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✦ whipped cream ✧

Los minutos pasaban convirtiéndose en tormentosas horas. Tal vez exageraba pero poco le importaba, tenía un hermoso príncipe sentado en su costoso sillón de piel sintética mientras él estaba inmerso en una aburrida pila de documentos, que si bien pagarían su cuota y lo mantendría por los próximos meses gozando de las mejores comodidades, arruinaban su improvisada cita. No. No lo valían.

Cerró la laptop y dejó caer la pluma en la mesa de cristal. La imagen de Hyungwon acostado sobre el frío cristal sin una sola prenda de ropa como una perfecta pieza de arte le provocó una sonrisa y un palpitar en su entrepierna.

—¿Qué te apetece comer? —miró de reojo hacia el televisor para averiguar que mantenía a Hyungwon tan callado y sonrió. Un pelicula en blanco y negro de bajo presupuesto y para colmo, en otro idioma. —Ya arruiné las primeras dos horas de nuestra cita y no quiero seguir haciéndolo.

Hyungwon dejó el tazón de palomitas en la mesa de café y despejó sus ojos de la película.

—¿Te estoy molestando? Si es así, bajaré un poco más el volumen.

Hoseok negó sentándose en el otro extremo del sillón, cruzó las piernas todavía mirando al menor.

—En absoluto. Ya terminé —sonrió de lado. —El resto de las horas me dedicaré completamente a ti.

El muchacho bajó la cabeza con el calor pintando sus mejillas.

—No era mi intención interrumpirte —murmuró jugando con los cordones del pantalón de chándal que Hoseok le había prestado. —Perdón.

Hoseok lo jaló del brazo invitándolo a subirse a su regazo y una vez lo hizo, apresó la pequeña cintura con sus pálidas manos. Los ojos avellanas fijos en sus labios rojizos le comunicaron al menor las ansias que tenía el otro por besarlo y sin pensarlo mucho, tomó la iniciativa estampando su boca con los labios rellenos.

Las manos de Hoseok pasearon libremente por la espalda ancha bajando por la cintura y tanteando el trasero redondo de Hyungwon, instalándose ahí un par de segundos.

—Estaré para ti a cualquier hora, te lo prometí y haré hasta lo imposible por cumplir —picoteó los labios pulposos sorprendiéndose cuando Hyungwon se escondió en su cuello para llorar. —Hey, bonito.

Las manos de Hyungwon apretaron la camisa de Hoseok y sus sollozos aumentaron de volumen.

—Está bien, llora si es lo que necesitas —susurró acariciando su cabeza.

Hyungwon lloró por varios minutos, hasta que en sus ojos no había ni una sola lágrima y sus mejillas estuvieron suficientemente empapadas. A pesar que el llanto había cesado, Hyungwon no se despegaba de Hoseok ni éste lo dejaba ir. Las caricias jamás se detuvieron ni la fuerza del abrazo redujo; Hoseok no lo sabía pero el simple hecho de permanecer en silencio abrazándolo y peinando su cabello fue suficiente para calmar la tempestad desarrollada en su mente y corazón.

—¿Quieres fresas? —puso distancia entre sus rostros para mirar los lindos ojos y sonrió. —No tengo helado pero sí algo de crema batida, ¿está bien para ti?

—Si..

Un nuevo beso aterrizó en su boca y Hyungwon sonrió.

—¿Qué tal si me sueltas y voy por el postre?

Con las mejillas coloradas y una risita apenada Hyungwon bajó de su regazo acomodándose en el lugar donde había estado dos horas viendo películas viejas. Hoseok se permitió besar la sien del menor antes de partir a la cocina por las frutas.

—Encontré un poco de chocolate. Minhyuk me visitó ayer y a él le gusta hornear —comentó colocando la bandeja con la fruta, la crema y el chocolate. —No te imaginas cómo quedó mi cocina.

Hyungwon sonrió haciendo espacio para que Hoseok se sentara a su lado.

—Yo sé hacer algunos postres —admitió con una pizca de orgullo.

Entre sus deberes en el internado estaba asistir a su tía, lo cual consistía en llevar sus alimentos y los postres que ella deseara a la hora que quisiera. Tanto tiempo conviviendo con el personal de limpieza y las cocineras le otorgó amistades mismas que de vez en cuando lo invitaban a participar en la preparación de la cena o de los mismos postres que le llevaría a su tía. Sin embargo, al enterarse su tía que cocinaba lo castigó golpeándolo hasta dejarlo delirando y en una habitación pequeña a oscuras. Hasta la fecha, Hyungwon soñaba con las palizas que su tía le daba por la mínima razón. Era una suerte que no le tuviera miedo a la oscuridad, quizás ya estaba acostumbrado.

—¿En serio? —Hyungwon asintió cogiendo una fresa embarrándola de chocolate, no quería recordar sus peores días en el internado y menos cuando estaba con Hoseok. —¡Estupendo! Hay que planear una cena para que Minhyuk y tú se conozcan. Estoy seguro que te va amar.

Hyungwon sonrió ligeramente emocionado con la idea.

—Ahora no tengo una despensa decente pero te prometo que la tendré cuando nos volvamos a ver —exclamó inclinándose a besarlo. —Mmmh, delicioso.

—Solo es el chocolate —susurró rojo hasta las orejas.

—Es más que eso.

Su cuerpo dolía. Hyunbin descargó toda su frustración de dos semanas en una sola ronda y Hyungwon no estaba seguro de poder soportar más. Aunque, al ver al hombre mayor vestirse con su fino traje a medida supo que tendría un descanso. De todas maneras, ya empezaba a acostumbrarse. El asco y el miedo seguían ahí cada vez que lo tocaba pero ya no salía corriendo o lloraba a mares bajo el cuerpo contrario. Kang se enteró de la visita de su esposa a la mansión y a pesar de querer volver a Seúl sus compromisos le obligaron a quedarse varios kilómetros lejos de Hyungwon.

No había vuelto a ver a Hoseok desde aquel día en que se atrevió a llamarlo y conoció su casa y las ganas por encontrarse con él crecían con el pasar de los días. Armándose de valor y sabiendo que no puso resistencia cuando Hyunbin quiso su cuerpo, abandonó la cama frunciendo los labios ante la punzada de dolor en su espalda baja y trasero. Cogió la bata negra de seda para cubrir su desnudez y avanzó hacia el armario, que parecía más bien otra habitación.

Kang estaba frente al espejo abrochando los botones de los puños de su camisa. Lo descubrió detrás de él y le sonrió tan perversamente que Hyungwon tembló, sin embargo, ocultó su reacción tras una pequeña sonrisa.

—¿Necesitas algo, amor mío? ¿O es que ya empiezas a extrañarme?

Hyungwon apretó los puños para luego sacudir la cabeza.

—Y-yo...me he portado bien.

—Si, lo has hecho —se giró a verlo pero permanecía a la misma distancia. Y Hyungwon lo agradeció. —¿Y qué con eso?

Kang lo vio tragar saliva y su curiosidad aumentó.

—Quisiera pedirte algo —murmuró bajando la mirada.

—Adelante. Te escucho.

Era el momento y probablemente su única oportunidad. Si Kang se negaba, Hyungwon encontraría la forma de salir, de eso estaba seguro.

—Quiero ir al parque.

Kang negó. —No. ¿Para qué? Aquí tienes un jardín hermoso y lo bastante grande para distraerte.

—Por favor.

Hyungwon levantó la mirada pareciendo tan destrozado que Hyunbin dudó por un segundo.

—Oh, no. No pongas esa carita —cruzó la distancia que los separaba y con una mano sostuvo el mentón de Hyungwon. El muchacho no se movió, lo miró fijamente sintiéndose un poquito valiente.

—Está bien —susurró.

Hyungwon pasó su lengua por su labio inferior y la razón de Hyunbin se fue de vacaciones.

El hombre estampó sus labios contra la boca carnosa de Won en un beso hambriento y demandante. Hyungwon se limitó a separar los labios dejando que la lengua ajena explorara su boca haciendo todo lo posible por no vomitar ahí mismo.

—Una hora —sentenció. —Una hora y estarás con los guardaespaldas. Ni un minuto más.

—Gracias.

Permitió que Kang le comiera la boca un rato más y cuando al fin se despidieron, corrió a la cocina. Las cocineras estaban apresuradas preparando la cena que no notaron cuando Hyungwon entró y se llevó el teléfono inalámbrico.

Entró a la primera puerta que encontró en el primer piso y llamó a Hoseok. No pasó mucho tiempo para escuchar su voz y sin querer, se encontró sonriendo.

—Hola, Hoseok —dijo bajito, temiendo ser descubierto.

Se escuchó algunos golpecitos y cosas caer antes que Hoseok respondiera.

—Hola guapo, ¿qué ocurre? ¿Por qué no me habías contactado? —Hyungwon imaginaba el ceño fruncido de Hoseok y se golpeó mentalmente por no haberle llamando antes. —No tengo tu contacto y me quedé preocupado luego de verte llorando en mis brazos.

Hyungwon tragó saliva todavía recordando la razón de su llanto.

—L-lo siento. No tengo un teléfono propio —susurró con vergüenza.

Hoseok tarareo en respuesta y Hyungwon se preguntó por qué su respiración se escuchaba irregular.

—Yo iré al parque —trazó líneas sobre su muslo desnudo imaginando que Hoseok era quién le acariciaba. —¿Podemos encontrarnos?

Un fuerte estruendo hizo saltar a Hyungwon y detener sus caricias.

—¿Hoseok?

—Mmm, te escuché —suspiró antes de hablar. —Eres bastante oportuno. Justo estoy por terminar mi rutina de ejercicio.

El labio inferior de Hyungwon fue apresado por sus dientes queriendo reprimir su sonrisa.

—¿A qué parque irás?

Hyungwon solo conocía un parque y era el mismo donde había probado por primera vez los algodones de azúcar. Con la cita programada, regresó el teléfono y volvió a su habitación para arreglarse.

—El señor Kang me dijo que saldrás.

So Hee cerró la puerta y le sonrió. —¿Quieres qué te ayude a vestirte?

Quería negarse porque sabía el tipo de ropa que So Hee le daría pero tampoco se atrevía a hacerlo, al final terminó asintiendo.
So Hee era muy amable con él, cuidándolo, atendiéndolo e incluso, le daba ciertas libertades. Cómo aquella vez que le dio permiso para entrar a la cocina y ayudar a preparar la cena. El aroma a romero y pasta de tomate seguían claros en su mente como un recordatorio de lo bien que la pasó cocinando.

—Hace un poco de frío afuera —salió del enorme armario con un precioso abrigo de lana gris y un lindo traje de dos piezas negro.

Definitivamente So Hee lo haría vestirse elegante para un paseo en el parque.
Al menos el traje no tenía escote o transparencia.

—Gracias —inclinó su cuerpo y tomó las prendas.

Veinte minutos después bajó del automóvil negro con dos hombres a su espalda. Subió su mascarilla y sostuvo su bolso de marca con fuerza, era uno de los pocos regalos de Kang que le habían gustado, y comenzó a caminar en dirección contraria a la que había acordado con Hoseok.

De pronto, estando casi en el centro del parque, se detuvo girando hacia los dos gigantescos hombres.

—¿Ocurre algo, señor? —Suk enarcó una ceja sobre sus lentes oscuros.

Hyungwon negó.

—No me siento cómodo haciendo esto —miró alrededor para corroborar que las personas lo veían. —Todos nos miran...

Suk asintió.

—¿Quiere que volvamos?

—¡No!

Ambos hombres lo observaron esperando una explicación mientras Hyungwon deseaba que su plan funcionara.

—¿Podían dejar que yo vaya por mi cuenta? Ustedes pueden vigilar, pero con discreción y desde lejos.

Al principio se negaron y Hyungwon comenzó a dudar. Sin embargo, logró convencerlos y pudo alejarse de los dos hombres. Caminó un rato cerca de los guardaespaldas pero tan pronto los vio bajar la guardia, se mezcló con un tumulo de gente y cambió su rumbo al lugar del encuentro.

No tan lejos descubrió a Hoseok. Estaba comiendo un helado y aunque no usaba sus cotidianos trajes a medida continuaba siendo atractivo con el pantalón de vestir blanco y el polo de punto biege.

—Hola —sonrió parándose frente al mayor.

Hoseok lamió los restos de helado de sus labios y le devolvió la sonrisa.

—Pensé que no vendrías —se levantó de la banca para desechar el vasito del helado. Limpió muy bien sus manos y abrazó a Hyungwon por la cintura.

La boca de Hoseok le saludó con un cálido pero ansioso beso que Hyungwon supo corresponder de la misma manera.

—Te extrañé, guapo —murmuró sobre los labios rojizos.

—Y-yo tambien —un lindo sonrojo cubrió las mejillas de Hyungwon y Hoseok creyó que era lo más bello que sus ojos habían presenciado.

Hoseok lo besó un par de veces más antes de dejarlo ir, invitándolo a sentarse junto a él.

—Tengo algo para ti.

Sin saber bien de dónde, Hoseok sacó una caja de regalo que puso sobre las finas manos de Hyungwon.

—¿Qué es esto? —curioso abrió la caja y al ver el contenido, jadeó.

Hoseok sacó el celular de la caja y lo encendió. —Antes que digas algo más, permíteme hablar. Cuando me dijiste que no tenías un celular propio pensé inmediatamente en lo difícil que serán nuestros encuentros y aún más sin un medio de comunicación.

Hyungwon negó.

—No, no puedo aceptarlo.

—Toma, es tuyo —dijo extendiendo el aparato. — Mi número ya está registrado, así que puedes llamarme cuando quieras.

Hyungwon asintió recibiendo el regalo con los nervios de un niño que obtiene su tan merecido premio.

—Gracias —susurró.

Hoseok besó su mejilla con ternura.

—Me gustas, Hyungwon. Me gustas mucho —admitió acunando su rostro. —¿Yo te gusto?

Las mejillas de Hyungwon se colorearon y todo su rostro se calentó.

—Si, me gustas.

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