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✦ whatcha sayin'?✧

La primera semana de Hyungwon había estado llena de aprendizajes. Le estaba costando cambiar sus hábitos por unos, aparentemente, más tranquilos y relajantes. Desde el primer día en que llegó no había vuelto a ver a su esposo y en gran parte lo tenía ansioso. La espera nunca era buena.

—...cuando termines de comer iremos al jardín para que tomes un poco de sol. No queremos ese aspecto fantasmal que tienes. —So Hee entró a la cocina con el itinerario de Hyungwon y lo saludó con un beso en la mejilla.

El muchacho se dejaba hacer y aunque le pareciera extraño no replicaba.

—¿No has tocado tu comida?

Hyungwon punzó un cubo de manzana y con movimientos elegantes lo llevó a su boca.

—Te traje aquí hace media hora y a excepción de ese trozo de manzana, todo sigue igual —la mujer reclamó cruzando los brazos.

—Ayer tampoco cenó —murmuró una de las damas de Won.

So Hee bufó dejando caer los brazos a los costados.

La noche anterior se marchó a la casa del señor Kang para entregarle personalmente un sobre con la sesión de fotos que le habían hecho a Hyungwon. Hyun Bin decía querer enmarcar el rostro de su esposo en ambas mansiones y en su oficina, sin importar la opinión de su primera esposa.

—A este paso no vas a durar, chico —la mujer expresó molesta —. Voy a buscar tus vitaminas y cuando vuelva quiero este plato limpio.

El pelinegro buscó la mirada de su mentora y al encontrarla se encogió. Tomó los cubiertos y comenzó a comer rápidamente sin perder la delicadeza en sus movimientos.

—Mucho mejor —susurró la joven rubia.

—Buenos días.

Jang entró rebuscando con la mirada. Se topó con Hyungwon, quién lo miraba a través de su fechillo y sonrió coqueto.

—Hola, padrastro. ¿Cómo te trata la mañana?

Won inclinó la cabeza en señal de respeto y bajó las manos de la mano.

—¿Papá te prohibió hablar? —enarcó una ceja tomando una manzana del frutero de la mesa.

"Si no es tu esposo no puedes dirigirle la palabra y mucho menos mirarlo a los ojos"

Los labios gruesos que estaban separándose para responder volvieron a unirse y la mirada cayó al piso.

—No lo hará.

Jang levantó la mirada y sonrió.

—Hola Suk —habló estrechando la mano con el hombre moreno que acaba de llegar —. ¿Qué haces aquí?

Suk señaló con la cabeza hacia Hyungwon.

—Su padre me envió para cuidarlo, pero si le soy sincero —el hombre suspiró abriendo la chaqueta de su traje — ... es la tarea más aburrida que me han dado.

—¿Tanto así?

Las dos muchachas que acompañaban a Hyungwon como si fueran su sombra, asintieron con graciosas muecas.

—Todos esperábamos que el chico quisiera escapar, se volviera loco o algo —comentó Suk mirando al menor. Hyungwon permanecía inmóvil en la silla esperando por So Hee.

—Estén alerta.

Con esas palabras Jang salió del salón rumbo a la oficina de su padre. So Hee entró inmediatamente y Hyungwon por fin pudo levantarse de la mesa.

—Toma una a una y...

Las cinco píldoras fueron tomadas por Hyungwon de un solo golpe sorprendiendo a las tres mujeres que lo acompañaban. A diario le obligaban a tomar medicamentos en el internado que ya era normal para él, haciendo el agua innecesaria para tragarlas.

—Wow —la pelinegra siseó pero sonrió con ternura —. Admiro tus capacidades, pero quiero mantenerte vida así que será la primera y última vez que lo haces.

—Si.

Los ojos de las damas de compañía se abrieron exageradamente y So Hee aplaudió satisfecha.

—¡Por fin! Nuestro príncipe ha hablado —exclamó divertida.

Hyungwon se arrepintió en el momento en que las mujeres empezaron a cotillear a su espalda.

"Puedes ir a cualquier parte de la mansión, pero siempre en compañía de las chicas"

Bien. Se había distraído y sus damas ya estaban lejos de su alcance.

La propiedad a nombre de Kang abarcaba una gran extensión de terrenos. Con casi 3000 metros cuadrados, contaba con jardines Zen, piscinas, bodega de vino y un invernadero, siendo este último donde Hyungwon se había distraído siguiendo el rastro de un lagartija.

Hyungwon se levantó del suelo donde había estado arrodillado por casi quince minutos y sacudió su pantalón rojo de talle alto. La ropa escogida por So Hee no terminaba de agradarle y tampoco comprendía para que usarla si su esposo no estaba en casa. Las miradas lujuriosas del personal de seguridad hacia su pecho apenas cubierto por la delgada prenda roja de encaje lo hacía sentir de todo menos protegido y el blazer, del mismo color, no ayudaba a cubrir mucho.

—Buenos días, mi señor —saludó el jardinero con una sonrisa amable.

Era el primer saludo cordial que recibía.

Sonrió inclinando la cabeza y siguió caminando de la misma manera abrazando su torso, como si eso fuera a cubrir el pronunciado escote.

Levantó la mirada y se quedó hechizado con la belleza de un pequeño picaraza. Las plumas de dos colores y la forma en que estaban distribuidas captaron su atención en segundos y nuevamente se vio siguiendo al animal por todo el jardín.

—Quisiera tomarte una foto amiguito —suspiró recargando sus manos en las rodillas.

El ave dejó de picotear las migajas, que Hyungwon había regado en el césped, para mirar al muchacho.

—Esa sería una buena toma —murmuró abultando su labio inferior.

Miró a su alrededor con la esperanza de encontrar a una de las muchachas que lo cuidaban, pero ninguna estaba a la vista. Encogió los hombros y siguió admirando al ave.

—Dime amigo, ¿qué se siente ser libre? —Hyungwon ladeó la cabeza ligeramente hacia la izquierda imitando la acción del ave —. Tienes alas y el poder de ir a donde quieras sin que nadie te detenga...

El ave bajó de la corta rama del arbusto y avanzó unos centímetros hacia al frente. El corazón de Hyungwon se aceleró,  pero su cuerpo se mantuvo inmóvil para no asustar al ave.

—¿Podrías ayudarme a salir de aquí?

Hyungwon se inclinó y el ave abrió sus alas preparándose para volar.

—Vuelve cuando puedas, que yo seguiré aquí.

Cayendo sobre sus rodillas se echó a llorar asustando a su pequeño amigo. Esta vez no le importó ser cuidadoso y evitó reprimir su dolor.

Él no quería estar ahí. No quería volver al internado. Toda su vida había estado saltando de casa en casa y jamás conoció la estabilidad ni mucho menos, el amor.
Uno de sus sueños se había cumplido, salir del confinamiento de su tía, pero las oscuras instalaciones del internado solo se cambiaron por una estructura lujosa y sofisticada. Tenia miedo hasta de respirar y terminar con la paciencia y amabilidad de la señora So Hee.

—Ma-mamá.... Sácame de aquí.

Con el rostro cubierto de lágrimas levantó la mirada al cielo y sonrió.

I found my doom...

—¿Es enserio? ¿Esto ni siquiera es un caso de verdad?

El moreno encogió los hombros sorbiendo su taza de café.

—Mucho mejor ¿No?

Hoseok resopló molesto.

—Tengo casos más interesantes y de prioridad que una estúpida multa millonaria.

—No es cualquier multa —acotó el mayor.

El pálido enarcó una ceja ojeando la carpeta entregada.

—Choque automovilístico entre un autobús VACÍO y un transporte de carga —el abogado cerró la carpeta poniéndola sobre el montón de casos rechazados—. No voy a perder mi tiempo en esto.

Hyunwoo rodó los ojos y devolvió la carpeta a la mesa.

—El camión de carga pertenece al consorcio del señor Kang —explicó —. Por si no lo recuerdas, él es uno de los principales clientes del bufete.

—Puaj.

Hoseok cruzó los brazos desviando la mirada. El señor Kang no terminaba de agradarle, la sonrisa "amable" que siempre le regalaba solo le provocaba náuseas.

—Bien —Hyunwoo entrelazó los dedos sobre el escritorio. —Hazlo por mi ¿Si?

—Hay una madre que...

El moreno sacudió la cabeza interrumpiendo el palabrerío de Hoseok.

—Jooheon puede encargarse de eso —sugirió despreocupado —. Te quiero en este caso y lo harás por todos los años de amistad que tenemos.

—¡Dos años! ¡Dos malditos años!

Levantó la carpeta y salió de la oficina echando humo hasta por las orejas. Algún día aprendería a decir no.

—¿Qué te pidió el jefe?

Apenas había cruzado la puerta de su oficina y ya tenía al par de Lee 's riendo a sus espaldas. Sin poder evitarlo rodó los ojos señalando la puerta.

—Ese desgraciado me envió con el pervertido de Kang —dijo molesto.

Jooheon y Minhyuk intercambiaron miradas antes de echarse a reír.

—Eres un exagerado, Hyung —comentó Jooheon sentándose en la esquina del escritorio —. Si, es cierto que el hombre tiene una risa tétrica pero parece noble.

—Y yo parezco la sirenita.

Minhyuk rodeó el escritorio para atrapar a Hoseok entre sus brazos. Besuqueó las pálidas mejillas y el mayor volvió a sonreír. 

—Hemos lidiado con criminales más aterradores que él a lo largo de nuestra carrera —dijo jugueteando con la corbata de Hoseok— ¿Es nueva?

El hombre de hoyuelos encantadores alzó la mano. 

—Yo se la regale —exclamó alegre. 

—Buen gusto —Min dejó en paz la corbata para continuar con su discurso motivacional —, como te decía, Kang puede parecer un loco pervertido, pero nos dejará un buen bono si gana la demanda. Ten eso en mente y haz lo que mejor sabes hacer.

Hoseok asintió resignado. 

—No tengo otra opción.

Retrasó lo más que pudo la cita con Hyun Bin haciendo papeleo de otros casos, revisando citatorios, incluso limpiando su oficina, pero cuando Hyunwoo pasó frente a la puerta y lanzó su fría mirada supo que debía cumplir con su palabra cuanto antes.

Cogió las llaves del auto y emprendió rumbo hacia la mansión de Kang. Recordaba vagamente la dirección del hombre, sin embargo, Hyunwoo le había dado un dirección diferente y para colmo, más lejos.

—¿Por qué no pueden tener sus mansiones en la ciudad? -murmuró cansado de estar sentado en el vehículo.

Hoseok era demasiado activo y no gustaba de estar quieto por más de una hora. Caminando de un lado a otro, haciendo ejercicio, subiendo y bajando escaleras, no importaba lo que hiciera pero no estaría esclavizado en un solo sitio.

—Buenas tardes, tengo cita con el señor Kang —le informó al hombre de la entrada.

El guardia de seguridad abrió la gran reja mientras lo miraba fijamente.

—Lo está esperando.

—Gracias —susurró avanzando con el auto. 

Al llegar fue recibido por el secretario de Kang y el que reconoció como su guardaespaldas personal. 

—Muchas gracias por venir, abogado Lee. 

Hoseok sonrió abrochando el único botón de la chaqueta oscura. 

—De nada. ¿Por dónde es?

El castaño lo guío por la casa ofreciéndole un rápido recorrido, que Hoseok no pidió, y que alargaba su estancia en la mansión de Kang. Al final del segundo pasillo que visitaban se encontraba la puerta de roble oscuro tallada con el símbolo de la familia Kang. 

—Señor Kang, el abogado está aquí —informó el secretario dejando pasar a Hoseok. 

—Buenas tardes, lamento la demora. 

Hyun Bin sonrió poniéndose de pie. Extendió sus brazos para recibir a Hoseok, pero este solo palmeó su hombro "amistosamente".

—Usted disculpe pero... —Hyun Bin entrecerró los ojos reconociendo al abogado frente a él. 

—Lee Hoseok —dijo el pálido. 

Riendo Hyun Bin asintió. 

—Veo a tantas personas a diario que es difícil recordar sus rostros. 

—Si. Lo entiendo —Hoseok abrió el portafolio para sacar la carpeta con el archivo que su jefe le había entregado —. ¿Podría explicarme cómo estuvo el accidente?

Hyun Bin volvió a su asiento y comenzó a narrar lo ocurrido, según el chófer del camión de carga. 

—... tengo que admitir que mi empleado estaba cansado pues llevaba varios días sin dormir bien, pero él jamás se distrae —aseguró sirviendo whisky en dos vasos. 

—No, gracias —sonrió removiéndose en la silla. 

Dirigió su mirada a los ventanales que estaban detrás de Hyun Bin y se perdió en las hermosas flores que adornaban la terraza. Su madre era amante de las plantas y desde pequeño había aprendido el nombre de muchas especies. Jugó a reconocer las flores del jardín lateral y después se fue con los árboles. 

Hoseok frunció el ceño intrigado por el leve movimiento de los arbustos. Entre las pequeñas ramas una sombra roja se movía con sutileza. Una oscura cabellera salió de entre las flores y el ser más hermoso apareció hipnotizando al curioso abogado. 

—...¿o usted qué opina? —Hyun Bin notó el silencio y la falta de atención del abogado. Molesto, golpeó la mesa con la palma de la mano. —¡Lee Hoseok! 

—¿Ah?

El pálido parpadeó y recordó el lugar dónde estaba y con quién. Se disculpó inclinando la cabeza y fingió anotar. 

—¿Qué me decía? 

—Nada importante —Hyun Bin gruñó mirando sobre su hombro. 

Hoseok agradeció que el bello hombre se hubiera ido o sería incómodo explicarle a Kang el por qué de su distracción. 

—Mañana iré a encontrarme con la parte demandante y le traeré noticias.

—Perfecto.  


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