Desierto
Adam
—Genial, ahora estamos en un desierto, agotados, sedientos, posiblemente hambrientos y sin ningún indicio hacia donde ir —replicó Kai.
—Eso fue extraño —mencionó Mira después de descansar por unos minutos.
—¿Eso fue extraño? ¿Y los perros demonios y la gente vaca no lo fueron? —continuó Kai con ironía.
Me levanté de la arena y sacudí mi pantalón, me dolían los pies pero no pensaba quedarme sin hacer nada en ese desierto y morir por deshidratación.
Las heridas de mis muñecas estaban frescas, podía sentir como la arena las hacía arder. El sol era potente y no teníamos refugio, estaba sobre nosotros, tal como un día de crudo verano, esos que te dan ganas de andar desnudo por la calle. No sé de donde saque eso pero era exactamente como me sentía.
La discusión de Mira y Kai sobre que había sido lo más extraño hasta ahora, verificando cada suceso a lo largo de nuestro trayecto por este extraño e inusual lugar, me sacaba de quicio, sus incesantes parloteos y polémicas me daban la impresión de que trataba con extraños, bueno no podía quejarme, mis compañeros de viaje eran completamente extraños para mí, pero necesito de su ayuda para salir de aquí no puedo hacerlo solo.
—Adam, tienes algún plan —Mira me miró con esperanza en sus ojos, aún resplandecían bajo aquel sofocante calor.
—No tengo nada —me limpie el sudor de la frente con el dorso de la mano y devolví mi cabello hacia atrás, frustrado, sin destino alguno, lleno de dudas y con miedo a jamás poder regresar a casa.
Suspire y comencé a caminar, sin rumbo pero a caminar. No había mucho en aquel desierto que nos diera alguna esperanza de salir lo más pronto de ahí, solo podían verse rocas, inmensas rocas naranjas y amarillentas, cactus más muertos que la muerte misma, y uno que otro escorpión o alguna pequeña serpiente que pasaba por nuestro lado pero sin percatarse de muestra insólita presencia.
—Adam —llamo Kai tras de mí —¿aún tienes el mapa que encontraron en la cabaña?
—¿Si? —curioso respondí, ante su extraña pregunta.
—Podría ayudarnos a saber en dónde estamos —formuló Kai.
Me detuve y giré a su dirección.
—¿A qué te refieres? —cuestione confundido aún.
—No lo sé, siento que puede ayudarnos de algún modo.
—No, no había nada en ese mapa, estaba vacío y no nos ayudó en nada ya que solo tenía la cabaña, la cerca y el bosque grabado en él, no había nada más —replique ahora yo.
—Por favor Adam, ¿puedo verlo? Solo...Quiero verlo, déjame verlo Adam —la voz suplicante de Kai no me inmutaba de mí posición, sabía que no serviría para nada ver el mapa.
—Deja que lo vea Adam —intercedió Mira.
Suspire de bueno, negué con la cabeza y busqué en la mochila el torpe pedazo de papel que se suponía que era un mapa.
Lo extendí hacia Kai y él rápidamente lo desplegó. Cruce mis brazos en forma de triunfo, elevando delicadamente y sutil mi ceja derecha, porque sabía que no encontrarán nada. Mira se colocó a su lado y al ver sus rostros sorprendidos me acerqué a ellos.
—¡Estoy seguro de que eso no estaba ahí antes! —observe expresivamente. —Tu sabes muy bien que es cierto Mira —me respalde con ella, incluso Kai estuvo ahí cuando encontramos el mapa y vimos con claridad que no había nada más que lo antes mencionado.
En el mapa se podía observar un desierto y una serie de rocas y pirámides en él, justo arriba del bosque y la cabaña. Ahora existían dos partes en el mapa, lo cual era sorprendente porque, como justifique antes no existía esa parte del mapa antes.
—Kai tenías razón —enunció Mira alegremente, ella lo abrazó con alegría, mientras el correspondía atónito su abrazo lentamente y se sonrojaba poco a poco.
Sentí una punzada en el pecho cuando lo hizo. No se porque, pero no me agradó en absoluto.
—Si, tuvo razón a cerca de las brujas, con el mapa pero el solo ver el desierto, las pirámides y las rocas no nos da ninguna señal de cómo salir de aquí. —Rechiste con enfado.
—Cálmate Adam, Kai solo quiere ayudar. Además este mapa es muy raro. —hablo Mira. No estaba contenta al parecer, apenas me dio una mirada rápida.
Kai carraspeo aclarando su garganta, en forma tímida, con el fin de dispersar el pesado silencio que se formó después de las ácidas palabras que Mira me lanzó como si fuesen flechas o dardos, directamente sobre mi orgullo.
—Tal parece que este mapa nos muestra el lugar en donde estamos ahora, al igual que nos mostró en donde estábamos mientras permanecíamos en el bosque. —señaló él callando el espeso silencio entre los tres. —Así que no nos dirá como salir, pero si donde nos encontraremos y cual será nuestro recorrido con nuestro intento de regresar a casa.
—Este mapa no es normal —aclaró
—Nada en este lugar es normal —concluyó Mira con voz gélida.
Kai me devolvió el mapa y en silencio comenzamos a caminar a lo largo del desierto nuevamente.
Al cabo de un rato escuche que algo se desplomó sobre la arena, gire para averiguar qué había sido, tendida en el suelo yacía Mira. Corrí hacia ella, comencé a preocuparme por ella, estaba bronceada y lloraba, sin importar si la arena entraba en su nariz o en su boca
—Mira ¿te encuentras bien? —me acuclille a su lado, escuchando sus sollozos, viendo como su cabello caía sobre su rostro y a ella no le importaba, sintiendo la arena en su rostro, el calor del desierto y el sol impetuoso sobre nosotros. En ese instante olvidé todo lo ocurrido antes y me concentré en acudir al bienestar de Mira.
—No Adam, no estoy bien. Estoy agotada, sedienta, hambrienta, tengo arena en medio de los dedos de los pies, mi cabello está grasoso y aliñado, mi piel más seca que las rocas de este inhóspito desierto, casi muero, el escucharte a ti y Kai pelear todo el tiempo no mejora nada, ni mi ánimo ni la situación en la cual nos encontramos; mis párpados me pesan y mis piernas flaquean por el cansancio, este calor me tiene sudando como puerco desde lugares que no sabía que se sudaba; necesito un baño y dormir todo un mes por ser algo mínimo —sus lamentos hacían que todo mi ser se estremeciera, todos nos encontrábamos en la misma situación. Cansados, con hambre, asustados, sudados, confundidos, todos queríamos regresar a casa, pero de la misma forma en que Kai lo mencionó en la cueva de la bruja, ninguno recordaba su casa ¿cómo regresaríamos si no recordábamos nuestros hogares mi como llegar a ellos?
—Mira sé que te sientes débil, cansada, agobiada...
—Inútil —mencionó de pronto
—Inútil, si —afirme sin dudar, para luego caer en cuenta; —no, no, no, no, no para nada. No eres inútil, ayudaste a Kai a resolver el enigma del mapa, nos advertirse de los perros demonios y cuáles eran los planes de los minotauros, ¿cómo podrías considerarse inútil, si eres quien nos ha ayudado a salir de todo eso con vida? Escúchame —la gire e hice que se sentará —eres la persona más asombrosa que he conocido, creo, no recuerdo nada así que no podría decirte si he conocido personas como tú, pero tienes eso que a Kai y a mí nos hace falta, tienes el valor de una bala, no importa a dónde te diriges, tú entras con ímpetu y no te importa si estás bien o no, sin mencionar que si no hubiese sido por ti, estaríamos aún en ese escuálido cuarto de cuatro paredes, muriendo con el tóxico que yace en ese lugar.
Con una sonrisa en su rostro, pude comprender que estaba agradecida de lo que le acababa de decir, estaba más tranquila y las lágrimas que se habían formado antes en sus ojos y las otras rebeldes que se resbalaron sin su permiso a lo largo de sus mejillas se esfumaron.
—Gracias Adam, ya me siento mucho mejor, solo necesitaba un poco de lástima por mí —declaró poniéndose de pie y limpiándose la tierra de todos lados, luego de eso se dirigió hacia mí y me abrazó con fuerza, no sabía que hacer si abrazarla o no; Kai simplemente observaba lo que pasaba y al notar el inesperado abrazo de Mira hacia mí, giro su vista hacia otro lado. Le dolía, de la misma forma en que me dolió a mi cuando lo abrazó a él.
Sin corresponderle el abrazo, la tome de los brazos y la separe lentamente de mi.
—Mira, debemos continuar.
Ella me lanzó una mirada comprensiva y una sonrisa. Ella estaba feliz, era lo que me importaba, al verla a los ojos me derretía ante esa mirada tan inocente, esos ojos negros que tanto me atrapaban y me lanzaban hacia un precipicio del cual no quería salir, me sentía bien al ver su cálida sonrisa, al escuchar su voz, al tocar su mano; ver su cabello revolotear en el viento me volvía loco, pero no lo demostraría, Kai también se veía afectado. Es mejor que no esté con ninguno de los dos, a que nos duela a ambos.
—Vamos Kai, debemos continuar —toque su hombro y al pasar a su lado, el volteo a verme, su rostro no reflejaba expresión alguna, solamente asintió con el ceño fruncido, cuando le avise que debíamos seguir.
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