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✦ Let it burn ✧

Lloró en los brazos de la única mujer que le inspiraba confianza. Una mujer que decía formar parte de los verdugos que hacían infeliz su vida pero solo luchaba para mantenerlo a salvo. O eso era lo que intentaba.

Ninguno de los dos hablaba. So Hee por enojo e impotencia y Hyungwon porque los sollozos le impedían formular una sola palabra con coherencia.

La delicada mano acarició el cabello negro, deslizando los finos dedos entre las hebras sedosas y brillantes. La cabeza del menor descansaba sobre su regazo y una de sus manos se aferraba con fuerza a la de la mujer. Los temblores abandonaron el pequeño y débil cuerpo con el pasar de los minutos pero ya la falda estaba lo suficientemente mojada de tantas lágrimas, sin embargo, Hyungwon no pretendía detener su llanto pronto.

Rompió su silencio para entonar una dulce canción de cuna que solía cantar para sus sobrinos en esas pocas ocasiones que salía a visitarlos. La canción y lo dulce de su voz trajo descanso para los grandes ojos. Poco a poco el llanto fue disminuyendo y con ello los espasmos.

Los hipidos se mantuvieron en los dos últimos versos de la canción y para cuando por fin terminó, la respiración del joven estaba casi normalizada.

—Tus ojos son muy hermosos —halagó en un susurro. —Grandes y redondos. Serías una perfecta estrella de cine, de las mejores.

Hyungwon apretó sus ojos con fuerza.

—Yo solo quiero salir de aquí—murmuró con la voz grave.

Un profundo suspiro fue la respuesta de la mujer pero Hyungwon no le prestó atención. Su deseo era eso. Un simple deseo como tantos que pidió de niño y jamás fueron concedidos.

—Aprender a ser feliz con lo que tenemos...

—No —Hyungwon la cortó de una. Él nunca se conformaría con servir como un juguete sexual. —Yo no quiero esto, no lo merezco.

So Hee sonrió acariciándole el rostro. —Nadie lo merece, corazón.

—Entonces, ¿por qué estoy aquí? ¡Yo no lo pedí!

La ira se apoderó de Hyungwon y de un salto se alejó de So Hee bajando de la cama rápidamente.

—Mi madre murió y me enviaron con esa loca —mustio con odio. —Seis años ¡seis malditos años! Sufrí maltratos, humillaciones, castigos injustificados y clases ridículas para complacer a un enfermo y asqueroso hombre adicto al poder — lágrimas gruesas cayeron de los grandes ojos entre tanto el bello rostro se tornaba rojo de furia —. ¿Me salvaron?, ¿fue la mejor opción que había para mí? Una y mil veces hubiera preferido haber muerto de hambre y suciedad en la calle que estar viviendo bajo el techo de personas asquerosas como ese idiota que me violó.

Hyungwon cayó de rodillas llorando y gritando. Sus largos brazos cubriendo su pecho en un intento vago por darse consuelo.

El consuelo llegó de su dama principal.

So Hee lo abrazó con fuerza dándole su pecho y hombro para que llorara por toda su desgraciada vida.

—Perdón, nene. Perdóname —besó con dulzura la cabeza del menor arropándolo con sus brazos. 

El reflejo que le mostraba el espejo le ocasionaba nada más que náuseas. El maquillaje excesivo tapaba las marcas en su cuello y lo hinchado de sus ojos. El labial rojo cubría su labio roto.

Usando siempre una máscara.

Sus damas no se atrevieron a preguntarle sobre su estado y él no emitió ni una sola palabra desde que abandonó la cama para sentarse y quedarse quieto viendo cómo, una vez más, jugaban a convertirlo en una persona que no era. Sus ojos se clavaron en el espejo limitándose a parpadear.

—¿A qué hora debe estar listo? —preguntó la más joven de las damas. Por increíble que fuera su habilidad con el maquillaje no conseguía cubrir totalmente las huellas en el cuello y vientre del muchacho.

La mujer mayor chasqueó la lengua dejando el traje negro sobre la cama.

—Tenemos exactamente dos horas para dejarlo igual de hermoso que ayer —luchó por no encontrar la mirada de Hyungwon en el reflejo del espejo fallando en el intento. —Olvida las marcas del abdomen y las caderas, concéntrate en el cuello.

Inseguro pero temiendo por su trabajo la chica asintió tomando el corrector nuevamente.

—Estarás como nuevo —sonrió animada.

Él la miró y negó ligeramente.

Jamás estaría como nuevo, ni reencarnando diez veces podría borrar las huellas que ese maldito dejaba en su cuerpo y alma todas las noches. Cuando estaba en compañía de Hoseok olvidaba momentáneamente todo su dolor; soñaba con ser una persona diferente. Sin ataduras o maltratos. El castillo del dolor desaparecía y él pasaba de ser el esclavo a un caballero con la libertad de querer y decidir lo que era mejor para él.

Al bajar del auto y cruzar la enorme entrada las cadenas caían del cielo atrapando sus brazos y piernas. La presión de las esposas creaban unas horrendas marcas en su piel que se volvían nada cuando el demonio de dientes afilados y garras largas lo cogía del cabello llevándolo al que era su verdadero calabazo y zona de terror. La cama. Gotas de sangre manchando su suave piel, heridas capaces de romper tejidos y algo más, lágrimas humedeciendo sus mejillas que no solían alzarse ni con los mejores chistes. Él había deseado tantas veces morir mientras su cuerpo era profanado sin piedad; Deseaba con el alma un día no despertar luego de una de esas noches donde hasta el cabello le dolía.

Pero los sueños no siempre se cumplen.

—Te ves tan hermoso —inhaló el aroma que desprendía su cabello y sonrió. —Ya no tienes ese horrible aroma, ¿no estás contento?

No movió ni un solo músculo.

¿Quería que estuviera feliz? No lo estaría, no cuando destruyó uno de los pocos recuerdos bellos que tenía. La cita con Hoseok.

—¿La elección de la ropa fue la correcta? —La voz de So Hee expresaba el rencor que llevaba por dentro pero Kang decidió ignorar ese detalle.

—Si. No quiero que nadie ponga sus ojos en él.

Kang extendió su mano para que Hyungwon se levantara de la silla y así lo hizo. El saco negro estilizaba su figura y los cortes laterales mostraban la porción perfecta de piel. La decisión de no colocarle camisa debajo del traje era bastante arriesgada pues la piel continuaba viéndose rojiza, sin embargo, Kang fue muy estricto con las peticiones.

—Sus heridas... los invitados las verán y ...

El hombre levantó la mano haciéndolo callar.

—Es justo lo que quiero —le dio una sonrisa retorcida a la mujer y jaló el delgado cuerpo hacia él. Hyungwon puso sus manos en su pecho para evitar más acercamiento y volteó el rostro —, quiero que todos sepan que es mío.

Negarse ya no era una opción. Hyunwoo era conocido por ser un hombre paciente y comprensivo pero al tratarse del trabajo y el respeto a éste, no dejaba espacio para las excusas o salidas rápidas.

"Termina tu trabajo y lleva tu trasero al club"

Maldecirlo una y mil veces no haría que él volviera a su hogar a la espera de un mensaje de su chico.

Porque Hyungwon era suyo.

Su primer error fue aceptar el caso, sin embargo, esa vez tampoco tuvo salida. Tal vez, si se hubiera negado un poco más no estaría saliendo de su departamento con un traje ridículamente caro para ir a uno de los clubs más exclusivos de la ciudad; y tampoco conocería a Hyungwon.

Analizando las beneficios que su reciente relación con Kang Hyun Bin le trajo, ponía a Hyungwon como la principal y más importante. Ese atractivo joven de labios carnosos y ojos preciosos que miraban cada acción con plena curiosidad. La sonrisa más bella y sincera que conocía le pertenecía a ese hombre de inigualable belleza, a ese hombre que encendía una llama dentro de él cada vez que se encontraban.

Se llevó una mano al corazón recordando el último beso que le dio antes de abandonar su auto y con esa motivación emprendió camino al jodido club con su mejor sonrisa.

El cabello peinado hacia atrás daba un vistazo completo a la belleza inmaculada que poseía su rostro. Nuevamente su corazón latió desenfrenado y estuvo a punto de ir corriendo hacia él de no haberlo visto con el brazo del otro hombre alrededor de su cintura.

La vista terminó de amargarle la noche y muy difícilmente volvería a sonreír como antes.

—¡Qué alegría encontrarnos nuevamente!

—Señor Zhiwei —murmuró Hoseok estrechando su mano. —No sabía que nos acompañaría esta noche.

Zhao le guiñó el ojo dejándolo bastante confundido.

—¿Y por qué no? Luego de la fiesta me quedé con muchas ganas de platicar contigo y Kang me comentó que se encontraría —dijo encogiendo los hombros —lo vi como una oportunidad y aquí estoy.

Hoseok sonrió sin separar los labios. Todavía no sabía si era buena idea tener a dos hombres tan influyentes como Kang Hyun Bin y Zhao Zhiwei entre su lista de clientes pues era bien sabido que era difícil, casi imposible, servir a dos dioses sin quedar mal delante de uno.

—Esta cena es para celebrar la audacia e inteligencia de Hoseok en los tribunales —comentó Kang acercándose a los dos con Hyungwon a su lado —y entre más invitados haya será mejor.

La mirada de Hoseok se desvió momentáneamente hacia Hyungwon y luego hacia la sala que esperaba detrás de ellos.

—¿cena? —preguntó sarcástico. —Yo solo veo copas y alcohol.

Kang curvó sus labios a un costado. —Mi cena está junto a mí, la de ustedes...vendrá pronto.

Hyun Bin no pensaba presentarle a Hyungwon y lo comprobó al verlo irse al sofá individual junto con él. Hoseok hizo un esfuerzo inmenso por no gruñir cuando Hyun Bin sentó a Hyungwon en su regazo y le dio un beso que pasaba los límites de lo salvaje. La mano de Kang subió para descansar en el muslo interno de Hyungwon mientras que su otra mano jugaba a amasar sus glúteos.

—Mantén la calma si quieres salir vivo de aquí —Zhao susurró a su oído para luego sonreírle y conducirlo al sofá más cercano.

—¿Qué le ofrezco, señor Lee? —Kang no dejaba de mirarlo con esa cara de hijo de perra que empezaba a incomodar.

—Lo más fuerte que tenga —gruñó.

Su sonrisa perversa le revolvió el estómago pero los ojos lindos llenos de miedo y tristeza lo mantuvieron pegado al sillón.

Al poco rato entraron varias mujeres muy hermosas y de cuerpos magníficos y dos de ellas se sentaron en los brazos del sillón para cumplir con la tarea para la que fueron contratadas. Complacer a Hoseok. O al menos intentarlo.

Las caricias en sus brazos, los susurros en sus oídos y los besos en su cuello no bastaban para que Hoseok dejara de ver a Hyungwon, pues la única compañía que necesitaba era la de él. Cogió otro trago esta vez ofrecido por Zhao y lo alzó en alto invitando a Kang a brindar.

—Espero poder trabajar nuevamente juntos —lo dijo en el mismo tono que usaba para tratar a los acusados en la sala de juicios. Un tono que Hyungwon jamás había escuchado y en lugar de asustarlo, le hizo saber que tenía a alguien para defenderlo.

Mientras la verdadera fiesta se llevaba a cabo debajo de ellos con jóvenes y adultos llenando sus cuerpos de sustancias que les daban valor suficiente para hacer lo impensable, Hoseok descubrió la mirada decaída de Hyungwon y supo entonces que a él no le hacía gracia verlo con otras mujeres.

Sin pensarlo mucho se levantó del lugar haciendo que las dos mujeres se quejaran y haciendo uso de su resistencia al alcohol, caminó tranquilamente hacia los baños. Entró yendo directamente a los lavabos en donde refrescó su rostro para pensar con más claridad lo que debía hacer. No supo cuánto tiempo pasó ahí dentro hasta que la puerta se volvió a abrir.

—H-Hola —susurró pegando su espalda a la puerta.

Le sonrió con sinceridad. Era todo lo que necesitaba. Había esperado toda la noche para ver esos hermosos ojos y escuchar esa melodiosa voz.

—Hola bonito —le saludó de vuelta. —No te habrás escapado ¿o si?

Hyungwon negó caminando hacia él.

—Me enviaron a buscarte —se detuvo frente a él agachando la cabeza.

El otro lo estudió detenidamente sin saber exactamente lo que buscaba. Sin embargo, encontró lo que Hyungwon tanto temía.

—¿Él te hizo eso? —preguntó desabrochándole el saco. El muchacho jadeó al sentir el aire frío golpear su pecho desnudo mas no levantó el rostro. —¡Contéstame! ¿Él te hizo esto?

Lo vio tragar saliva y asentir.

—Maldito hijo de perra —murmuró pasando la yema de sus dedos por las marcas rojizas.

—Y-ya no duelen —le respondió con una sonrisa. —Te extrañé. 

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