Episodio Quince
Guadarrama quedó pasmado ante tal respuesta. ¡Eso era imposible! Evania era sólo para él, ¡su padre se la había prometido! ¿Por qué ahora todo lo que había planeado tan meticulosamente, lentamente se iba a la mierda? Seguramente debía tratarse de una broma de muy mal gusto. Tomasz estaba jugando solamente para sacarlo de sus casillas y hacerlo rabiar.
-Me juraste que Stan iba a casarse con tu hija Vanessa – Exclamó el hombre entre dientes – Y que de este modo lo dejaríamos en la ruina para después quitarlo del camino.
-Lo sé, lo sé – Suspiró Borowski – Pero el muy necio quiere cambiar de planes y ¿yo que puedo hacer?
-¡Mátalo si es posible! – Gritó Alonso – Tú me prometiste a Evania y ella es mía, no voy a permitir que Stan se quede con ella... pero, ¿cómo se conocieron?
-¡No tengo idea! – Murmuró Tomasz – Sólo Sebastian apreció en mi oficina diciendo que habría un cambio de planes, que se casaría con mi hija y que haría su voluntad, así de simple.
-¡Pues ya veremos! – Bufó Alonso – Ya lo veremos... - Guardó silencio – Voy a ayudarte – Respondió luego de un rato – Preséntate a tu cita, pero deja que tus hijas se queden con la custodia de la tarada. No dejes que hablen, pues no nos conviene que se sepa la verdad. Vamos a hacer creer a las niñas que van ganando, ¡yo después haré mis movimientos!
-¿Qué es lo que piensas hacer, Guadarrama? – Preguntó Tomasz.
-¡Voy a quitar del mapa a Stan! – Exclamó Alonso – Es un estorbo para mí, en muchos aspectos.
-Pero querías quedarte con todo lo que él posee – Dijo Borowski.
-¡Voy a hacerlo! – Murmuró Guadarrama – Hay muchas maneras de hacerlo, sólo que esta vez trabajaré por mi cuenta, ya que tú eres un inútil y no haces las cosas bien. ¡Mira que tenerle miedo a tus hijas! Cobarde desgraciado.
-¡Yo no les tengo miedo! – Gritó Tomasz.
-¡Claro que les temes! ¿O prefieres que dejemos que hablen?
-¡No, no, no! – Gimió el hombre – No es conveniente.
-A mi poco me importa que hablen – Se carcajeó Guadarrama – El problema es tuyo, no mío.
-Entonces ¿no vas a ayudarme?
-En este asunto no necesitas de mi ayuda, viejo idiota – Murmuró Guadarrama – Si te imponen una fianza, la pagaremos. Mi abogado te acompañará y él hará todo lo que se ordene. Tú sólo entrégales a la tarada y ya. ¿Acaso la quieres mucho? ¿Te es útil?
-No, la verdad es que sólo me estorba – Respondió Borowski - ¡Mis tres hijas son un estorbo!
-La taradita me ayudará indirectamente – Dijo Guadarrama – Me conviene que tu hija Evania la tenga – Exclamó como si hablara consigo mismo – Ahora te voy a dejar, mañana no dejes de ir al juzgado. Ahí te esperará mi abogado.
-¡Gracias, gracias Alonso! – Respondió Tomasz y colgó.
●●●
Evania estaba afuera de la habitación de Helen, su hermana estaba decidiendo cuál de sus muñecas se llevaría para pasar esos días con sus hermanas. Las muñecas le daban seguridad, por ello no se desprendía de esos juguetes, aunque para Evania, la espera se estaba haciendo interminable.
-¡Anda Helen! – Dijo la chica – Sebastian nos espera en el auto y va a impacientarse.
-No sé cuál llevar – Dijo la niña con un suspiro - ¿Puedo llevas las que me obsequió Sebby? – Preguntó esbozando una enorme sonrisa.
-Supongo que no habrá problema – Respondió Evania – Sólo si me prometes que te portarás bien.
La chica asintió y tomó sus seis muñecas, después caminó junto a su hermana para salir de la habitación y reunirse junto a Sebastian. El hombre las esperaba de pie junto al auto y al verlas salir por la puerta, sonrió y abrió los brazos. Helen se echó a correr a los brazos del hombre quién la estrechó con fuerza y besó su frente.
-¡Hora de irnos! – Dijo Sebastian depositando a Helen en el piso y tomando la maleta de la chica para acomodarla en el auto.
-¿Puedo ir en el siento de adelante? – Preguntó la niña.
-¡No! – Dijo Evania con firmeza.
-¡Claro, muñeca! – sonrió Sebastian.
Evania suspiró y rodó los ojos. ¡Sebastian iba a malcriarla! Tal y como lo hacía Vanessa. Helen se acomodó en el asiento del copiloto, mientras que Evania le colocaba el cinturón de seguridad y lo ajustaba. Después, la chica tomó su lugar, mientras Sebastian echaba a andar el auto.
-¿Podemos escuchar música? – Preguntó Helen.
-¿Y qué quieres escuchar? – Preguntó Evania - ¿A Pavaroti? ¿O prefieres a Enya?
-¿Te gusta Pavaroti? – Preguntó Sebastian sorprendido – La mayoría de las niñas de tu edad prefieren a Taylor Swift o a Miley Cyrus.
-¡No, no! – Gritó Helen – Yo quiero escuchar a Soilwork.
-¿A quién? – Preguntó Evania lanzando una carcajada - ¿Y a ti quién te recomendó a Soilwork?
-Valentina – Murmuró la chiquilla – Ella me puso canciones de esa banda el día que vino a visitarme. Me va a enseñar a bailar.
-¡Escuchemos a Soilwork entonces! – Dijo Evania buscando algún tema para su hermana, mientras le dedicaba una gran sonrisa a Sebastian, que no dejaba de reír.
(Música de fondo: )
-No lo sé, Evania – Comentó el chico – Pero tu hermana no deja de sorprenderme.
-¡A mí también! – exclamó la joven y se rió - ¿Compramos algo para cenar?
-¡Hamburguesas! – Gritó Helen.
-No, lo siento – Respondió Sebastian – Será para la próxima vez. Mi madre dijo que prepararía algo especial para recibir a Helen.
-¿Mamá me preparó algo? – Preguntó la chica con entusiasmo.
-¡Sí, hamburguesas! – Exclamó Evania echándose a reír.
Sebastian también estalló en carcajadas, De sobra conocían el platillo favorito de Helen, aunque la chica se llevaría una sorpresa, ya que también le había preparado algo para darle la bienvenida, una fiesta de té en el jardín.
●●●
Camilla abrazó a Helen mientras la acunaba y le besaba la frente. La chica bostezaba con sonoridad. Se había divertido bastante en esa fiesta de té. Corrió como loca por el jardín, persiguiendo a Arthur y gritando a todo pulmón. Sus hermanas estaba muy contentas de verla tan feliz, disfrutando y sintiéndose a sus anchas. Muy rara vez Helen se portaba así delante de ellas. Aunque finalmente el sueño la estaba venciendo y no podía mantener los ojos abiertos.
-Es hora de ir a dormir, Helen – Exclamó Camilla – Ya no puedes tener los ojos abiertos.
-¿Puedo dormir contigo, mami? – Preguntó la chica – No quiero dormir sola.
-¡Está bien! – Suspiró la mamá de Sebastian – Ya has dormido mucho tiempo sola. Despídete de todos y vamos a la cama.
Vanessa miró a Evania. Estaba sorprendida al ver a su hermana menor, parecía otra, una chica más feliz y dichosa. Evania sólo sonrió y se encogió de hombros. Helen necesitaba de una mamá y parecía que la señora Stan estaba dispuesta a tomar ese rol con Helen.
-¡Buenas noches! – Dijo la chiquilla acercándose a sus hermanas y abrazándolas con fuerza – Ya tengo mucho sueño.
-Descansa, bonita – Murmuró Vanessa dándole un sonoro beso en la mejilla – Recuerda que mañana es la audiencia.
-¡Lo sé! – Gimió – Y tengo miedo.
-Nada malo va a pasarte, Helen – Murmuró Sebastian – Yo te acompañaré, mamá también lo hará.
-Además, ¡estarás con nosotras! – Intervino Evania sentándola sobre su regazo – Papá no podrá dañarte... ¡no volverá a dañarte!
-¿Me lo prometen? – Preguntó Helen con un hondo suspiro.
-¡Claro que sí! – Exclamaron todos - ¡Hasta mañana! ¡Dulces sueños!
La señora Stan se despidió de los chicos y tomó la mano de Helen para conducirla hasta su habitación, mientras que Evania, Sebastian, Vanessa y Valentina se quedaban un rato más en el jardín para charlar.
-Mañana será un día muy difícil para Helen – murmuró Vanessa – Estoy muy nerviosa.
-Debes tranquilizarte – exclamó Evania – Si Helen nota nuestro nerviosismo, es posible que se niegue a cooperar ¡ya la conoces! Así que debes estar serena para que la nena se sienta segura.
-Debemos ir a descansar, Vanessa – intervino Valentina – Debes dormir bien.
-¡Vayan a descansar! – exclamó Sebastian – Nos veremos mañana en el juzgado.
Vanessa y Valentina se despidieron con un fuerte abrazo y salieron de la casa dejando solos a Evania y Sebastian que llamaba a gritos a Arthur pero el perro no aparecía.
-Seguramente está durmiendo con Helen y mamá – exclamó el chico y miró que Evania bostezaba – Te llevaré a tu habitación – murmuró y sin que Evania lo esperara la tomó en sus brazos y subió con ella las escaleras hasta depositarla en su cama.
-Eso no era necesario, pero gracias – exclamó la chica y lo besó con ternura en los labios - ¿Dormirás conmigo?
-¿Quieres que lo haga? – preguntó Seb recostándose a su lado.
-Sí, no quiero dormir sola – murmuró – Ya me parezco a Helen.
Sebastian sonrió y la tomó entre sus brazos para besar su frente. Evania se acurrucó en sus brazos e instantes después se quedó dormida.
●●●
Dentro de la oficina de la jueza Margaret Allen se había desatado un gran alboroto. Helen estaba muy alterada y al borde de la histeria. El simple hecho de ver a su padre la llenaba de pánico. La pobre niña lloraba y gritaba aferrada a los brazos de sus hermanas, quienes se encontraban bastante tensas al ver el rostro de su padre.
Tomasz también estaba muy alterado y nervioso. Su rostro estaba lívido y perlado en sudor. Conocía a la jueza Allen y sabía de antemano que esa mujer lo detestaba. Desde el primer momento en que había puesto pie en la estancia, Helen había comenzado a gritar y lo señalaba con el dedo y por tal motivo, la sesión no podía comenzar.
-¡Él me pega! – Gritaba Helen señalándolo – Me llama estorbo, me dice tarada, además dice que le causo "pergunancia".
-¿Perdón? – Preguntó la jueza - ¿Pergunancia?
-Dice que le provoco el vómito – Afirmó la chica.
-Ah, ya entiendo... repugnancia – Murmuró la jueza y sus ojos se posaron en los de Borowski, dedicándole una mirada dura y gélida – Creo que he visto suficiente – Exclamó la jueza Allen – Por favor, ¿pueden sacar a esta pequeña de la sala y llevarla a tomar una soda? – Exclamó y una mujer de servicios infantiles se acercó a la niña.
-Vamos, pequeña – Dijo la mujer tomando a Helen de la mano – Vamos a jugar y ¿te gustaría ver los dibujos animados?
Helen asintió con timidez y se apartó de sus hermanas para salir de la sala. Una vez que la puerta se hubo cerrado, la jueza tomó un aire más grave y se levantó de su asiento mientras checaba unos documentos.
-Estos papeles son enviados directamente por el personal que labora en la casa Carlton – Comenzó a hablar la mujer – La señorita Helen Borowski ha estado recluida en ese sitio desde hace más de tres años – Continuó – Y según los informes de este último año, la señorita Borowski presenta un cuadro de depresión bastante severo, impropio para una niña de su edad.
-¡Sé que me he equivocado! – Murmuró Tomasz Borowski – Y estoy muy arrepentido de lo que hice.
-Sus hijas quieren tener la custodia de su hermana y poder sacarla de ese sitio, señor Borowski – Murmuró la jueza.
-Y tenemos una oferta para ellas – Intervino el abogado de Tomasz.
-¿Y cuál es esa oferta? – Preguntó el señor Amehd – Nos gustaría conocerla.
-Mi cliente ha decidido ceder la custodia de Helen a sus hermanas mayores, Vanessa y Evania. – dijo el abogado de Borowski – Y también ha decidido otorgarle a la señorita Helen una pensión vitalicia.
-¿Y qué hay con los tratamientos psicológicos de la señorita Helen Borowski? – preguntó el abogado Ahmed – Ella está muy afectada por el maltrato de su padre, con una pensión vitalicia no será suficiente.
-El señor Borowski también se hará cargo de ello – aclaró el abogado de Tomasz – Espero estén conformes con esta propuesta.
-¿Qué piensan señoritas? – preguntó la jueza Allen - ¿Están de acuerdo? Porque yo no estoy de acuerdo con ello.
-Me gustaría que también se aplicara una orden de restricción – dijo Evania – No deseo que mi padre vuelva a estar cerca de Helen, eso no es conveniente para mi hermana.
-Es lo que yo había pensando – intervino la jueza – Si se aplica esa orden, ¿ahora sí están de acuerdo?
-¡Por supuesto! – Exclamó Vanessa – Estamos de acuerdo.
-Bien – Dijo la mujer – Estando ambas partes de acuerdo, de ahora en adelante, la custodia de la señorita Helen Borowski queda a cargo de sus hermanas, Vanessa y Evania Borowski, quienes velarán por el bienestar de la chica, mientras que su padre, el señor Tomasz Borowski pagará una sanción y se mantendrá alejado de su hija a una distancia mayor de cien metros.
La jueza terminó de dictar su sentencia y todos abandonaron la sala. Vanessa y Evania se reunieron con Helen. ¡Por fin la chica estaría con ellas! Ya no sería necesario que su hermana regresara a la casa Carlton.
Cuando estaban a punto de abordar el auto de Vanessa, Tomasz se acercó a sus hijas mayores y con una sonrisa maliciosa les dijo: - Han ganado esta batalla, más no la guerra. – murmuró – No crean que van a deshacerse de mí tan fácilmente. – exclamó el viejo – Manténganse alerta, porque esto no se va a quedar así. – dijo el viejo y se alejó a toda velocidad, ante la mirada perpleja de sus hijas.
●●●
¡Qué malo es Tomasz Borowski! No sabe como joder a sus hijas. ¿Qué tendrá preparado ahora? Seguramente nada bueno, tiene de aliado a Guadarrama. Ahora que este sabe de la relación de Sebastian y Evania, las cosas se pondrán color de hormiga. ¿Qué les pareció este capítulo? Espero sus comentarios y gracias por leer.
Maria Decapitated
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro