¿Quién eres?
—Cálmense, les guste o no, estamos juntos en esto —concluyó Mira. Su mirada era penetrante y muy ofuscante.
Abrí los ojos sorprendido, no podía creer que acababa de ocurrir.
—Luego los veo chicos... —fueron las últimas palabras secas de Kai, antes de salir por la puerta.
El portazo que dio hizo que el silencio que se había hecho presente hace algunos minutos se disipara, no obstante no dudo en presentarse nuevamente.
Seguí buscando, eso no me detendría, no tenía la paciencia necesaria para aguantar sus rabietas.
—Adam —me llamó Mira luego de unos minutos; se escuchaba más tranquila.
—Puedes irte con él si quieres, no importa. —Seguía molesto, con ella, con Kai, con esta cabaña, con el tonto mapa que no nos daba una forma de salir, con todo esto, con las personas que borraron mi memoria y nos pusieron aquí.
—Solamente quería decirte que no fue correcto lo que pasó hace un rato, no fue correcta mi reacción y mucho menos la forma en que tú y Kai discutieron por algo que no tiene importancia. No fue correcto como él simplemente se fue.
La verdad ella tenía razón y aunque no nos guste tenemos que trabajar juntos para que todos podamos salir de aquí.
—Si Mira, lo siento —me paré frente a ella —No fue correcto, espero que Kai no este muy lejos, al fin y al cabo le tiene miedo al bosque así que no tardará en regresar. —concluí sonriendo.
Sin darme cuenta la veía directamente a los ojos y vi esos mismos ojos negros que había visto en aquel claro, claro en el cual no sabía que había pasado con ella.
Una luz alumbró de repente, directamente, mi rostro.
—Encontré las baterías —dijo sosteniendo la linterna frente a mí.
Parpadee; en verdad sentía molestia por Kai y su comportamiento sin embargo él debía estar con nosotros, no podíamos dejarlo solo a su merced.
De pronto un ruido hizo que despertáramos de esa fantasía.
—¿Esos son ladridos? —pregunté confundido.
—En Definitiva. Son perros y se oyen un tanto molestos. —comentó Mira.
—Así que puedes hablar con las lechuzas y entender a los perros —mencioné extrañado —Eso es aterrador. —Ella simplemente se encogió de hombros, como si ni ella supiera de que estaba hablando.
Poco a poco los ladridos iban aumentando.
—Ven, hay que buscar a Kai. —me preocupaba que vinieran hacia nosotros.
Salí corriendo de la cabaña en dirección a la cerca, mientras corría buscaba con la mirada para ver si encontraba a Kai, aunque la poca luz que había no me dejaba ver mucho.
—¡Kai! —gritó Mira.
—No grites —susurre —Si los perros nos oyen, vendrán por nosotros.
—Es verdad —reconoció.
—Ven, por acá. —la tome de la mano, esa mano suave que tanto anhelaba tocar, y nos dirigimos hacia la cerca.
Seguimos corriendo y en la ligereza choque con algo.
—Oye hermano, ten más cuidado la próxima vez —escuché una voz conocida.
—Kai, estás aquí —exclame alegremente. Me levanté del suelo y lo ayude a levantarse también.
—Claro que estoy aquí, ¿en dónde más podría estar? ¿Ustedes qué hacen aquí, no querían buscar un "interruptor que desactivara la cerca"? —levantó sus manos en forma de burla e hizo comillas con sus manos.
—Si, solo que...
—Los perros viene hacia acá y no podemos seguir aquí. —interrumpió Mira rápidamente. —Así que será mejor salir de este lugar abriendo la puerta a ser comida de mascotas. —Y comenzó a empujarnos hacia adelante.
Seguimos hasta llegar de nuevo a estar frente a la puerta.
—¿Y ahora qué? La cerca sigue activa —dijo Kai.
—Bien —busqué entre la mochila la llave inglesa, tal vez podría ayudar a hacer un corto circuito y así desactivarla.
—¿No usaras eso verdad? —preguntó irónico Kai.
Y antes de preguntarme el porqué de su pregunta lancé la llave inglesa contra la puerta, esperando que mi plan funcionará, no obstante está por la misma electricidad hizo lo mismo que hizo con Kai, la impulsó hacia atrás haciendo que está rebotara directamente en mi cabeza.
Caí de inmediato, el dolor era inminente y potente, sentía mi corazón latir a mil por hora y mi sangre hervir.
—¿Adam, estás bien? —Se acercó Mira. —Eso tuvo que haber dolido —Dijo tocando mi cabeza.
"No para nada, no duele en absoluto."
—Entonces entendemos a los perros, las lechuzas y a las cabezas —concluí con ironía.
Ella rio por el comentario y o no pude evitar reír ante lo que yo mismo había dicho.
—Hey, aquí hay una palanca —Kai al bajarla desactivó la cerca y la puerta eléctrica.
—Genial ¿No pudiste encontrarla hace diez segundos? —expresé.
—Chicos los perros vienen hacia acá —mencionó Mira nuevamente.
En absoluto, los ladridos de estos se comenzaron a oír en la lejanía.
—Pronto toma las llaves y abre la puerta —sugirió Mira sin pensarlo dos veces.
Obedecí, no obstante eran demasiadas llaves ¿cómo sabría cuál era la correcta?
—¿Chicos cúal llave será la correcta? —dije revisándolas, todas eran diferentes, literalmente. Unas triangulares, otras circulares, ovaladas, en forma lineal, otras diagonales, otras tenían extrañas figuras talladas en ellas, era difícil encontrar la que pudiera sacarnos de este lugar.
—Adam, abre esa puerta rápido —ordenó Mira en todo estático. —¡Ábrela! —elevó su tono de voz.
Tome una llave y comencé a probarlas una a una.
—Será mejor que te apresures Adam —sugirió Kai ahora.
Seguí probándolas, todas encajaban, sin embargo ninguna la abría.
—No funciona, ninguna la abre.
—¡No podemos seguir aquí! ¡Búscala! —Mira estaba temblando, podía notarlo en su tono de voz. —Están cerca, están cerca, están cerca... Están cerca, están... - Ella susurra, de pronto se detuvo.
Yo seguía buscando la llave hasta que probé la última que quedaba, era dorada, era la más grande y era de un tamaño más peculiar que cualquier otra, está encajó perfectamente, gire la llave lentamente y el crujido de la cerradura abriéndose me lleno de alegría y emocionó
—La encontré —la puerta se abrió lentamente hacia el otro lado de la cerca.
—Ya están aquí —susurró Mira, fue suficientemente alto para que pudiéramos escucharla.
Me quedé parado para confirmar lo que ella decía, no veía nada, no estaban ahí. ¿Sería algo que sólo ella podría ver o estaba jugando con nosotros?
Detrás de unos arbustos saltaron tres enormes perros, si así podrían llamarse, estaban a cien metros de nosotros, podía verlos poco, ya que estaba un poco oscuro, su piel era roja, no tenían pelaje alguno, tenían espinas sobre sus espaldas y sus ojos eran rojos como escarlatas entre dos llamas de fuego, tenían grandes garras en sus patas y filosos colmillos que sobresalía de sus grandes y fuertes mandíbulas, sus colas median, tal vez, unos dos metros y eran enormes, no podrían llamarse perros, eran demonios a mi parecer.
Se pararon frente a nosotros, nos observaban con sus ardientes ojos rojos y su respiración pesada. Todos estábamos inmóviles, tanto ellos como nosotros y el silencio se apoderó de la situación. Tres y tres, paralizados sin causar ningún movimiento o ruido alguno que pusiera en riesgo nuestras vidas.
—Chicos vámonos —mencioné en voz baja; la puerta estaba abierta y teníamos la oportunidad para escapar.
Kai y Mira comenzaron a correr hacia la puerta y en ese momento esas criaturas extrañas comenzaron a seguirlos.
—¡Vamos rápido! —tras haber cruzado el umbral de la puerta, trate de sacar las llaves de la cerradura, para mi sorpresa y temor estas estaban atoradas. Estaban muy cerca y yo seguía con la puerta abierta tratando de sacar la llave.
—¡Adam deja eso! —gritó Mira —¡Cierra la puerta!
El temor se apoderó de mí que al halar con fuerza, la llave salió de la cerradura y caí al suelo por el impulso. Sentí la respiración de los perros cerca de mi rostro y de pronto un soplo de viento acompañado de una gran cantidad de polvo.
Mira había cerrado la puerta justo antes de que los perros lograrán cruzar la cerca.
"Genial tenía la boca abierta"
—Gracias por salvarme la vida —mencioné tomando su mano, la cual ella había extendido para ayudarme a ponerme de pie.
—De nada, ahora andando —dijo viendo a los perros que nos observaban amenazadoramente a través de la cerca.
Alcanzamos a Kai quien estaba al borde de un acantilado
—Cuidado Kai —grité en dirección a él.
Él volteó tranquilamente.
—Ya chicos estoy bien —dijo al acercarse a nosotros con serenidad.
El sol comenzaba a salir, la luz del alba se veía al otro lado de las montañas, del otro extremo del acantilado.
Los ladridos de los perros comenzaron a escucharse de nuevo. Voltee y estaban escarbando bajo la cerca.
—¡¿Es enserio?! ¡¿Y ahora qué hacemos?! —gritó desesperado Kai.
—Tenemos que saltar —dije viendo el río al final del acantilado. Tenía miedo, no quería ser devorado y si la única forma era saltar al río, pues tendría que hacerlo.
—¿Saltar? ¿Te estas escuchando Adam? —pregunto Kai.
—Nunca lograremos caer con vida —mencionó Mira viendo hacia abajo.
—Ella tiene razón —Una voz extraña nos alarmó.
Dirigimos la mirada hacia donde había prevenido la voz y sobre una roca se encontraba parado un hombre con atuendo extravagante muy llamativo.
—¿Y tú quién eres?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro