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Muerte

Kai

—¡Eso es! —habló Adam 

—¿Eso es qué? 

—Ya se quienes son ellos. Los cuatro jinetes del apocalipsis —continuo convencido. —Él es hambre —dijo señalando al jinete frente a él. —Él es guerra, él es plaga —señalando al jinete frente a mí —y él es muerte.

Tenía que imaginarlo, con razón el hedor a podrido. Pero cómo sabía eso, se supone que no recordamos nada.

—¿Cómo haces eso? —le pregunté

—Hacer qué —Adam me vio confundido, su moreno rostro estaba más oscuro y con un tono rojizo sobre sus mejillas, de lo normal a causa del sol, gracias al cielo el ocaso se avecinaba ya, lento pero ya estaba anunciando su llegada.

No comprendía como decía esas cosas sin sentido.

—¿Cómo sabes que ellos son los jinetes del apocalipsis, se supone que no recordamos nada de nada?

Su expresión de extrañeza me hizo pensar que no me entendía o que simplemente me veía con incredulidad; me incómodo al principio, pero mi curiosidad era mayor.

—Vamos es obvio ¿después de ver a estos tres sujetos vestidos extrañamente y al otro fulano por allá, no te da la impresión de que lo sean? —era obvio que si pero no entendía cómo lo supo o cómo lo recordó.

—Si, pero no comprendo cómo recordaste eso, es igual que como lo que le dijiste a Mira en la cueva de la bruja —Adam voltio a ver a Mira quien aun estaba murmurando cosas sin sentido, su comportamiento me daba pavor, la insolencia la tenía loca y a lo más, sus inaudibles e incomprensibles murmullos.

—¿Qué, Gretel? Eso es un cuento para niños. ¿Nunca oíste de él?

Al parecer mi silencio se lo confirmó. Nunca había escuchado tan descabellada cosa. Un cuento para niños que jamás me contaron, por eso no sabía nada, además de la pérdida de memoria que tengo en este momento.  

—Pero en si, cómo lo hiciste —continué para evitar su tonta pregunta.

—No lo sé, es algo que ya sabía. Creo que las personas que están haciendo todo esto o que nos trajeron aquí solamente borraron nuestros recuerdos de donde venimos, de nuestros hogares. De nuestras familias, de nuestras vidas pasadas pero no borraron cosas claves como sucesos históricos o información general.

Ahora lo que Adam decía tenia sentido, no podía negarlo, pero es algo muy extraño, con razón tengo conocimiento de cosas que ni siquiera sabía que recordaba como la primera guerra mundial o pequeños párrafos de algún poema: 

  Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman;
el cielo se deshace en rayos de oro;
la tierra se estremece alborozada;
oigo flotando en olas de armonía
rumor de besos y batir de alas; mis párpados se cierran... ¿Qué sucede? –
¡Es el amor que pasa!  

Un impulso de vomitar me hizo girar la cabeza a otro lado y respirar profundo para calmar las náuseas, el estar subido en este caballo, sin tomar agua ni comer algo me tenía mareado y nunca arribábamos el lugar del extraño ser.

Segundos después oí los murmullos de Adam mezclándose con los extraños murmullos de Mira.

—¿Dijiste algo? —pregunte con más tranquilidad, aunque un leve dolor de cabeza comenzó a molestarme y el calor intenso no desaparecería aun cuando el sol se haya ocultado.

—Creo que la bruja se refería a que la muerte era amistosa al gritarnos esa inusual frase antes de desaparecer en la cueva - las palabras de Adam me hicieron reaccionar.

—¿A qué te refieres con eso? insinúas que ella quería ayudarnos; tú la viste Adam estaba dispuesta a meternos en la sopa. 

—Lo que digo es que tal vez no nos estaba advirtiendo, sino que nos estaba dando una pista, tal vez él sea a quien debemos conocer antes para que podamos ir a casa, tal y como lo dijo la primera bruja.

 No podía discutir contra eso, una vez más él tenía razón, era solo de esperar para ver si no quería matarnos, como todos desde que llegamos o si podría ayudarnos a salir de aquí.

Los tres caballos se detuvieron frente al extraño ser parado frente a nosotros, los jinetes bajaron de sus caballos y nos bajaron de un tirón haciéndonos caer al suelo frente a los pies del cuarto sujeto. El sol aún no se ocultaba y aun podía visualizar el entorno y el espacio tan reducido donde nos encontrábamos por tanta chatarra tirada por todos lados.

Pinceladas de naranja y rosa se teñían en el cielo, con el sol amenazando cada vez mas su partida y los rayos de luz que chocaban contra las grandes rocas y dunas a la lejanía.

—Mira lo que hemos encontrado —habló el sujeto de las vendas, creo que Adam dijo que era hambre.

Adam rápidamente se puso de pie y sacudió su camiseta, no dude en hacer lo mismo y ayudar a Mira a ponerse de pie, ella estaba muy mal, necesitábamos sacarla del calor y buscar un poco de comida para ella o se quedaría así hasta agonizar.

—Ah, hola —la voz temblorosa de Adam me hizo sobresaltar, cómo podía hablarle a él, en cualquier momento podrá atacarnos, él era intimidante. Adam no recibió respuesta de parte del cuarto jinete, no obstante decidió continuar.

—Mi nombre es Adam, él es Kai y ella es Mira —volteo a vernos, pero el cuarto jinete seguía parado frente a él inmutable y sin hacer ningún movimiento ni sonido alguno.

Su rostro y todo de él estaba cubierto por una gabardina larga y negra que cubría su cabeza, brazos y pies, dejando ver así, con poco luz de día la mandíbula de ese extraño ser.

—Bueno, queríamos saber si podrían ayudarnos a salir de aquí, hemos andado errantes casi todo el día por este desierto y por un bosque oscuro sin salida, casi nos come un minotauro monstruo y tres brujas asesinas, no sé si podría decirnos cómo salir de aquí antes de que perdamos la razón por completo.

Nada.

Sin respuesta de nadie, podía escuchar los buitres sobre nosotros y el arrastrar de las serpientes. Los jinetes tras nosotros solo se limitaban a escuchar y no decir palabra alguna.

La figura de aquel ser infundía cierto grado de temor en mi, y no puedo dudar que Adam no era la excepción y creo que fue eso lo que hizo que él retrocediera de nuevo hacia nosotros.

Él me vio con preocupación, creo que no funcionaria. Creo que ambos estuvimos de acuerdo con algo; el intercambio de miradas entre nosotros fue más que suficiente para saber qué era lo que debíamos hacer, así que tomamos a Mira por los hombros y comenzamos a retroceder a fin de alejarnos de dicho personaje que no daba la impresión de ser una buena persona.

Algo hizo que chocáramos nuestras espaldas y al girarse para ver lo que era, nos topamos con los tres jinetes que nos trajeron ante dichoso ser, frió e impenetrable, impidiendo nuestra huida. Mi corazón se aceleró con fuerza cuando el más grande y rudo de los tres, levanto los brazos y gritó: ¡Guerra!

Me aleje rápidamente de ellos, Adam me miró con molestia; sentó a Mira en la arena y se sentó a su lado

—Ah, oye, en serio necesitamos salir de aquí —armándome de valor me dirigí hacia el cuarto sujeto.

—¿Kai qué haces? —escuche a Adam susurrar tras de mi.

—Trato de convencerlo —espete, como si no fuera obvio.

Ladeo la cabeza en señal de que me acercara a él, mientras de un impulso se ponía de pie.

—¿Qué, quieres que nos maten? —indago de pronto. Su tono de voz era bajo, como si no quisiera que los demás se dieran cuenta de lo que ocurría.

—No, solo quiero convencerlo para que nos ayuden a salir de aquí.

—Yo no logré nada con él —repitió la misma acción de hace un rato al momento de referirse al cuarto sujeto. —¿Crees que tu lograras conseguir algo, no sé, que se apiaden de ti? Ni siquiera sabemos qué es lo que quieren de nosotros y ya estamos haciendo especulaciones tontas.

Sus palabras resonaron en mi mente con rudeza. Me hacía sentir como tonto, como un inútil que debía aferrarme a él a como dé lugar, pero se equivocaba; soy un ser humano que toma sus propias decisiones, no soy ninguna marioneta y mucho menos para que todo el tiempo me den órdenes.

—Ya veo que es lo que pasa —no pude evitar elevar mi tono de voz —crees que soy incapaz de hacer las cosas por mí mismo ¿verdad?

—Claro que no. Solo digo que tal vez no logres nada, son seres impenetrables al acto del razonamiento. Tan solo míralo, no se mueve en absoluto.

—¿Tal vez? ¿Crees que un tal vez me va a detener? Olvídalo, tu quieres que todos hagamos lo que tu dices y eso no puede continuar así, nunca pedimos que fueras nuestro líder. —mi rostro comenzó a calentarse al sentir la rabia por todo mi cuerpo. —La verdad es que Mira y yo estaríamos mejor si continuamos sin ti.

De un momento a otro sentí un brusco empujón que me dejo sorprendido.

—No vuelvas a decir algo así. —Adam escupía las palabras como fuerza; le disgustó lo que dije pero a mi parecer era verdad.

—No vuelvas a empujarme o... 

—O qué. Anda dilo. ¿qué pasará? ¿Me golpearas? No lo creo. —continuo.

—¡No toques a Boris! 

Un grito grueso y repentino, seguido de quejidos de asombro hicieron que perdiera toda la atención que tenía en golpear a Adam y dirigirme a hacia de donde provenía el sonido. 

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