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✦ tell me, baby ✧

—¿Este es el chico? —preguntó enarcando una ceja.

Hyungwon se removió incómodo en el sillón de terciopelo. Las filosas miradas de la mujer le hacían temblar mucho más que la mirada hambrienta del hombre junto a ella.

—Sí, ¿no es hermoso? —Jang sonrió agitando su copa de coñac.

Myeong rió poniéndose de pie. —¿Hermoso? Su rostro es bastante común.

—No te recordaba tan envidiosa, Myeong —Sohee le ofreció la taza de café y la mujer la aceptó a regañadientes.

—Gracias —bebió un poco y miró nuevamente a Hyungwon. —No es envidia, So Hee, pero hay que admitir que el chico no tiene nada de especial.

Jang rió.

—Esta vez no estoy de acuerdo contigo, madre. Hyungwon tiene una belleza exquisita.

La pelinegra lo fulminó con la mirada y Jang encogió los hombros.

—Es lindo, sí —dijo después de un largo silencio. —Sin embargo, no es suficiente para sustituirme. No termino de creer que esto... —señaló a Hyungwon con repulsión —es el motivo por el que mi esposo no llegue a casa.

Hyungwon clavó los ojos en el piso sintiéndose cada vez peor.

—¿Usted dice que es culpa de Hyungwon la indiferencia de su esposo?

—Por supuesto, ¿de quién más?

So Hee cruzó los brazo plantándose frente a Hyungwon cortándole la visión a la mujer.

—De usted —espetó. —Si tan solo supiera mantener a su esposo complacido y cultivara su amor, el señor Kang no tendría porqué buscar otras alternativas.

—Cállate —le ordenó. —No tienes derecho a faltarme al respeto.

So Hee levantó el mentón. —Entonces usted también respete a mi señor.

Jang desde su silla miraba todo con una sonrisa en la espera de un ataque más violento, y por ende, más divertido.

—Esa maldita puta no merece mi respeto. ¡Mucho menos merece el título de señor! —exclamó pisando fuerte.

Hyungwon hipó mordiendo su labio inferior forzándose a mantener sus sollozos dentro, sin embargo, no podía hacer lo mismo con las lágrimas que rodaban por su mejilla.

—Le reitero respeto hacia Hyungwon —dijo apretando los dientes.

—No. Yo soy la señora de la casa y no voy a permitir que un prostituto como él quiera venir a quitarme mi lugar.

So Hee sonrió de lado. —Discúlpeme, señora, usted será la señora de SU casa pero aquí no es más que la visita —avanzó hacia la dama de vestido rojo y la señaló con su alargada uña —Hyungwon es el señor de ESTA casa y por lo tanto merece respeto.

Myeong carcajeó mirando sobre el hombro de So Hee.

—¿Señor de la casa? Ni siquiera puede defenderse por sí mismo —escupió dándose la vuelta.

—Si él no le responde es por educación —agregó So Hee. —Educación que por lo visto a usted le falta.

Hyungwon alzó el rostro cubierto de lágrimas y logró presenciar la mirada cargada de odio que le dio Myeong a So Hee. Contuvo la respiración cuando la esposa de Kang levantó la mano para abofetear a So Hee, o al menos eso intentó hasta que Jang se levantó y sostuvo su mano.

—Termina con esto, madre —le dijo bajando su mano. —Te traje aquí para que conocieras a Hyungwon y no para que lo atacaras.

—¿Acaso lo estás defendiéndolo?

Jang rodó los ojos. —No lo hago pero no puedes culparlo por el engaño de mi padre. Te recuerdo que mi papá lo compró sin su consentimiento —tomó el bolso y el abrigo de Myeong y le dio una última mirada a Hyungwon. —Es mejor que nos vayamos.

—Es lo ideal —dijo So Hee. Jang la miró en silencio y asintió.

—Avísame cuando Kang venga aquí —le ordenó a So Hee antes de cruzar la puerta de la sala y por fin desaparecer de la vista de So Hee y Hyungwon.

—Bruja.

La mayor resopló volviéndose para comprobar el estado de su protegido.

El muchacho lloraba silenciosamente usando ambas manos para cubrir su rostro. Hyungwon sabía que las palabras dichas por la mujer no eran ciertas pero no podía evitar sentirse culpable, después de todo Kang lo buscaba a él luego de un intenso día de trabajo.

—Lo siento mucho, cariño. No pensé que viniera en esa actitud tan insoportable —susurró sentándose junto a Hyungwon.

—E-estoy bien —sorbió su nariz y abandonó su lugar en el sofá. —¿p-puedo ir al jardín?

So Hee frunció el ceño por la extraña petición y asintió.

—Adelante. Te llamaré cuando sea la hora de almorzar. 

La adrenalina recorriendo por todo su cuerpo lo hacía sentir de maravilla. La idea de meterse en problemas muchas veces lo había privado de disfrutar pero esta vez quería que fuera diferente. Una semana sin ver a Hoseok era suficiente y luego del mal rato con la señora Myeong, Hyungwon necesitaba del calor y dulzura de Hoseok para restablecer su ánimo.

El número telefónico de Hoseok estaba correctamente memorizado en su cabeza y solo hacía falta un teléfono para contactarlo. Y justo ahí comenzaban las dificultades. Kang lo tenía privado de toda tecnología y todas las películas que veía eran en compañía de su esposo.

Hyungwon arrugó la nariz al recordar el rostro de Hyun Bin. Por suerte ese día no tendría que verlo y quién sabe hasta cuándo, según lo que recordaba de la corta conversación que tuvo con él la noche anterior, Kang viajaría a Busan y volvería dentro de una semana. Una semana libre de las manos ásperas y los besos asquerosos.

—Hola —susurró deteniéndose al filo de la isla de mármol.

—Hola, cariño, ¿necesitas algo? —Hyungwon negó mordiendo su labio inferior. —¿tienes hambre?

Won miró el tazón de frutas y asintió. —Si, me gustaría un par de fresas.

La cocinera asintió gustosa, se acercó al refrigerador y chasqueó la lengua. —Espera un momento, cariño. Se terminaron las fresas pero iré rápidamente al almacén por un poco.

El muchacho asintió eufóricamente. No era el plan que tenía pero igual funcionaba. Esperó pacientemente a que la cocinera se alejara para tomar el teléfono de la cocina y marcar el número memorizado.

Después de tres pitidos una voz gruesa le saludó y todas las terminaciones nerviosas de Hyungwon temblaron.

—¿Hola?

—Hoseok —susurró con duda. No dudaba que fuera Hoseok pero no estaba del todo seguro si era correcto lo que hacía.

Hubo un corto silencio en la línea hasta que Hyungwon volvió a escuchar la voz sexy.

—Hola bonito, ¿estás en peligro?

El muchacho asintió con una sonrisa y susurró un débil "Si" .

—Espérame en el muro del jardín —dicho esto, Hyungwon colgó la llamada y volvió a su lugar esperando por las fresas.

—Aquí tienes, cielo.

—Gracias —inclinó su cuerpo a noventa grados y salió de la cocina. Con el permiso de So Hee no hubo guardaespaldas que le prohibiera la salida al jardín, por lo que se encaminó rápidamente.

No supo cuánto tiempo esperó en las viejas escaleras de piedra pero para cuando Hoseok llegó no tenía ni una sola fresa en el tazón y sus uñas volvían a estar cortas. Abrió sus ojos enormes con sorpresa y sonrió al ver el rostro alegre de Hoseok.

—Lo siento por hacerte esperar, mi casa está lejos de aquí —explicó mientras sacudía sus manos. —Y bien, ¿cómo has estado, bonito?

—Sácame de aquí.

Hoseok frunció el ceño acercándose a Hyungwon, tomó su mano llevándola a su boca para dejar un casto beso en el dorso de ésta.

—¿Sucedió algo? ¿Te hicieron daño? —Hyungwon negó rápidamente sintiendo su rostro calentarse. —¿entonces?

—No quiero estar aquí —murmuró agachando la cabeza. —Quiero ir contigo.

Hoseok asintió. No necesitaba más explicación que esa. Inclinó su cuerpo al frente y besó la sien de Hyungwon. —Tus deseos son órdenes.

—¿Me llevarás contigo? —preguntó con anhelo.

—Si, bonito.

Salieron de la misma manera que la vez anterior, sin embargo, Hoseok resopló al entrar al automóvil. Hyungwon lo miró preocupado y temeroso de que se arrepintiera.

—Hace días tuve una audiencia y ahora tengo que hacer papeleo —le explicó acariciando su mejilla con el pulgar. Hyungwon formó un puchero inconsciente recargándose en el tacto tibio. —Tenía muchas ganas de verte, por eso vine pero no quiero que te aburras.

—¿Vas a tu oficina?

Hoseok negó, centrando su mirada en los bonitos labios de Hyungwon.

—Estaba en mi casa, me gusta trabajar en casa cuando se trata de papeleo para estar más cómodo —sonrió deslizando su pulgar de la mejilla a la comisura derecha.

—Quiero ir —susurró.

—¿Ah?

Hyungwon tragó saliva poniendo su mano sobre la mano de Hoseok que descansaba en su rodilla. —Quiero ir contigo. No importa donde sea.

La sonrisa de Hoseok fue dulce a los ojos de Hyungwon cuando en verdad tenía otro significado.

—Eres tan bello —Hoseok acercó su rostro al de Hyungwon besando sobre su pulgar.

El corazón de Hyungwon latía desenfrenadamente mientras los labios de Hoseok continuaban tan cerca de su boca. Milímetros más, milímetros menos. Sabía que en cuanto sus bocas se unieran, todo cambiaría entre ellos, rompería un millón de reglas impuestas por su tía pero se sentiría tan malditamente bien. Y era lo único importante.

Hoseok movió su cara y pronto su boca estaba contra la de Hyungwon. Movimientos suaves, un dulce roce, una tierna caricia. Los labios carnosos se separaron dando entrada a la lengua vivaz del mayor que inició un recorrido lujurioso dentro de su boca. Un beso suave, pero a la misma vez, exigente; no se parecía en nada a los besos demandantes y agrios de su esposo. Los dedos largos se levantaron en el aire y apresaron la melena oscura acercando el rostros de Hoseok al de Hyungwon. Ambos gimieron fascinados con las increíbles sensaciones que les otorgaba la unión de sus bocas.

Las venas de Hyungwon palpitaban y creyó que su corazón explotaría. Nunca antes había vivido lo que ahora protagonizaba.

Hoseok lo jaló sobre él e inmediatamente Hyungwon lo estaba montando sin despegar sus labios de los de él. Las grandes manos sujetaron las caderas cubiertas por el pantalón de lino beige y los huesudos brazos se enredaron en el pálido cuello. Hoseok lo presionó contra su cuerpo y Hyungwon lo pudo sentir, todo él. Hyungwon se atrevió a morder el labio inferior de Hoseok y fue la mejor decisión que tomó pues enseguida Hoseok bajó sus manos a su trasero y comenzó a masajearlo provocando que de la garganta de Hyungwon salieran los más hermosos gemidos.

Hyungwon no entendía cómo o por qué las caricias de Hoseok a su cuerpo eran tan gratas y placenteras y no repulsivas como las que su esposo se dedicaba a dejar en él cada vez que se introducía a su menudo cuerpo.

—Que suerte que esta no sea una calle transitada o estaríamos en aprietos —murmuró con la voz gruesa por la creciente excitación.

Hyungwon sonrió jugando con el cabello azabache.

—No me mires así o voy a besarte hasta que anochezca —sentenció todavía masajeando el trasero de Hyungwon.

—M-me gustó tu beso.

Hoseok sonrió de lado inclinándose al frente. —Puedo darte los que quieras, bombón, pero no aquí. No ahora.

El muchacho asintió.

La posibilidad de ser descubierto por los guardaespaldas o sus damas incrementaba con el pasar de los segundos. Con una sutil sonrisa se bajó del regazo de Hoseok para ocupar, nuevamente, el asiento de copiloto. Hoseok esperó que se pusiera el cinturón de seguridad y finalmente salieron de los terrenos de la mansión. Ninguno emitió palabra o siquiera respiró con normalidad hasta que vieron los altos edificios y los llamativos letreros confirmando que estaban en el centro de la ciudad.

Al poco tiempo llegaron a un complejo de apartamentos y Hoseok agradeció contar con su propio elevador para evitar que alguien viera a Hyungwon e iniciara una ronda de rumores.

—Adelante, estás en tu casa —Hoseok le ofreció un par de zapatillas y le ayudó a cambiarlas. —¿Quieres algo de tomar?

Hyungwon negó acariciando sus brazos mientras observaba con curiosidad el amplio departamento.

—¿Te gusta? —Won asintió con una sonrisa completa. De esas sonrisas que pocas veces hacía pero que eran las más sinceras. —No es tan grande como la mansión en la que vives pero tiene todo lo necesario. Además, vivo solo, así que no necesito tanto espacio.

—Es perfecto —susurró.

El muchacho avanzó hacia la sala deteniéndose a mirar los marcos de fotos y las decoraciones de efecto cromado en las estanterías altas. Centró su atención en una fotografía en específico. Hoseok sonriendo a lado de dos chicos igual de risueños que él. Los tres estaban abrazados por los hombros y se encontraban en lo alto de un monte, o eso creyó Hyungwon.

—Son mis amigos —susurró Hoseok. —El de hoyuelos es Jooheon y el otro Minhyuk.

—Son muy guapos.

Hoseok enarcó una ceja sonriendo.

—Mmmh, sí. Lo son —ladeó la cabeza relamiendo su labio inferior. —No me digas que alguno de ellos te gustó.

Hyungwon negó apartando la mirada del retrato.

—No. Sólo me gustas tú —admitió con tranquilidad.

—Gracias por alimentar mi ego —susurró enrollando sus brazos en la pequeña cintura.


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