Taehyung estaba llegando demasiado temprano a la salida que había organizado con su mejor amigo.

De hecho, estaba llegando media hora antes. Jimin seguro se atrasaría otros diez minutos, así que Taehyung tenía para divertirse un buen rato.

Se bajó del autobús a unas diez cuadras del restaurante y comenzó a ver las tiendas de ropa que todavía permanecían abiertas a pesar de ser casi las ocho de la noche. Aquel viernes la ciudad de Seúl estaba transitada de amigos que pasaban riendo, parejas que discutían y otras que se abrazaban y se tomaban de las manos. Familias y sus hijos que discutían para encontrar un buen lugar de comida que no fuera McDonald. Taehyung rió y negó con la cabeza.

Siguió su camino.

Aquella noche seria divertida: él y Jimin no se veían hacía como un mes. Park estaba demasiado ocupado estudiando su carrera de Psicología y Taehyung trabajaba en un restaurante tres veces a la semana, el día completo y los demás días, cuando tenía algún evento al cual asistir, tomaba fotos, o a veces lo llamaban de restaurantes elegantes para que tocara el piano como cortina musical mientras las personas disfrutaban una deliciosa comida.

Taehyung dejó de caminar en una esquina para cruzar la calle junto a otras personas. Estaba con su celular, revisando los mensajes cuando levantó la vista para ver si el semáforo había cambiado y así poder cruzar.

Pero en vez de ver el semáforo, enfocó su vista en un chico: llevaba una gorra negra con aros incrustados en la visera y estaba pidiendo monedas para poder comer a los autos que se quedaban parados. Su atuendo era algo andrajoso y parecía tener frío.

Pero el semáforo volvió a cambiar y los autos se pusieron en marcha otra vez.

Taehyung vio que el chico estaba en peligro, seguía ahí parado y los autos le tocaban la bocina para que se corriera. El mayor no dudó en actuar y salió corriendo en dirección al chico justo cuando un auto venía de frente. Lo llevó  corriendo de la mano hacia el otro lado de la calle, arriesgando su propia vida para hacer algo por alguien más.

Taehyung suspiró con toda la adrenalina en el pecho y tomó aire. Jungkook también estaba agitado.

— ¿Estás bien? Vaya, eso estuvo cerca.

Jungkook lo miraba atónito pero con las cejas fruncidas. Taehyung se puso recto para verlo mejor, dejó de suspirar cuando su corazón se calmó.

—Oye... no hacia falta que estuvieras ahí parado. Debiste haberte alejado de los autos.

—No eres quien para decirme lo que tengo que hacer.

A Tae le sorprendió la rudeza en la voz del chico. Según parecía debía tener unos años menos que él. Quizás tendría dieciocho o diecinueve, se miraba joven.

—¿Cómo te llamas? — Preguntó Taehyung con media sonrisa. Él siempre ayudaba a las personas que más lo necesitaban.

Jungkook se alzó de hombros mientras las personas pasaban a su lado y lo veían con mala cara por cómo estaba vestido y se sorprendían de que el otro chico con atuendo elegante le estuviera hablado en vez de salir corriendo para evitar un robo.

—¿Eso a ti que te importa? Me hubieras dejado morir, después de todo mi vida sigue siendo miserable.

Jungkook se dio vuelta y empezó a caminar por la vereda, cerca de las vidrieras de locales de comida rápida.

Taehyung no dudó en seguirlo, llegó rápido con él y lo tomó del hombro para que no se fuera.

—Soy Tae ¿Quieres comer? Compraré comida para ti —le dijo viendo un puesto de hot dog al estilo estadounidense a unos metros de donde estaban.

Al menor le rugieron las tripas. No podía negarse a la comida. Si tenia suerte le robaría la billetera a ese tipo y se iría corriendo.

Taehyung pidió tres hot dogs para llevar y cuando el dependiente de la tienda se los dio, Tae sacó la billetera con el poco efectivo que traía. Jungkook, cerca de él, observó que solo tenia tarjetas de crédito e hizo una mueca disgustado.

¿Qué persona no llevaba más efectivo en su billetera? Al parecer ese tipo pagaban todo con tarjeta.

Cuando los hot dogs estuvieron listos, Tae le entregó la bolsita de papel madera y esperó a que Jungkook la tomara.

El menor la agarró mirando hacia otro lado y comenzó a caminar en dirección contraria a Taehyung.

—¿Ni un gracias?

Jungkook se quedó parado a mitad de la calle y lo observó de reojo sobre su hombro.

—Bien, gracias...

Taehyung sonrió y se acercó a él. Miró la hora en su reloj, todavía faltaban diez minutos. Tenía tiempo.

—¿Quieres algo para tomar?

Jungkook siguió su camino sin darle importancia a Taehyung. El mayor se paró en un kiosco y compró agua, buscó a Jungkook y se la entregó.

—Ahí tienes, está un poco fría, así que bébela con cuidado o podrías atrapar un mal de garganta.

Jungkook lo miraba inexpresivo ¿por qué ese tipo no lo insultaba ni le decía que se fuera?

Era de otro mundo quizás.

Taehyung volvió a sonreírle y Jungkook se lo quedó viendo a punto de comerse un hot dog. Su sonrisa era genuina, Jungkook nunca había visto nada igual.

—¿Vives por esta zona? Quizás podría traerte algo de comer a diario.

Jungkook lo miraba aun extrañado.

—No tengo casa. Estoy en cualquier lado.

Taehyung se desanimó. Le daba mucha pena la gente que no tenia donde vivir cuando él gozaba de un pequeño apartamento con bienes comunes que todos el mundo tenía.

—Bueno... disfruta tu comida entonces.

Antes de irse Taehyung le dio otro poco de efectivo y Jungkook lo agarró lo más rápido que pudo, se dio media vuelta y se fue.

—¿No me dirás tu nombre? —Las palabras de Taehyung fueron arrastradas por el viento.

¿Para qué quería saber su nombre?

Jungkook volteó antes de cruzar la calle y susurró:

—Jeon Jungkook.