✦ different vibe ✧
Hoseok besó las manos de Hyungwon y lo jaló para levantarlo. Los ojos curiosos de Won lo observaron pendientes a su próximo movimiento, siendo un par de besos lo que recibió para saciar su curiosidad. Aceptó gustoso separando sus labios dándole la bienvenida a la lengua hambrienta del mayor. Alzó los brazos y convirtiéndose en una enredadera, capturó el cuello de Hoseok acercándolo más a su boca. Hyungwon hizo unos ruiditos de mero placer y Hoseok sonrió encantado, apretando su cintura en un arranque de posesividad.
—Tengo hambre, ¿qué te gustaría comer?
Hyungwon negó abriendo los ojos a todo su esplendor.
—No, no puedo ir muy lejos —dijo buscando con la mirada a los guardaespaldas. Sus brazos cayeron rompiendo con la atmósfera de paz. Las emociones y el calor causado por el beso desapareció ante la mención de alejarse del parque. —Vengo con compañía.
El mayor bufó tamborileando sus dedos en la cintura pequeña.
Hoseok no lo diría pero reiteradas veces imaginó sus dedos plasmados en la piel tersa.
—Vamos, es nuestra cita —besó la barbilla de Hyungwon sonriendo al sentirlo suspirar. Ese tipo de besos comenzaban a ser el punto débil de Hyungwon y Hoseok estaba dispuesto a sacarle provecho. —Ven conmigo, después veremos como devolverte a tu prisión.
Hoseok había hecho el comentario sin malicia y sin saber que no estaba del todo equivocado. Llevaba poco menos de un mes viviendo en la mansión de Kang pero Hyungwon ya la veía como su propia prisión. Varios días atrás, antes de los constantes encuentros con Hoseok, se había resignado a permanecer confinado entre las cuatro paredes. Kang estaba obsesionado con él y no lo dejaría ir por nada del mundo. Cada noche le repetía la misma frase...
"Eres mío, cada parte de tu cuerpo y hasta tu aliento. Me perteneces"
Hyungwon no veía posibilidades de ser libre algún día y no quería hacerse ilusiones vacías con Hoseok. El hombre guapo era amable. Si. Lo trataba como un rey. Igual. Estaba disponible a cualquier hora que él lo llamara. También. Sin embargo, no había nada más allá. Hoseok no era responsable de él y a Hyungwon le faltaba valor para delegar sus problemas a otra persona.
Las palabras de Hoseok habían sido claras. Gustaba de Hyungwon. No era necesario ningún doctorado para saber que todo el interés terminaría en algún momento. Cuando Hoseok obtuviera lo que quería de Hyungwon, lo dejaría y seguiría con su vida. Aunque, luego de las conversaciones pasadas con el hombre, Hyungwon descubrió un lado más atractivo de él. El constante temor al abandono y rechazo le impedía confiar en Hoseok; el abogado no tenía ninguna obligación de ayudar a Hyungwon y tristemente, no creía que alguien quisiera desperdiciar su tiempo y esfuerzo con un muchacho tan sucio y utilizado como él.
El día de la fiesta, Hyungwon reconoció el poder que Kang poseía y aceptó que un abogado como Hoseok, apegado a la ley, no lo salvaría de las garras del monstruo que se escondía bajo la máscara del hombre ejemplar que media Corea conocía. Poco a poco su corazón comenzaba a desarrollar verdaderos sentimientos por Hoseok y es que, bueno, Hoseok era el único hombre que lo había tratado como un humano y no como un saco de huesos creado para la satisfacción de los deseos carnales. Y por esas mismas razones, Hyungwon se reusaba a incluir a Hoseok en su mundo de mierda.
—Hey, bonito —Hoseok besó sus manos sacudiéndolas un poco para hacerlo reaccionar. —¿Estás bien? Si no quieres ir a comer, lo entiendo. Podemos hacer otra cosa aquí.
Hoseok miró sobre su hombro buscando un puesto de helados o en su caso, de algodones de azúcar. Le fascinaba el brillo de los ojos de Hyungwon al comer el dulce y quería revivirlo.
—No —lo interrumpió, incluso antes que hablara. —Me gustaría continuar con tu idea de cita.
Hyungwon sonrió entrelazando sus dedos con los pálidos del mayor.
—¿Seguro? —Hyungwon asintió sin dejar de sonreír y solo eso bastó para que Hoseok lo arrastrara por el parque hasta su automóvil. —Hay un restaurante muy bueno de cortes cerca de aquí.
Hyungwon asintió mirando reojo su alrededor. —¿No hay uno más lejos?
Hoseok lo miró contrariado pero después de unos segundos comprendió y se disculpó enlistando otros restaurantes de especialidades.
No era correcta la calidez que su corazón sentía al verlo sonreír. Debería correr y esconderse de esos bellos ojos que lo miraban con tanto aprecio mientras le narraba una reseña de la última pelicula que había visto. Su lugar no estaba ahí. No en esa mesa limpia y ordenada repleta de platos humeantes de carne y guisos picantes; en un ambiente templado de iluminación alegre y con música divertida resonando a un volumen agradable.
Él había sido rigurosamente entrenado para desenvolverse en ambientes elegantes y finos, con el glamour y porte siendo parte de él, evitando a toda costa ser un hombre común y corriente como los que podían encontrar en la calle. Hyungwon era el premio mayor de cualquier hombre. Y ese hombre era Kang Hyun Bin no Lee Hoseok.
—Parece que te gustaron más las costillas, ¿quieres que pida otro plato? —Hoseok le sonrió ladeando ligeramente la cabeza disfrutando del sexy recorrido que hacia la lengua de Hyungwon para limpiar la salsa de su labio inferior.
Hyungwon levantó la mirada y negó.
—Estoy bien así. Gracias —inclinó la cabeza por inercia y lo oyó reír.
Sus ojos se encontraron y supo por qué no debía comparar el almuerzo que Hoseok le ofrecía con la comida extravagante que Kang, prácticamente, lo obligaba a comer. El hombre pálido frente a él lo observaba tranquilamente esperando a complacer cualquier petición, atento al mínimo detalle sin descuidar su propia comida y manteniendo una conversación fluida. Al contrario de su esposo, quién usaba la mesa para presumir los logros que conseguía a costa de acciones ilícitas o por otras personas.
En la mansión Kang, Hyungwon no tenía voz. Era una simple joya que debía estar quieta en un solo lugar cuidando de no maltratarse a la espera de ser utilizada.
—Bueno, entonces lo pediré para mi —comentó riendo.
Hyungwon sonrió jugando con sus pulgares por debajo de la mesa. —Tu camisa es linda.
Las mejillas rechonchas se pintaron de rojo en segundos y aumentaron su intensidad cuando Hoseok sonrió.
—Gracias —miró su camisa y asintió. —Mi amigo Joo me la regaló por mi cumpleaños.
—¿T-tu cumpleaños? —Won miró a todos lados esperando que nadie haya escuchado su voz exaltada. —¿C-cuando fue?
Hoseok encogió los hombros.
—Faltan un mes para eso —le agradeció al mesero por el plato y tentativamente lo acercó a Hyungwon. —Pero a Jooheon le gusta hacer los regalos con anticipación para ser siempre el primero en felicitar.
Los hombros y la expresión de Hyungwon se relajaron.
—Oh... es un gesto tierno —susurró.
Hoseok tarareó recargando su cabeza en su mano. —No suelo festejar mi cumpleaños a lo grande porque siempre tengo trabajo pero se me ocurren muchas cosas que tú y yo podemos hacer.
—¿Mmmh?
El pelinegro continuó mirándolo conteniendo las ganas de reírse, pues al final, Hyungwon había robado "secretamente" una porción de costillas de su plato.
—¿Te gusta la playa? ¿Qué tal el sedentarismo? ¿Un viaje sin rumbo en el auto? —relamió su labio inferior imitando la acción de Hyungwon. —Podemos hacer lo que quieras.
Los ojos de Hyungwon se abrieron mostrando lo grandes que eran y Hoseok soltó una risa por lo bajo.
—¿Por qué lo que yo quiera? Es tu cumpleaños.
—Si, pero tu eres mi regalo —dijo con una dulce sonrisa. Sonrisa que hizo corto circuito en la cabeza y corazón de Hyungwon.
Hyungwon soltó una risita nerviosa evadiendo la mirada de Hoseok.
—Puedes ponerte un moño en la cabeza y quedarte inmóvil para que llene de besos tu cara y yo estaré feliz —aseguró abriendo otra cerveza. —Esta será la última porque yo soy el conductor.
El muchacho no respondió. Las palabras dichas por el abogado seguían taladrando su mente desarrollando excusas para salir de la mansión para el cumpleaños de Hoseok.
No importaba cuanto pusiera a trabajar su mente, Hyun Bin no lo dejaría salir y menos irse por varias horas. De pronto recordó el límite de tiempo que por supuesto había agotado y su frente se cubrió de sudor. Las posibilidades de ser duramente castigado eran demasiadas y ni con mil mentiras conseguiría salir salvo.
—¡Estás vivo! —Los brazos gruesos y fríos de Kang lo rodearon apretujándolo contra su pecho. Instintivamente se congeló sin poder evitar comparar la temperatura del abrazo. Los abrazos de Hoseok eran los mejores. —Estábamos preocupados. Por un momento pensé que había perdido a mi hermosa joya.
Los labios secos de Hyun Bin se cerraron sobre su frente dejando un frío e insípido beso.
Las lágrimas se acumularon en las esquinas de sus ojos grandes y poco a poco comenzaron a bajar por sus mejillas trazando líneas sobre el maquillaje.
—El muchacho está asustado —habló So Hee a su espalda.
Kang asintió separándolo de su cuerpo. Lo tomó por los hombros para inspeccionarlo. Sus ojos lo recorrieron de pies a cabeza y por un instante, Hyungwon se vio descubierto. Una parte de él le gritaba que todo estaba en orden y otra le susurraba que su esposo descubriría los besos y toqueteos que compartió con Hoseok en el auto.
—Desapareciste, Hyungwon —gruñó dándose la vuelta hacia el bar. Tomó la copa de vino tinto que le ofreció So Hee y se detuvo frente al ventanal. —Te di una hora y has vuelta cuatro horas después, ¿dónde estabas?
Hyungwon negó inclinando la cabeza.
—No lo sé —susurró con el cuerpo temblando.
—¿No lo sabes? —el hombre enarcó una ceja mirándolo sobre su hombro. —¿O no quieres decirme? ¿Con quién estabas?
So Hee chasqueó la lengua interrumpiendo las próximas preguntas.
—Señor, el muchacho jamás ha salido. La mitad de su vida ha estado en el internado y desde que llegó aquí no ha conocido el exterior —dijo, plantándose delante de Hyungwon. —No tiene amigos, familiares o conocidos. Tampoco cuenta con un teléfono, siquiera tiene acceso a los medios de comunicación. ¿Cómo espera que el chico sepa dónde estuvo? Veo innecesario pensar que estaba con alguien más.
—¿Y qué quieres que piense? ¡Desapareció y apareció aquí mágicamente!
Hyungwon se estremeció por el grito y mordió su labio inferior.
—Estuve a punto de llamar a la policía pero no lo hice porque nos metería en problemas —Kang avanzó de regreso a Hyungwon apartando a su empleada del camino, lo cogió por la barbilla obligándolo a mirar. —Y no quería que te alejaran de mí.
La boca de Kang rozó la de Hyungwon y su lengua separó los labios carnosos. Hyungwon apretó su boca pero no contó con que el agarre de Hyun Bin se volvería más duro, obligándolo a abrir la boca para quejarse. Sin embargo, Hyun Bin aprovechó para apoderarse de su boca, besándolo con posesividad. Los dientes del mayor mordieron sin piedad los labios gruesos; Kang chupó y lamió a su entero gusto hasta hacerlo sangrar.
—Ve a tu habitación —ordenó al separar sus bocas. —Iré a verte más tarde.
Hyungwon tragó saliva. No se movió y Hyun Bin lo mal interpretó tomándolo por la cintura con fiereza.
—¿Quieres que te lleve yo mismo? —preguntó con una asquerosa sonrisa.
El muchacho jadeó luchando por soltar el brazo que apretaba su cintura y al conseguirlo, se arrepintió.
—Creo que ya esperé lo suficiente —susurró inhalando el perfume en su cuello. —Hueles diferente...
Los ojos de Kang se oscurecieron y su sonrisa se volvió el peor miedo de Won. El hombre hizo señas a sus guardaespaldas y estos sujetaron a So Hee.
—No importa que aroma tengas, voy a recordarte quién es el dueño de tu cuerpo —amenazó.
Hyungwon gritó cuando Kang cogió un puñado de su cabello y lo arrastró hacia las escaleras. Los gritos de So Hee de fondo y las miradas destrozadas de sus damas. No dejó de luchar mientras su cuerpo era llevado a la fuerza por quién se hacía llamar su dueño pero cuando lo lanzó contra el colchón se rindió.
Estaba solo.
Solo y en manos de un asqueroso animal. Lloró todo el tiempo que duró su martirio. Gritó cuando su ropa fue rasgada y al sentirlo introducirse en él. Las suaves caricias y los besos que Hoseok había dejado en su cuerpo fueron remplazados por el frío y duro tacto de Kang. Su llanto no cesó ni él en sus despiadadas intenciones. Usó su cuerpo sin remordimientos, sin delicadeza y solo para su propio placer.
Al cerrar los ojos, la sonrisa de Kang aparecía y al moverse, el dolor le recordaba lo vivido.
Mordiendo su labio inferior salió de la cama buscando entre su ropa tirada el abrigo largo donde tenía escondido el celular. Lo sacó y al encenderlo una punzada aterrizó en su corazón.
"Quiero volver a verte, bonito. ♥️"
Hyungwon se dejó caer en el suelo con el rostro cubierto de lágrimas y el dolor abrazando su cuerpo. Las horas tranquilas a lado de Hoseok le daban una pequeña porción de paz y le obligaban a querer luchar.
La puerta sonó y Hyungwon se apresuró a guardar el aparato debajo del colchón. Al abrirse la puerta, So Hee sollozó corriendo a abrazarlo.
—Mi niño —susurró. —Perdóname. Perdón por no haberte protegido, bebé.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro