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Episodio Diecisiete

Después de que Helen subiera a su habitación con la madre de Sebastian, Evania trató de escabullirse, lejos de las miradas del chico, quién no había dejado de observarla con atención. Sebastian estaba seguro que algo raro había pasado en el parque, mientras ellas jugaban y aunque Evania había sonreído durante todo el trayecto a casa, el rostro de Helen revelaba miedo. Además, la chica no había dejado de abrazar a su hermana mayor, acurrucándose entre sus brazos.

-¿A dónde vas? – Preguntó Sebastian al verla poner un pie en la escalera - ¿Podemos hablar?

-Voy a mi cuarto – Murmuró Evania sin darse la vuelta – Estoy cansada y quiero acostarme. Podríamos hablar en la mañana, si quieres – Respondió y subió un par de escalones.

-¿Qué pasó hace un rato en el parque? – Preguntó Sebastian subiendo detrás de ella.

-¡Nada! Sólo jugamos con Artie y...

-No quiero mentiras, Evania – Exclamó el chico sujetándola de la mano - ¡Sé sincera... por favor!

-Entra a la habitación – Dijo Evania abriendo la puerta de su alcoba – Hablemos ahí.

Sebastian no respondió y entró detrás de ella, se sentó en la cama y Evania permaneció de pie, caminando de un lado para otro. Su rostro traslucía preocupación, molestia y miedo. Lo que les pasó en el parque era algo grave y no tenía porque tomarse a la ligera.

-¿Y bien? – Preguntó Stan sin dejar de mirarla.

-Mientras jugábamos en el parque apareció Alonso Guadarrama – respondió Evania y comenzó a temblar – Él quiere hacerle daño a Helen y yo tengo mucho miedo, ese hombre es malo y violento. Su maldad no tiene límites y no va descansar hasta que yo me case con él. – exclamó entre lágrimas – Yo no quiero vivir al lado de un hombre como Guadarrama. – dijo y sollozó con fuerza arrojándose a los brazos de Sebastian.

Stan la abrazó y acarició su espalda. Él no iba a permitir que un tipo como Guadarrama se saliera con la suya. Tenía que pensar en algo para que ese sujeto se alejara de Evania y de sus hermanas. Conocía de sobra la clase de persona que era Alonso, lo había tratado en algunas ocasiones y no aceptaba un no por respuesta. Además, siempre se salía con la suya, ya fuera por las buenas o por las malas, se salía con la suya. No le importaba a quién podía dañar. Sebastian dejó que Evania llorara y continuó abrazándola con fuerza mientras besaba sus cabellos.

-Encontraremos una solución Evania. – exclamó Sebastian – Yo no voy a permitir que Guadarrama te vuelva a poner una mano encima. ¡Primero lo mato!

-¿Y qué consigues con violencia? – Preguntó Evania mirándolo a los ojos - ¡Esa no es la solución, Sebastian!

-Tienes razón – Suspiró el hombre volviéndola a abrazar y a besar sus mejillas – Pero me enoja el hecho de que ese bastardo se quiera pasar de listo con ustedes. ¡Es un cobarde!

-Pero cuenta con el respaldo de mi padre – Gimió Evania - ¡No sé qué negocios tengan!

-Pues eso no le da derecho de nada. Los negocios entre Guadarrama y tu padre son entre ellos dos – Suspiró Sebastian.

-A ti te ofreció la mano de mi hermana – Murmuró Evania – Según Guadarrama, yo fui prometida por mi padre.

-¡Al diablo Borowski y sus estúpidas promesas! – Estalló Sebastian – Me imagino que clase de negocios tiene el viejo con Guadarrama... ¡Nada legal, sólo cosas turbias!

-¿Crees que mi padre esté involucrado en...? – Preguntó Evania pero no terminó su pregunta.

-Su enriquecimiento es ilícito – Comentó Sebastian – Y seguramente es prestanombres de Alonso, quién a cambio de usar su nombre y su empresa para sus fines, le da protección y por eso tu padre es intocable – Sonrió el hombre mientras comenzaba a sacar sus conclusiones - No es que el viejo Borowski tenga un pacto con Satanás, ¡tiene un pacto con Guadarrama! Y eso lo hace invencible.

-¿Y por qué el interés en que te casaras con mi hermana? – Preguntó Evania, reflexionando ante las palabras del chico.

-¡Seguro nada bueno para mí! – Murmuró Seb acariciando su barbilla – Stan Energy es competencia del Grupo Guadarrama. Estamos por encima de ellos, hace poco logramos superarlos y eso ya no fue del agrado de Alonso porque perdió mucho terreno. Estuvo ofreciendo producto de mala calidad, mientras que nosotros ofrecemos un producto que se apega a las normas de calidad – Suspiró – Fusionándose Stan Energy con Borowski Oil... ¡sería cómo si me asociara con Grupo Guadarrama! Ese par planeaba algo malo en contra mía... Quizá hundirme o...

-¿Matarte? – Preguntó Evania horrorizada - ¡Eso no puede ser! – Gimió Aferrándose a los brazos de Sebastian – Mi padre no sería capaz, ¿o sí? – Exclamó bastante sorprendida y guardando silencio durante un instante.

-Quizá tu padre no – Dijo Sebastian – Pero Alonso sí y por todos los favores que le ha otorgado a tu padre, este tiene que hacer su voluntad, sea lo que sea.

-¡Ay no! – Bufó Evania - ¿En qué clase de lío estamos metidos?

-En uno bastante feo y nada agradable, ¡todo gracias a tu padre!

-Cochino viejo – Exclamó la chica con molestia - ¿Y qué vamos a hacer ahora?

-Por el momento, deshacer todo nexo con Borowski Oil Company – Sonrió Sebastian – Y eso se traduce en que he perdido mi dinero – Murmuró y comenzó a reírse – Pero eso es lo que menos me importa ahora. Lo que nos debe interesar es la seguridad de Helen, la tuya y por supuesto, la de tu hermana Vanessa, a ella ya no le conviene trabajar en ese lugar.

-¡Tienes razón! – Suspiró Evania llevando las manos a su cara – Me había olvidado por completo de Vanessa. ¡Soy una mala hermana!

-No lo eres – Dijo el chico abrazándola y besando su mejilla – Por ahora hay que hablar con ella y ponerla al tanto de todo. Debe tener cuidado.

-¿Y nosotros que vamos a hacer? – Preguntó Evania y asintió – Creo que lo mejor sería es que yo me fuera de aquí y me llevara a Helen.

-Eso me parece una muy buena idea, Evania – Comentó Sebastian – Pero antes de que te vayas, ¡tú y yo nos casaremos! – Dijo con júbilo.

-¿Casarnos? ¿Estás hablando en serio? – Exclamó la chica mirándolo cómo si no lo conociera.

-¡Más que seguro! – Dijo sin dejar de sonreír – Y una cosa más, después de que tú y yo nos convirtamos en marido y mujer, podemos adoptar a Helen. Así ella estará con nosotros y la cuidaremos, la enseñaremos a socializar y a valerse por sí misma. No debe depender tanto de nosotros, tu hermana es una chica inteligente... ¿qué dices? ¿Aceptas casarte conmigo? – Le preguntó acariciando el rostro de la joven.

-¡Claro que acepto! – Gritó Evania y sujetó el rostro de Sebastian para mirarlo a los ojos – Quiero casarme contigo, Sebastian – Susurró la chica.

Sebastian sonrió y sus ojos se iluminaron, ¡no podía creer que ella hubiera aceptado! Su corazón estaba rebosante de felicidad. ¡Amaba a esa mujer! Se enamoró de ella sin poder evitarlo y no iba a permitir que la apartaran de su lado. Aunque llegó a negarlo muchas veces, en el fondo Sebastian estaba esperando una mujer como Evania, honesta, de carácter fuerte, pero a la vez tierna, encantadora y llena de amor.

Evania también lo miró y volvió a sonreír. ¡Sebastian era como un sueño hecho realidad! Lo amaba porque sí, porque él apareció de repente, trastornando su mundo, poniéndola fuera de combate y rompiendo con todos sus estándares respecto a su hombre ideal. Y ahora que él le había pedido matrimonio, se sentía más segura y protegida, porque sabía que podía contar con el apoyo incondicional de Seb y que no volvería a estar sola. La chica amplió su sonrisa y se puso de pie, seguida de Sebastian.

-¡Espérame aquí! – gritó Stan – No me tardo – Corrió y abandonó la habitación.

Evania lo miró con sus grandes ojos, suspiró y bajó la mirada, sintiendo de pronto que sus piernas eran de gelatina y no podían sostenerla. Estaba muy emocionada y no estaba muy segura sobre lo que él trababa. No pudo continuar reflexionando porque Sebastian entró de nuevo en la habitación y se detuvo a escasos centímetros de la mujer, sosteniendo una pequeña caja en su mano.

-Te amo, Evania Borowski – Dijo Sebastian tomando su mano izquierda entre la de él - ¿Quieres casarte conmigo? – Preguntó sin dejar de mirarla a los ojos - ¿Te gustaría convertirte en mi esposa? – Continuó al tiempo que le colocaba un delicado anillo en su dedo anular.

Evania lo miró con lágrimas en los ojos. ¡Su corazón latía desbocado! No sabía que responder... Más bien sabía lo que iba a responder, sólo que las palabras morían en su garganta. Sebastian la miraba con devoción y amor, a la espera de su respuesta.

- ¡Sí, es lo que más anhelo! Yo también te amo, Sebastian. ¡Quiero que estemos juntos para siempre! – dijo sollozando.

Sebastian la contempló con intensidad. Estaba extasiado mirando a Evania, quién temblaba presa de la emoción y la felicidad. ¡No podía resistirse a ella! Había algo en esa chica que lo fascinaba y lo había cautivado en el instante en que la vio por primera vez. Evania necesitaba amor, demasiado amor ¡pero no un amor a medias o por compromiso! Ella necesitaba amor de verdad, puro y sincero. Un amor que no conociera los límites y él se lo daría. La estrechó entre sus brazos, despacio colocó su mano en la nuca de la chica y acercó su rostro al suyo para tomar sus labios y fundirlos con los suyos en un beso tierno y sincero.

Evania se aferró a los brazos de Sebastian para besarlo con mayor intensidad y pasión, los besos de ese hombre eran tan extraordinarios que la llevaban a tocar la cima del firmamento. Sebastian le acarició la espalda mientras que su lengua escudriñaba su boca. ¡Le encantaba que fuera así de apasionado! Los dientes de Sebastian mordieron su labio inferior y su boca descendió por su barbilla hasta su cuello, al tiempo que sus manos estrujaban el trasero de la joven. Ella gimió, frotando sus senos en el pecho de Stan. Él la ciñó con fuerza a su cuerpo, mientras la intensidad de su beso crecía y crecía. Las manos de Evania pasearon por los cabellos castaños del hombre, tirando suavemente de ellos.

Sebastian la apartó un poco y ella protestó, pues ya se había excitado demasiado al sentir cómo la erección de Seb crecía con ese beso fogoso. Él sólo la miró, recorriendo su silueta con ojos hambrientos, diciéndole lo que quería de ella con sólo mirarla. Evania no se hizo esperar y comenzó a desnudarse, quitándose prenda por prenda de forma cadenciosa y sensual, ruborizándose cada vez que sus ojos se encontraban. Sebastian no podía dejar de observarla, parecía que estaba hipnotizado por los sensuales movimientos de su mujer. El hombre no quiso quedarse atrás, así que comenzó a despojarse de sus prendas, quedando también desnudo frente a la chica. Ella se arrojó a sus brazos y volvió a besarlo lentamente, acariciando su espalda desnuda y sonriendo al sentir cómo se estremecía ante su tacto.

Sebastian sonrió y la sujetó con firmeza entre sus brazos, para dejarse caer junto a ella sobre la cama. Ambos rieron y rodaron sobre el colchón. Él la soltó para sentarse sobre las almohadas, recargando su espalda en la cabecera, acomodando a la mujer delante de él, entre sus piernas abiertas. Ella gimió cuando la erección del Sebastian rozó su espalda y una de sus manos le separó las piernas.

-¡Seb! – Gimió Evania al experimentar esos delicados besos sobre sus hombros desnudos - ¿Me prometes que nunca nos separaremos?

Él no respondió de momento, sólo se concentró en masajear sus senos de Evania, pellizcando sus pezones y a repartir besos por su cuello y hombros. La espalda de la mujer se arqueó y sus muslos se separaron más, cuando una de las manos de Sebastian descendió hasta su feminidad y sus dedos expertos juguetearon con sus húmedos pliegues.

-¡Jamás nos separaremos! – Murmuró Stan mientras enterraba con delicadeza sus dedos dentro de ella y haciéndola gemir - ¡Tú lo eres todo en mi vida! Te amé desde el primer momento en qué te vi. Tú siempre serás la única – Dijo y mordió el hombro de la chica.

Evania se estremeció y arqueó la espalda para que los dedos de Seb entraran más profundo y jadeó cuando él pellizcó de nuevo sus pezones. Stan le susurraba palabras de amor en el oído, mientras seguía con sus íntimas caricias, ella sólo podía gemir entrecortadamente, retorciéndose ante esas oleadas de placer que se acrecentaban con cada movimiento y caricia de su amado. Las manos de la mujer se apoyaron sobre el colchón y estrujó las sábanas cuando sintió que su cuerpo se tensaba y los músculos de su pelvis se contraían. Evania gritó el nombre de Sebastian y lo besó, dejándose envolver por ese placentero orgasmo.

El hombre retiró su mano lentamente y la envolvió entre sus brazos para seguir besándola en la espalda y el cuello. Ella intentó darse la vuelta, pero él se lo impidió, poniéndose de rodillas y colocándola sobre sus piernas. Evania apoyó las rodillas sobre el colchón y levantó las caderas para recibir a Sebastian quién la rodeó por la cintura, entrando lentamente en ella. La chica apoyó una mano en el colchón, para que él la llenara completamente y se sujetó a las muñecas del hombre, mientras que él la embestía y ella se meneaba sobre él, jadeando y gimiendo.

-¿Me amas, mi amor? – Preguntó Sebastian entre jadeos y sin dejar de penetrarla.

-¡S-sí! – Gimió ella arañando sus manos – Te amo – dijo y tomó la mano de Sebastian para guiarla hasta su centro del placer.

Sebastian la acarició con suavidad, cómo ella se lo indicaba, mientras que su otra mano sujetaba su cintura con firmeza y así no perder la unión de sus cuerpos que se movían en sincronía, como si se tratara de uno solo. Muy pronto, la habitación se llenó de sus gemidos y jadeos, de sus palabras de amor y del movimiento de la cama contra la pared; hasta que ambos fueron envueltos por una deliciosa oleada de placer que se expandió como una detonación y los hizo caer exhaustos sobre el colchón.

●●●

Alonso tuvo un ataque de furia, estaba perdiendo los estribos. Él era un hombre cauteloso y calmado, rara vez explotaba de esa manera, pero con Evania todo era distinto, esa mujer lo estaba sacando de sus casillas y lo estaba orillando a tomar medidas drásticas. Él pensó que las cosas iban a ser fáciles, creyó que podía tener a Evania sin ningún problema, se imaginó que, en su soledad, la mujer sería presa fácil. Lógico, al estar desprotegida, ella accedería con la primer amenaza, ¡pero fue todo lo contrario! Si Evania le tenía miedo, no se lo demostraba y.... se detuvo a analizar las cosas, ¡si había fracasado era por culpa de Tomasz! Ese viejo charlatán le llenó la cabeza con ideas que resultaron ser totalmente falsas.

-¡Viejo inepto! – Murmuró Guadarrama golpeando la pared – Pero pronto dejará de ser un estorbo – Suspiró y guardó silencio – Juro que tarde o temprano Evania será mía... por las buenas o por las malas.

-¿Decía algo señor? – preguntó uno de sus hombres – Lo noto muy molesto.

-Quiero que sigan vigilando a Evania Borowski – respondió Guadarrama – Quiero que me digan todos los detalles de lo que hace. ¡No quiero que nada pase desapercibido!

-Como usted ordene, señor – respondió el hombre.

-No quiero fallas – exclamó – No quiero que se vuelva a repetir lo de la vez anterior, ¿me escuchaste? – dijo tomándolo fuertemente del cuello.

-¡Sí, señor! – dijo el sujeto – Está vez no habrá fallas.

-También quiero que vigilen a Sebastian Stan – gritó – Ese tipo no permitirá que lleve a cabo mis planes, así que vamos a estudiarlo bien pues lo que deseo es quitarlo del camino.

-Sí, señor – repitió el hombre – Organizaré dos grupos y nos encargaremos de ello.

-Te lo vuelvo a repetir, esta vez no quiero fallas – gritó y soltó al hombre que apenas podía respirar – Ahora, ¡largo!

El hombre abandonó el lugar y Guadarrama, antes de dejarse caer sobre un sillón, se sirvió una copa de brandy, lo bebió con avidez y descansó la cabeza sobre el respaldo. Esta vez su plan no tenía que fallar. Iba a deshacerse de Sebastian y Evania sería sólo de él. Esbozó una sonrisa cruel al pensar en ellos y la mirada se le iluminó de repente. ¡Tenía la idea perfecta para obligar a Evania a hacer su voluntad!

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¿Qué tramará ese tipo? Conociéndolo, no es nada bueno. Espero que Sebastian y Evania se anden con mucho cuidado esta vez. Por ahora ellos dos están muy felices porque próximamente van a casarse, aunque me pregunto, ¿los dejarán ser felices? Gracias por leer y comentar. No se pierdan el siguiente capítulo.
Maria Decapitated

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