CAPITULO IV
IV.
❛ DANCING IN THE NIGTH ❜
En aquel momento lo único que quería hacer era salir corriendo y escapar de ese lugar. Escapar de su padre y de su vida actual. Así que eso hizo.
Salió corriendo a toda prisa del hotel. No le importo nada, ni sus amigas, ni sus cosas, ni las personas que la miraban extrañadas mientras corría sumergida en la ira y la rabia. En el exterior, la lluvia caía con fuerza pero tampoco le importo salir y empaparse. Lo que más le extrañó es que sabía perfectamente a donde ir. Era como si algo en ella la guiara directamente allí.
Sintió el viento en su cara y las lagrimas mezclarse con las gotas de lluvia sobre sus mejillas mientras cruzaba el mismo bosque que había visitado hacía unas horas con sus amigas. Por alguna razón, contra más se acercaba a aquel misterioso lugar que tanto le había marcado, sentía como todos sus sentimientos negativos, la ira, la rabia, la impotencia..., se disipaban. Cuando por fin llego al claro donde se encontraba Craig Na Dun, sus ganas de llorar habían desaparecido y sus lagrimas se estaban secando en sus mejillas.
Se quedó totalmente paralizada al ver que ya había gente allí. Mujeres con mantos blancos que les cubrían todo el cuerpo y la cabeza bailaban alrededor de las rocas, sujetando los farolillos que antes iluminaban el lugar. Ese debía ser el ritual del que la dependienta les había hablado. Y tenía razón; era un espectáculo precioso.
Se sintió como una intrusa observando aquella bella danza y, parada como estaba en mitad de la entrada, se sintió demasiado expuesta. Así que decidió esconderse en uno de los matorrales cercanos.
La lluvia seguía cayendo pero eso no impedía que las mujeres continuaran bailando. Tenían la ropa tan mojada cómo Álex pero ellas seguían dando vueltas alrededor de las rocas con movimientos gráciles y una elegancia natural.
Tal vez deberían verse ridículas, dando vueltas en círculos en mitad de un claro mientras estaba diluviando. Y tal vez lo fueran. Pero los pelos de la nunca de Álex se erizaron con la visión de aquella danza. Y una vocecita dentro de ella le susurró que no debería estar allí. Era una observadora no deseada de una cosa antigua y poderosa.
Las mujeres daban vueltas sobre sí mismas, se cruzaban entre ellas, alzaban y bajaban los farolillos. Tras uno o dos minutos, la lluvia aminoró y finalmente dejo de llover. Una de las bailarinas más jóvenes se distanció del grupo y alzo su farolillo al cielo mientras las demás continuaban con la danza. La luna se asomó entre las ramas de los árboles y poco a poco bañó el claro con su luz. Las mujeres aceleraron el ritmo de su baile que al parecer estaba llegando a su fin. Y cuando al fin la luna estuvo en lo más alto, la bailarina joven se reunión con el resto para rodear la gran piedra central y alzar todas a la vez los farolillos, como si estuvieran alabando a la piedra.
Ese fue el final de la danza. Después, poco a poco, entre risas, las mujeres se fueron dispersando dejando el claro iluminado en su totalidad por la luz blanca de la luna.
Álex no sabía en qué momento ni porque había vuelto a empezar a llorar, pero no fue hasta ese instante que se dio cuenta de que una lágrima resbalaba peligrosa por su mejilla.
Cuando las risas y las voces se escucharon lo suficientemente lejos y la joven estuvo segura de que todas se habían ido, Álex salió de entre los arbustos. Dispuesta a irse de vuelta al hotel, respiró hondo al darse cuenta de la realidad a la que se tendría que enfrenar cuando llegara. Decirle a sus amigas que las abandonaba otra vez por irse corriendo a socorrer a su padre no iba a ser fácil, pero era lo correcto. Por mucho que le doliera.
Sin embargo, algo llamo su atención y la hizo cambiar de rumbo. Una pequeña flor blanca crecía a los pies de la gran roca. No pudo resistir la tentación y se acercó a la flor.
Una vez se agachó y observó más de cerca la florecilla, confirmó su teoría; se trataba del Allium Ursilum, comúnmente llamado ajo de oso; una planta que contaba con numerosos usos medicinales, y especialmente difícil de ver en zonas que no fueran húmedas y boscosas.
Álex siempre se había interesado por la botánica y la medicina. Su madrastra, la que a estas alturas consideraba ya como su madre, era cirujana. Había crecido entre libros sobre como curar enfermedades extrañas y extirpar órganos, por lo que nada de eso era completamente extraño para ella. Y precisamente la botánica era una de esas actividades que su padre odiaba. Siempre aseguraba que no le llevaría a ningún sitio y que era una completa pérdida de tiempo.
De repente, comenzó a soplar un fuerte viento que revolvió todo el rebelde cabello de Álex, haciendo que se tuviera que pasar algunos mechones por detrás de la oreja para contenerlos y que tuviera que abrazarse a sí misma para resguardarse del frió. Con las prisas no se había acordado de coger una chaqueta y ahora tan solo llevaba el fino vestido mojado.
En ese momento el viento volvió a soplar con más fuerza todavía. Tal vez era el momento de volver al hotel. Tal vez. Pero Álex no lo hizo. Fue como si algo en la piedra la llamara para que se acercara más y ella no pudiera resistirse.
Álex se levantó del lugar donde estaba arrodillada y se posicionó frente a la gran piedra central. Volvió leer en voz baja el mensaje grabado:
"Cántame una canción
Para todos aquellos que perdidos están
Que su corazón han dejado de escuchar
Naveguen un día sobre el mar.
Neblina y brisa.
Mares e islas
Montañas de la lluvia y el sol
Todo lo que era bueno.
Todo lo que era correcto.
Todo lo que es se irá.
Y la canción
Del que se fue
Será realidad."
Álex no sabía si se trataba de un impulso extraño e irracional de su mente o una imaginación, pero una vez más sintió la que la piedra la llamaba y le pedía que la tocara. Y ella respondió a su llamada.
El viento aumento y como si su mano estuviera impulsada por este, acercó sus dedos y repasó el trazado de las letras con ellos.
Al poner su mano sobre la roca, una oleada de sensaciones la abrasaron.
Fue como volver atrás en el tiempo. Justo a aquella vez... Era de noche y su padre conducía de vuelta a casa tras una noche familiar en el cine. Al lado de este, la madre de Álex sonreía al mirar atrás y encontrar a su pequeña hija felizmente dormida, acunada por el sonido y por el desplazamiento en el interior de una ilusión de serena levedad.
Entonces, su padre entró rápidamente en un puente, y Álex se despertó para ver el mundo dando vueltas por las ventanas del coche y padecer la sensación nauseabunda de ir cayendo a alta velocidad.
Eso es lo más cercano que se puede conseguir para describir lo que Álex experimentó. Pero todavía deja mucho que desear.
✴✴✴✴
CONTINUARÁ...
Hey!, ¿que tal?
¡Por fin nuestra querida Álex va a viajar al maravilloso mundo de mariposas y unicornios de GoT! Ya veremos qué cosas le esperan allí...
Espero que os haya gustado el capítulo.
Nos leemos mañana~
Only love xx-
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