón —contestó el mayor volviendo a mirar el libro.

—Tim tenía conocimiento sobre las Piedras Filosofales incompletas... ¿Será que las de ellos son perfectas? De cualquier modo no creo que él pueda saber esa respuesta o si conoce alguna manera de detener la regeneración que se escucha tan problemática... Oye... ¿Te imaginas si Olivier tuviera esa habilidad?

Roy no comprendió que tenía que ver ese último comentario y tampoco supo que con Tim se refería a "Tim Marcoh", pero aún así sonrió.

—Si ella tuviera las habilidades de un homúnculo sería imparable, aunque ahora que lo pienso ella ya no necesita más poder... Tal vez a mi me serviría un poder así.

El menor rió con ironía tras escuchar su respuesta.

—¿Tú? ¿El hombre que posee la alquimia más poderosa de todo el país quiere más poder? ¿No estás siendo demasiado codicioso? Ni siquiera yo lo necesitaría.

—¿Crees que soy el mejor alquimista? Eres tan tierno, Gember... —molestó el mayor rodeando a Gerald con un brazo para que se recostara sobre su hombro.

—No recuerdo haber dicho eso.

A pesar de haber fruncido ligeramente el entrecejo luego de que Mustang lo acomodara junto a él, no podía negar que se sentía bastante bien quedarse así, era cómodo y muy agradable estar de esa manera con el Coronel por lo que un sonrojo tímido acabó apareciendo en sus mejillas.

Nunca había sido muy apegado a la gente desde que sus padres murieron pues no quería volver a sufrir, pero ahora, particularmente esas últimas dos semanas, Gerald se sentía muy apegado a Roy.

—Me recuerdas a tres idiotas de mi escuela ¿Cómo se llamaban...? Oh, sí... Yuka, Osey y Urso... —recordó volviendo a tamborilear sus dedos un par de veces en el brazo de la silla mientras el mayor lo acomodó mejor sobre él—. Les era fácil meterse en problemas y sus calificaciones eran terribles, pero aún así eran unos arrogantes como tú... —Poco a poco había empezado a relajarse por la suave caricia del mayor en su cabello.

—Oh, vamos —Se quejó Roy finalmente cerrando el libro luego de terminar de escribir. Sólo debido a que recostó la cabeza del castaño en su pecho esta vez fue que este último no se dio cuenta de la mirada de preocupación que puso el mayor al terminar de leer—. Primero me halagas y ahora me insultas... ¿Por qué eres así conmigo, eh?

—Lo siento, debo irme —se excusó Gustaf mientras cubría con una mano su dedo herido, no quería ser descortés, pero se sentía algo incómodo en esa escena—. Nos vemos pronto.

—Adiós, Gustaf.

Mustang no era tonto, sabía que cada palabra de lo que dijo Gerald era mentira.

El menor había olvidado justificar un importante detalle en su historia; había cerrado su herida con alquimia de fuego. Nadie más, mucho menos un homúnculo ya que estos no pueden realizar alquimia, habría sido capaz de hacer eso pues no existía otro aparte de ellos dos que la pudiera realizar. Pero no quiso insistir, el menor no mentía porque sí así que confiaba en que había faltado a la verdad por una buena razón, además se sentía tan bien con él en esos momentos que no se sentía con ánimos de reprocharle nada.

Hawkeye no tardó mucho más en llegar con ellos al mismo tiempo señor de mediana edad se sentó quejó al lado de ambos alquimistas.

Los tres sabían quién era el recién llegado; el doctor Knox, el forense que examinó a la falsa María Ross.

—¿Qué planean ustedes dos? —Les cuestionó el hombre sin darles ningún contexto. Los aludidos sólo miraron de reojo—. Lo supe de inmediato cuando escuché que fueron responsables de su muerte.

—¿Hablas de Ross? —Roy alzó una ceja antes de mirarlo definitivamente—. ¿Dices que declaraste que era la Teniente Segundo Ross aunque sabías que tramábamos algo?

El mayor se puso de pie y sin mirarlos asintió.

—Si al menos uno de ustedes juega con fuego, ambos se van a quemar —murmuró, pero al no recibir respuesta los miró por el rabillo del ojo notando una mirada deprimida en los alquimistas de fuego—. ¿Pasó algo?

—Perdimos un camarada —contestó el castaño tratando de que Roy ni hablara ya que sabía que le afectaba más la noticia que a él. No era que él no sintiera nada, lo sentía y mucho, Jean Havoc era alguien muy importante para él, pero para Mustang ya era el segundo soldado que perdía y era difícil—. Esta paralizado de la cintura para abajo.

Pasados unos minutos, el doctor se fue.

Les preocupaba lo de Havoc, no sólo porque se retirara sino también por la vida que le tocaría vivir, no podría volver a caminar y usar automail no ayudaría ya que la red neuronal de sus piernas quedó desconectada.

—Coronel, Teniente Coronel —dijo Breda sacándolos de sus pensamientos mientras caminaba hacia ellos—. Tal vez podamos hacer algo sobre las piernas de Havoc, tengo información entregada por el Alquimista de Acero.

El de menor rango les entregó un pequeño papel, este daba detalles del doctor Marcoh, con razón estaba por escrito, ese nombre ya no podía ser mencionado. Tal vez él pudiera regresar las piernas de Jean a la normalidad con su Piedra Filosofal.

—Ve a buscarlo —dijo el de cabello negro a Heymans cuando vio que había posibilidad.

Buscarían a Marcoh y le pedirían ayuda, sin embargo sus esperanzas se agotaron a la mañana siguiente cuando Breda les comunicó a través de una llamada telefónica que el doctor había desaparecido.

Volvieron a la habitación sin muchos ánimos junto a la Teniente, ahí vieron salir a un militar y a una triste mujer.

Apenas entraron le cuestionaron a Havoc quiénes eran.

—Eran mi madre y alguien del Departamento de Veteranos de Guerra... —explicó Havoc mientras ellos se le acercaban—. Ya completé los procedimientos para mi retiro.

—Aún no sabemos si te podrás recuperar —Sin embargo ya era muy tarde, desconocían el paradero de Marcoh y Havoc estaba seguro de que no había nada que hacer. Era sólo que Roy no quería aceptarlo todavía.

Las manos de Havoc apretaban con fuerza las sábanas, al mismo rubio le costaba asimilarlo también.

—No soy tan tonto para saber que ya no seré útil. Puede ganar una partida aún si pierde una pieza de ajedrez pero esa pieza no le servirá si no se mueve ¿o sí? —cuestionó Havoc sin esperar respuesta. Roy hizo una mueca, no quería asumir la realidad, a lo que Jean lo sujetó de la camisa—. ¡No me mire así! ¡Desécheme! No tiene tiempo para preocuparse por un subordinado como yo ¡No necesito su lástima!

—¡Teniente Havoc! —Riza rápidamente se acercó a Havoc y lo sostuvo por los hombros buscando calmarlo. Aunque no soltó al de cabello negro sí se tranquilizó un poco.

Roy sujetó su mano con delicadeza para que finalmente lo soltara.

—Voy a adelantarme, pero te estaré esperando —contestó sorprendiendo al Teniente.

Luego se volteó para retirarse, no sin antes tocar el hombro de su subordinado más joven para que lo siguiera.

—Sé fuerte, Havoc. Estoy seguro de que algún día trabajaremos juntos otra vez... Y gracias... gracias por cuidarme cuando más te necesité... —murmuró el moreno tocando suavemente su hombro en señal de apoyo y luego obedeció a su superior siguiéndolo al exterior.

Jean no entendía porqué no sólo lo dejaban y ya, en ese estado sólo le estorbaba. Como si hubiera leído su mente la rubia le habló.

—El Coronel no me abandonó aún cuando me resigné a la muerte. No es capaz de abandonar a nadie.

—Es un idiota... —comentó Jean al borde de las lágrimas—. Así nunca llegará a la cima.

—Yo creo que es mejor si un idiota como él existe entre nosotros—. Riza estaba muy preocupada por Havoc, le pudo haber pasado a cualquiera pero él tuvo la mala fortuna de ser el que cayó así que permanecería un rato con él para intentar calmarlo.

Aún pese a la respuesta que le dio, Roy no acababa de aceptarlo, se negaba a abandonar a un preciado subordinado.

Estaba sentado en una banca fuera de la habitación con Gerald a un lado suyo abrazado con suavidad a su lado. El mayor se sostenía la herida en su costado con cierto dolor, lo habían curado mejor y por suerte la cauterización había sido de utilidad, sin embargo, aún debía reposar.

—Tráeme mi uniforme —pidió de repente sobresaltando al de cabello rizado.

—Aún te duele. No estás en condiciones de...

—Por favor, Gember —Le interrumpió mirándolo de reojo.

Con un soldado menos debía esforzarse aún más y seguir en el hospital no era una opción. Gerald no pudo negarse otra vez ante esa mirada llena de preocupación por lo que asintió e hizo lo ordenado.

El Coronel salió por su cuenta esa misma tarde. Riza estuvo totalmente en desacuerdo cuando se enteró y Gerald no estaba muy convencido de su decisión, pero no había nada que hacer para detener a Roy cuando estaba así de determinado.

—Roy —anunció Gerald llegando a la oficina del mencionado. El Coronel no tenía papeleo en el cual trabajar puesto que estaba en su descanso pero estaba en su oficina para seguir con su investigación sobre la muerte de Hughes junto a Hawkeye—, supongo que ya te enteraste que Scar apareció en Ciudad Central hace poco —Luego de que el mayor asintiera el castaño continuó—. Es el momento en que los Alquimistas Estatales de Central deberíamos intentar pasar desapercibidos, pero Edward está llamando la atención ofreciendo ayuda a toda la ciudad.

Los dos mayores emitieron un sonido de intriga al escucharlo.

—¿Qué estará planeando? —Se cuestionó a sí mismo el de cabello negro—. Vamos, iremos a buscarlo.

Dicho esto todos fueron a un vehículo militar y buscaron al Alquimista de Acero. Resultó fácil de encontrar cuando literalmente toda la ciudad estaba hablando de él, estaba en una cafetería descansando luego de haber arreglado muchas cosas a las personas vecinas.

—No hubiera esperado esto viniendo de ti, Acero —comentó Mustang desde dentro del automóvil cuando los encontraron. Los hermanos iban a acercarse a hablar pero el Coronel los detuvo—. Estamos en público, suban.

Sin embargo, considerando que Alphonse era bastante grande y que en total serían cinco personas no pensaron en que no cabrían todos así que bajaron a conversar en un callejón.

—Marcoh ha desaparecido —explicó Roy una vez que se aseguraron que no había nadie cerca—, es posible que los homúnculos lo secuestraran.

A Breda le habían dicho que a él mismo lo habían visto irse con Marcoh sin embargo no había sido él y sólo había una persona que Gerald conocía que cambiaba de forma, una persona que por el momento no podía delatar.

—Pero no vinimos a hablarte de eso... ¿Por qué haces cosas que llamarían la atención de Scar?

—Quiero que me encuentre —La sonrisa calmada en el rubio usada en esa frase en particular desconcertó a los otros dos—. Necesito enfrentarme a él.

El castaño negó con la cabeza hacia el rubio mientras Hawkeye miró atentamente hacia otra dirección.

—La última vez te ganó ¿No has aprendido la lección, enano? —molestó el moreno pero lo hizo tratando de hacer que razonara, con Scar no tenían muchas opciones y Edward lo sabía.

No obstante, Ed sólo se quedó con lo que le importaba.

—¡¿A quién llamas enano?!

—¿Ya olvidaste lo que pasó en Ciudad del Este? —Roy volvió a hacer la misma pregunta que hizo Gerald sólo que sin molestarlo esta vez.

Pero esta vez Ed se acercó a ambos alquimistas de fuego mirándolos con burla.

—Oh, ya veo. Ahora le tienen miedo a Scar ¿eh? Era de esperarse, fueron bastante inútiles aquella vez.

—¡Retráctate! —Se molestó el Alquimista de Ascuas mientras el Alquimista de Fuego hacía lo mismo.

Él recordaba perfectamente bien que trató de ayudarlo.

—¡No nos subestimes, hoy no llueve!

Resultaba cómico que Roy se rebajara al nivel de un par de niños de quince años discutiendo, pero los tres volvieron a sus cinco sentidos cuando escucharon a la Teniente cargar su pistola.

Era Scar, había llegado. Los cinco se quedaron mirándolo sin hacer ningún movimiento, la primera en querer atacar fue Riza pero Ed la detuvo.

—No dispare.

—¿Qué estás diciendo? —Se quejó ella. Sin embargo el rubio corrió hacia el ishvalano sin responderle cuando vio que el de la cicatriz los atacaba transmutando el suelo.

Alphonse transmutó una pared frente a los otros tres para protegerlos.

—Pensamos hacer salir a los homúnculos usando a mi hermano como carnada —explicó la armadura mirando a los militares—. Aparentemente lo quieren vivo.

Era peligroso pero tenía pocas fallas, lo único que debían evitar era que Edward perdiera o que Scar muriera antes que llegaran los homúnculos y eso sólo ocurriría si la milicia lo mataba, Roy y Riza podían encargarse de eso.

—¿Qué esperas, Katsu? Ve con ellos —comentó Edward desviando unos segundos su atención de la pelea al ver que él no se fue con los otros dos.

—No se preocupen —respondió él uniéndose a la pelea—, si los homúnculos llegan a aparecer no creo que me hagan algo.

Los hermanos no entendían cómo es que lo decía con tanta seguridad pero Gerald parecía convencido, además no parecía que fuera a irse.

—¿No vas a perder la paciencia de nuevo? —cuestionó el rubio suspirando, resignándose a que no se iría, al menos si se quedaría, esperaba que no tuviera problemas.

El castaño negó con la cabeza.

—No pasará, ya lo superé. El asesino de mis padres ya está muerto —explicó recordando lo dicho por Kimblee hace un tiempo.

Otra vez no sabían porqué lo había dicho con tanta seguridad pero no tenían más tiempo para desconcentrarse, además, por donde lo vieran no les vendría mal un poco más de ayuda.

Aunque eran tres contra uno, la batalla iba difícil, hasta que los homúnculos aparecieran no podían pelear en serio, sólo podían defenderse y resistir mientras Mustang despistaba a los militares con llamadas falsas.

Se suponía que dos personas que los Elric habían conocido en su viaje al sur, unos chicos llamados Ling y Lan Fan, les darían una señal cuando los homúnculos se acercaran pero ya se estaban tardando y dos de los tres más jóvenes ya estaban empezando a cansarse.

—Justificas el asesinato usando el nombre de Dios —exclamó Alphonse intentando que Scar lo mirara para que los otros dos tomaran un respiro, aunque fuera uno corto—. No actuaste como la mano de Dios cuando mataste a Nina ¿o sí?

El ishvalano cerró los ojos estando serio todo el tiempo.

—Así que ustedes también vieron a la quimera... ¿Y aún así valoran una técnica que crea semejantes tragedias?

Los jóvenes se paralizaron.

—¡Aún así no había motivo para matarla! Sólo era una niña —gritó Edward con molestia, el tema de Nina seguía siendo algo delicado para él.

Tenía cierto sentido que la matara, al menos para el castaño, pues ella nunca habría vuelto a la normalidad. Si la dejaba vivir sería tratada como un animal de laboratorio y no como humana, eso sería algo que jamás volvería a pasar.

Eso el castaño lo podía comprender, sin embargo aunque veía la muerte como algo natural le frustraba que fuera para alguien que aún le quedaba toda la vida por delante.

—¿Reconoces el apellido Rockbell? Pertenecía a doctores amestrianos. Fueron a Ishval durante la guerra y curaron ishvalanos aunque se dio la orden de exterminar.

Gerald miraba confundido ¿Qué tenían que ver los padres de Winry con la situación? Escuchó unos pasos junto a él así que volteó, era Winry pero... ¿Por qué? ¿Qué tenía ella que ver?

—¡Hermano, espera! —gritó la armadura al notar también a la rubia.

Pero Ed siguió hablando, estaba demasiado molesto como para detenerse y notar a su amiga.

—¡¿Recuerdas a la pareja que te salvó y decidiste matar poco después?!

—¿Qué estás diciendo...? —murmuró la chica, sólo entonces Edward se dio cuenta de su presencia y se arrepintió de todo lo que dijo—. ¿Fueron asesinados por uno de sus pacientes...? —No pudo aguantar sus piernas al temblar y se dejó caer al suelo con las manos sujetando su cabeza liberando pronto un fuerte alarido—. Devuélvelos... ¡Devuélveme a papá y a mamá! —gritó Winry desconsolada.

Su reacción, su rostro, su grito; todo en la rubia le recordó a Gerald aquel trágico día en que recibió la noticia del fallecimiento de sus propios padres. El moreno no pudo seguir mirando, se sentía bastante mal por ese pequeño recuerdo, lanzó una llama a una pared para destruirla y corrió en esa dirección.

—¿Gerald...? Hey... ¿Qué pasa? —Gerald frenó en seco al sentir dos manos colocandose sobre sus hombros. Cerró los ojos con fuerza y negó rápidamente; Gustaf no podía encontrarlo en peor momento—. Escucha, no sé que te ocurre, pero tranquilo... cuéntame qué sucede y...

—¡Ahora no, Gustaf! Déjame sólo —Tras sentir que el mayor lo abrazaba, el castaño se apartó empujándolo de inmediato, no midió mucho su fuerza hasta que vio que lo había lanzado al suelo—. Perdóname.. yo... ¡Perdón! —Y se retiró corriendo.

Mientras corría se puso a pensar que ni siquiera sabía bien por qué lo hizo, Gustaf solo quería ayudar, pero Gerald quería pasar en solitario esos pequeños instantes de sufrimiento por haber visto en la chica todo lo que vio en él, siempre había sido ese tipo de persona que oculta lo que siente mas ese último tiempo no había estado actuando igual, estaba demasiado emocional y no comprendía la razón.

Sí, tal vez usualmente demostraba emociones pasando de la tranquilidad a perder la paciencia, pero siempre se mantenía en ese margen, la tristeza, en cambio, no era parte de eso.

Pocos minutos después, sintió un ruido de una pared derrumbarse, Scar se estaba acercando. Estaban peleando por los edificios, aunque sólo eran Scar y Alphonse, ninguno lo había visto aún. Tardaría en subir ahí, él no podía transmutar algo para subir rápido sin usar un círculo.

Quería subir a ayudar, pero al mismo tiempo aún se sentía demasiado sensible.

—¡Maldita sea! ¡¿Qué mierda me pasa?!

Un puñetazo en la pared del edificio detrás de él era señal de su frustración.

No podía ni explicarse porqué ya no podía mantener sus emociones estables como casi toda su vida había hecho, le habría echado toda la culpa a cambios de humor adolescentes que es totalmente normal, pero él ya creía haber superado eso así que no lo veía como opción.

Se mantuvo con sus ojos fuertemente cerrados y la mano empuñada fija en donde había llegado el golpe sólo entonces dándose cuenta que le estaba doliendo.

Sentía ganas de llorar pero no sabía si culpar a las emociones, a haber recordado a sus padres o al dolor en su mano, sea lo que sea al menos pudo retener las lágrimas, pero aún así se sentía una basura.

—¿Yo te enseñé esa palabra? Realmente no lo recordaba... —Al oír la voz de su superior después de sentir unos pasos que, que al principio creyó que eran de Gustaf, giró su cabeza para mirar al mayor.

Roy venía con la mirada preocupada y una mano en su costado izquierdo le hizo pensar al castaño que aún le dolía.

—Ni que fuera el peor insulto... Tampoco sabía que tenía prohibido decirla, papá... ¡Perdón! Quise decir... Roy... —suspiró el moreno mientras Mustang se aproximaba a él con cierta lentitud. No lo había llamado así por molestarlo, realmente se le había escapado—. ¿Qué haces aquí? Creí que Hawkeye y tú estaban distrayendo a los soldados.

La mirada que Gerald apreció en el mayor le transmitía nuevamente seguridad, pero aún así le parecía raro que fuera sólo Roy quien pudiera calmarlo y no lo quería aceptar, no porque no quisiera tranquilizarse sino porque recordaba que Ed lo llamó su "perro faldero" y se molestaba, pero ahora tal vez por las emociones quería que él lo calmara.

—Sí, pero quería ver cómo estabas —Lo conocía de hace mucho tiempo, no tenía que ser un genio para deducir que algo le ocurría al chico—. Desde ayer... No, Desde hace un tiempo te noto extraño...

El menor simplemente volvió a suspirar mientras apartaba la mirada. Roy pareció preocuparse más por eso y colocó una de sus manos en la mejilla del contrario sintiendo que estas estaban más calientes que de costumbre.

—No quiero... —La voz de Gerald era temblorosa—. De verdad no quiero seguir... 

—Gerald ¿Estás...?

—No... Me niego a llorar —negó rápidamente sin separarse del sutil contacto—, pero aún así tengo ganas... —añadió el castaño recostando delicadamente su cabeza en el pecho del mayor para así poder abrazarlo, sentía que lo necesitaba—. No hay nadie que me conozca mejor que tú... Por favor... Dime qué está mal conmigo, Roy...

El mayor no pudo responder, tan sólo pudo abrazarlo de regreso y bajar su mirada a la altura del castaño. También era la primera vez que lo veía en ese estado de tanta necesidad.

—Ven... Vamos a casa... Tu rostro está algo caliente, en caso de ser fiebre debes reposar —El de ojos claros se forzó a sí mismo a separarse del abrazo para seguir al Coronel.

La casa estaba muy lejos para caminar pero por suerte él había llegado en auto.

Tras sentarse ambos en el vehículo y colocar el cinturón y seguros correspondientes el mayor empezó a conducir. La ventana permitió que un rayo de luz entrara directamente hacia la frente de Gerald, el calor volvió a molestarlo y la luz lo encandiló. Había decidido que abriría la ventana pero al acercar su mano a la manivela* se dio cuenta de que no podía girarla.

—Roy, las ventanas no sirven. Deberías reportar en el Cuartel General que estaban así o te culparán.

Los ojos negros del conductor se desviaron del camino para mirar al castaño y negó suavemente.

—No, tranquilo. No es que no sirvan, yo las bloquee. Sólo yo puedo abrirlas.

—Ah, entiendo...

Mustang no solía hacer eso. Eso fue lo primero que extrañó al castaño.

—Si no te molesta ¿Podrías abrir la mía?

—Para ser honestos, Gerald, sí me molestaría —sorprendido por esa respuesta, el menor volvió su mirada hacia Roy y apartó su mano de la manivela—. Verás, es que... —empezó el mayor esbozando una sonrisa lentamente, a cada segundo se iba ensanchando más—. Sería una lástima que nuestro preciado alquimista de ascuas decida escapar por ahí ¿verdad?

—¡¿Tú...?! —gruñó Gerald luego de ver el corto cabello volverse largas hebras negras entre varios rayos rojos, además, esa ya no era la voz de Roy.

There's nothing wrong wanting to be loved
Is there something wrong with me?
For once in my life
I'd like to be really set free
Let me be me
~ B.B.K/Korn

*Los vehículos antiguos poseían un mecanismo distinto para bajar o subir las ventanas, este consistía en girar de una manivela y esta se abría o cerraba dependiendo de la dirección del giro.

Buenas, gente bonita. Espero que se encuentren bien.
Sólo vengo a decir una cosa, en este capítulo dejé varias cosas escondidas, me pregunto si alguno de ustedes se dará cuenta. En el caso de que no, lo explicaré más adelante pero mientras pueden intentar investigar este capítulo cuanto quieran.

Nos vemos

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