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Boris

Kai

El grito aterrador, proveniente del cuarto jinete, hizo que perdiera el interés en continuar la absurda discusión que Adam estaba causando.

Corrí hasta donde se encontraban, e interponiéndome entre ellos, hice un gesto a Adán para que alejará a Mira de él; el cuarto jinete, quien veía a Mira con llamas en sus ojos y furor en su rostro, mientras su hoz se extendía hacia ella, al posicionarme frente a él, dirigió su ardiente mirada en mis ojos y comenzó a amenazarme con su hoz.

Sentía pavor. Un horrible escalofríos corrió por mi espalda hasta llegar a mi cuello, mis manos comenzaban a sudar y un nudo enorme se forjó en mi garganta.

—De..de..déjala. —Por tanto que traté de que mi voz sonará con autoridad y amenazante, esta me traicionó, haciéndome tartamudear desvelando mi temor ante tan semejante ser, quien por su boca escurría humo.

Algo llamo mi atención detrás del cuarto jinete: un caballo. Un caballo postrado en la arena, desganado, tal vez al borde de la muerte, no lo sé.

—¡¿Qué tanto miras mocoso?! —Muerte obstaculizo mi visión del caballo y me empujó hacia atrás con su hoz.

—¡Tranquilo! ¡Tranquilo! —levante mis manos al aire en señal de mostrarle que no trataba de hacerle daño, o algo parecido.—Estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo —su expresión, hacía mi cuerpo temblar. Creo que el estar al borde de la muerte, todo el tiempo, no iba conmigo.

Cualquiera podría decir que la sola mención de ello es sofocante y aterrador, pero ya estar en presencia de la Muerte misma, y a su merced, hace que todo aquello desaparezca y se convierta en pavor. Un sentimiento horrible recorre tu ser y tu mente se paraliza, mientras tu respiración se vuelve más tosca cada vez.

—Es..este es el trato: nosotros podemos marcharnos tranquilos y ustedes fingen que nada de esto, nunca paso. ¿Esta... Esta bien? —dije encogiéndome de hombros mientras retrocedía.

Pude ver como bajaba su hoz, como si reconsiderará aceptar o no mi propuesta; las llamas rojas en sus ojos se apaciguaron, tornándose a un color celeste claro.

Baje mis manos lentamente, al mismo tiempo que él alejaba su hoz de mi pecho.

—Esta enfermo —escuche decir a Mira tras de mí.

—¿Qué? —Lo que ella había dicho no tenía sentido alguno para mi, no obstante, al escuchar la misma pregunta de parte del cuarto jinete, me desconcertó en extremo.

—¿A qué te refieres? —pregunto Adam a su lado.

—¿Cómo lo supiste? —Dirigí mi vista hacia el cuarto jinete que, con una tonalidad más calmada, había hecho tan inusual pregunta.

El silencio reino por unos minutos, esperando una respuesta de parte de Mira, mas no recibimos nada a cambio, solamente su silencio, mientras ella miraba perdidamente la arena, sin moverse ni siquiera emitir sonido alguno.

Un suspiro, de parte del cuarto jinete, hizo captar mi atención.

—Boris esta enfermo, podría decir que al borde de la muerte.

—¿No estas acostumbrado a esas cosas ya? —se burló uno de los otros tres jinetes, quien luego de ver los ojos de muerte encender sus llamas ardientes de nuevo, cesó de mofarse.

—Lleva mucho tiempo así. Ya no se que hacer y si pasa más tiempo... No estoy preparado para llevármelo al reino de los espíritus; es mi mejor amigo, jamás le haría algo así. —dijo acariciando al caballo por su larga melena, ya decolora y sin brillo.

—Ella puede ayudarte —habló Adam tras de mi, dirigiéndose al cuarto jinete.

—Adam ¿qué haces? —masculle a su dirección.

—¿Y cómo esa bruja va a poder salvar a Boris de la muerte, digo, de mí? —especuló el cuarto jinete.

Eso era algo que yo también quería averiguar; qué podría hacer ella, y peor en la forma en que ella se encontraba psicológicamente en estos momentos, para salvar a un caballo al borde de la otra vida.

—No es una bruja, pero tengo la certeza, o al menos eso creo, que puede hablar con los animales, tal vez podría hacer algo para ayudar a Boris a mejorarse.

—No parece estar del todo cuerda —expreso abiertamente su opinión al ver el comportamiento de Mira, quien ahora se embarrada arena en la cara como si fuera agua de un de fresco manantial.

—Es por la insolación que padecimos durante todo el día. —Adam tenia razón, todo el sol y el calor que cayó sobre nosotros nos afecto un poco pero Mira había perdido la cordura en esos entonces.

El ocaso había terminado y la luna estaba sobre nosotros ya entonces, brillaba con fulgor iluminando el desierto a bicolor: blanco y negro.

—Solo necesita un poco de comida y descansar, para el día de mañana, estará más que perfecta, se lo aseguro. —No sé que planeaba Adam pero al ver que el cuarto jinete nos hizo un gesto para que lo siguiéramos era como si estuviera aceptando la oferta de él.

—Aquí van a dormir —debajo del ala de un gran avión, habían mantas arrugadas. No podíamos pedir más, habíamos paso alrededor de tres días sin dormir bien, así que un poco de ayuda y amabilidad no caerían mal en estos momentos.

—Mañana descubriremos si en verdad ella puede salvar a Boris o si no ustedes pasaran a ser historia. —Genial, otro loco que quiere matarnos.

No podía negar el hecho de que esa noche, a pesar del calor, pude descansar más de lo que descansaba cuando caía inconsciente.

Al levantarme me percate de la ausencia de Adán y Mira, sin mencionar que el sol ya estaba sobre el cielo.

Oí risas, no muy lejos de donde me encontraba y tirando la manta a un lado, salí de debajo del ala, siguiendo en dirección del sonido.

Sacudí la arena de mi pantalón y mi camisa, dirigí mi mano a mi cabello, y al hacerlo mucha arena cayo de este.

—Ah. Esto es perfecto —maldije en voz baja mientras seguía caminado, comencé a sacudir y revolver mi cabello a fin de poder erradicar la mayor parte de esta, hasta que pudiera darme un baño; entre mas rápido saliera de aquí, más rápido cumpliría mi acometido.

—Jejeje, vean quien ha despertado, el bello durmiente. —Escuche decir al cuarto jinete.

Adam y Mira se entraban sentados frente a él en una mesa improvisada con un refrigerador. Tenían comida junto a ellos. Pan con mantequilla de maní, jaleas, tostadas con queso y jugo de manzana.

—Ven Kai, siéntate con nosotros —Me llamo Mira con su dulce voz; su rostro tenía su color natural, su cabello había vuelto a tener ese color negro azulado brillante, con mechones celestes tan llamativo y atractivo en su persona, sus ojos habían revivido y su sonrisa, su sonrisa me revolvía la cabeza.

Me senté a su lado, un poco incomodo ante su presencia y la del cuarto jinete.

—¿Te encuentras bien? —me dirigí a Mira sutilmente.

—Claro, estoy más que perfecta —respondió con una sonrisa y convicción.

Y no mentía, se veía mejor que cuando la conocimos en aquella habitación sin salida.

—Pues bien, creo que has de estar hambriento —pregunto el cuarto jinete. Su voz era grave, como solía ser, o al menos como lo había escuchado el día anterior, pero su tonalidad era mas calmada. ¿Estaba molesto? No. No mostraba molestia ni en su semblante ni en su tono de voz.

Respondí a su pregunta, asintiendo lentamente.

—Come entonces —dándome paso a probar el desayuno.

Dude por unos segundo, en si era correcto aceptarla o no, podría ser un truco más como el de la bruja y su sopa, pero al fin y al cabo mi estomago hizo que mis manos se llevaran grandes bocados, abarrotando mi boca, tratando de aplacar mi hambre.

El cuarto jinete río con ganas mientras me veía comer, mas no era una risa maliciosa, si no llena de júbilo.

—Oigan, debo admitir que ayer que llegaron, pensé que eran muertos vivientes, su aspecto era terrible, incluso el tuyo querida Mira. —Dijo parando de reír haciendo que Mira riera y que yo disminuyera mi desesperada acción. —Entremos ya en cuestión ¿quieren? Tus amigos me comentaron que tú —se dirigía a Mira —puedes salvar a Boris de su fatídico final.

Mira sorprendida nos volteo a ver a ambos.

—¿Quién, yo? —pregunto sorprendida —No...

—¿No es fantástico? —se adelantó Adam, interrumpiendo la negativa respuesta que Mira esta dispuesta a mencionar.

—Pero yo... No...

—No aguanta las ganas de comenzar —hable de pronto al ver la extrañada expresión confusa del cuarto jinete.

De pronto los tres jinetes, Hambre, Guerra y Plaga, llegaron, diría yo que salvar el momento o nuestro pellejo, sin embargo su llegada no tenia nada que ver con nosotros. Gracias a su acto de presencia el cuarto jinete se distrajo haciendo que Mira se levantará silenciosamente de la mesa y nos arrastrará tras ella.

—¿Que han hecho? Yo no puedo salvar a Boris. Solo soy una chica, y si, hablo con los animales, pero eso no es gran cosa. —reclamó mientras susurraba a fin de que el cuarto jinete no se enterara de la farsa.

—Yo no tuve nada que ver, Adam te metió en esto —me excuse, encogiéndome de hombros.

Ambos dirigimos nuestras miradas hacia él.

—¿Que podía hacer? Era eso o dejar que nos matará. —contraatacó.

—De igual forma lo hará cuando se enteré que no puedo salvar el caballo.

—Mira solo intentarlo, por favor, tal vez podamos hacerlo creer en la farsa hasta pensar en un mejor plan. —continuó Adam.

Tenia un punto, debía admitirlo, pero es la Muerte de quien hablamos, no creo que se trague el cuento tan fácilmente, en cambio, decidimos continuar.

—¿Lista? —habló el cuarto jinete tras nosotros.

—Eso creo.

Mira lo siguió detrás de unos cacharros, el mismo lugar donde nos encontrábamos el día anterior cuando llegamos hasta ahí contra nuestra voluntad.

Ella se acercó al caballo y comenzó a charlar con él, luego de relinchos y preguntas sin sentido, ella regresó hacia el cuarto jinete. Su expresión no era tan cálida como al iniciar el día y eso me preocupo un poco.

—¡¿Qué?! Pero tú dijiste que podías curarlo. ¿Por qué dices ahora que no puedes? Tú, ustedes, me han mentido. —comenzó a acusarnos enfurecido.

—Si tan solo podrías darnos tiempo... —habló Adam ahora.

—¡No! —grito levantando su hoz, dispuesto a acabar con los tres.

Cerré mis ojos, por el terror que surgió en todo mi ser y abrazando a Mira, por impulso, solo espere que pasará lo peor.

—¡Ayuda! —grito Adam sin pensar.

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