00: prologue
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PRÓLOGO
❝ᴛʜᴇ ᴡᴏᴍᴀɴ ᴡᴀs ᴏɴ ᴛʜᴇ ʀᴏᴀᴅ... ᴀɴᴅ ᴛʜɪɴɢs ɢᴏᴛ ᴀ ʟɪᴛᴛʟᴇ sᴛʀᴀɴɢᴇ❞
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📌 Hawkins, Indiana
🗓 Septiembre de 1981
LA NOCHE en la que todo inició la carretera de Indiana estaba pintada de un color negro profundo, cuyo camino era únicamente visible por la intensa luz que desprendían los intermitentes del viejo Volkswagen que se abría paso a través de la tupida niebla.
En su interior, una exhausta mujer permanecía con las manos bien sujetas al volante, cabezeando de vez en vez, cuando la larga jornada de catorce horas de viaje empezaba a pasarle factura.
El solo hecho de ir conduciendo por la autopista del Norte de Estados Unidos ya era una tarea absorbente en sí misma: en la carretera siempre había más cosas de las que se ven en las postales. Ni siquiera con la calma nacarada de un anochecer, cuando la humedad aún reposaba sobre el prado, se podía confiar en que hubiera trechos muy largos sin obstáculos. Tampoco es que fuera de mucha ayuda que la voz de Phil Collins desde la radio se escuchara especialmente relajante con Another day in Paradise, pero al menos, esto permitía que la mente de Elizabeth McGregor se distrajese mientras se concentraba en tararear alguna de las letras, aunque no muy segura de que este método siguiera siendo efectivo en las próximas horas.
Apenas pasó el cartel de Leaving Hawkins, dándole la bienvenida a una autopista más iluminada, un suspiro cansino alcanzó a abandonar su garganta de solo recordar el tiempo perdido que dedicó a ir hasta el laboratorio de esa ciudad para cumplir con su estúpida tarea de periodista. Resultando en una retirada de último minuto al final del día.
Su jefe volvería a echarle la bronca al verla regresar con las manos vacías después de haber insistido tantas veces en investigar sobre la polémica de los supuestos secuestros a niños y los experimentos que allí les realizaban. Acusaciones para las que, por un instante, creyó tener las armas suficientes para probar su veracidad... pero se equivocó. O, siendo más francos, se arrepintió en un último momento.
Bastaría solo echarle un vistazo al camino que tendría que tomar en orden de demostrar su verdad para que su mente se diera cuenta del peligro inminente que esto acarrearía consigo, y no solo para ella, sino para Matt y Carrie también. Nada bueno podría esperarle si se atrevía a interferir en los asuntos del gobierno, por mucho que quisiera hacer justicia para aquellos padres que perdieron a sus hijos debido a tales injusticias, y la idea de intentar ponerse en sus botas era demasiado dolorosa como para siquiera imaginarlo. Por eso, se sintió una tremenda cobarde cuando sus pies, más por instinto que por reflejo, abandonaron la entrada del edificio sin siquiera preguntarle a los custodios por el doctor Brenner.
Aquel lugar tenía algo extraño, no sabría como explicarlo con palabras, pero le ponía la piel de gallina... como si algo maligno se escondiera tras sus paredes. Cosa de la que no tuvo absoluta certeza hasta el instante que un cuerpo pequeño se interpuso en su camino de la carretera.
El susto fue tan repentino que logró disipar su sueño.
Ella reaccionó girando el volante justo a tiempo para esquivarlo, y de no ser porque su pie pisó el freno antes de irse completamente del asfalto, habría acabado estrellándose contra el tronco más cercano.
Sus ojos se mantuvieron tan abiertos que podrían haberse escapado rodando de sus cuencas ¿Qué rayos acababa de pasar? O más importante ¿Por qué demonios seguía dentro del auto? Se supone que de no llevar el cinturón de seguridad tendría que haber salido suspendida por el cristal delantero, pero no lo hizo...
Elizabeth prácticamente escupió el aire que venía reteniendo en los pulmones.
Fue como si una mano invisible la hubiese sujetado por la nuca antes del impacto, impidiendo que se despegara del asiento del conductor y atrayendo consigo un aura extrañamente sobrenatural en el aire.
Con las extremidades temblándole como hojas, logró abrir la puerta y salió dando traspiés mientras buscaba con la vista el bulto movible que casi termina provocándole un accidente, segura de que quizás se había tratado de un ciervo desorientado o un conejo. Un conejo increíblemente grande.
Apenas las imágenes empezaron a cobrar forma nuevamente, la mujer tuvo que frotarse los ojos con fuerza para asegurarse de que lo que estos veían fuese real, y aún así, dudó de si el golpe le había provocado alguna contusión que le abrió paso a las alucinaciones.
►Aquello no era un ciervo o un conejo gigante, era un... un niño.
Uno pálido como la nieve de invierno, y casi tan largo y escuálido que su hija Carrie la vez que enfermó con la viruela. Tenía los pies descalzos, el cráneo rapado y una línea de sangre que corría desde su nariz hasta el borde de sus labios.
━Cariño ¿Estás... estás bien? ━intentó tocarle la mejilla con una mano, pero él se apartó rápidamente.
Estaba asustado. No hacía falta que se deshiciera en llanto allí mismo para que ella se diera cuenta de cual era su estado, puesto que podía ver en sus ojos la misma desesperación que tendría un cachorro solitario y perdido. Su vestimenta, por otro lado, logró que su entrecejo se frunciera todavía más ¿Por qué llevaba una bata de hospital?
━¿Qué estás haciendo por aquí a estas horas? ¿Tus... tus padres andan cerca? Si lo están quizás pueda llevarte de vuelta con...
Negó rápidamente, entreabriendo los labios como si quisiera decirle algo, pero sin atreverse al final.
━Vale. Nada de padres... ━Lizzie asintió para demostrarle que había comprendido. No era su intención espantarlo con tantas preguntas, pero era la primera vez que se veía a sí misma en una situación semejante.
No todos los días encontraba un niño perdido en medio de la carretera.
Já, pensarlo hasta causaba algo de gracia, y esto fue lo que la hizo curvar la comisura de sus labios ligeramente, llamando la atención del pequeño que la observó curioso, no como si pensara que la señora que tenía delante se hubiese vuelto loca, sino como si fuera la primera vez que veía a alguien sonreír en mucho tiempo.
Cuando estuvo segura de que él no intentaría huir, la mayor se fue acercando con pasos cautelosos, hasta quedar lo bastante cerca para observar su rostro a detalle.
Los ojos del chico eran brillantes, de una manera que podría describir como mágica. Sus facciones, aún infantiles a pesar de que la altura lo hacía ver de diez u once años, eran muy finas, adorables, y la mujer se sintió conmovida al notar como temblaba bajo su toque cuando limpió a sangre con un dedo.
━Estás solo... ━murmuró bajito, más como una afirmación que una pregunta━ ¿Cual es tu nombre, niño?
Lo vio estirar un brazo en su dirección al igual que si quisiera mostrarle algo. Ella tardó unos segundos en darse cuenta que se refería al tatuaje en su muñeca.
━Doce... ━articuló sin aliento, acariciando la marca con la yema de su dedo━ ¿Así te llamas? ¿Doce?
Un asentimiento por su parte al fin. Se sentía como un logro, a pesar de que no lo era.
Fue entonces cuando todos los puntos en su cabeza empezaron a conectarse unos con otros, trayendo respuestas que, además de morbidas y horripilantes, la dejaron pasmada, asimilando lo que esto podía significar.
━¿Quieres decirme de donde vienes?
Otro asentimiento.
━Un lugar malo... muy malo.
El peso de aquellas palabras la abrumó tanto que tuvo que cerrar los ojos, acariciándose el rostro con las pestañas a la vez que exhalaba un fuerte suspiro.
Todo este tiempo detrás de cada reportaje, cada entrevista y cada investigación exhaustiva que le cobraron noches enteras en vela, ella había tenido razón. El gobierno se estaba llevando a esos niños y camuflaba sus secuestros haciéndolos pasar por desapariciones misteriosas. Ocultando sus huellas, sin importar el desastre que dejaran detrás.
Finalmente, ahora, los había encontrado. A los niños perdidos.
Pero cuando volvió a abrir los ojos, y estos conectaron con los oscuros de Doce en medio del espacio que los separaba, Lizzie sintió como una ola de nuevas sensaciones le revolvían el estómago: lástima, miedo, tristeza, culpa... y algo más que no supo explicar. Simplemente estaba allí y ya no podía apartarlo. Era la necesidad creciente de alejarlo de aquel pueblo del infierno, de darle un lugar cálido donde pasar la noche y velar por su sueño sabiendo que no tendría que preocuparse a la mañana siguiente porque los hombres malos vinieran a por él.
No quiso siquiera pensar en las consecuencias, ya estas poco le importaban, solo deseaba sacarlo de allí a como diera lugar. Cualquier otra persona con hijos que supiera cómo era ese sentimiento habría hecho lo mismo de estar en su lugar.
No le supuso un gran esfuerzo tomar la decisión que cambiaría su vida a partir de esa noche. Sí, no lograría salvarlos a todos, pero al menos, se iba a encargar de que uno de ellos estuviera siempre seguro, y cuando volvió a poner en marcha el motor de su auto minutos después, Doce yacía dormido en los asientos traseros, demasiado cansado para dudar de sus buenas intenciones y acurrucado como un taquito en su abrigo, de forma que apenas se alcanzaba a ver su cabeza.
Elizabeth le dedicó una última mirada través del espejo retrovisor, solo un rápido chequeo en caso de que alguien viniera siguiendo sus pasos antes de volver a abrirse camino por la carretera desolada.
Salem era un destino bastante lejano, y si tenían suerte, a ellos jamás se les ocurriría buscarlo allí.
TACHÁN!
Menudo prólogo eh 😅 Pero es trabajo honesto señoras y señores. Nada de lo que escriba estará a la altura de esta serie jamás (¡Gracias por eso, Hermanos Duffer!) pero me he quedado bastante conforme con el resultado y espero que ustedes también.
Al igual que mi fanfic de The Secret Circle, The Hollow es una historia que trataré de actualizar cada vez que la inspiración llegue a mi cabecita y sin presiones de por medio ¿Por qué? Simplemente porque quiero hacerlo bien. Darle a este fanfic de Stranger Things la trama que tengo pensada con todos sus detalles de inicio a fin.
El capítulo uno ya está escrito, así que si este logra llegar a un mínimo de 10 votos prometo subirlo este próximo viernes. Mientras tanto, cabe resaltar que aquí solo se da un ligero vistazo a lo que serán los personajes.
Habéis conocido a Elizabeth y a Doce. La mamá luchona y el niño rarito que en los próximos capítulos se llevarán nuestro cariño y completo interés. Poco a poco se irán respondiendo todas las interrogantes sobre como ella tenía conocimiento de los secuestros y como él logró sobrevivir a la masacre del laboratorio en 1979.
¡Les pido de favor que no me dejen abandonada! Pues no importa si me tardo un mes, pero esta historia será siempre actualizada. Lo juro por la garrita 🐯 jjj
En fin. Feliz comienzo de año a todos y les envío un saludo grande desde la isla caimán,
Debbie
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