✦ Why do you smile? ✧
—Acaba de quedarse dormido. Le prometí que le traerías algodón de azúcar —comentó frunciendo los labios en una triste sonrisa. Jooheon asintió mirando el celular en su mano—. ¿Quién era?
—¿Hmm?
—La llamada —habló Hoseok atravesando el pasillo hasta estar frente a él.
Jooheon levantó el celular consciente que la pantalla permanecía apagada y Hoseok no podía obtener la respuesta por sí mismo.
—El oficial Sang me llamó, detuvieron a Kang —susurró lo último no muy convencido —. Sorprendentemente no puso resistencia ni trato de huir.
El mayor encogió los hombros dejándose caer en el sillón más cercano. Movió su cabeza de un lado a otro esperando que sus músculos se destensaran un poco. Su vago intento no llegó muy lejos gracias a la siguiente declaración de Jooheon:
—Kang pidió un abogado —aclaró la garganta mirando hacia la ventana —. Hyunwoo va camino a la comisaría.
Hoseok asintió obligándose a no apretar los puños.
—Hyunwoo todavía no sabe nada. Deberías haberle dicho antes...
—No. Kang va a necesitar mucha ayuda.
Resopló poniéndose de pie. Cogió su chaqueta y las llaves del departamento mientras Jooheon lo observaba mantener el control. Uno que no tenía desde hace varios días.
—Cuídalo. Si se despierta dile que fui por el algodón de azúcar.
—¿Qué vas a hacer? No puedes armar una guerra en la estación o perderemos nuestra única esperanza —le recordó.
Jooheon lo siguió hasta la puerta poniendo su propia vida en riesgo.
—Llama a Minhyuk y que distraiga a Hyungwon mientras vuelvo —el menor lo miró confundido, ¿no se supone que él cuidaría a Hyungwon? — ¡Maldición! Vendrás conmigo. Estoy seguro que voy intentar arrancarle la cabeza tan pronto lo vea.
Y así fue.
Sin embargo, Jooheon y el oficial Sang fueron firmes en mantenerlo detrás del vidrio de contención. Ver a Kang sentado, despreocupado tomando café hacía que el estómago de Hoseok se revolviera y la sangre en sus venas hirviera. Por sus expresiones relajadas podía descifrar la falta de miedo de Kang, como si su arresto no significara nada.
—Está mintiendo —dijo Hoseok, gruñendo.
Apenas había dicho tres palabras, pero fueron suficientes para cabrear al abogado.
—No lo conozco —dijo mirando vagamente la fotografía en la mesa —. Creo que lo he visto un par de veces.
Hoseok enarcó una ceja. No supo que intentaba romper el vidrio polarizado hasta que Jooheon apretó su brazo y lo alejó de ahí.
—Tranquilízate. —exigió sujetando sus manos con fuerza.
Cerró los ojos e inhaló profundo. La sonrisa de Hyungwon acaparando sus pensamientos, el aroma de su cabello y sus preciosos labios rojos. El ritmo cardíaco disminuyó y al abrir los ojos, el fuego en ellos se disipó.
—Estoy bien.
Enarcó una ceja atraído por la declaración casual de Kang, completamente seguro con Hyunwoo a su costado.
—Sí. Trabajaba en mi casa al servicio de mi esposa. —sacudió la mano con simpleza —. Ya sabe, las mujeres y su instinto protector. Recuerdo que lo encontró en la calle, sucio, desorientado y con unas ganas insanas de drogarse. Lo llevo a la casa, lo alimentó, lo vistió, lo cuidó y le dio trabajo. Por mi trabajo constantemente viajaba así que no interactúe con él. Hace poco me enteré de que se había ido de la casa.
—¿Dice que el chico trabajaba en su casa? —preguntó el oficial, confundido con la información.
—Así es.
Kang miró hacia la ventana y como si pudiera ver a Hoseok sonrió. Regresó su mirada al frente pareciendo afligido.
—No conozco al chico, pero mi esposa le tenía mucho cariño.
Sang aclaró la garganta cabeceando ligeramente.
—Señor Kang, el joven Chae lo acusa de haberlo mantenido cautivo por más de cuatro meses y abusar de él en repetidas ocasiones. El último ataque, que lo llevo al hospital, sucedió hace una semana —dijo leyendo el informe sobre la mesa —. ¿Qué puede decirme sobre esto?
Hyunwoo enarcó una ceja colocando una mano sobre el hombro de Hyun Bin.
—No tiene por qué responder —le susurró.
La sonrisa tranquila de Kang molestó al oficial y al par de abogados detrás de la ventana.
—No creo que pueda decirle mucho. Hace una semana estaba en Japón, al igual que el último mes —explicó sonando medianamente convincente —. Apenas esta mañana volví y antes que pudiera entrar a mi casa sus compañeros me rodearon y me trajeron aquí.
Hoseok golpeó el cristal y gritó con odio. Nadie, fuera de la habitación donde estaba, lo escuchó.
—Él está mintiendo. Yo estaba ahí... mis manos se mancharon de sangre cuando lo levanté del suelo —cerró los ojos apartando los recuerdos de su cabeza. La mirada destrozada de Hyungwon lo atormentaba incluso fuera de sus sueños.
⌁ ⌁ ⌁ ⌁ ⌁
Extendió el vaso de cartón esperando que esta vez si lo aceptara. Desde la mañana, cuando picoteó de su plato de frutas, Hoseok no había comido. Contrario a Hyungwon, su amigo estaba devastado. Dormía apenas y daba vueltas alrededor del chico, alerta a cualquier minúsculo sonido.
—Tómala, por favor. Sí te enfermas Hyungwon no tendrá quien lo proteja —bromeó acomodando la maraña que tenía Hoseok en su cabeza —. Acabo de hablar con Minhyuk, tu chico ya comió y está relajado mirando caricaturas. No tienes por qué seguir tan tenso, tenemos a Kang.
—¿Por qué están aquí? No estarán defendiendo al chico que se quiere aprovechar de Kang, ¿o si?
Hyunwoo ocupó la silla junto a Hoseok bastante animado para el gusto del menor.
—¿Por qué tienen esas caras? —Hyunwoo miró de Hoseok a Jooheon y de vuelta.
—No hay ningún chico aprovechándose de Kang —escupió Jooheon.
El moreno rodó los ojos con fastidio. No era la primera vez que sus compañeros demostraban inconformidad con sus clientes.
—Por favor, Joo. Eres mejor que esto.
—¿Desde cuándo nuestro trabajo es defender a secuestradores y violadores? —Hoseok lo miró serio. Una mirada dura y fría —. Porque esas son las palabras correctas para definir a Kang.
Abandonó su lugar caminando en círculos antes de detenerse y señalar la puerta de la sala de interrogatorios.
—Ese hombre, al que tú defiendes, mantuvo a mi novio secuestrado por casi cuatro meses. Lo obligó a usar ropa absurdamente vulgar y a satisfacer su sucio instinto de macho. Hyungwon, su nombre es Hyungwon.
Pasó una mano por su cara dándose cuenta del temblor que dominaba su cuerpo.
—Hyungwon se despierta llorando todas las noches, tiembla cada vez que alguien se acerca a él y es sensible a los sonidos fuertes —pasó saliva con dificultad fijando su mirada en el moreno —. Tres costillas y un brazo rotos, hematomas en todo el cuerpo, los labios partidos, no es necesario explicarte el desastre que hay bajo sus pantalones.
Hyunwoo le sostuvo la mirada por unos segundos que se sintieron como horas para Jooheon. Los dos se conocían desde que salieron de la universidad y desde entonces no se habían separado. No tenían secretos entre ellos, fuero del asunto de Hyungwon, y las mentiras no formaban parte de su amistad.
—Sabes que Kang es un hombre inteligente —espetó abrochándose el único botón de su chaqueta, cruzó las piernas y apartó la mirada —. Su coartada fue efectiva.
Hoseok sacudió la cabeza.
—¿Qué dices?
El moreno buscó entre su portafolio y le ofreció una copia de las evidencias obtenidas por el personal de Kang.
—Hay fotografías que confirman que él salió del país hacia Japón hace un mes y la foto más reciente de esta mañana, llegando a la ciudad. También están los pasajes y unos cuantos movimientos de su tarjeta en los comercios de Japón.
Hoseok gruñó. Era imposible. Hace dos semanas, luego de dejar a Hyungwon en su habitación, Hoseok casi se topa de frente con Kang.
—Yo lo vi. Él jamás salió de Corea.
El mayor encogió los hombros mirando hacia los lados comprobando que nadie prestaba atención a su conversación. —No importa si es verdad. Hay dos empleados que confirma haber trabajado con Hyungwon en la mansión. Además, afirman que el chico abandonó la casa semanas atrás sin dar explicaciones.
—¿Qué hay de los exámenes médicos? El ADN de Kang está ahí —recordó Joo, bastante frustrado con todo.
Hyunwoo encogió los hombros.
—No es evidencia suficiente. Lo dejaron libre, pero van a vigilarlo mientras buscan más evidencia.
Su mirada cayó y sus manos se cerraron en dos apretados puños. Quería llorar. Quería correr y entrar a la sala de interrogatorios. Quería matar a Kang Hyun Bin.
—Confío en ustedes, sin embargo estoy atado de manos —el moreno suspiró levantándose. Apretó el brazo de Hoseok amistosamente y dijo —: No estás solo. Tengo una idea del animal que es Hyun Bin. Pero necesitamos ser más inteligentes que él.
—Los policías son unos inútiles —murmuró cansado. Necesitaba volver a casa y mirar el dulce rostro de Hyungwon.
El sonido del picaporte moviéndose y el rechinido de la puerta al abrirse hicieron que su piel se erizara. Comprobó que Minhyuk seguía durmiendo en el sofá frente a la cama y el miedo incrementó. No podía moverse. Si su esposo estaba ahí, Hyungwon no tenía la fuerza suficiente para huir, ni siquiera podía gritar. Su garganta estaba seca, no recordaba la última vez que bebió. Si tan solo hubiera aceptado el jugo que Minhyuk le ofreció, la cosa es que no quería que el hombre risueño se acercara tanto a él.
—¿Amor? ¿Estás despierto? —Hoseok apareció con una sonrisa brillante y sus características manchas oscuras bajo sus ojos. ¿Desde cuándo se había vuelto común verlo con ojeras y el rostro demacrado?
—Wonho —susurró intentando sentarse.
El abogado corrió hasta él para impedir que se moviera. Le ayudó a sentarte colocando un gran almohadón tras su espalda y arregló la sábana sobre su regazo. Hyungwon notó la lejanía de Hoseok hacia él, pues si bien estaba al pendiente de su comodidad todavía le rehuía la mirada.
—¿E-está todo bien? —dejó ir la pregunta temiendo molestarlo y dudando en temer una respuesta verdadera.
—¿Hmm?
Hoseok levantó la mirada. Los ojos cafés oscuros se fijaron en él, con un calor abrazador creciendo en su pecho. La piel comenzó a picarle con una necesidad inhumada de disfrutar el tacto tibio de las manos de Hoseok. Cerró los ojos envolviendo su brazo sano en el cuello grueso y deslizó sus labios por la línea marcada de la mandíbula.
—Estás aquí —murmuró llenándose del aroma a madera y vainilla del cuerpo duro que se cernía sobre él.
—Te extrañé, mi chico en peligro —Hoseok se acomodó junto a él cuidando de no deshacer del agarre ni golpear su brazo vendado—. ¿Cómo se portó Minhyuk?, ¿fue buena compañía?
Hyungwon abrió los ojos y miró sobre el hombro del mayor. Una pequeña sonrisa nació en sus labios gruesos y su cabeza se agitó de arriba abajo.
—Sí. Es muy amable y tiene muchas historias lindas de seres del bosque.
—Min es un hablador. Espero no te haya molestado —dijo mirando en dirección a su amigo —. ¿Tienes hambre?
El brazo cayó lentamente con la mano detenida en los botones de en medio de la camisa gris de Hoseok.
—Tu amigo me dio un tazón de fruta y cereal. ¿Dónde estabas? Tardaste mucho.
La risa de Hoseok calentó su corazón en segundos y sin pensarlo se unió a él. Poco a poco las risas se redujeron hasta extinguirse dejando solo un par de sonrisas enamoradas, porque Hoseok estaba enamorado. Enamorado del bello hombre detrás de esas facciones tristes y esa mirada herida. Los problemas que encerraba el menudo cuerpo sobre su cama se volvían nada cuando sus corazones se sincronizaban y sus labios se unían en un beso renovador. Hyungwon le daba vitalidad mientras Hoseok le entregaba fuerza y valor para sobrevivir a sus miedos.
—Conseguí el algodón de azúcar que querías, está en la sala —habló sobre los labios llenos amando la textura suave y esponjosa. Sonrió encantado por el suspiro caliente que provenía de la dulce boca y sin perder más tiempo atrapó el labio inferior chupando con necesidad.
Había querido estar entre los brazos de Hyungwon, devorándole la boca, desde que salió del departamento horas atrás. En compañía del hermoso muchacho su ritmo cardiaco recuperaba los niveles normales y la vena en su frente desaparecía. Hyun Bin estaba libre, pero él permanecía preparado para cuidar y proteger a Hyungwon con su vida misma de ser necesario.
—¿Dónde vas? —asustado, Hyungwon cogió su mano resistiéndose a estar otra vez solo.
Hoseok negó soltándose del débil agarre.
—A ningún lado. Voy a llevar a Minhyuk a la sala, no quiero que vea cómo te hago el amor.
El cuerpo entero de Hyungwon se tensó. Los recuerdos de la noche en la mansión Kang cayeron sobre sus hombros tan rápido como su rostro perdió color. El miedo se reflejó en su mirada llamando la atención del mayor, quien se acercó preocupado.
—¿Amor?
—Y-yo... No puedo... Tengo miedo.
El aire abandonó el cuerpo de Hoseok en un suspiro pesado. Sus labios se curvaron en una sonrisa comprensiva y se odió a sí mismo por no haber usado las palabras correctas.
—No bebé, perdón —dijo afligido cogiendo ambas manos para llenarlas de besos mientras gruesas lágrimas resbalaban por las mejillas de Hyungwon —. No quiero sexo. No. El amor se expresa de muchas maneras.
Hyungwon sacudió la cabeza, con la vista nublada por las lágrimas.
—Quiero hacerte el amor con besos, con abrazos, con caricias a tu cabello y diciéndote lo mucho que te quiero. —Hoseok se recostó a su lado procurando no presionar las costillas fracturadas ni golpear su brazo herido. Envolvió su brazo protectoramente alrededor de sus hombros e inclinó la cabeza de Won contra su pecho —. No tienes por qué tener miedo, no voy a tocarte más allá de lo que tú me permitas. Solo... solo quiero estar aquí contigo, no necesito nada más. ¿Me permites?
Las lágrimas se detuvieron, el miedo abandonó su rostro y el calor pintó sus mejillas de rosa.
—Mi amor, ¿me dejas abrazarte toda la noche? Prometo no incomodarte —dijo con suavidad, besó la cabellera oscura y sonrió —Bebé, si quieres puedes correrme en cualquier momento.
—No lo haré. No quiero que te vayas —susurró, con la voz todavía quebrada —. Quédate conmigo.
Hoseok rio peinando con delicadeza los mechones rebeldes que le picaban la nariz.
—¿Sabes? No hay manera en el mundo en que yo pueda alejarme de ti, tendrán que matarme para que yo te deje libre —Hyungwon sonrió y aunque Hoseok no lo vio presentía que así era —. Prometo estar contigo siempre, en esta vida y en otras. Porque te amo.
Quédate y abrázame fuerte.
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